Mostrar mensagens com a etiqueta arquitectura tradicional. Mostrar todas as mensagens
Mostrar mensagens com a etiqueta arquitectura tradicional. Mostrar todas as mensagens

sábado, 5 de março de 2016

NOSTALGIAS DEL PRESENTE REMOTO: BUJÍO DE LOS MARRADOS

Singular doble bujío en la finca de los Marrados. Conviene recordar que es propiedad privada.
Arco de medio punto uniendo los dos bujíos.
Restos de las cochiqueras.
     Al GP le pasa de cuando en cuando, pero es inevitable. Una singular nostalgia le invade a uno cuando encuentra de pronto ruinas en mitad del campo. No hablamos de arqueología de tiempos remotos, ni mucho menos. Es el eco de un pasado no muy lejano, y que sin embargo parece de una edad histórica opuesta a la nuestra. Cuando el GP andaba deambulando por este romántico lugar, en Los Marrados, cuajado de ruinas agrícolas -bujíos, cochiqueras, casas de labranza abandonadas...-, se sentía en el tiempo más cerca de unas ruinas medievales que de restos de hace apenas cien años o quizás incluso menos. Ese es el significado del gran muro que levanta nuestra generación sobre el resto de la historia. El río que separaba a nuestros abuelos de nuestros padres no tiene nada que ver con el inmenso océano que separa a nuestros hijos de nosotros mismos. Las condiciones de los pastores y labriegos que vivieron por estos lares hace apenas un par de generaciones se parecían indudablemente más a las de un campesino medieval que a las de un agricultor actual. Y esta circunstancia hace que cualquier pequeño humano resto que encontramos por nuestros campos -y hay muchísimos- se vuelve fascinante y valioso, más allá de nuestra realidad y estimulante de nuestra imaginación. Por esa razón se hacen tan interesante blogs como el de Cáceres al detalle, donde su autor busca con la misma meticulosidad que el GP localizando un pedrusco, cualquier fragmento o retazo, por pequeño que sea, de esa historia tan cercana y tan antigua, que nos rodea allí donde posemos la vista por nuestros campos.  


A un lado, un mojón de caminos, marcando que este era desde antiguo un sendero público. Del otro lado, el marco de una puerta de una casa labriega abandonada. El granito desnudo, con su tonalidad grisácea y su carácter rugoso permite un toque histórico todavía más profundo a unas ruinas que no son tan antiguas. .

terça-feira, 27 de agosto de 2013

FUENTES PIORNALEGAS



Peña negra: un lugar frecuentado por las víboras, según los lugareños. Pero nada parece inquietar al tío Crispín. Un buen calzado, una vara y sentido común son las mejores herramientas para la gente que tira al monte... 
Como cada verano, el G.P. ha pasado algunos días en su pueblo de adopción, Piornal, y con el paso de los años va cogiendo confianza para hablar un poquito del mismo y ponerlo a escurrir. Porque evidentemente Piornal es un pueblo del que se pueden extraer virtudes, pero también muchos defectos (a pesar de lo que nos digan los orgullosos piornalegos). Y sin duda alguna, uno de esos defectos -quizás el primero que salta a la vista para el visitante- es el carácter poco atractivo o físicamente feo del pueblo. Subiendo de hermosas poblaciones tanto del Jerte como de la Vera, siempre uno se espera algo más de lo que nos ofrece Piornal. Como en otros muchos casos en todo el país, la arquitectura tradicional de Piornal está desvirtuada o destruida, no ha habido urbanismo alguno y la anarquía constructiva ha sido  generalizada en décadas. Es fácil encontrarse una casa serrana en piedra junto a construcciones en ladrillo desnudo o uralita, y eso que el trazado laberíntico del pueblo es muy atractivo para preservar algunos rincones más rústicos.  Parece que esto no ha importado mucho a los del Piornal hasta ahora (mientras no se les toque las cerezas o las castañas, ellos duermen tranquilos), aunque ciertamente hay señales de cambio, como el ambicioso proyecto del ayuntamiento con la Universidad de Sevilla para decorar todas las paredes de uralita del pueblo.
A pesar de todo lo dicho, quedan restos dignos de mención. Uno de ellos de cierta importancia para el G.P. es la edificación de fuentes por toda la zona. Como buen pueblo serrano, el agua ocupa un lugar importante en su propia configuración como pueblo, marcando incluso a veces el trazado de las calles. Los manantiales son abundantes tanto dentro como fuera del núcleo urbano y se han mantenido muchos de ellos hasta nuestros días. Son en general construcciones en granito, que varían dependiendo de su uso. La cronología oscila de una a otra, aunque no es demasiado antigua: el pilón de la iglesia fue construido en 1908, la bola del ayuntamiento es de 1954, la fuente grande y el pocillo son de principios de los sesenta. 
Sin embargo, tenemos que salir del pueblo para contemplar las fuentes más hermosas de Piornal. Como todos los veranos, hicimos una salida con nuestro cicerone particular, el tío Crispín -maestro en hongos, cerezos y paisajes varios del Piornal-, que nos condujo al pico del Espolón y nos permitió observar algunas de las fuentes más interesantes de la zona.   
La mayor parte de estos manantiales están ubicadas en la sierra de Tormantos, y cumplían las funciones de abrevadero de ganado. El momento de su edificación corresponde a las décadas de los cincuenta y sesenta (excepto la Matafrailes, de 1930), y coincide plenamente tanto con el pico demográfico del pueblo en toda su historia (unos 2400 habitantes), como también el momento de la máxima explotación ganadera de la sierra (la cabaña caprina alcanza 4700 cabezas en los años 50). Así, la fuente del Mojón blanco es de 1954, la de Peña Negra o la de Oliva Martín son también de los mismos años. La estructura se repite en todas ellas. Consiste en una alineación de pilones de granito construidos sobre una pendiente descendente, de tal forma que el agua del manantial va pasando de una pila a otra manteniéndolas siempre llenas. En tiempos más recientes se añadieron a las pilas originales bañeras, más amplias y baratas (y por supuesto también más feas). Aunque algunas de ellas son todavía utilizadas por el ganado, el estado de conservación de las mismas es mediocre y solo podemos acceder a ellas por el conocimiento que tienen de las mismas los lugareños (en este caso, el tío Crispín). La fuente del Mojón blanco estaba prácticamente cubierta por la hierba hace un par de años; la del Espolón incluso ha sufrido rapiña y una de las pilas centrales está desaparecida. Hay que añadir que cuanto más descuidadas están las fuentes más peligrosas se vuelven en su visita. Según los piornalegos son lugares típicos para las víboras hocicudas, y los casos de animales mordidos (perros y vacas) son relativamente frecuentes. Conviene por tanto vestir calzado fuerte y pantalones largos para evitar encuentros desagradables, y sobre todo, mirar dónde ponemos los pies: las víboras no atacarán a no ser que sean molestadas o pisadas.   

El espolón: el estado de dejadez es tal que falta una pila y el agua no fluye de un pilón a otro. El tío Crispi se las apañó para que fueran manando de una a otra. En principio el terreno está gestionado por una junta de accionistas del pueblo de Piornal, que compraron los terrenos con la desamortización civil del siglo XIX. Sin embargo, la falta de rendimientos económicos y el decaimiento de la actividad ganadera provoca el abandono de estos recursos naturales.