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sábado, septiembre 14, 2024

Octavio Paz / De "Ladera este"


Golden Lotus

1

No brasa
        Ni chorro de jerez:
La descarga del gimnoto
O, más bien, el chasquido
De la seda
          Al rasgarse.

2

En su tocador,
Alveolo cristalino,
Duermen todos los objetos
Menos las tijeras.

3

A mitad de la noche
Vierte,
      En el oído de sus amantes,
Tres gotas de luz fría.

4

Se deliza, amarilla y eléctrica,
Por la piscina del hall.
                        Después, quieta
Brilla,
      Estúpida como piedra preciosa.


Maduraí

En el bar de British Club
-Sin ingleses, soft drinks-
Nuestra ciudad es santa y cuenta
Me decía apurando su naranjada,
Con el templo más grande de la India
(Mainakshí, diosa canela)
Y el garaje T.S.V. (tus ojos son dos peces)
El más grande también en el subcontinente:
Sri K. J. Chidambaram,
Yo soy familiar de ambas instituciones.
Director de The Great Lingam Inc.,
Compañía de Autobuses de Turismo.


Paso de Tanghi-Garu

Tierra tasajeada:
La marcó el invierno con sus armas,
Vestiduras de espinas fue la primavera.

Montes de mica. Cabras negras.
Bajo las pezuñas sonámbulas
La pizarra relumbra, ceñuda.

Sol fijo, clavado
En la enorme cicatriz de piedra.
La muerte nos piensa.


Pueblo

Las piedras son tiempo
                      El viento
Siglos de viento
               los árboles son tiempo
Las gentes son piedra
                     El viento
Vuelve sobre sí mismo y se entierra
En el día de piedra

No hay agua pero brillan los ojos

Octavio Paz (Ciudad de México, 1914-1998), "Ladera este (1962-1968)", La centena (Poemas 1935-1968), Barral Editores, Barcelona, 1969

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domingo, julio 30, 2023

Octavio Paz / De "Salamandra", 2



Aquí

Mis pasos en esta calle 
Resuenan
               En otra calle
Donde
          Oigo mis pasos 
Pasar en esta calle 
Donde

Sólo es real la niebla

Octavio Paz (Ciudad de México, 1914-1998), "Salamandra" (1958-1961), La centena, Barral Editores, Barcelona, 1969

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domingo, junio 13, 2021

Octavio Paz / De "Semillas para un himno"




















Semillas para un himno

Infrecuentes (pero también inmerecidas)
Instantáneas (pero es verdad que el tiempo no se mide
Hay instantes que estallan y son astros
Otros son un río detenido y unos árboles fijos
Otros son ese mismo río arrasando los mismos árboles)
Infrecuentes
            Instantáneas noticias favorables
Dos o tres nubes de cristal de roca
Horas altas como la marea
Estrépito de plumas blancas en el cielo nocturno
Islas en llamas en mitad el Pacífico
Mundos de imágenes suspendidos de un hilo de araña
Y entre todos la muchacha que avanza partiendo en dos las altas aguas
Como el sol la muchacha que se abre paso como la llama que avanza
Como el viento partiendo en dos la cortina de nubes
Bello velero femenino
Bello relámpago partiendo en dos el tiempo
Tus hombros tienen la marca de los dientes del amor
La noche polar arde
Infrecuentes
             Instantáneas noticias del mundo
(Cuando el mundo entreabre sus puertas y el ángel cabecea a la entrada del jardín)
Nunca merecidas
               (Todo se nos da por añadidura
En una tierra condenada a repetirse sin tregua
Todos somos indignos
Hasta los muertos enrojecen
Hasta los ciegos deletrean la escritura del látigo
Racimos de mendigos cuelgan de las ciudades
Casas de ira torres de frente obtusa)
Infrecuentes
            Instantáneas
No llegan siempre en forma de palabras
Brota una espiga de unos labios
Una forma veloz abre las alas
                              Imprevistas
Instantáneas
Como en la infancia cuando decíamos "ahí viene un barco cargado de ..."
Y brotaba instantánea imprevista la palabra convocada
     Pez
        Álamo
             Colibrí
Y así ahora de mi frente zarpa un barco cargado de iniciales
Ávidas de encarnar en imágenes
                              Instantáneas
Imprevistas cifras del mundo
La luz se abre en diáfanas terrazas del mediodía
Se interna en el bosque como una sonámbula
Penetra en el cuerpo dormido del agua

