Check this out!

Mostrando entradas con la etiqueta cristianos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta cristianos. Mostrar todas las entradas

Mi destino favorito

Ese dicho de Maya Angelou que dice “La gente olvidará lo que dijiste, olvidará lo que hiciste, pero nunca olvidará como les hiciste sentir”, eso no solo pasa con personas, sino con todo.
Cuando viajamos pasa lo mismo, eso de ir a un lugar nuevo solo para ver, conocer o tomar fotos, eso no es realmente lo que te va quedar grabado para siempre en la memoria, en nuestro corazón. Si uno se pone a recordar los lugares donde a viajado, lo que queda en nuestra mente y lo que uno recuerda son las acciones, son las cosas que sentiste, las personas que conociste, lo que nos hicieron sentir en ese específico lugar o como te sentías en ese específico lugar, no solamente las cosas que vimos o las fotos que tomamos.
Vamos a esos lugares a tomar fotos; si, pero esas son memorias para los que no estuvieron ahí, para tus amigos, para tus familiares, no son recuerdos de memoria. Tus verdaderas memorias son las que mantienes en tu mente, en tu corazón.

Esas que si te preguntan 5 años después: ¿Cómo estuvo X lugar? ¿Lo recomiendas? ¿Te gustó?. El que responde no son las fotos ni una descripción de las enormes montañas o edificios, sino yo y lo que sentí en ese lugar mientras estuve, lo que recuerdo. Porque eso es lo que cambia mi opinión de un lugar, las cosas que sentí.
Y es que nosotros somos así, nosotros podemos decir “Ay quiero visitar una ciudad enorme, donde todo sea moderno, con buena infraestructura”, pero realmente no vamos por lo que vamos a ver, sino por lo que esa ciudad o ese lugar nos hace sentir, las memorias. Porque muy rápido nos acostumbramos a todo lo que vemos más de una vez. Si viviéramos en esa ciudad ideal, ya no sería tan grandiosa, ya no mantendríamos memorias de los grandes edificios ni de la grandiosa infraestructura.

Una persona que no busque recuerdos con Dios, nunca va tener memorias con Él. Porque si a mí me preguntan: Daniela, ¿Por qué te convertiste, por qué el cambio? ¿Por qué la necesidad de seguir a alguien que no podemos ver? ¿Por qué nadar contra corriente?

Porque al igual que la memoria de los países o lugares que recomiendo, yo tengo mi memoria con Él, lo tengo en mi recuerdo, tengo lo que me hizo y hace sentir el haber conocido de Jesús. Y eso nadie lo puede cambiar. Al igual que nadie puede cambiar las memorias que tenemos de los lugares que visitamos.

Las personas que no le conocen realmente, es porque solamente le han visto pasar igual que como vemos a un edificio en una ciudad desconocida, o tenemos guardada una foto tomada a la distancia años atrás, pero solamente. Eso no es lo mismo que experimentar el sentir algo en esa ciudad.

Y eso es lo que hace Dios, que nos hace SENTIR cuando nosotros realmente le conocemos, cuando tenemos un encuentro con Él. Más que sentir, nos transforma. Es como enamorarte de una ciudad mientras viajas. Nos hace sentir propósito, nos hace sentir vida, nos hace sentir amor, un amor más grande que cualquier otro sentimiento que pudiéramos relacionar con esa palabra.

Lo que nos hace realmente mantenernos con Él, recordándolo en nuestro corazón, deseando conocerlo más, visitarlo más. Porque si me pongo a pensar, sin ese recuerdo, seguramente haría todo como en el antiguo testamento, solo por la ley, por obligación.
Todo cambia desde este punto de vista. Y si me preguntan: ¿Cómo estuvo? ¿Lo recomiendas? ¿Te gustó?
No tengo que buscar en fotografías viejas para saber lo que tengo que responder.

Diga el débil: Fuerte soy



“Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9)

¿Esto significa que tenemos que seguir viviendo la vida loca con nuestras debilidades?

