Actores: Otto Jespersen, Hans Morten Hansen and Tomas Alf Larsen
País: Noruega
Clasificación: Míticos y de Leyenda, Colosos
Sinopsis:
Un grupo de documentalistas universitarios acude al campo noruego a documentar una serie de misteriosas muertes causadas por osos. En el transcurso de sus investigaciones encuentran a un extraño cazador a quien siguen en secreto para filmar su cacería descubriendo con sorpresa cual es la verdadera presa del hombre: Trolls.
Perseguidos por una de estas gigantes bestias de tres cabezas, el grupo logra escapar y acaba formando parte del safari del cazador quien ahora les permitirá filmar todos los encuentros para de esa manera documentar su trabajo.
El grupo descubrirá entonces que el mismo gobierno noruego es quien patrocina al cazador, documentará las extrañas muertes de las criaturas, intentará salir ileso de los salvajes encuentros con las bestias y conocerá un mundo que solo pensaban existía en los cuentos de hadas, pero que es tan real como ellos mismos.
Comentarios:
TROLLJEGEREN llega como un film inscrito en la moda de la “ficción estilo documental”, donde los elementos de este género son usados con un fin dramático: proveer una sensación de realismo a la película y que han usado otros filmes como REC (Jaume Balaqueró, Paco Plaza, 2007), DAI-NIHONJIN (Big Man Japan, Hitoshi Matsumoto, 2007), CLOVERFIELD (Matt Reeves, 2008), DISTRICT 9 (Neill Blomkamp, 2009), PARANORMAL ACTIVITY (Oren Peli, 2007), THE LAST EXORCISM (Daniel Stamm, 2010)
En especial, Trolljegeren parece seguir la propuesta establecida en DAI-NIHONJIN, donde un grupo de documentalistas sigue el día a día de un hombre con un trabajo poco común: destruir a los monstruos gigantes que asolan Japón. Por desgracia y aunque Trolljegeren es una película entretenida e interesante no ofrece los matices de crítica social que se pueden encontrar en la anterior.
La premisa de este filme es simple y sencilla: ¿Qué pasaría si los monstruos de cuentos de hadas, en este caso los trolls, existieran realmente? De ahí en adelante haremos un viaje donde se nos revelaran sorprendentes hechos: No solo los trolls existen, sino que además, todo parece indicar que también existen o existieron otras criaturas que consideramos mágicas. Los muchachos (un grupo formado por un camarógrafo, una sonidista y el director) se dedican entonces a recopilar toda la información de las criaturas que van desde los diferentes tipos de trolls que existen, hasta sus reacciones fisiológicas a la luz del sol, su habitat y sus costumbres.
Es probable que para el público de los países no Europeos los trolls como personajes no resulten lo suficientemente claros, porque la película está muy apegada al folklore y la tradición del norte donde desde pequeños todos saben a través de los cuentos y las leyendas, que los trolls se convierten en piedra cuando son tocados por la luz del día, que tienen la capacidad de oler a los cristianos y que su figura mitad ogros, mitad duendes, los hace parecer casi seres caricaturescos, con grandes narices u orejas. La película muestra a cuatro tipos de ellos: un troll de los bosques de 3 cabezas (que nos enteraremos después, dos no lo son realmente, son apéndices nacidos solo para proyectar mayor agresividad), un troll de puente (como el que quería comerse a los siete cabritos del cuento), cinco trolls de mina (que habitan las entrañas de las montañas, con grandes narices y el cuerpo totalmente peludo) y finalmente un troll de enormes proporciones (entre 50 y 100 metros) que perseguirá a los protagonistas en una endiablada huida en Jeep.
Siguiendo la idea de películas como THE BLAIR WITCH PROJECT (Daniel Myrick, Eduardo Sánchez, 1999) el film se sustenta en una serie de cortes que no parecen editados, sino obtenidos directamente de las grabaciones originales del disco duro de los chicos, quienes al final, desaparecen sin dejar huella.
Finalmente, Trolljegeren es una película muy disfrutable, filmada en hermosos paisajes de Noruega y con una trama que si no es precisamente profunda, si es muy entretenida y sumamente interesante.
Guion: James Ashmore Creelman y Ruth Rose (guión), Merian C. Cooper y Edgar Wallace (Historia), Leo Gordon (escritor adjunto)
Actores: Fay Wray, Robert Amstrong, Bruce Cabot
País: Estados Unidos
Clasificación: Humanoides, Animales e Insectos, Dinosaurios y Prehistoricos
Sinopsis:
Carl Denham (Robert Amstrong) un famoso productor de películas documentales contrata a un barco y su tripulación producir un emocionante film de romance y aventura en una misteriosa isla perdida del Pacífico. La ficción se transformara en realidad cuando su actriz principal – Ann Darrow, una joven y bella actriz muerta de hambre que es contratada por Denham en la misma calle, poco antes de partir - es secuestrada por los nativos de la isla y ofrecida como sacrificio a Kong, el monstruoso gorila de quince metros que es adorado como un dios por los habitantes de la tribu. El primate recibe su ofrenda de una especie de altar y parte con la chica hacia el interior de la isla a donde es seguido por el capitán, el productor del filme, el enamorado de la chica, el marinero John Driscoll y demás tripulantes del barco.
La tripulación descubrirá que la Isla de la Calavera es realmente un mundo olvidado donde criaturas antediluvianas han logrado sobrevivir hasta el presente. La mayor parte de la expedición es exterminada por estas bestias y en especial, por el enojado Kong, que arroja a la mayor parte de ellos a una abismal cañada donde mueren estrellados. Finalmente, los sobrevivientes logran rescatar y huir con la chica, al mismo tiempo que en la mente Carl Denham (Richard Armstrong), el productor, se fragua un interesante plan que puede volverlo rico: capturar a la criatura y llevarla a la civilización para ser presentada como el espectáculo más grande del planeta: Kong, La Octava Maravilla. El capitán del barco acepta el plan y logran atrapar al gigante quien es encadenado y llevado a la Gran Manzana para presentarlo engrilletado en un teatro.
El gorila, quien se había encariñado de la chica que debía ser su sacrificio, logra romper sus ataduras y salir a la ciudad donde siembra el caos y el terror. Asustado y confundido, el gorila gigante logra dar con su platónico amor y sube con ella hacia las alturas del entonces más grande edificio de la ciudad, el Empire State. Sin embargo, un grupo de aviones de combate lo enfrenta y el primate es derribado sin misericordia. El cuerpo del gorila cae del edificio como un muñeco de trapo. Y ahí, en la calle, ya sin vida, queda el cuerpo de quien alguna vez fue el orgulloso dios de un paraíso prehistórico.