Por un instante están los nombres habitados

Octavio Paz (Ciudad de México, 1914-1998), "Semillas para un himno" (1943-1955), La centena, Barral Editores, Barcelona, 1969

miércoles, mayo 05, 2021

Octavio Paz / Himno entre ruinas



                                    donde espumoso el mar siciliano…
                                                                              Góngora

Coronado de sí el día extiende sus plumas.
¡Alto grito amarillo,
caliente surtidor en el centro de un cielo
imparcial y benéfico!
Las apariencias son hermosas en esta su verdad
momentánea.
El mar trepa la costa,
se afianza entre las peñas, araña deslumbrante;
la herida cárdena del monte resplandece;
un puñado de cabras es un rebaño de piedras;
el sol pone su huevo de oro y se derrama sobre el mar.
Todo es dios.
¡Estatua rota,
columnas comidas por la luz,
ruinas vivas en un mundo de muertos en vida!

Cae la noche sobre Teotihuacan.
En lo alto de la pirámide los muchachos fuman marihuana,
suenan guitarras roncas.
¿Qué yerba, qué agua de vida ha de darnos la vida,
dónde desenterrar la palabra,
la proporción que rige al himno y al discurso,
al baile, a la ciudad y a la balanza?
El canto mexicano estalla en un carajo,
estrella de colores que se apaga,
piedra que nos cierra las puertas del contacto.
Sabe la tierra a tierra envejecida.

Los ojos ven, las manos tocan.
Bastan aquí unas cuantas cosas:
tuna, espinoso planeta coral,
higos encapuchados,
uvas con gusto a resurrección,
almejas, virginidades ariscas,
sal, queso, vino, pan solar.
Desde lo alto de su morenía una isleña me mira,
esbelta catedral vestida de luz.
Torres de sal, contra los pinos verdes de la orilla
surgen las velas blancas de las barcas.
La luz crea templos en el mar.

Nueva York, Londres, Moscú.
La sombra cubre al llano con su yedra fantasma,
con su vacilante vegetación de escalofrío,
su vello ralo, su tropel de ratas.
A trechos tirita un sol anémico.
Acodado en montes que ayer fueron ciudades,
Polifemo bosteza.
Abajo, entre los hoyos, se arrastra un rebaño de hombres.
(Bípedos domésticos, su carne
-a pesar de recientes interdicciones religiosas-
es muy gustada por las clases ricas.
Hasta hace poco el vulgo los consideraba animales impuros.)

Ver, tocar formas hermosas, diarias.
Zumba la luz, dardos y alas.
Huele a sangre la mancha de vino en el mantel.
Como el coral sus ramas en el agua
extiendo mis sentidos en la hora viva:
el instante se cumple en una concordancia amarilla,
¡oh mediodía, espiga henchida de minutos,
copa de eternidad!

Mis pensamientos se bifurcan, serpean, se enredan,
recomienzan,
y al fin se inmovilizan, ríos que no desembocan,
delta de sangre bajo un sol sin crepúsculo.
¿Y todo ha de parar en este chapoteo de aguas muertas?

¡Día, redondo día,
luminosa naranja de veinticuatro gajos,
todos atravesados por una misma y amarilla dulzura!
La inteligencia al fin encarna,
se reconcilian las dos mitades enemigas
y la conciencia-espejo se licua,
vuelve a ser fuente, manantial de fábulas:
Hombre, árbol de imágenes,
palabras que son flores que son frutos que son actos.

