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viernes, 12 de marzo de 2021

Fausto

El espíritu de Goethe, la magia de Murnau. Un clásico del cine (y la literatura) de todos los tiempos.

FAUSTO
(Faust - Eine deutsche Volkssage, Alemania, 1926, blanco y negro, 85 minutos)
Dirección: Friedrich Wilhelm Murnau
Guión: Hans Kyser, sobre la novela de J.W. von Goethe
Dirección de Fotografía: Carl Hoffmann
Elenco: Emil Jannings, Gösta Ekman, Camilla Horn, William Dieterle, Yvette Guilbert, Frida Richard, Eric Barclay, Hanna Ralph, Werner Fuetterer y Hans Brausewetter.

En dos actos claramente diferenciados, Murnau cuenta el clásico relato de Goethe sobre el célebre pensador que después de buscar sin descanso la esencia del conocimiento y la verdad oculta de las cosas, es tentado por el diablo y vende su alma.

Proyectada en nuestra Temporada VIII - Función 173.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Fausto

Segunda función de nuestro ciclo Kammerspielfilm vs. Expresionismo con la proyección en 16mm de Fausto, el clásico de F.W. Murnau. Será el miércoles 26 de noviembre a las 20:30 horas en Austria 2154, con entrada libre y colaboración voluntaria.


Miércoles 26 de noviembre - 20:30 horas
FAUSTO
(Faust - Eine deutsche Volkssage, Alemania, 1926, blanco y negro, 85 minutos)
Dirección: Friedrich Wilhelm Murnau
Guión: Hans Kyser, sobre la novela de J.W. von Goethe
Dirección de Fotografía: Carl Hoffmann
Elenco: Emil Jannings, Gösta Ekman, Camilla Horn, William Dieterle, Yvette Guilbert, Frida Richard, Eric Barclay, Hanna Ralph, Werner Fuetterer y Hans Brausewetter.


El filme sobre "Fausto", de Murnau, está estructurado claramente en dos partes. La primera se atiene a la saga popular y muestra como Fausto realiza primeramente un pacto con Mefistófeles, para arrojar la peste de la ciudad, pero después, seducido por el esplendor de la juventud eterna, se somete completamente al diablo y lleva una vida de molicie. El diablo, que ha firmado un contrato con el arcángel, según el cual reinará en la Tierra, en caso de lograr desviar a Fausto de sus aspiraciones, arrastra al sabio de aventura en aventura y vuela sobre su capa mágica con él por el mundo.

En la segunda parte de la película, que se atiene estrechamente al drama de Goethe, la tragedia de Gretchen va ocupando progresivamente una posición central. Fausto seduce a la joven y mata en duelo a su hermano Valentin. La madre muere de pena y la joven abandonada enloquece. Coloca a su niño recién nacido en un montón de nieve, creyendo que era una cuna. Son halladas Gretchen y su niño helado, ésta es acusada del asesinato de su hijo y condenada a morir en la hoguera. Se despierta entonces la conciencia de Fausto; corre a unirse a Gretchen en el cadalso, sin reparar en la pérdida de la eterna juventud; sube junto con ella a la pira. Ambos marchan al cielo depurados. Mefistófeles ha perdido el juego.


Al terminar en 1926 su película sobre "Fausto", Friedrich Wilhelm Murnau se encontraba en el cenit de su carrera. El cine mudo alemán había alcanzado con los filmes de Murnau y los de Ernst Lubitsch, Fritz Lang y G.W. Pabst un nivel tan alto que era casi imposible superarlo con los medios técnicos disponibles. Murnau pudo aplicar en FAUST todos estos adelantos y fusionarlos en una unidad compacta. Utilizando impresionantes contrastes de claroscuros y asombrosos efectos de la técnica de trucaje, logró hacer parecer lo fantástico como real y la realidad como algo fantástico. Todo el mensaje del film se orienta también a manifestar la discrepancia metafísico-alegórica entre claridad y oscuridad, entre el placer de vivir y el amor auténtico.