Comentarios:
King Kong sigue siendo una película sorprendente, inclusive para los estándares de hoy. Con una línea argumental muy sencilla y bastante emparentada con los relatos pulp de la época que mostraban aventuras en mundos perdidos y exóticos, la aventura de Kong sobresale por una factura cuidadosa, original y una ambientación impresionante.
Y aunque la trama sea sencilla, resulta muy reveladora en algunos aspectos. King Kong es también una tragedia, un drama que involucra la inocencia de una criatura y su cruel destino al chocar de frente contra la corrupta civilización.
En la Isla de la Calavera, Kong es el rey, pero como bien menciona Denham a su llegada a Nueva York, ahora es traído preso para la curiosidad de la gente. La forma de vida americana, donde todo es visto como un negocio, arrebata a Kong todo lo que es para convertirlo en un objeto de morbo, en un freak de espectáculo. Cuando Carl Denham menciona en la isla su intención de llevar a Kong a la civilización, nadie puede creer su loca idea, pero cuando menciona la cantidad de dinero que obtendrán por presentarlo ante el público, todo ha sido ya dicho y la siguiente escena muestra de inmediato el cartel de un teatro anunciando a la octava maravilla del mundo: King Kong.
La historia de Kong no es la historia de un simple animal. La muerte de Kong marca a muchos espectadores, porque gracias a su imagen antropomórfica hay un punto de contacto con su sentir. Tal vez la escena más triste es el ataque de los aviones en el Empire State. Kong, quien retiene de forma protectora a la aterrada Ann Darrow no tiene ojos para otra cosa que no sea ella y cuando los aviones lo ametrallan desde las alturas, vemos en su rostro que su única preocupación sigue siendo la chica. Cuando Kong comienza a sangrar, la bestia pasa su mano sobre su propia sangre. La mira sorprendido e incrédulo. ¿Quién ha podido dañar a Kong? ¿Cómo han podido? El rey de la Isla de la Calavera ha descubierto que en ese lugar de edificios de metal y cielos grises ya no es nadie. Él, quien ha vencido incontables bestias, ahí no tiene poder. Sin embargo sigue luchando. Pero su lucha ya no es por él. Es por la chica a la que cree amenazada y en medio de todo aquel infierno su último intento de sobrevivencia se convierte en un gesto de cariño hacia la aterrada mujer que indiferente al drama del mono, sigue gritando aterrada.
Kong se desploma ante los pies de un gigante mucho más grande que él: el Empire State, el mundo civilizado, el mundo hipócrita de los negocios, del morbo, de los periodistas que como buitres buscan una noticia.
“No son los aviones quienes han destruido a la bestia” – dice Carl Denham mientras mira tristemente a su mono tirado sangrante en el suelo – “ha sido la bella la que ha matado a la bestia”.
Y tiene razón. Una mujer de la farándula, de la actuación, una mujer fantasía lo ha destronado y lo ha puesto a sus pies hasta matarlo. ¿Es esa misma fantasía la que vende un país como Estados Unidos? ¿Cuántos no han perdido sus vidas persiguiéndola? La civilización materialista a terminado con la criatura de un mundo salvaje, que en comparación resulta ser menos monstruoso que esa selva de concreto que se llama Nueva York.
De cualquier manera, la película de Kong no tiene realmente una intención crítica. Eso es solo una interpretación, pero lo cierto es que King Kong no termino siendo “el monstruo” del filme. Mucha gente lo percibió como una víctima del sistema. ¿Quién podría acabar odiando a Kong? No es un monstruo vengativo, ni un animal totalmente irreflexivo. Es de un mundo diferente al nuestro y lo diferente nos da miedo, porque no lo comprendemos. Pero en el film podemos comprender a Kong.
Kong, pues, no es un monstruo. Nosotros, avariciosos y corruptos, somos el monstruo de verdad.
“Cuando Cooper y Schoedsack estuvieron en busca de locaciones en África para hacer algunas tomas de animales para la versión de la Paramount de The Four Feathers (Merian C. Copper y Lothar Mendes, 1929), Cooper se interesó en los hábitos de los gorilas . Se le ocurrió la idea de un primate de inteligencia superior que corre suelto por las calles del mundo civilizado. Este concepto lo adorno con algunas otras escenas más específicas como la pelea del gorila contra un dragón de Komodo gigante (en ese entonces muy conocidos porque dos de estos reptiles habían sido llevados vivos al zoológico de Nueva York, pero habían muerto a consecuencia del viaje); como clímax, el gorila realizaría una última pelea en la cima del recientemente concluido Empire State Building…”
CLARENS, Carlos. An Illustrated History of the Horror Film. New York: G. P. Putnam, 1967 Pags. 91-92
El gusto de Cooper por los gorilas y la gran impresión que causó en él un libro del naturalista W. Douglas Burden sobre los dragones de Komodo, lo llevó a imaginar una pelea entre ambas criaturas. De hecho, pensó en la posibilidad de realizar un filme haciendo tomas de ambos animales por separado y después, unirlos por medio de efectos especiales y la edición. Sin embargo, después de observar lo filmado por O´Brien, y después de una larga plática con el creador, vio las posibilidades que la técnica de “stop motion” le permitía: filmar todas las escenas en estudio, lo que abarataría el costo del filme, además de contar con criaturas ya armadas y listas para filmar.
La idea de la película evolucionó hasta llegar a cristalizar en una original versión de La Bella y la Bestia, donde un gigantesco gorila, habitante de una isla perdida y considerado una especie de dios por los primitivos habitantes de esta, es capturado por la tripulación de un barco norteamericano para servir de espectáculo en la ciudad de Nueva York.
O´Brien y todo su equipo fue contratado por Cooper para realizar los efectos de “stop motion” y de “animatronicos” – personajes mecánicos – para la película, además de incluir en ella parte de las criaturas diseñadas por Marcel Delgado para Creation, como una triceratops con sus crías, un pteranodon, un stegosauro, un brontosauro, un styracosauro y finalmente un impresionante Tiranosaurio Rex, también con su cría. Este último se enfrentaría a Kong en una secuencia de batalla inolvidable.
El equipo de O´Brien realizó una de las hazañas cinematográficas más importantes dentro del campo de los efectos especiales. Su trabajo no consistió solo en mover figuras en escenarios reducidos, sino en integrarlas perfectamente bien con los actores y el ambiente. Hay dos escenas realmente extraordinarias donde la interactividad entre modelos y actores debía ser perfecta. Una de ellas muestra la persecución de un brontosaurio a la expedición, persecución que termina cuando el monstruo atrapa a uno de los aterrorizados hombres que, para escapar, intenta escalar un árbol. El brontosariuo, fuera de toda justificación científica, toma al hombre con sus dientes y lo sacude hasta matarlo. En la segunda, Kong acorrala a los aterrorizados hombres que, en su huida, quedan atrapados a la mitad de un puente natural creado por un árbol derribado sobre un gigantesco abismo. Kong levanta el tronco con sus poderosos brazos y comienza a agitarlo con furia mientras los marineros van cayendo al precipicio en medio de angustiantes gritos de espanto. Otro aspecto funamental a mencionar son las subyugantes pinturas matee que Byron L. Crabbe pintó para los fondos del filme, con una fuerza emotiva tremenda que evoca paisajes antediluvianos donde el tiempo parece haberse detenido.