Lo contrario, me gozo en mis debilidades porque sé quien está conmigo, no el gozo de darle rienda suelta a nuestra debilidad, sino gozo de espíritu. 1 Samuel 2:1 dice “...Mi corazón se regocija en el Señor, mi fortaleza en el Señor se exalta…
No lo entendamos de manera errónea, creyendo que debemos estar felices porque tenemos debilidades, no, eso ya lo sabemos desde que nacemos. Estamos en gozo en el Señor (La preposición “en” usualmente usada para indicar posición o lugar; significa que necesitas entrar, sumergirte o hacer algo para estar en ese lugar), en su presencia.

Y hay momentos en que nos quejamos y nos frustramos porque quisiéramos que el Señor nos quitara esa debilidad de una vez por todas, esa que lleva molestándonos por años, porque aún buscando de Dios seguimos teniendo esa “espina clavada en el cuerpo, es decir, un mensajero de Satanás, para que nos atormente”, como la define Pablo.

“Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad”

No nos damos cuenta que esas debilidades de la mano de Dios nos perfeccionan. Imagínense a un fisicoculturista, ¿puede una persona así hacer músculo sin entrenar? ¿Sin comer saludable? ¿Sin vencer retos? ¿Sin alzar pesas?
Creo que ni las pastillas más poderosas del mercado, pueden ayudarte a conseguir lo que solo por medio de sacrificios podemos alcanzar. 

Es igual que predicar el evangelio; ¿para que vamos a evangelizar a personas que ya conocen del Señor? Buscamos personas alejadas, que desconocen de Él para contarles. Es lo mismo con las debilidades, ¿como vamos a llegar a ser fuertes si no tenemos debilidades? Si no hubieran debilidades; o todos serían débiles o todos fuertes, dependiendo de su optimismo.

Esto tiene mucho que ver con lo arraigados que somos a lo material. No puedo evitar recordar cuando Jesús sana a un paralítico en Mateo 9:5, donde primeramente le perdona los pecados, y no se recibió la acción de buena manera, a lo que Jesús les dice : "¿Por qué dan lugar a tan malos pensamientos? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados quedan perdonados”, o decir: “Levántate y anda”?.

Es tan fácil querer simplemente ver el cambio para poder decir “Já, ¡lo logré!", ellos esperaban un “Levántate y anda”, algo que pudieran palpar, que pudieran percibir como real, que sus ojos pudieran ver. Nosotros somos iguales, queremos ver que esa debilidad ya no existe. Si tengo la debilidad de fumar, quiero que el Señor me haga tener ganas de vomitar cada vez que vea un cigarrillo. Si tengo debilidad a la pornografía, quiero que el Señor haga que me de un sueño extremo cada vez que aparece algo que me motive a querer ver. Eso no va suceder, aunque llevemos años en el Señor. El mismo Jesús lo dice en Mateo 26:41: "Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil"

Jesús ve mas allá, el siempre vió mas allá. ¿O realmente creen que la debilidad de ese paralítico era el caminar?

Conectémonos con el Señor, lleguemos a estar en sintonía con Él. Hay un evangelista que dice que todos somos adictos a algo, y que la única manera de dejar de serlo es volviéndonos adictos a Jesús. Que tengamos nuestros ojos y confianza en Él, para saber que nos entiende. 
Que podamos entender la euforia de Pablo al decir: “…gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. Por eso me regocijo en las debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Llegar a entender que el Señor es hermoso. Nos premia cuando nos acercamos a Él; nos premia con fuerza, convicción, discernimiento, nitidez de espíritu. Es nuestra guía, nuestro faro. Sabemos que en su presencia podemos poner nuestros corazones para que nos consuele cada vez que le vemos, ya que no hay NADIE que sepa mejor que Él las batallas que pasamos.


