Mañana el invierno traerá frío y quedará lejos este bello momento.
domingo, 4 de noviembre de 2012
Preludio de otoño
Mañana el invierno traerá frío y quedará lejos este bello momento.
viernes, 1 de abril de 2011
Rincones
martes, 29 de septiembre de 2009
Carta de presentación del Otoño.
Así hasta el amanecer que hoy es tan oscuro…
sábado, 9 de mayo de 2009
Primavera (Mayo)
( De Mayo en el bosque de castaños, 1925)
Qué imagen tan bella describe Hesse; todo tan verde, y esos pueblecitos rompiendo la monotonía cromática con sus colores…
lunes, 24 de noviembre de 2008
Las Estaciones, OTOÑO.
Las Estaciones, Hermann Hesse:
Calendario, reflexiones, poemas y acuarelas, recopiladas por Volker Michels.
Es un libro que yo catalogaría de “fuera de lo normal”.
Comienza con una agenda; está salpicado de reproducciones de vistosas acuarelas que supongo fueron pintadas por el mismo autor y, de lectura ligerísima, salta de la prosa a la poesía (algunas en su alemán original y escritas a mano) y de una a otra estación sin apenas darnos cuenta de en qué lugar en el tiempo nos encontramos en cada momento.
Con la miel en los labios, pues te quedas con ganas de más, llega el final.
Comencé por el principio, pero cuando me di cuenta de la “extraña” distribución de la lectura, me pasé al otoño.
Os dejo unos párrafos y prometo con cada cambio de estación, volver a pasaros algún que otro fragmento de esta obra que es de lo mejorcito y más original que he leído últimamente.
Hoy prosa...
_ fui a dar un paseo por el bosque. De lejos, el bosque se ve aún completamente verde, pero de cerca nota uno que ha envejecido, que está a punto de morir, las hojas de los castaños crujen, secas, a partir de ahora amarillearán, y si bien en algunos rincones húmedos y frescos, el follaje juguetón de las acacias se ve todavía de un azul profundo, por todas partes luce atravesado ya por ramas marchitas en las que las hojas, pequeñas y de un dorado cegador, brillan sueltas y empiezan a caer al menor soplo, como gotas...
… de este otoño que se avecina tan deprisa. ¡Ah, ya huelo algo que me produce alegría! Un olor húmedo, espeso, oleoso, algo mohoso, me dice que ahí hay hongos, boletos, unos ejemplares que aquí no suelen encontrarse muy a menudo…y los busco con celo… la mirada clavada en la tierra, en la mano una varilla ligera con la que apartar las hojas secas en cada rincón que parece prometer algo… este bonito hongo de aquí, el del sombrerete robusto y grueso… me pertenece y me lo comeré esta noche…
Hermann Hesse
(De Otoño, 1926 )
sábado, 22 de noviembre de 2008
Anuncio del Cambio de Estación...
Os lo prometí y aquí lo tenéis.Dura 3 minutos y medio, pero lo guardareis en vuestras mentes mucho tiempo, de eso estoy segura.Han sido varias sesiones de fotos (por llamarlo de algún modo, jeje), muchas de ellas inservibles, ( ya sabéis que no es lo mío); incluso un día recurrí a mi amigo Pedro para que , él, que sí sabe, hiciera alguna toma decente. He seguido día a día su evolución, y ahora os puedo asegurar que quedan solamente tallos de los que cuelgan las últimas hojillas esperando su hora…Pero nos hemos quedado con el vídeo (¿vídeo?), llevo tres días para colgarlo, sin éxito, cosa del formato, pero quien no sabe... Os puedo asegurar que relaja y, será por su colorido , pero evade la mente que sólo se centra en el rojo de la hiedra que brilla, se abrace a lo que se abrace, durante esos tres minutos que duran las imágenes…Que lo disfrutéis.Abrazos… lo mismo que abraza la hierba .
martes, 4 de noviembre de 2008
Email a un Amigo
¿Cómo va todo por allí?
Aquí, los restos del verano se agotan y, el invierno nos invade poco a poco, (de lo cual me alegro, pues los calores este año se estaban alargando demasiado).
Pese a que en Almería los signos del cambio de estación son tan insignificantes, las pocas señales que se dejan apreciar están ya ante nuestros sentidos.