El diseño del Kong así como la de los demás criaturas corrió a cargo de Marcel Delgado, el cual tuvo que diseñar diferentes modelos del gorila para utilizarse en escenas determinadas. Así, para las escenas en la isla, se diseño un muñeco de 18 pulgadas mientras que para algunas escenas que ocurrirían en nueva york se diseño uno más grande, aproximadamente de 24 pulgadas. Incluso la misma fisiognomía del simio cambia de lugar a lugar: en la isla, el modelo de Kong cuenta con un rostro mucho más alargado.
Los escenarios de la isla construidos para los modelos también fueron un reto para el equipo de O´Brien y para elaborarlos se realizó una combinación entre modelos de metal y plantas reales. Los de tamaño natural fueron reutilizados y reconfigurados a partir del diseñados para otro filme, The most dangerous game (Irving Pichel y Ernest B. Shoedsack, 1932).
Por supuesto, todo este derroche técnico costo a la R.K.O. quinientos mil dólares de un presupuesto inicial de doscientos. El consejo de la compañía, sumamente nervioso por lo que se estaba jugando, pensó en cancelar el proyecto pero David O. Selznick, el productor ejecutivo, quien confiaba plenamente en el éxito del filme, los convenció para no ceder.
El resultado final de todo el laborioso trabajo fue una película sorprendente que acabo salvando de la bancarrota a la R.K.O. y reafirmando la importancia del desarrollo de la tecnología para los efectos especiales del cine.
FRANKENSTEIN CONQUERS THE WORLD [Original: Furankenshutain tai chitei kaijû Baragon] (1965)
Dir. Ishiro Honda
• Guión: Takeshi Kimura
• Actores: Nick Adams, Kumi Mizuno, Tadao Takashima, Koji Furuhata
• País: Japón
• Clasificación: Kaijus, Colosos, Mutantes
Sinopsis:
La trama da inicio en plena Segunda Guerra Mundial en 1945 y con más exactitud, en Alemania, donde un científico hace experimentos con el corazón del legendario monstruo de Frankenstein. Por cuestión de seguridad, el mando nazi ordena recoger el corazón para transportarlo a un submarino japonés quien lo llevará directamente a Hiroshima, donde deberá continuar siendo estudiado por sus increíbles cualidadades, pues está vivo y es prácticamente indestructible. La bomba es arrojada en Hiroshima y eso parece ser el final no solo de la ciudad, sino también del corazón. Sin embargo 15 años más tarde, gran parte de Hiroshima esta ya reconstruida y un hospital de investigación para los efectos de la radioactividad se alza ahí. El científico y médico norteamericano, el Dr. James Bowen (Nick Adams), trabaja ahí mano a mano con sus colegas japoneses, la Dra. Sueko Togami (Kumi Mizuno) y el Dr. Yuzo Kawaji (Tadao Takashima) en busca de una cura para la mortal radiación.
Una noche, la Dra. Togami encuentra un extraño niño-salvaje al que poco después capturará. Sin embargo, el chico no es un normal. Su cuerpo puede soportar la radiación más mortal, aunque parece tener una especie de retraso mental. El grupo decide estudiarlo y se encuentra con la sorpresa de que el muchacho crece cada vez más y más. Subsecuentemente una investigación en Alemania arrojara que el niño bien puede ser el mismo monstruo de Frankenstein, pues su corazón inmortal no solo cuenta con ese don, sino que además puede regenerar a la criatura. Ahora, la radiación no solo acelera el proceso, sino que además, lo agiganta.
Preocupados ante esta situación, los doctores regresan a Japón solo para enterarse de que Frankenstein ha escapado de su prisión y ahora se esconde en los bosques del Japón. Las fuerzas del orden en Japón hacen una persecución creyendo que es Frankenstein quien recientemente ha provocado una ola de caos y destrucción en ciertas regiones rurales del país, pero ignoran que otra bestia, una especie de dinosaurio subterráneo es el responsable de todo aquello. Al final, Frankenstein y la bestia Baragón se encontraran cara a cara en una salvaje batalla que limpiara la imagen del primero, pero que llevará a los dos, gracias a un derrumbe, a ser tragados por la tierra.
Comentarios:
Como parte de una serie de películas que habían demostrado su éxito en las pantallas del Japón explotando la imagen del monstruo gigante y la experiencia terrorífica de la bomba, este film intenta ser conciliador en cuanto al trágico suceso. El romance entre el Dr. Bowen y la Dra. Togami es un claro símbolo de esta nueva armonía que debe existir entre viejos enemigos. El Dr. Bowen, por su parte, no niega su responsabilidad en el suceso de Hiroshima, pero declara que ahora se encuentra ahí para intentar luchar contra la desgracia que han desatado y salvar a la gente victima de la mortal explosión.
Por supuesto, la aparición del actor norteamericano Nick Adams (quien después llevará al plano personal y real una relación con su compañera Kumi Mizuno) aparece en la película como una estrategia de comercialización que la empresa Toho realiza con el productor norteamericano Henry G. Saperstein Benedicts de Productions, quien decidió invertir dinero en el proyecto para lanzarlo en los Estados Unidos.
Al año siguiente aparece una especie de segunda parte de la película ya mencionada: War of the Gargantuas, (Furankenshutain no kaijû: Sanda tai Gaira, Ishiro Honda, 1966) donde vuelve a emerger de nuevo el monstruo de Frankenstein (con algunas mejoras en su monstruoso diseño) quien se enfrenta a una especie de “gemelo” malvado, el monstruo Gaira.
Existe una parte del metraje que fue removido de la película original por el mismo director. En ella el gigante Frankenstein se enfrenta con un pulpo de tamaño descomunal. La idea de filmar esto surge de la compañía Benedicts, quienes quedaron sorprendidos por una escena similar en King Kong vs. Godzilla (Kingu Kongu tai Gojira, Ishiro Honda, 1962), así que pidieron lo mismo para este filme. Por desgracia esta pelea no tenía ninguna lógica por lo que el mismo director la cortó.
