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sexta-feira, 25 de março de 2011

¡POBRES RANAS!


Cuando las presas se convierten en cazadores...

        Con el buen tiempo, nuestras amigas las ranas comunes vuelven a verse surcando cualquier rincón húmedo en los parques y arroyos de Cáceres. Así ocurría la semana pasada en el parque del Príncipe, y a pesar de tener cientos de imágenes de esta especie (a veces me pregunto si no repetiré la misma rana de estación en estación) no me resistía a la tentación primaveral. Unas cuantas ranas quietas a unos pocos centímetros de la cámara se convertían de nuevo en fotografías para el album. Entre ellas, había una que se mostrab excesivamente quieta, sin temor alguno ante el objetivo amenazante. Ignoro si estaría aletargada con el sol de la tarde, pero no cabía duda que debía llevar mucho tiempo allí. Cuando vi las fotos más tranquilamente, me encontraba que la pobre rana, efectivamente, debía estar en un descanso tan plácido que ni siquiera se había percatado que estaba siendo chupada por todos los mosquitos de los alrededores... Un montón de pequeños bultos panzudos y rojos aparecían en el dorso del animal, que aparentemente, yacía indiferente a lo que sucedía por detrás. Menos mal que la pobre saltó en el último momento. Y es ya lo decían, las siestas, cuanto más cortas, mejor. Y más todavía, en compañía de mosquitos.

quarta-feira, 4 de agosto de 2010

CUANDO SALÍ DEL HUEVO

El tiempo que tardan en atravesar esta fase larvaria depende de muchos factores: escasez de alimento, temperatura...
En verano, bastan dos meses para terminar el proceso.
El renacuajo en su fase más conocida: desarrollando las dos patas posteriores.

Se reconocen ya rasgos de la futura rana, aunque se mantiene una boca succionadora.
 Las ranas comunes son vegetarianas en su fase larvaria.

Los primeros pasos de la ranita, que mantiene todavía  restos de
la cola de su fase larvaria. 
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Inevitable no hablar de estos simpáticos seres que pueblan los estanques más insospechados en los meses del verano. Los renacuajos o cágados como los llamamos en mi aldea del norte, representan una de las metamorfosis más asombrosas y peculiares del mundo animal que nos brinda nuestro entorno más cercano: el paso de un animal con branquias a otro con respiración pulmonar y anatomía terrestre. Basta acercarnos al parque del Príncipe y observar cientos de ellos de todos los tamaños y variedad. Desafortunadamente, no de todas las especies: solo hemos podido observar los de la especie dominante, la rana común, que tantas fotos lleva acumuladas en el blog.
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El hecho de que esta metamorfosis, en los que literalmente se pasa del pez al animal terrestre, pase cada día más desapercibida representa para el G.P. lo lejano que está nuestra conciencia de las verdaderas preocupaciones ecológicas y el interés por la naturaleza. Y es que la desaparición de una especie de anfibios de una zona puede tener connotaciones mucho más graves a escala ecológica que la prohibición o no de las corridas de toros. Los anfibios llevan representando desde hace tiempo una medida muy útil para evaluar la degradación ambiental. Y es que estos pobres bichos se lo llevan todo: el calentamiento global afecta su ecosistema natural, las zonas húmedas. La mayor presencia de radiacion ultravioleta provoca enfermedades en su delicada piel.  La contaminación de las aguas hace insalubres para algunas especies muchos ecosistemas. Y por último, la presencia de especies invasoras destruyen a los renacuajos que tenemos en las fotos. Unos animalillos, en definitiva, que merecen mucha más atención de la que hasta ahora han tenido. 
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El Parque del Príncipe, lugar donde podemos contemplar paso a paso esta maravilla.

quarta-feira, 21 de abril de 2010

YA ESTÁN AQUÍ...

La excelente luz que existía esa mañana y la buena disposición de las señoras Ridibundas, me permitió las mejores fotos que he hecho a mis queridos anuros. Se puede obsrvar la piel rugosa que caracteriza a la rana común, a diferencia de otras como la rana de San Antonio o la meridional.  

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Aunque han llegado con un poco de retraso, por fin las encontramos con nosotros. Después de estar infructuosamente atravesando regatos y contemplando charcas todo el mes de marzo sin ningún encuentro, observo cómo en una salida matutina con Juanito en el parque del Príncipe, nuestras ranas han hecho su aparición en el riachuelo y las fuentes del parque. Y vaya ranas, bien puestas al sol, felices y contentas después de un invierno tan largo y frío como el último que hemos tenido (otros años, era fácil encontrarlas en marzo).  Estuve buena parte del paseo con Juan con un ojo puesto en el carro y otro en las ranas que iban apareciendo por las orillas, que muy gentilmente cedían su imagen a nuestra cámara fotográfica. 

El lugar del hallazgo. Aquí las ranas comunes son muy frecuentes, aunque no tengo constancia de otras especies, exceptuando algunos gallipatos.

terça-feira, 21 de julho de 2009

TRES MEJOR QUE UNA...

Sierra de Fuentes
Zona de Malpartida

Parque del Príncipe

En verano las ranas verdes están presentes en cualquier charca o estanque. La falta de agua las lleva a concentrarse en aquellos lugares húmedos que todavía no han sucumbido al estío, y además coincide con la fase final larvaria, con lo que las orillas están a rebosar de pequeñas ranitas que saltan por decenas cuando pasamos a su lado.

La rana común o rana verde (rana ridibunda, o rana perezi, variedad ibérica) es la más extendida de las ranas por su tolerancia a las aguas sucias o estancadas y su resistencia a la contaminación. Además sus hábitos diurnos la hacen fácilmente reconocible en cualquier momento del día. Otras no tienen la misma suerte, como la ranita de san Antonio o la meridional (hyla arborea o hyla meridionalis), aparte de pasar esta última más desapercibida y ser mucho más difícil de ver por ser arborícola y nocturna.

Aquí la vemos en grupo (estanque en Sierra de Fuentes), sobre cemento (Parque del Príncipe) o en su ambiente más natural (charcas de la zona de Malpartida), pero por verla, basta bajar a Cánovas por la noche y verlas croar en las fuentes del parque. Para distinguirlas, no se guíen por el color, pues puede ser muy cambiante. Lo que sí tienen siempre son tres rayas verdes o pardas que atraviesan todo el tronco.
El G.P. siente debilidad por estos animalitos, uno de los grupos más amenazados de nuestro entorno. Y es que quien no haya cogido una rana de pequeño, no ha tenido infancia. Con sorpresa, hace un par de veranos, tuvo que enseñar a niños de diez y doce años a verlas por primera vez en su vida. ¡Cuántos años perdidos de naturaleza!