[1948]

 Octavio Paz (Ciudad de México, 1914-1998), La centena, Barral Editores, Barcelona, 1969

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Foto: Octavio Paz con el Parlamento español al fondo, 1982 Kim Llenas/Cover/Getty

sábado, mayo 10, 2014

Octavio Paz / Domingo en la isla de Elefanta











IMPRECACIÓN

Al pie de las sublimes esculturas,
desfiguradas por los musulmanes y portugueses,
la multitud ha dejado un picnic de basura
para los cuervos y los perros.
Yo la condeno a renacer cien veces
en un muladar,
                         como a los otros,
por eones, en carne viva han de tallarlos
en el infierno de los mutiladores de estatuas.


INVOCACIÓN

Shiva y Parvati:
                          los adoramos
no como a dioses,
                               como a imágenes
de la divinidad de los hombres.
Ustedes son lo que el hombre hace y no es,
lo que el hombre ha de ser
cuando pague la condena del quehacer.
Shiva:
          tus cuatro brazos son cuatro ríos,
cuatro surtidores.
                              Todo tu ser es una fuente
y ella se baña la linda Parvati,
en ella se mece como una barca graciosa.
El mar palpita bajo el sol:
son los gruesos labios de Shiva que sonríe;
el mar es una larga llamarada:
son los pasos de Parvati sobre las aguas.
Shiva y Parvati:
                           la mujer que es mi mujer
y yo,
       nada les pedimos, nada
que sea del otro mundo;
                                         sólo
la luz sobre el mar,
la luz descalza sobre el mar y la tierra dormidos.

Octavio Paz (Ciudad de México, 1914-1998), "Hacia el comienzo" (1964-1968), Un sol más vivo. Antología poética, selección y prólogo de Antonio Deltoro, Ediciones Era, Ciudad de México, 2014

martes, abril 20, 2010

Octavio Paz / de "Salamandra"




Homenaje y profanaciones

Aspiración

1

Sombras del día blanco
Contra mis ojos. Yo no veo
nada sino lo blanco
La hora en blanco. El alma
Desatada del ansia y de la hora.

Blancura de aguas muertas,
Hora blanca, ceguera de los ojos abiertos.
Frota tu pedernal, arde memoria,
Contra la hora y su resaca,
Memoria, llama nadadora.

2

Desatado del cuerpo, desatado
Del ansia, vuelvo al ansia, vuelvo
A la memoria de tu cuerpo. Vuelvo.
Y arde tu cuerpo en mi memoria,
Arde en tu cuerpo mi memoria.

Cuerpo de un Dios que fue cuerpo abrasado,
Dios que fue cuerpo y fue cuerpo endiosado
Y es hoy tan sólo la memoria
De un cuerpo desatado de otro cuerpo:
Tu cuerpo es la memoria de mis huesos.

3

Sombra del sol Solombra segadora
Ciega mis manantiales trasojados
En nudo desanuda Siega el ansia
Apaga el ánima desanimada

Mas la memoria desmembrada nada
Desde los nacederos de su nada
Los manantiales de su nacimiento
Nada contra corriente y mandamiento

Nada contra la nada
Ardor del agua
Lengua de fuego fosforece el agua
Pentecostés palabra sin palabras

Sentido sin sentido No pensado
Pensar que transfigura la memoria
El resto es un manojo de centellas


Espiración

1

Cielos de fin de mundo. Son las cinco
Sombras blancas: ¿son voces o son pájaros?
Contra mi sien, latidos de motores.
Tiempo de luz: memoria, torre hendida,
Pausa vacía entre dos claridades.
Todas tus piedras vueltas pensamiento
La ciudad se desprende de sí misma.
Descarnación. El mundo no es visible.
Se lo comió la luz. ¿En tu memoria
Serán mis huesos tiempo incandescente?

2

Vana conversación del esqueleto
Con el fuego insensato y con el agua
Que no tiene memoria y con el viento
Que todo lo confunde y con la tierra
Que se calla y se come sus palabras:

Mi suma es lo que resta, tu escritura:
La huella de los dientes de la vida,
El sello de los ayes y los años,
El trazo negro de la quemadura
Del amor en lo blanco de los huesos.