De cualquier manera, los deseos de los productores norteamericanos de verían satisfechos un año después en la secuela, War of the Gargantuas donde desde las primeras escenas somos testigos de una sorprendente lucha con un pulpo gigante en medio del mismo océano.
La traducción literal del titulo japones de la película es: Frankenstein vs. Baragón, el monstruo subterraneo
• Guión: Richard Matheson (de su novela del mismo nombre) • Actores: Grant Williams, Randy Stuart, April Kent • País: Estados Unidos • Clasificación: Mundos gigantes, Colosos
Sinopsis:
En unas vacaciones en el mar junto con su esposa Lousie, Scott Carey es sorprendido por una extraña neblina que resultará ser radioactiva. Al poco tiempo, Scott comienza a notar que pierde peso y eso lo lleva directamente con los médicos que al poco tiempo descubrirán azorados que más que peso, lo que Scott está perdiendo es tamaño. Día a día el cuerpo de Scott va disminuyendo lo que acabará apartándolo de la vida pública y haciendo un infierno su vida privada.
La esperanza regresa para Scott cuando los médicos dicen haber conseguido una cura para su caso, pero por desgracia, esta falla. Scott es ahora tan pequeño que para su seguridad habita una casa de muñecas, sin embargo no está lo suficientemente seguro para su gato, quien sin ser visto logra filtrarse al hogar cuando Lousie ha salido. Scott se enfrenta aterrorizado a quien antes fue su mascota en una aterradora persecución que finaliza con el hombre menguante perdido en el sótano de su casa y con una Lousie aterrorizada ante lo que cree la muerte de su marido, devorado por el gato.
Abajo en el sótano, la carrera por la sobrevivencia inicia para un Scott asustado y alerta que busca por todos los medios sobrevivir. Su búsqueda de comida y agua son verdaderas odiseas y una pequeña inundación en el sótano se transformara en un verdadero tsunami para él. Finalmente, el descubrimiento de una espeluznante araña gigante no le hará más fácil la existencia.
¿Cómo sobrevivirá Scott? ¿Seguirá haciéndose cada vez más pequeño hasta el infinito?
Comentarios:
EL INCREIBLE HOMBRE MENGUANTE (The incredible shrinking man, 1957) de Jack Arnold, es una película que bien podríamos calificar de Kafkiana, en cuanto a su metáfora del individuo contra el sistema. Las novelas de Franz Kafka - El proceso, El castillo y La metamorfosis – se enfocan con especial insistencia en el sentimiento de impotencia del hombre común contra el sistema que lo rodea.
The incredible Shrinking man encubre este mismo discurso sobre el individuo y la impotencia ante el sistema con el betún de una aventura fantástica. Basada en el libro homónimo del famoso escritor Richard Matheson y con un guión escrito por él mismo, la trama se basa en el efecto que una extraña nube (supuestamente radioactiva) produce sobre el protagonista, el cual comienza a achicarse cada día más y más. Scott Carey ve su vida derrumbarse paso a paso mientras su cuerpo va disminuyendo y su impotencia acrecentándose: primero perderá su trabajo, después acabará dependiendo de su esposa y al poco tiempo el gato de la familia dejará de ser su mascota para transformarse en una peligrosa amenaza para su vida.
La película casi parece dividirse en tres fases. La primera arranca con la sorprendente “enfermedad” de Scott, la cual trae de cabeza a la comunidad médica. Se especula que la extraña reacción de miniaturización se debe a una mezcla entre los componentes de la niebla radioactiva y un insecticida, pero nada se sabe con seguridad. Mientras esto ocurre Scott va perdiendo el control de su vida y al mismo tiempo, sintiéndose una carga para su esposa. El mundo que antes controlaba perfectamente bien, - un buen trabajo, una casa ideal y un estilo de vida holgado y tranquilo – comienza a escaparse de sus manos. Desde el punto de vista del espectador, Scott es el que se achica, pero para el protagonista es su medio el que se agiganta y deja de ser funcional para este: nada está hecho para los pequeños, y para Scott Carey que continua su viaje a lo diminuto sin poder detenerse, el mundo no solo se ha hecho más grande, sino se está convirtiendo en hostil.
Podemos percibir en esta primera fase del filme una clara parábola de la clase media ante un ambiente político y económico que lo sobrepasa. Tenemos nuestras necesidades básicas cubiertas, pero el consumo y el desarrollo de la tecnología nos van transformando en un grupo más dependiente de su entorno social y económico. Todo se vende y se compra, todo tiene dueño y es propiedad de…, nuestra sobrevivencia en el medio depende de nuestras capacidades no tanto para generar productos de consumo sino dinero y la sociedad capitalista se enfoca más a este fin que a una distribución justa de las oportunidades y el progreso. Quien se queda sin trabajo, vive el drama de Scott Carey. El mundo se hace más grande, más difícil, más problemático: es una bola de nieve que mientras rueda no deja de crecer. La promesa del progreso y la tranquilidad social no está hecha para quien carece de dinero.
La esposa de Scott no es la típica mujer que necesita ser protegida por un hombre para sobrevivir y por ello su marido tiene que dar gracias al cielo. Sin embargo la relación se vuelve cada vez más tensa a causa de la perdida de autoestima de Scott y las frecuentes depresiones que experimenta ante su nueva condición. No pasará mucho tiempo para que acabe dependiendo de ella en todos los sentidos. Scott sabe que en cierta manera, y aunque su esposa no lo acepte, es para ella una carga. Incluso la tranquilidad de su hogar ha sido robada con el montón de cadenas televisoras y periodistas que esperan pendientes tras su puerta para obtener la foto o la nota del sorprendente hombre-niño. De hecho, en un intento por conseguir dinero, el mismo Scott vende a la presa su terrible historia y comienza a elaborar un libro sobre su vida y experiencia que espera ofrecer a las editoriales por una buena cantidad. Pero las esperanzas se vuelven banas cuando nos damos cuenta que llegará un momento en que el pobre de Scott Carey no será capaz ni siquiera de sostener un lápiz y en caso de hacerlo prácticamente tendrá que escribir sobre el mismo cuaderno. Ahora Scott también es una figura pública digna de del más vergonzante espectáculo. Su dignidad, lo único que le quedaba, también está a punto de irse por el caño. En la novela, incluso su virilidad le es en cierta forma arrebatada, cuando intenta tener sexo con su mujer y esta lo rechaza porque no soporta la imagen de ella sosteniendo relaciones con un niño.
El mundo está dejando de tener sentido para Scott. Ahora, del tamaño de una muñeca vive, efectivamente, en una casa elaborada para estas. Su estado de ánimo se ha derrumbado y vive entre continuas explosiones de agresividad verbal de las cuales su mujer es víctima pero que soporta estoicamente porque ama a su marido. Y es entonces, cuando una tarde, se desata la tragedia. El gato lograr entrar a la casa y ataca a Scott el cual, en su huida, cae directamente al sótano. Cuando llega su esposa esta cree encontrarse frente un horrible hecho: el gato se ha comido a su marido.
