Entonces corrí hacia la ventana y salté afuera. Lejos de caer, como era de esperar, comencé a mover los brazos y a planear… ¡Estaba volando! Miré hacia atrás y tú, sí, TÚ, estabas allí también siguiéndome, tratando como yo de controlar esos movimientos tan nuevos para ambos.
Jugamos al escondite entre los edificios y campanarios; nos posamos en torres altas para ver la ciudad desde arriba, el zigzagueo de los coches y, cómo las personas parecían diminutas hormiguitas en hileras.
Poco a poco la oscuridad fue llegando… ¡qué lindas las luces allá abajo!, ¡cómo titilan y parpadean incansables!.
Jugamos al escondite entre los edificios y campanarios; nos posamos en torres altas para ver la ciudad desde arriba, el zigzagueo de los coches y, cómo las personas parecían diminutas hormiguitas en hileras.
Poco a poco la oscuridad fue llegando… ¡qué lindas las luces allá abajo!, ¡cómo titilan y parpadean incansables!.
¡Hipnótica visión que compartí contigo…!
Yo me sentía tan feliz… y, creo que tú también.
Entonces me lancé al vuelo de nuevo, comencé a subir, más y más, notaba tu presencia a mi lado y eso me animaba a no parar, no nos detuvimos hasta llegar a tocar una estrella, la más cercana, pero, para nosotros en aquel momento la más bella, porque era nuestra…
Al contrario de lo que yo creía estaba fría, pero no demasiado. Daba gusto tenerla entre las manos… te la lancé, me la devolviste y así comenzó nuestro juego de nuevo. Luego subimos más aún, cogimos otra, y otra… y por fin alcanzamos la luna.
Nos balanceamos en su cuerno, nos deslizamos por su lomo, nos reíamos tanto… , fuimos tan felices por unos minutos, u horas, no lo sé, el tiempo pasa tan callado cuando uno es feliz, que no sé nota su presencia…. Es la felicidad efímera que da un rato de sopor en el que se sueña… ¡Un sueño!
¿Soñando despierta? O, ¿Viviendo mi sueño?
Es lo mismo…
Quiero que dure, no despertar, sentir la plenitud del positivismo más simple, irreal pero tangible aunque sea sólo por un corto lapso de tiempo…
Yo me sentía tan feliz… y, creo que tú también.
Entonces me lancé al vuelo de nuevo, comencé a subir, más y más, notaba tu presencia a mi lado y eso me animaba a no parar, no nos detuvimos hasta llegar a tocar una estrella, la más cercana, pero, para nosotros en aquel momento la más bella, porque era nuestra…
Al contrario de lo que yo creía estaba fría, pero no demasiado. Daba gusto tenerla entre las manos… te la lancé, me la devolviste y así comenzó nuestro juego de nuevo. Luego subimos más aún, cogimos otra, y otra… y por fin alcanzamos la luna.
Nos balanceamos en su cuerno, nos deslizamos por su lomo, nos reíamos tanto… , fuimos tan felices por unos minutos, u horas, no lo sé, el tiempo pasa tan callado cuando uno es feliz, que no sé nota su presencia…. Es la felicidad efímera que da un rato de sopor en el que se sueña… ¡Un sueño!
¿Soñando despierta? O, ¿Viviendo mi sueño?
Es lo mismo…
Quiero que dure, no despertar, sentir la plenitud del positivismo más simple, irreal pero tangible aunque sea sólo por un corto lapso de tiempo…
“Por noches como esta vale la pena vivir…
¡Gracias por estar a mi lado!”