Al contrario que sus filmes anteriores (SCHLOSS VOGELOED, PHANTOM, DER LETZTE MANN, etc.), Murnau rodó FAUST exclusivamente en los estudios; a veces, configura con la decoración del estudio visiones sobrecogedoras, piénsese simplemente en el campo nevado con el árbol descuartizado por la tormenta, donde en medio de un vallado destartalado coloca Gretchen a su hijo enfermo. En cambio, algunas de las escenas con Gretchen degeneran en huera ampulosidad y afectada dulzura.


Resulta curiosa la estilización intensa de las imágenes, que suscitan actualmente aún un efecto notable. La acción del filme se sitúa en la época final de la edad media, cuya atmósfera mítica es expresada mediante una iluminación contrastante, al estilo de los cuadros de Rembrandt. Murnau logra plasmar en imágenes impresionantes lo sobrenatural, a base de fascinantes efectos de luces y sombras, de utilizar nebulosas vaharadas de vapor, así como con sutiles transiciones de imágenes y sobreimpresiones.

La cámara está libre de toda atadura y transpone al espectador intensamente en la acción. El vuelo en la capa mágica de Mefistófeles sobre pueblos y ciudades resulta sobrecogedor. Murnau realizó estas singularísimas secuencias mediante una cámara acoplada a un funicular construido expresamente con esta finalidad.


Al atractivo formal del filme sobre "Fausto" contribuyen asimismo los encuadres equilibrados, siempre psicológico-dramatúrgicamente fundamentados. Una nota característica del estilo de Murnau en su fase de madurez residía en colocar con frecuencia en el primer plano de la imagen una figura supradimensional, con lo cual la escena en cuestión adquiría una profundidad de campo muy superior. La representación de un apestado, mediante un escorzo inusitado y con enormes plantas de los pies, evoca los cuadros de Cristo yacente de Mantegna o de Holbein. Y cuando Gretchen, tapada la cabeza con el manto, mece al niño en las ruinas de una cabaña nevada, este encuadre parece casi el trasunto de un cuadro de una Virgen de un pintor barroco flamenco.

Goethe-Institut.


Ciclo realizado con la colaboración del Goethe-Institut Buenos Aires.

Temporada VIII / Función 173
Cineclub La Rosa
Austria 2154

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Kammerspielfilm / Expresionismo | Scherben y Fausto

En noviembre proponemos un extraordinario ciclo que reúne con proyecciones en 16mm a los exponentes de dos corrientes antagónicas que convivieron en la década del '20 en Alemania: Scherben de Lupu Pick, ejemplo del "Kammerspielfilm", movimiento anti-expresionista por excelencia, y Fausto de F. W. Murnau, epítome del expresionismo en el cine. Todo, con entrada libre y colaboración voluntaria en Austria 2154. Con la colaboración del Goethe-Institut Buenos Aires.


Miércoles 12 de noviembre - 20:30 horas
AÑICOS 
(Scherben, Alemania, 1921, blanco y negro, 60 minutos)
Dirección: Lupu Pick.
Elenco: Werner Krauss, Edith Posca, Hermine Straßmann-Witt y Paul Otto.

"Un guardabarreras, que junto a su mujer e hija vive sumido en el pequeño mundo que supone su casa en medio del bosque nevado, recibe la noticia de la próxima visita de un inspector. En ese momento, la rama de un árbol golpea una ventana y rompe un vidrio: mal presagio, algo terrible va a ocurrir". (Texto de Luis Enrique Ruiz, tomado de Obras Maestras del Cine Mudo)


Miércoles 26 de noviembre - 20:30 horas
FAUSTO
(Faust - Eine deutsche Volkssage, Alemania, 1926, blanco y negro, 85 minutos)
Dirección: Friedrich Wilhelm Murnau
Elenco: Emil Jannings, Gösta Ekman, Camilla Horn, William Dieterle, Yvette Guilbert, Frida Richard, Eric Barclay, Hanna Ralph, Werner Fuetterer y Hans Brausewetter.