De esta manera comienza la segunda fase de la película: El mundo humano ya ha desaparecido para Scott. Ahora, todo aquello que lo conformaba se desdibuja gracias a sus enormes dimensiones y aunque todavía resulta reconocible, para él se acabo la época de intentar ajustarse a este. Ahora debe luchar por sobrevivir y alimentarse en un lugar donde las cajas de madera son tan grandes como una colina, donde una ratonera es mortal y donde una pequeña araña se ha convertido en un gigante terrorífico. Cual caballero andante, un alfiler es ahora su espada y al estilo de San Francisco de Asis, un pedazo es tela es su única vestimenta. Todavía guarda esperanzas de poder ser encontrado, de volver a la normalidad y lucha y sobrevive para ello. En cierta forma esa esperanza es lo que lo ata y convierte en prisionero de un mundo que ya no es para él. En una desgarradora escena, Scott llega a una pequeña ventana que da acceso al exterior, hacia el jardín, pero está cubierta por una tela de malla que aún no le permite escapar: desesperado ante ello, grita de impotencia. Esta segunda parte, es básicamente la expiación de Scott. Está aprendiendo a dejar atrás todas sus ataduras, a despedirse de un mundo que lo mantenía dominado y en cierta forma despersonalizado sin que él se enterara. Está aprendiendo a ser libre a vivir bajo sus propios medios. Y en cierta manera esta replicando la imagen, muy norteamericana del “self-made-man” – el hombre que se hace así mismo – y que constituye uno de los valores más representativos del “american way of life” – la forma de vida americana -.
Scott está realmente en medio de un viaje iniciático. Su miniaturización representa no una falta de poder, sino un arduo camino interior hacia sí mismo, hacia una nueva comprensión del universo. Como si fuera un buda, o Jesucristo, la iluminación llega a Scott en su momento más aciago, en el instante en que deberá jugarse el todo por el todo contra la araña del sótano para poder vivir.
“Una extraña calma me invadió. Comencé a pensar más claramente que nunca – como si mi mente estuviera bañada por una brillante luz. Entendí que parte de mi enfermedad tenía sus raíces en el hambre, y me acordé de los alimentos en la plataforma, del pedazo de pan en la tela de araña. Ya no sentía odio por la araña. Al igual que yo, ella luchaba a ciegas por obtener los medios para vivir.”
Scott ha entendido algo muy importante: toda vida tiene un valor. No somos seres sin sentido, existimos y por lo tanto valemos. Todos luchamos por ser felices, por vivir. La sociedad, la economía, la política, la derecha y la izquierda y nos han transformado en peones de un sistema, en partes de un reloj, en autómatas de un sinsentido que usa excusas para convencernos de que si tiene una dirección. Pero ahora Scott lo ha podido ver. Esa araña no es solo parte de un sistema más grande que le ordena comer sin ningún sentido. Al igual que Scott, ella quiere vivir. Su miedo por morir es tan grande o igual al de nosotros.
Scott por fin se ha liberado. Ahora acepta su condición no con resignación patética sino como la apertura de un nuevo camino hacia nuevos mundos. Pero ya no será controlado por ellos. El se controla a sí mismo. Él lleva su mundo consigo.
“Mi prisión era tan grande como la distancia que mis ojos podían abarcar, una gris y hostil extensión de espacio y tiempo. Así que decidí que si el hombre había podido dominar el mundo exterior, entonces yo podría dominar el mío.”
En su mortal enfrentamiento, Scott mata a la araña y ese sacrificio que no nace del odio, sino de la comprensión de los hecho de la vida, le otorga nueva savia y confianza. Ahora camina una vez más, hacia esa ventana que da al exterior para descubrir que la tela de malla es mucho más grande y puede pasar por ella sin dificultad. Ya no es un prisionero de nuestro mundo.
Al atravesar las barras de su prisión, llegamos a la tercerea fase del filme. Scott ha seguido el camino del héroe y la película nos ha llevado de la mano con él. Durante varios minutos hemos visto como nuestro mundo se ha tornado gigante y la metáfora de este gigantismo ha sido excelentemente bien planteada y entendida. Al contrario de otros personajes analizados en estas páginas, como el coronel Manning de The amazing colossal man cuya condición de gigante solo representa para él desgracia y el pretexto perfecto para encerrarse en sí mismo y negarse a tomar sus responsabilidades, en Scott la miniaturización fue el medio para liberarse de sus trabas. Sin embargo no fue la miniaturización por sí misma la que desencadeno esta nueva forma de ver la existencia en Scott. Fue parte importante del fenómeno, si, pero la decisión fue de él. The incredible shrinking man es una película que ofrece al público un mensaje importante sobre el mundo en que estamos viviendo y la forma tan patética en que lo estamos aceptando. Muchas de las angustias sociales devienen del miedo a perder posiciones y privilegios en el medio, en especial ocurre con las clases medias que con cada crisis económica ven mermado su acceso a lo que consideran un estilo de vida mejor. Despertarte y saber que sus hijos ya no podrán asistir a su escuela, que ahora se le ha privado de ciertas ventajas y oportunidades a la familia y que nuestros logros están ligados a todo lo que ordena el sistema y que no tenemos seguridad en nada, causa verdadera zozobra en nosotros. El hombre se siente impotente ante esa maquinaria gigante que es el gobierno, la sociedad y la economía, porque su lucha no es para enfrentarse a ella y a su control, sino al contrario, por seguir permaneciendo en su interior, sobreviviendo a todo ello. El sistema nos ha engañado. No vivimos para nosotros. Vivimos para él y no nos hemos liberado.
“Yo seguiría disminuyendo, para convertirme en... ¿qué? ¿Lo infinitesimal? ¿Qué era yo? Aún era un ser humano? ¿O acaso era el hombre del futuro? Si hubiera otros despliegues de radiación, otras nubes a la deriva por mares y continentes, ¿podrían otros seres seguirme hacia este vasto nuevo mundo? ¡Tan cerca lo infinitesimal y lo infinito! Supe entonces que eran en realidad los dos extremos de un mismo concepto. Lo increíblemente pequeño y lo increíblemente vasto al final se acaban encontrando, como ocurre al cerrarse un gigantesco círculo. Miré hacia arriba, y sentí como si de algún modo pudiera abrazar los cielos. El universo, mundos más allá del número, el tapiz plateado de Dios en toda la noche. En ese momento, supe la respuesta al enigma del infinito. Yo había pensado en términos de la limitada dimensión del propio hombre. Había sido arrogante hacia la naturaleza. Que la existencia comienza y termina es un concepto del hombre, no de la naturaleza. Y sentí mi cuerpo menguando, fundiéndose, convirtiéndose en nada. Mis temores se desvanecieron. Y en su lugar llegó la aceptación. Toda esta vasta majestuosidad de creación debía significar algo. Y entonces lo comprendí. Siendo yo lo más pequeño de lo pequeño, aún hay algo que todavía tengo que decir. Para Dios, no hay cero. ¡Y yo, aún existo!”
