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jueves, noviembre 18, 2021

Karl Krolow / Tres poemas




Palabras

Ingenuidad de palabras inventadas,
Que se pronuncian detrás de las puertas,
Desde las ventanas y contra los muros
Encalados con luz paciente.

Realidad de vocablos,
De dos sílabas o de tres;
Cortados de los enigmas del cielo,
De una vena en la piedra.

Desciframiento de rostros ajenos
Con relámpagos bajo la piel,
Con barbas en las que el viento está,
Por un acento susurrado.

Pero los nombres dejan
En el oído sólo un zumbar
Como de cigarras y abejas,
Al silencio retornan.

Vocales: insectos menores,
Invisibles sobre el aire,
Caen como ceniza,
Quedan como aroma de membrillo.



Político

I

Seguridad: ¡impresión digital
Sobre un papel que está en regla
Y ayuda en cada
Comisaría!

El surco de Deméter es árido
Si un cartel lo ordena.

Las rodillas de los dioses
Son insignificantes:
Formaciones físicas de la casualidad.
En cambio un programa partidario
Siempre es libre
De tal inocencia.

¿Hay alguien que habla
Del cabello de Circe, de los vegetales
Vínculos de la gracia,
Creados totalmente de follaje?

Mejor se puede leer
Un pasaporte que un sueño.

Político: una mano
Crece del suelo,
¡Negligentemente cortada una vez al otro!

II

¡Dobla la frazada!
¡Apaga la lámpara!
La anestesia engañosa
De la oscuridad es irresponsable
Como el sueño.

¡Dobla la frazada!
¡Apaga la lámpara!
La noche trae como ámbar
Un mosquito: ¡tu memoria!
¡Tu conciencia!

¡Dobla la frazada!
¡Apaga la lámpara!
El estado, ese es
El convidado de piedra.
Aparece: a pesar de
Todo gesto de rechazo.

¡Dobla la frazada!
¡Apaga la lámpara!
La era sin documentos
No ha comenzado sin embargo.

¡Dobla la frazada!
¡Apaga la lámpara!
Ya se acercan pasos
Hacia tu puerta. ¿Te podrás
Identificar?

¡Dobla la frazada!
¡Apaga la lámpara!
Tu hora
Llegará, en todo caso.


El viento en el cuarto

Con risas y golpear de puertas
Llega al cuarto.
Sin reverencia vuelca
La lámpara
Y lee en los ojos
De los hermanos hostiles.
A la luz del fósforo no dice
Buenas noches.
Rompe las cabezas
De los antepasados. Sus bustos
Pasan con ramilletes de violetas
A la basura.
Sobre un hombro cabalga
A lo largo de las paredes
Mientras se apagan los cigarrillos.
Quien lo atrapa en la oscuridad
Despertará al día siguiente
Con una ajena rosa de los vientos en el cabello.

Karl Krolow (Hannover, Alemania, 1915 - Darmstadt, Alemania, 1999), Poesía alemana de hoy (1945-1966), Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1967
Traducción de Rodolfo Alonso y Klaus Dieter Vervuert


Foto: Karl Krolow, años 90 Megabook 

martes, mayo 07, 2019

Karl Krolow / Estación muerta















Así pudo ocurrir
que, de puro silencio,
se cayesen al suelo
los retratos de los antepasados
colgados de la pared.
O que la botella de Beaujolais
se aliara
con unas peras arrugadas
para componer una naturaleza muerta.

Era la hora de las carpas
y de las moscas moribundas.

El mediodía pestañeaba
bajo el peso de los párpados.
Sí, los soplos de los corazones
se hicieron perceptibles durante algún tiempo
en el estanque de los niños marinos
que ayer habían dado allí
órdenes a sus navíos.

Antes de ayer todavía
era todo distinto.
La estación muerta
vivía aún en el olor, levemente legendario,
de la hierba.

Los retratos esperaban
desbaratados en el suelo
que alguien saliese de la pared
y los enderezase riendo a carcajadas.

Karl Krolow (Hannover, Alemania, 1915-Darmstadt, Alemania, 1999), Veintiún poetas alemanes, Visor, Madrid, 1980
Traducción de Felipe Boso
Envío de Jonio González

viernes, marzo 23, 2018

Karl Krolow / Dos poemas















Lo veo de otro modo

Lo veo de otro modo:
las palabras son residuos
del capitalismo.
No lo creo.
Digo nieve, y siento
el invierno de 1929 en la boca.
Agua, digo, ahogándome
otra vez en el Mar del Norte.
Fuego: una de mis manos
sigue ardiendo desde la
última guerra.
Digo libertad, y sigo sin saber
lo que digo.


Blancura

Blancura. Un mantel hecho jirones.
Alguien lo agita. Es la mano blanca
del viento del Este.
Alguien comenta: Nieva.
Poco a poco,
el aire hecho jirones abre los ojos
de tanto frío.
Qué bien se escribe con nieve.
El tiempo se somete
lo que dura una carta en blanco y huele
a helada y a manzanas
hasta que se derrite.

Karl Krolow (Hannover, Alemania, 1915-Darmstadt, Alemania, 1999), Veintiún poetas alemanes, Visor, Madrid, 1980
Traducción de Felipe Boso
Envío de Jonio González

Alchetron - EPdLP - Depósito de Objetos Perdidos
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Foto: Alchetron  s/d