En dos actos claramente diferenciados, Murnau cuenta el clásico relato de Goethe sobre el célebre pensador que después de buscar sin descanso la esencia del conocimiento y la verdad oculta de las cosas, es tentado por el diablo y vende su alma.


Lupu Pick quería volver a la "realidad"; a un cine que diera cuenta de los verdaderos dramas del hombre contemporáneo. Liberarse de las pesadas alegorías expresionistas, volver a los personajes dueños de una psicología compleja y profunda y al análisis íntimo de las situaciones dramáticas que les toca vivir. Scherben es, según pretende, "una bofetada naturalista aplicada a los snobs expresionistas"

Nuestra intención aquí, una vez planteada la tensión Expresionismo - Kammerspielfilm es interrogarnos acerca del sentido de este "naturalismo" dentro del cine alemán de la época y verificar, una vez más, el peso del símbolo y del icono dentro de ambos sistemas representacionales como factores des - organizantes en relación al Todo que supone el montaje y el concepto.

En el relevamiento que hace Murnau de la leyenda faústica, ya que el guión no sólo abreva en Goethe y Marlowe sino también en el mito popular, aparecen claramente algunos de los temas habituales tanto del expresionismo como del romanticismo.

El prólogo mismo del filme es ya una maravilla en ese sentido: el arcángel Gabriel y Mefistófeles se encuentran en un no - lugar, es decir, en un espacio mítico (¿el cielo, el infierno?). Un lugar que no posee límites, representación concreta ni escenografía.

Estamos ante un espacio metafórico ya que en él se condensan múltiples cualidades y potencias: el bien y el mal, lo blanco y lo negro, la virtud y el pecado, las fuerzas del destino, etc. Las fuerzas están enfrentadas pero no separadas. El uno es extensión del otro. La oscuridad como la otra cara de la luz, como la ausencia siniestra de luz.

La luz como 1, como la totalidad que una vez alcanzado su cenit sólo puede declinar, caer hacia la ausencia de intensidad: el 0. La oscuridad no es una entidad aparte. En el monismo idealista alemán es la ausencia, el cero luz. Desde el punto de vista filosófico, supone las antípodas del dualismo empirista anglosajón que inspira al montaje paralelo de la escuela orgánico activa del cine norteamericano.

Para la escuela alemana, en un extremo u otro, en el de la intensidad máxima o en el de su mínima expresión, en la nada intensiva, el resultado siempre es el mismo: la ceguera. Si, según Eisner, "el expresionismo ya no ve, tiene "visiones", es la intensidad lumínica, dentro del montaje en cuadro, la que marca la posibilidad de visión.

Lupu Pick (1886-1931)

El comienzo de Scherben (1921) es mucho más realista, pero no por ello menos siniestro.

Un guardabarreras, que junto a su mujer e hija vive sumido en el pequeño mundo que supone su casa en medio del bosque nevado, recibe la noticia de la próxima visita de un inspector. En ese momento, la rama de un árbol golpea una ventana y rompe un vidrio: mal presagio, algo terrible va a ocurrir. Lo siniestro empieza a desplegarse.

Para conquistar el alma de Fausto, Mefistófeles siembra la peste en la aldea bajo la forma de una nube negra. Son las siniestras fuerzas de la oscuridad que se abaten sobre la aldea, sobre la comunidad de los creyentes. Es el orden del Pueblo el que primero es alterado, su organicidad, para luego llegar al alma individual de Fausto. Es el problema de la organicidad: una vez instaurada o restituida enseguida aparecen enemigos que intentan atacarla o desarticularla. Sobre esto mucho sabía Goebbels... y Bush también.