Amor (Isaías 29:13)


 El Señor dice:
«Este pueblo me alaba con la boca
    y me honra con los labios,
    pero su corazón está lejos de mí.
Su adoración no es más que un mandato
    enseñado por hombres». (Isaías 29:13)

Esto me enseña que nuestro corazón no se acerca más a Dios con alabanza y adoración. Alguien se puede mostrar externamente muy cercano a Dios a través de la alabanza, pero en realidad su corazón permanece alejado.
¡Esto debería preocuparnos a todos!
Porque a mí personalmente me daría tristeza saber que le adoro sin estar mi corazón cerca de Él realmente. Que lo hago solo por obligación o por mandato. Yo no quiero alabar a cualquier cosa; yo quiero alabar al Rey de reyes, al Creador del cielo y de la tierra, al que es Alfa y Omega, y principalmente al que ama mi alma como nadie nunca lo va poder hacer.
Pero si lo estuviera haciendo por obligación y de la boca para afuera solamente, entonces sería lo mismo que alabar al aire, o a la pared; porque Él no recibiría mi adoración con agrado en realidad. Y si esto no nos concerniera, seríamos como el pueblo de Israel en aquel entonces. Ignoraríamos y seguiríamos solamente 'alabando con la boca y honrando solamente con los labios'.

"Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón" Jeremías 29:13 (énfasis añadido)
"Pero si desde allí buscas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, lo encontrarás." Deuteronomio 4:29 (énfasis añadido)

Muchas veces pensamos que Dios está muy lejos para ser encontrado, y ese es justamente la clase de pensamiento que debemos eliminar. Se nos ha exhortado a buscarle alrededor de unas 220 veces en la biblia, aclarándonos que no es imposible encontrarle.
El verbo "buscar" viene del significado "buscar, procurar, consultar". Con el fin de hallar algo que está perdido o que falta.

Lo que significa que el versículo 13 del capitulo 29 de Isaías, nos habla de que al pueblo de Israel les hacía falta conocer al Señor, alababan y adoraban estando su corazón extraviado porque no habían hallado esa pieza fundamental que hacía falta, de modo que lo hacían por obligación o mandato.

Entonces la pregunta del siglo sería:
¿Le estamos buscando realmente de todo corazón?


Primeramente, para encontrar algo usted debe saber que es lo que está buscando. Por ejemplo; si pierdo mi celular, cuando me doy cuenta que no lo tengo y decido empezar a buscarlo, ya sé exactamente lo que ando buscando.
Pero cuando hablamos de Dios, ¿Qué estamos buscando?

"Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor." 1 Juan 4:8 (énfasis añadido)

Bien, ya sabemos que estamos buscando irónicamente al amor, al Dios que es amor. Pero ¿que es el amor? Dejando de lado lo que la sociedad nos dice que es.

"Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.  Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa. Y éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado." Juan 15:9-12  (Énfasis añadido).

Jesús vino a ser el Amor hecho carne, mejor dicho "El Verbo hecho carne".  Jesús fue bondadoso con todos sin importar quienes eran, paciente en todo tiempo, nunca guardó rencor contra los que le hacían mal, siempre quería que las personas supieran la verdad. Esperó, creyó y por eso soportó.

"El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad.  Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta." 1 Corintios 13:4-7

Si somos imitadores suyos vamos a poder conocerlo de corazón verdaderamente, porque vamos a habitar en su amor, y no solo de boca y labios para afuera.
Y creo que la mejor manera de comenzar, es analizarnos a nosotros mismos y preguntarnos como estamos con las personas que nos rodean.

"Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto." 1 Juan 4:20

Y tiene sentido, pues amor y odio son opuestos. Y si amo a una persona pero a otra la odio, sería como subir una grada de la escalera y bajarla de nuevo. Nunca se estaría acercándome al final realmente.

