Algún desaprensivo en no recuerdo qué web, escribía que los discos clásicos de WASP son un par de temillas que están bien y lo demás todo relleno. Hay que joderse. Es lo que tiene la libertad (y que dure, claro), cualquier pichón de tres al cuarto cree que puede cargarse la carrera de una banda como WASP en un par de líneas. En cualquier caso, una persona inteligente sabe que Blackie Lawless lleva décadas currándoselo, que da pena leerle en las entrevistas, pero que sus discos actuales son dignos y los clásicos, bien, imprescindibles. Escucho ahora Inside the Electric Circus, 1986, y qué decir. Otros tiempos, otro vestuario, otros peinados y otras ideas sobre la vida; y cuatro pulgosos carroñeros grabando en Hollywood Hills un disco repleto de rabia y provocación. De WASP, lo que siempre me engancha es la forma de cantar de Blackie. Este hombre no canta melodías, directamente se pelea a ostias en cada verso, y saca la peor bilis estrofa tras estrofa. Un disco que pasará a la historia por la versión del I don´t need no doctor (Humble Pie, recordad cómo la cantaba Steve Marriot. Piel de gallina), pero que es todo espectáculo de principio a fin. Aquí añado el clip de I don´t need no doctor, que presenta el montaje que llevaban por entonces en directo. Puro delirio y espectáculo.
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domingo, octubre 03, 2010
WASP, INSIDE THE ELECTRIC CIRCUS
Algún desaprensivo en no recuerdo qué web, escribía que los discos clásicos de WASP son un par de temillas que están bien y lo demás todo relleno. Hay que joderse. Es lo que tiene la libertad (y que dure, claro), cualquier pichón de tres al cuarto cree que puede cargarse la carrera de una banda como WASP en un par de líneas. En cualquier caso, una persona inteligente sabe que Blackie Lawless lleva décadas currándoselo, que da pena leerle en las entrevistas, pero que sus discos actuales son dignos y los clásicos, bien, imprescindibles. Escucho ahora Inside the Electric Circus, 1986, y qué decir. Otros tiempos, otro vestuario, otros peinados y otras ideas sobre la vida; y cuatro pulgosos carroñeros grabando en Hollywood Hills un disco repleto de rabia y provocación. De WASP, lo que siempre me engancha es la forma de cantar de Blackie. Este hombre no canta melodías, directamente se pelea a ostias en cada verso, y saca la peor bilis estrofa tras estrofa. Un disco que pasará a la historia por la versión del I don´t need no doctor (Humble Pie, recordad cómo la cantaba Steve Marriot. Piel de gallina), pero que es todo espectáculo de principio a fin. Aquí añado el clip de I don´t need no doctor, que presenta el montaje que llevaban por entonces en directo. Puro delirio y espectáculo.
martes, noviembre 03, 2009
WASP: "BABYLON" (2009)
Hay que aceptar que Blackie Lawless no funciona ya con más de media neurona en las entrevistas (ahora -leyendo el Popu- dice que en Europa planean inyectar chips a la gente para controlarlos, y que Obama es un marxista mucho más diabólico que Bush. Blackie, la pastilla), pero es un placer escuchar su voz. Sigue cantando con unos huevos que tiran de espaldas, sino gozadle en una canción como Live to die another day, del disco que nos ocupa. Babylon no debería pasar tan desapercibido entre la selva de la actualidad musical, hay buenas canciones, garra, esa garra tan particular de Blackie cuando canta, y sonido WASP por un tubo. Blackie es un viejo bluesman que toca heavy metal, un perro hijoputa, sucio y rastrero, que ha cometido mil errores, y que ha vivido lo suficiente como para que todo se la traiga al pario. Está aquí, y saca un disquito cada dos años, y este último es un notable. Incluye una versión del Burn purpleliano que sobra, porque en la cabeza de uno no cabe más que Coverdale y Hughes aullando "All I hear is BUUUUURNNNN!".
lunes, agosto 18, 2008
WASP : "THE LAST COMMAND" (1985)
Blackie Lawless es una institución, y ya lo era en los ochenta, un viejo lobo de mar que explotó con una banda, WASP, que no dejaba lugar a sutilezas, la banda ideal para mandar a paseo a tus neuronas y apuñalar por la espalda a tus vecinos. El hard rock más asalvajado de la segunda mitad de los ochentas era el suyo, y The Last Command, su segundo disco, una carga más de sangre, ruído y esas letras que solo Blackie es capaz de escribir (y cantar, la suya es una voz que casi nadie valora en su justa medida): "Les-bo nymphomaniac, ooohhh, shés got a gilfriend that´s seventeen!!!!". Pero pensar que WASP eran únicamente unos descerebrados de lo peor de L.A es quedarse a las puertas de la verdad. WASP eran escoria, hell´yeah, pero en las letras, en la actitud, en la concepción de los discos, en la producción, había algo más, quizás un plan frío y calculado para agradar al gran público a la vez que levantar los ánimos del puritanismo americano, como de hecho así ocurrió. No sé, The Last Command es una maravilla que abraza un sonido más, ejem, pop, combinado idealmente con la violencia de su primer disco (El tema de apertura, Wild Child es, en el fondo, puro ochentas, y cuantos grupetes poppies de la época no habrían vendido su alma y su cartera a Blackie por grabarla ellos), pero también hay misterio y fantasía alicecooperiana en Widowmaker, y fiesta al estilo Kiss, solo que de un desfase que erizaría la peluca a Gene Simmons, como en el himno Blind in Texas. Otras perlas como Ball crusher son la prueba de lo convencidos que estaban Blackie y Chris Holmes de lo que hacían. WASP no tiene una mala carrera, y discos como Killfuckdie, de los noventa, me encantan; con el paso del tiempo, la crudeza de su música sigue intacta, solo que ahora también se aprecia que había un trabajo detrás, una jugada. Un plan.
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