Recuerdo la hora, primera clase por la tarde, las 4 más o menos.
Recuerdo el aula con unas 30 adolescentes, hablando de sus cosas, en espera de la profesora de música y tengo la imagen de Mari Asun, abriendo torpemente la puerta procurando que el equipo que llevaba entre sus manos no se le cayera o golpeara.
¡¡Viva!! Hoy la clase es escuchada…
Nos ha explicado un poco de la vida del autor Johann Pachelbel, no mucho para tener tiempo de comentar después, y nos ha dicho que la pieza que vamos a escuchar es su famoso Canon(pieza musical que se basa en la repetición de una misma melodía), en Re Mayor.
La música empieza a sonar, no me gusta mucho la música clásica cuando no la reconozco, pero esta pieza… a base de repetir la melodía me está llegando dentro, muy dentro, tengo ganas de llorar, no sé por qué pero es así. No quiero que se me note, ni que las demás vean mis ojos vidriosos a causa de esas lágrimas contenidas…
De repente se deja oír un suspiro desde algún rincón del aula , volvemos la vista al unísono y vemos que hay una compañera llorando, pronto se une otra y otra, y yo ya libre de timideces, le doy rienda suelta a lo que tan fuertemente sujetaba, al llanto.
La profesora asustada para la música.
– ¿Qué os pasa?
Nadie puede responder. Nadie lo sabe. Es la emoción producida por la música, y el clamor colectivo de petición de que vuelva a ponerla, queremos seguir escuchando, y seguir llorando…
Ella ahora sonríe.
Nos ha entendido.
A nuestros 15 o 16 años, cualquier cosa nos hace vibrar…
Desde entonces guardo esta pieza dentro de mí, como mi pieza favorita de música clásica y hoy, Oteaba, me regaló el video.
Ella no sabía los antecedentes, ahora entenderá el valor de su detalle.
Como dije en mi post anterior esos son los regalos que me gustan, me hacen vibrar, y como éste volver a llorar de emoción…
¡GRACIAS AMIGA OTEABA!
Como ya es mío os lo pongo aquí para que lo escuchéis.