• Guión: Allan Caillou (guión) , Bert I. Gordon (historia) • Actores: Beau Bridges, Tommy Kirk, Ron Howard • País: Estados Unidos • Clasificación: Colosos y Humanoides
Sinopsis:
VILLAGE OF THE GIANTS (1965), otra película de gigantes más, dirigida por el ya casi especialista en el subgénero, Bret I. Gordon, (y cuyas iníciales, irónicamente son BIG) da inicio cuando un grupo de teenagers citadinos y rebeldes chocan su auto contra un poste de luz al lado de la carretera. Los muchachos (tres chicos y cuatro chicas) resultan ilesos y continúan su fiesta privada en medio de un chubasco, bailando alocadamente música “A-go-go”. De hecho los créditos de inicio de la película ya mostraban una escena posterior donde se exhibe el desenfreno juvenil, no exento de cierta explotación sexual, al mostrar a las chicas bailando de forma voluptuosa e insinuante.
El líder del grupo, un chico llamado Fred (interpretado por el entonces jovencísimo Beau Bridges) anima a los demás a abandonar el auto y dirigirse a un pueblo cercano llamado Haniesville donde dice conocer a una chica Nancy, a la cual piensa visitar.
Por su parte, Nancy y su novio Mike son testigos de cómo el hermano mayor de esta, un niño genio (interpretado por el ahora director Ron Howard) crea una especie de alimento maravilloso que hace crecer a quien lo come. Un gato, su perro y un par de patos son los primeros en experimentar el asombroso agigantamiento.
Los chicos rebeldes llegan al pueblo, pero al no encontrar a Nancy, ni algún lugar donde quedarse, deciden irrumpir ilegalmente en un teatro, donde se bañan y arreglan para seguir la fiesta en cualquier otra parte. Este lugar resulta ser un club donde una banda musical – The Beau Brummels – un grupo muy al estilo “Beatles” interpreta sus canciones. Sorprendentemente en medio del lugar aparecen los dos patos gigantes, perseguidos por Nancy Y Mike.
Fred y sus amigos averiguan el origen del portento y deciden robar una muestra del alimento, pues la formula de seguro se cotizará muy bien; pero son interceptados por Mike y sus amigos quienes les arrebatan la muestra. Los chicos deciden no entablar un enfrentamiento y regresan al teatro donde uno de ellos confianza que no entrego todo el alimento. Emocionados ante la perspectiva de experimentar el efecto del alimento, los chicos comen y sus cuerpos se ven inmediatamente agrandados a una altura de casi ocho metros.
Vestidos solo con los cortinajes obtenidos del teatro, los muchachos salen y se dirigen al centro del pueblo donde los jóvenes del lugar celebran una fiesta. Al verlos llegar, todos quedan mudos de asombro, mientras los gigantes, divertidos exigen música y comienzan a bailar, una vez más, al estilo “a-go-go”.
Los chicos gigantes se saben ahora dueños de la situación y por supuesto del pueblo y declaran una guerra abierta contra los adultos del lugar. Ahora serán los adultos los que serán supervisados y ellos los que decidirán como se van a mover las cosas en el pueblo. Haciendo gala de su fuerza y tamaño, y al secuestro de la pequeña hija del Sheriff, exigen a los lugareños entregar todas sus armas mientras obligan a Mike y sus amigos a servirles casi como esclavos. Fred, el joven gigante, se sincera con Nancy: los adultos siempre le han ordenado que hacer, pero ahora, en ese pueblo, el tiene el control y piensa ejercerlo.
Mientras tanto, en el sótano de la casa de Nancy, su pequeño hermano ha logrado encontrar el antídoto para el agigantamiento. Es un gas amarillo el cual, con ayuda de su bicicleta” esparce por la calle. Los gigantes lo aspiran y entonces son devueltos a su tamaño original.
El castigo no se hace esperar y Mike aplasta de un puñetazo a Fred, que asustado, no piensa más que en huir. Los chicos rebeldes, humillados y avergonzados, son arrojados casi desnudos y sin miramientos, del pueblo.
Comentarios:
Por supuesto, la película es una comedia y en sus créditos declara estar inspirada en la novela EL ALIMENTO DE LOS DIOSES de H. G. Wells. Su postura moral se contrapone al espíritu explotativo de la película, donde la gran atracción son por supuesto las sexys y rubias chicas gigantes que gustan de bailar a-go-go entalladas en diminutos e improvisados bikinis que les permiten exhibir sus excelentes y ahora aumentados atributos a una audiencia de hormonales chicos sentados en las butacas del cine.
La metáfora del gigantismo no es especialmente difícil de analizar en esta película: es el tamaño y la fuerza lo que otorga el poder. Juan Eduardo Cirlot menciona un aspecto de esta imagen en su obra El diccionario de los símbolos:
“Ese sentido del gigante, como lo que sobrepasa, la estatura (simbólica aquí de poder y de fuerza) determina también la indefinición del significado del gigante. Puede ser la imagen del padre terriblepor reminiscencia infantil (los niños ven a sus padres como gigantes), una imagen del inconsciente, de la sombra…”
Es obvio que esta película presenta a los jóvenes rebeldes básicamente como chicos inmaduros e irreflexivos, realmente unos niños a los cuales hay que llamárseles la atención y así lo hace el Sheriff cuando llega a la fiesta en el centro del pueblo (“Muy bien muchachos, escuchen. He recibido montón de llamadas telefónicas diciendo que están haciendo mucho ruido por aquí… Todos váyanse. ¡A sus casas!) y se topa con los gigantes. Su reacción de sorpresa ante el tamaño de los muchachos se haya inmediatamente detenida por su deber como autoridad y con tono totalitario ordena a los gigantes salir del lugar y esperarlo en el teatro. Los chicos le siguen la corriente, pero ya en el interior del lugar los muchachos dejan bien claro cuál es la nueva posición del Sheriff: los gigantes son ellos, no él. Las cosas se harán de ahora en adelante como ellos digan.