Isaías 29:13 me enseño esto y me trajo de vuelta a un versículo clásico para todos:

—“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente” —le respondió Jesús—. Éste es el primero y el más importante de los mandamientos.  El segundo se parece a éste: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” Mateo 22:37-39





Desarráigame, que erguido no quiero seguir si pierdo fragancia.
¿Que será de mí sin el capitán de mi alma? 
En la soledad fúnebre y sombría, todo eclipse de sol aturdiría mis pasos. 
Nada se compara a un anochecer sin camino, sin recato, sin orientación.
¿Dónde encuentro el camino a casa sino Contigo?
Pesada se ha vuelto mi carpa en esta tierra extranjera.
Arráigame de vuelta, que echado ya no quiero estar sin tu fragancia.



No te olvido compasión


Hay muchas características que debe tener un siervo del Señor para seguirle. Un corazón receptivo, abierto a recibir cambios que el Señor pone en nosotros para cambiar con frecuencia es uno de ellos. Somos barro en sus manos, y estamos constantemente en cambio y aprendizaje. No seríamos verdaderos seguidores si no cambiamos, o no mutamos a nosotros mismos con el tiempo y el caminar en su presencia.
Una cualidad que el Señor a puesto en mi corazón, que usualmente suponemos que poseemos por deducción, es la compasión.
Yo creía que amar a Dios y estar bien con los demás era lo necesario para ser buena discípula, que consagrarme, orar y estar con la locura de la predicación bastaría para seguir adelante con el crecimiento del evangelio. 
Pero no es así, recuerde esto, cuando cree que ya ha alcanzado la superficie, sumérjase nuevamente porque en Dios siempre hay cosas nuevas para renovar, crecer y madurar constantemente. 

No sabía que era la palabra compasión hasta que Dios me lo mostró. Nunca había sentido tanto anhelo por ayudar como en ese momento. Y es que si no nos movemos por compasión cuando de salvar almas se trata, estamos en realidad haciéndolo por deber.
Y el Dios que yo conozco no me obliga a amarle, no me obliga a seguirle, no me obliga a servirle, no me obliga a buscarle, no me obliga a nada que yo no quiera. Todo lo hago porque quiero, por mi propia voluntad lo anhelo, anhelo amarlo, seguirle, servirle, buscarle diariamente y no me canso.
No debería ser una obligación tener que predicar salvación a todas las almas, porque cuando se está haciendo correctamente, nunca es una obligación y nunca se siente como obligación y mucho menos nos cansaría. 
Compasión no es tener lástima, yo definiría compasión como 70% amor y 30% necesidad de ayudar, porque se siente la pena de la otra persona como propia y es imposible ignorar la obligación de ayudar. Mientras que lástima es simplemente sentir pena por alguien que no tiene que ver conmigo, y no tengo necesidad de ayudarlo porque no es conmigo. 
Necesitamos compasión en nuestros corazones para predicar salvación y para servir, porque sino nos vamos a cansar incluso antes de empezar. 
Ese 70% de amor viene cargado de fuego, y ese 30% de ayudar, con un anhelo insaciable. 
¿Quién se va cansar así? 

"Y viendo las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban angustiadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: La mies es mucha, pero los obreros pocos. Por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies." (Mateo 9:36-38 Énfasis añadido)

Cuando Jesús le dijo a sus discípulos que la mies es mucha, y que son pocos los obreros, primeramente sintió compasión. Nosotros debemos ser ejemplo de Jesús, y si él sintió compasión ¿Cuánto más nosotros? 
Creo que dejó grabado perfectamente lo que necesitamos. Pregúntese, ¿Que siente usted cuando ve las multitudes angustiadas y abatidas como ovejas sin pastor? Porque si no siente una carga insoportable de amor y anhelo por hacer algo, creo que falta una pieza muy importante. Eso que sintió Jesús tan intenso, que luego de sentirlo lo primero que salió de su boca fue que oraran a Dios por más obreros, porque ese fuego y anhelo por ayudarlos no lo dejaba tranquilo.
Por esto y estoy segura que por muchas otras cosas más, yo no te olvido compasión.