En la
exquisita “Acordes y Desacuerdos” Woody
Allen rinde homenaje en clave de jazz
a todos los artistas malditos y geniales que por su mala cabeza nunca llegaron
a alcanzar las mieles del éxito. Para ello el director de “Manhattan” rememora, con afecto y nostalgia, las rocambolescas
andanzas de Emmet Ray, el segundo mejor guitarrista de jazz de los años 30 por detrás de Django Reinhardt.
En la
película Allen suma a su habitual maestría
para contar historias de personajes y sus relaciones, su devoción por la
música jazz que plasma en forma de maravillosos
números instrumentales, en los que la figura patético-caricaturesca del
ficticio guitarrista, interpretado por un espléndido Sean Penn, se redime a los ojos del espectador gracias a su conmovedora
música.