Una vez llegado el inspector, los cuatro únicos personajes de Scherben se verán confrontados con sus pasiones - pulsiones. El drama es privado de antemano; el mundo externo, el mundo de lo social y lo cultural, nunca se enterará del drama que se desata en la caseta del guardabarreras.

Autómata carente de consciencia, él (Werner Kraus) deambula como un zombie por las vías ignorando la seducción de la que esta siendo objeto su hija.

La escena de la captación por parte del inspector de la hija del guardabarreras es simplemente perfecta. Ella está limpiando unas escaleras cuando se topa con sus botas. Su mirada se clava en ellas, en su fulgor, en su brillo, con temor y admiración al mismo tiempo. Luego, lentamente, va subiendo la vista hasta encontrarse con el ceño fruncido y la mirada severa del inspector que, por todas partes, destila autoridad. El acto de seducción, sin que se pronuncie una sola palabra, se ha consumado.

F.W. Murnau (1888-1931)

La fascinación de la humilde muchacha por las botas del soberbio inspector no puede dejar de remitirnos a la frase de Eisner con respecto a El Último Hombre, (Der letzte Mann, 1924) un notable "Kammerspielfilm" de Murnau, donde un portero de hotel, dada su edad, es degradado, quitándole su adorado uniforme y asignándole la atención del baño del establecimiento: "Esa es una tragedia alemana por excelencia, incomprensible fuera de ese país donde el uniforme es rey, es Dios. Un espíritu latino difícilmente podrá concebir su contenido trágico".

Es fácil percibir que en todo el Kammerspielfilm hay un directo intento de crítica al sostenimiento cultural de toda la serie de símbolos que remiten al verticalismo y la autoridad militar como los elementos basales de la sociedad y la cultura.

Pero el símbolo en si mismo no deja nunca de estar presente, en el vidrio roto, en el espantapájaros que, fuera de la casa, sugiere el momento en que la seducción es consumada. Aún intentando alejarse del expresionismo, Pick no abandona al símbolo y la metáfora como aquellos elementos que dan sentido, organizan, a la narración.

Obvio es decir que Fausto esta sobrecargada de símbolos y metáforas. Es el costado barroco que conserva el expresionismo. Tal sobreornamentación se repite en el espacio escenográfico haciendo de la aldea bávara, donde transcurre la acción, un espacio que, si bien es mucho más concreto que el del prólogo, no deja de ser también irreal. Este espacio escenográfico prácticamente carece de curvas o bordes redondeados. Los tejados de las casas de la aldea recuerdan inmediatamente al forma ojival que habíamos consignado como típica y definitoria del neogótico. Pero, sobre este espacio escenográfico, se agrega otro que lo complementa y preanuncia al espacio metafórico: el espacio lumínico que difumina los bordes de los objetos, la escenografía y los personajes y, lo que es más importante, diluye también los límites del cuadro.

¿Dónde termina o donde comienza el cuadro en innumerables tomas de Fausto?. No lo sabemos. El trabajo de la luz, su ausencia, nos impide percibir su contorno. El cuadro ha perdido organicidad.

La luz es mucho más intensa en Scherben pero también juega un papel abstractizante que prolonga las líneas quebradas de la escenografía.

La esposa del guardabarreras, que sigue, sigue y sigue caminando solo por las vías, descubre la deshonra de su hija. Huye y muere en la nieve.

La venganza del guardabarreras no se hace esperar. Mata al inspector y se entrega a las autoridades parando un tren. Los pasajeros burgueses del tren, ignorantes o desinteresados por todo lo ocurrido, ven con fastidio este contratiempo. Allí, Werner Kraus pronuncia la única frase de toda la película "Soy un asesino". Arrepentida, sobre una colina, la hija engañada ve como se aleja el tren donde se llevan detenido a su padre.

Es la caída, la gran caída moral y espiritual del romanticismo que el cine de la época no cesa de evocar.

Fuente: Cineforum Clásico.

Ciclo realizado con la colaboración del Goethe-Institut Buenos Aires.