El pueblo y su armónico equilibrio de suburbio blanco y decente se encuentran ahora amenazados por un grupo de inconscientes niños – gigantes que promocionan el desorden, el ruido, la música a todo volumen y por supuesto, en cierta manera, el sexo. Esta actitud afecta con contagiar a los otros muchachos del lugar al que Fred les ha hecho un ofrecimiento: Serán ellos y todos los jóvenes del pueblo contra los adultos. En cierta forma, están ahí para protegerlos e instaurar un nuevo orden de las cosas. Juan Eduardo Cirlot también menciona algo de este aspecto:
“Es curioso notar que, en el folklore, el gigante suele ser protector del pueblo contra los señores, mantiene las libertades y los fueros, su carácter es tutelar. Cabe una significación (no generalizada) del gigante como personificación del hombre colectivo, de la-unión-hace-la-fuerza, de la vida en comunidad.”
Los señores feudales, nobles dueños de las tierras y prácticamente de las vidas de sus vasallos, son la imagen perfecta que refleja este paternalismo adulto que controla cada aspecto de la vida de los muchachos. “Es como si fuera la única palabra que [los adultos] se supieran “- se queja Fred – “No tomes, no fumes, no manejes tan rápido”. Por supuesto, esta queja no hace más que evidenciar que, efectivamente, el joven gigante Fred y sus amigos no son más que un grupo de chicos inmaduros. Se rebelan irreflexivamente contra un conjunto establecido de valores e ideas que la sociedad americana a impuesto para “proteger” a sus jóvenes y niños, no porque vean en ellos una injusticia o cuenten con una nueva visión filosófica de la existencia, sino simple y únicamente porque estos no les permiten divertirse a sus anchas. Son rebeldes sin causa y Fred,- como ocurre en Pinocho -, lo único que ofrece a los muchachos del pueblo es una fiesta interminable que acabará en una tragedia social.
El gigantismo de estos chicos es una usurpación del poder, un hecho que se descubre maravilloso y terrible: ¿Qué tal una generación gobernada por chicos que no sienten ningún respeto por los valores clásicos americanos? ¿Qué tal una generación indolente que se basa en la autocomplacencia y ha dejado atrás la responsabilidad y el sacrificio por la sociedad? ¿Qué tal una generación que ha dejado atrás los preceptos morales y la palabra de Dios? Seria básicamente el principio del fin.
Al final de la película, los chicos infractores son exiliados del paraíso suburbano de Haniesville en una sugerente imagen que nos recuerda a Adán y Eva. Vestidas aún con lo que les queda de las raídas cortinas del teatro, las chicas hacen lo posible por cubrir su vergonzante desnudez, mientras los chicos, humillados y derrotados, caminan cabizbajos por el mismo lugar donde todo comenzó: un pedazo de la carretera, donde el carro aún estampado en el poste, es parte de lo que parece un triste paisaje de apocalipsis atómico.
• Guión: Mark Hanna • Actores: Allison Hayes, William Hudson, Yvette Vickers • País: Estados Unidos • Clasificación: Colosos y Humanoides
Sinopsis:
Nancy Fowler es una rica y atractiva mujer casada con un parasito de hombre, egoísta y mujeriego, interesado solo en su dinero y en su “Estrella de la India”, un caro diamante que carga en su collar Las infidelidades de su marido y los problemas familiares la han convertida en alcohólica y ella misma se sabe comidilla de toda la gente del pueblo donde vive, pues Harry Archer, su marido, ni siquiera oculta su relación con Honey Parker, una mujer del mismo lugar con la que descaradamente se exhibe.
En un viaje por carretera, Nancy sufre una aterradora experiencia con un ovni, un objeto esférico y luminoso de donde surge una mano gigante que intenta atraparla. La mujer, horrorizada, logra escapar y llegar al pueblo donde, temblando y aterrada, cuenta su experiencia al Sheriff. Este, conociendo la fama de alcohólica de Nancy, tiene claras dudas de su experiencia, pero decide acompañarla hasta el lugar donde se dio el encuentro. Por supuesto, no hay pistas de nada.
Harry Archer tiene que regresar a su casa con una esposa histérica y aterrada a la que tiene que soportar, pero pasado un tiempo tendrá que darle la razón al ser el mismo testigo del suceso, en un viaje realizado ex profeso y por insistencia de su esposa, al desierto del lugar donde ambos se encuentran con el objeto y un gigantesco hombre de casi 15 metros. El gigantesco hombre extraterrestre secuestra a Nancy y Harry huye, abandonándola cobardemente a su suerte. Por alguna razón, el alienígena desea también el diamante que carga la mujer.
Al poco tiempo, Nancy es encontrada por la policía y llevada a su hogar donde es atendida por el médico, el cual detecta una inusual radiación que envuelve el cuerpo de la mujer.
Ante esta inusitada situación, Harry decide cortar con todo y se dirige al hotel-bar del pueblo para escapar con su amante, pero es interceptado por su gigantesca y ahora bestial esposa que derrumba el lugar matando a Honey con una pesada viga de madera. Cuando la policía llega al hotel, (después de presenciar por ellos mismos la existencia del ovni y a su sorprendente ocupante) son testigo de cómo Nancy lleva entre sus manos a un espantado Henry que grita por su vida. Intentando detenerla, el Sheriff dispara a la gigantesca mujer que al pasar cerca de una torre de alto voltaje, es electrocutada al impactar uno de sus proyectiles en uno de los sistemas de la electricidad. El cuerpo de Nancy, brillando por la energía, se derrumba en el suelo y junto con ella, Harry.
Cuando la gente llega a donde se encuentran ambos cuerpos descubren que los dos han muerto. El doctor solo se presta a decir lo siguiente: Al final, Nancy tiene a Harry para ella sola
Comentarios:
No es extraño que se encuentren muchos puntos en común entre Attack of the 50 foot woman (1958) de Nathan Juran y, The amazing colossal man (1957) de Bret I. Grodon, ya que el guión y la historia son de Mark Hanna que trabajó en ambas producciones. Estos elementos en común van más allá de la simple coincidencia entre el gigantismo de ambos protagonistas y llegan a reconocerse en las motivaciones y problemáticas internas de los personajes.
Algunos críticos y analistas ven en esta película un alegato revanchista y pro-feminista contra el sistema machista y patriarcal imperante en la sociedad de los cincuenta y que en cierta manera todavía persiste hasta nuestros días. Han querido ver en el agigantamiento de Nancy Fowler la simbología de un empoderamiento cada vez más evidente de la mujer en la sociedad. Ante esta situación de poder, el sistema patriarcal se encuentra cada vez más preocupado y ve en este movimiento en pro de las mujeres, una amenaza a su estatus y privilegios.