La luz del día pasa más ligera y, pierde terreno ante la oscuridad de la noche, que invade el tiempo que el día desaprovechó.
Los árboles de los alrededores, son palmeras y eucaliptos, con lo que la caída de la hoja no se aprecia, pero de vez en cuando en lugar de a mar, algas y barbacoas, el viento nos trae algún olor a leña y chimeneas, incluso a castañas asadas en el fuego, para que no se nos olvide que el invierno está ya de camino…
La hiedra canadiense de la fachada de enfrente se tiñe, día a día, de su característico tono burdeos, y poco a poco sus hojas van prestándole color a la tierra a la que tan fuertemente se aferra. Dentro de poco mostrará sólo sus tallos, ya desnudos, a los fríos invernales.
El cielo está, casi a diario, salpicado de nubes y, llueve, sí, llueve más que otros años, por lo que el característico paisaje desértico, hoy se muestra más verde que nunca.
Y la playa, que tanto suda en verano, bajo el peso de sus visitantes, hoy casi vacía, tirita de frío y, pena… Ayer mosaico de colores de sombrillas y toallas, hoy arena y algas…
¡Cómo me gusta la melancolía que trae consigo el otoño!
Empezó siendo un Email a un amigo…
Acabó en Post en forma de carta para el que quiera leerla.
Una chalaura más de las mías ;)
jueves, 25 de septiembre de 2008
Hiedra Roja
Llegó el otoño…
Su color fue cambiando poco a poco. Durante meses había sido verde, y ahora, como si se tratara de certeras pinceladas, iba tiñendose de toques rosados, hasta que el rojo más puro cubrió por completo sus hojas, señal inequívoca de que su esplendor de verano había muerto.
Quedaría desnuda, dormida… Pronto sería un feo tallo inerte, y nada más.
Se aferraba a la blanca pared, como pidiéndole cobijo, que la defendiese de lo que habría de venir, y que a ella no le gustaba…
Entrelazó su tallo a las ramas del árbol más cercano, se contorsionó junto a su tronco; no quería irse, no quería dormir durante tantos meses…
Intentaba esconderse entre las otras plantas, pero su brillante color rojo la delataban allá donde se posara, no había escondite, no había otro remedio que seguir el ritmo de la naturaleza y dejar sus hojas caer, y sus ramas dormir hasta la primavera…
Me encanta esta “Hiedra Canadiense”…
martes, 11 de marzo de 2008
Rutina
Salió de su casa temprano, pero el relente nocturno aún estaba presente en las calles; volvió sobre sus pasos y abriendo de nuevo la puerta , que había cerrado sólo escasos momentos antes, tomó su sombrero del perchero de la entrada, su inseparable amigo en estas fechas de fríos invernales, y volvió a recorrer por segunda vez, los mismos pasos hacia la calle.
Podría ser hoy cuando sucediera el milagro...
Su cabeza se enfriaba con demasiada facilidad a causa de la precariedad en número de los ya de por sí finos cabellos; y a la par sus orejas, que no sólo enrojecían a causa del frío, sino que le causaban una muy desagradable sensación de aguijonazos. Por ambas razones, y también por una cierta coquetería, que aún guardaba a buen recaudo en sus bolsillos, se caló su sombrero y sin más demora emprendió su camino.
Quizás hoy; puede que sí...
Como cada día, se sentó en una de las dos sillas que amablemente le guardaban cada tarde, cuando recogía sus cosas para marcharse, en un comercio cercano. Colocó su pequeño taburete, y comenzó a leer el periódico, que como siempre había comprado para pasar de una forma algo más amena el tiempo, puesto que le quedaban muchas horas por delante, y muchos cupones por vender… si había suerte.
¿Se cumpliría aquel día su sueño?
Desde que su mujer María murió, quedó tan sólo… su vida estaba vacía, quiso morir, no salía de la monotonía de su casa… Por suerte una mañana el optimismo llamó a a su puerta con determinación y, entonces, apoyado en este nuevo compañero, emprendió contienda contra la tristeza, le plantó cara a su soledad y se marcó una nueva meta que le diera algún atisbo de alegría, que le demostrara que la vida para él no había concluido.
Ese día, alguna buena mujer se decidía a sentarse a su lado…