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martes, 15 de mayo de 2012

CASABLANCA II


En el rodaje de “Casablanca” participaron personas de 34 nacionalidades distintas, si excluimos a los norteamericanos, el nutrido grupo restante estaba formado principalmente por europeos emigrados a Hollywood en busca de fortuna, que desde el otro lado del Atlántico veían como sus países padecían la guerra y el terror nazi. Húngaros como Michael Curtiz o S.Z. Sakall, franceses como Madeleine LeBeau o Marcel Dalio, rusos como como Leonid Kinsky o Gregory Gaye, checos y eslovacos como Paul Henreid y Peter Lorre, suecos como Ingrid Bergman, británicos como Claude Rains y Sydney Greenstreet e incluso alemanes como Conrad Veidt
Todos ellos tenían algo en común, habían dejado en casa seres queridos que ahora padecían y estaban en peligro; familiares y amigos que luchaban y resistían, o bien, eran perseguidos y morían en los campos de exterminio.
La épica secuencia de la Marsellesa capta la emoción que se vivió en el estudio durante su rodaje, lágrimas auténticas se mezclaron con los emotivos compases. Los exiliados de “Casablanca”, símbolo de una Europa desgarrada, se levantaban heroicamente contra el terror fascista. Ahora ya no luchaban solos, a su lado estaba Rick (Humphrey Bogart), el nuevo y oportuno símbolo del norteamericano posterior a Pearl Harbor; duro pero comprensivo, escéptico pero idealista, dotado de una ironía nacida de la experiencia pero dispuesto a luchar de nuevo por una causa justa. Un aliado de peso y un enemigo letal en potencia.

jueves, 3 de mayo de 2012

CASABLANCA I


Desde su estreno en noviembre del 1942 hasta nuestros días “Casablanca” ha sido capaz de conquistar a una generación tras otra de amantes del cine gracias a su poderoso magnetismo. En mi opinión la clave del éxito de esta película, mito e hito de la cinematografía universal, radica en su capacidad para emocionar, para calar hondo en el corazón de los espectadores.
Clásica y atemporal “Casablanca” emociona con cada nuevo visionado, inmune al desgaste; capaz de ganarse por igual al cinéfilo erudito y al modesto aficionado, trascendiendo y resistiendo a los análisis sesudos y a las críticas postmodernas; gracias a su capacidad intrínseca para transitar con naturalidad de la pantalla, a esa porción intangible del ser humano que algunos llaman alma, a través de los sentidos, poderosa y mágica.

lunes, 1 de noviembre de 2010

EL HALCÓN MALTÉS



Me voy a permitir hacer una presentación de esta película en un tono más personal de lo habitual ya que para mi este film es como un viejo amigo.
Uno de esos amigos que conoces desde hace muuucho tiempo y al que ves de tanto en tanto, menos a menudo conforme van pasando los años, pero siempre que lo haces disfrutas plenamente de su compañía.
Continuando con la metáfora diré que en estos encuentros con mi viejo amigo disfruto una vez más de los mismos hechos ya conocidos, tanto rememorándolos como con la emoción anticipada a la rememoración. Además con el paso de los años y con la madurez voy descubriendo otros matices que enriquecen a mi viejo amigo y esto hace más fuerte nuestra amistad.
Y es que mi relación con “El Halcón Maltés” es así.
Disfruto de cada minuto de su metraje, de una historia apasionante, fiel retrato de la novela del gran Dashiell Hammett, contada sublimemente por John Huston. De un Humphrey Bogart, que alcanzó su status de estrella con este film, en una interpretación memorable que hace que asociemos indisolublemente el personaje Sam Spade con Bogie, borrando a cualquier otro que lo haya encarnado o que lo vaya a encarnar. De una mujer fatal “de libro” (Mary Astor) que arrastra a la perdición a todo hombre que cae bajo su influencia. De unos codiciosos y caricaturescos perseguidores del tesoro (Lorre, Greenstreet y Coock) que enriquecen cada una de las secuencias en las que intervienen.
Y como no de ese misterioso y legendario McGuffin con forma de pájaro negro forjado del material con que se hacen los sueños.