3

Sol de sombra Solombra cegadora
Mis ojos han de ver lo nunca visto
Lo que miraron sin mirarlo nunca
El revés de lo visto y de la vista

Los laudes del laúdano de loas
Dilapidadas lápidas y laudos
La piedad de la piedra despiadada
Las velas del velorio y del jolgorio
El entierro es barroco todavía
En México
Morir es todavía
Morirse de repente en cualquier parte

Lo nunca visto nunca dicho nunca
Es lo ya dicho el nunca del retruécano
Vivo me ves y muerto no has de verme


Lauda

1

ojos medulas sombras blanco día
ansias afán lisonjas horas cuerpos
memoria todo Dios ardieron todos
polvo de los sentidos sin sentido
ceniza de lo sentido y el sentido

Este cuarto, esta cama, el sol del broche,
Su caída de fruto, los dos ojos,
La llamada al vacío, la fijeza,
Los dos ojos feroces, los dos ojos
Atónitos, los dos ojos vacíos,
La no vista presencia presentida,
La visión sin visiones entrevista,
Los dos ojos cubriéndose de hormigas,
¿Pasan aquí, suceden hoy? Son hoy,
Pasan allá, su aquí es allá, sin fecha.
Itálica famosa madriguera de ratas
Y lugares comunes, muladar de motores,
Víboras de Uxmal anacoretas,
Emporio de centollas o imperio de los pólipos
Sobre los lomos del acorazado,
Dédalos, catedrales, bicicletas,
Dioses descalabrados, invenciones
Del ayer o del decrépito mañana,
Basureros: no tiene edad la vida,
Volvió a ser árbol la columna de Dafne.

2

Entre la vida inmortal de la vida
Y la muerte inmortal de la historia
Hoy es cualquier día
En un cuarto cualquiera
Festín de dos cuerpos a solas
Fiesta de ignorancia saber de presencia
Hoy (conjunción señalada
Y abrazo precario)
Esculpimos un Dios instantáneo
Tallamos el vértigo

Fuera de mi cuerpo
En tu cuerpo fuera de tu cuerpo
En otro cuerpo
Cuerpo a cuerpo creado
Por tu cuerpo y mi cuerpo
Nos buscamos perdidos
Dentro de ese cuerpo instantáneo
Nos perdemos buscando
Todo un Dios todo cuerpo y sentido
Otro cuerpo perdido

Olfato gusto vista oído tacto
El sentido anegado en lo sentido
Los cuerpos abolidos en el cuerpo
Memorias desmemorias de haber sido
Antes después ahora nunca siempre

---
Amor constante más allá de la muerte

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;

mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido:

su cuerpo dejará no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.

Francisco de Quevedo

Octavio Paz (Ciudad de México, 1914-1998), "Salamandra (1958-1961)", La centena (Poemas 1935-1968), Barral Editores, Barcelona, 1969
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Foto: Radio Perfil

sábado, octubre 06, 2007

Octavio Paz / 50 años de una piedra de sol

Piedra de sol 

(fragmento)

cuartos a la deriva
entre ciudades que se van a pique,
cuartos y calles, nombres como heridas,
el cuarto con ventanas a otros cuartos
con el mismo papel descolorido
donde un hombre en camisa lee el periódico
o plancha una mujer; el cuarto claro
que visitan las ramas de un durazno;
el otro cuarto: afuera siempre llueve
y hay un patio y tres niños oxidados;
cuartos que son navíos que se mecen
en un golfo de luz; o submarinos:
el silencio se esparce en olas verdes,
todo lo que tocamos fosforece;
mausoleos de lujo, ya roídos
los retratos, raídos los tapetes;
trampas, celdas, cavernas encantadas,
pajareras y cuartos numerados,
todos se transfiguran, todos vuelan,
cada moldura es nube, cada puerta
da al mar, al campo, al aire, cada mesa
es un festín; cerrados como conchas
el tiempo inútilmente los asedia,
no hay tiempo ya, ni muro: ¡espacio, espacio,
abre la mano, coge esta riqueza,
corta los frutos, come de la vida,
tiéndete al pie del árbol, bebe el agua!,


Octavio Paz (México DF, 1914-1998), Piedra de sol, Fondo de Cultura Económica, México, 1957