En cierta manera, lo que hace esta película es dejar en evidencia (involuntariamente) ese miedo del sistema patriarcal hacia una cada vez mayor participación femenina en las decisiones de poder en la sociedad, aunque siendo sinceros, Nancy Fowler está muy lejos de representar esa imagen de competitividad femenina. Su gigantismo, aunque ligado con la imagen del poder, no es una enormidad que represente una mayor influencia del papel femenino en las decisiones de su medio, sino una simple transformación hacia la monstruosidad.
Al igual que el coronel Manning en The amazing colossal man, Fowler es una mujer invadida por la confusión, el desencanto y la indecisión. Aunque casada con un hombre que no tiene empacho en serle infiel y cuyo único objetivo es disfrutar del dinero de su herencia, Nancy no ha encontrado la fuerza para separarse de él. Considera que aún lo ama y por tal razón continua soportando sus desprecios e infidelidades que ya no son un secreto para nadie en todo el pueblo. Públicamente expuesta e interiormente impotente para lidiar con tan humillante situación, Nancy no encuentra otro escape para sí misma que la bebida.
Delante de su marido y para la sociedad, su actitud no parece la de una mujer doblegada, se ha convertido en una cínica, pero la realidad es otra. Ella conoce muy bien la imagen que posee ante la sociedad de donde vive y es por ello que cuando tiene el aterrorizante encuentro con el gigante del ovni y acude histérica a comentarlo a las autoridades, sabe que no le creerán: ¿Quién va a hacer caso de una borracha?
Posteriormente Nancy volverá a tener un encuentro con el tripulante del ovni, y esta vez, las secuelas de ese contacto van a manifestarse en su cuerpo cuando este comience a crecer descomunalmente. Ahora Nancy se ha transformado en un monstruo. No sólo ella ha crecido; su frustración y rencor lo han hecho con ella y esta vez va camino al pueblo a deshacerse de su rival, una vividora llamada Honey Parker quien morirá aplastada – con toda la intención – por la titánica Nancy. Es interesante notar que ahora, transformada en gigante, Nancy no es completamente dueña de sus facultades mentales. Al igual que ocurrió con el coronel Manning, “el sorprendente hombre colosal” es la parte bestial, instintiva y directa la que ahora controla el cuerpo de Nancy. Es como un animal enojado y en cierta medida, un ser controlado por sus emociones.
En las últimas escenas de la película, desde donde Nancy captura con su descomunal mano a su aterrado marido, hasta el momento en que es electrocutada por una descarga de alto voltaje, es imposible no hacer un paralelismo con el famoso mono cinematográfico, King Kong. Lo verdaderamente patético es que Nancy no ha secuestrado a su marido para hacerle pagar todo lo que ella ha sufrido, sino que lo ha hecho para quedárselo, para evitar que se lo arrebaten.
Finalmente, cuando el cuerpo de la giganta se encuentra derrumbado al lado del cadáver de su marido, el doctor del condado lanza finalmente el epitafio machista de una sociedad que no sabe ver más allá de lo aparentemente evidente: Al final, Nancy tiene a Harry para ella sola.
La realidad es que Nancy no necesitaba a Harry para ella. Necesitaba la fuerza interna para retomar su propia vida y vivirla sin miedo. Pero eso no lo va a comprender nadie porque Nancy es ahora un monstruo (“la más grotesca de todas las monstruosidades”, reza el corto cinematográfico). Rompió las reglas, se convirtió en una amenaza pero lo peor es que ni siquiera fue por su propia decisión: fue la radiación de un ente extraño quien la hizo hacer eso.
El cuerpo agigantado de Nancy es un reflejo pues, no de una decisión de tomar el poder, sino de un acumulamiento de frustraciones por la imposibilidad de afrontar la realidad y a la sociedad misma, que estigmatiza y señala a quienes no se ajustan a sus cánones. El miedo y la falta de responsabilidad ante el hecho de tomar decisiones dolorosas para su propia vida no sólo llevará a Nancy al alcoholismo, sino finalmente, al desastre. Y al igual que el coronel Manning lo hizo en su film, ella lo pagará de la casi única manera en que pagan los monstruos gigantes su osadía de romper con la tranquilidad del sistema social americano: por las armas de la ley.
La angustia de Nancy proviene del Viet-Nam de muchas mujeres, del campo de batalla que se encuentra en su propio hogar y en una sociedad muchas veces superficial y de doble moral. Enfrentarse a ello conlleva un esfuerzo muy duro y una fortaleza interior capaz de permitirnos afrontar nuestras propias responsabilidades con nuestros recursos y dejando atrás el miedo. Nancy Fowler, por desgracia, no puedo encontrar esa fortaleza.
Es interesante notar cómo el extraterrestre del filme, es al igual que el coloso de The amazing colossal man, un gigante calvo. Toda esa falta de pelo frecuentemente se asocia en el cine – según H. Arthur Taussing – a los villanos. Existe una gran variedad de villanos calvos en el medio del cine como Albert Dekker en su papel del Dr. Cyclops en Dr. Cyclops (Ernest B. Schoedsack, 1940) o Tor Johnson, en el famoso papel del “zombizado” inspector Clay que brota salvaje y aterrorizador de la tumba en el cementerio de Plan 9 from outher space (Ed Wood, 1959)
Aunque sin mucha relación realmente con el filme, la temida radiación hace su aparición en esta película, una vez más, considerada como la causa de la mutación de Nancy Fowler en la monstruosa mujer de 15 metros. Esta radiación no proviene de ninguna bomba o experimento sino de una nave que no es de este planeta. A ser redonda y después de la exitosa misión que puso al Sputnik en órbita, nadie duda en llamar al objeto “satélite”. Una vez más, la radiación – venga de donde fuere – se convierte en el elemento mágico, la causa de moda para transformar al hombre en un monstruo.
Es importante dejar patente que los elementos analizados en este discurso, provienen más de un análisis del subtexto de la película, que de la intencionalidad de sus productores. Por lo general, muchos de los filmes populares reflejan de manera involuntaria las ansiedades, tensiones y la vison cultural de la sociedad de su presente. El ataque de la mujer de 15 metros, ofrece mucha de esta información debajo de su argumento fácil y descabellado, se apropia de las claves culturales y metafóricas más comunes para el grupo social de donde proviene y se regodea en el pensamiento imperante de su lugar y su época. El film fue escrito por un hombre y eso se nota. El final de la película es una muestra de ello. La tragedia es desatada por lo que la visión masculina cree saber de las necesidades femeninas. Su punto es que Nancy realmente estaba enamorada de la basura de su marido y su único objetivo era tenerlo para sí. Sin embargo el análisis de mi texto está hecho desde el punto de vista de una época donde – aunque sigue imperando una visión masculina de lo social – las cosas deben juzgarse por varios ángulos. Lo que un grupo entendía antes como amor incondicional, ahora lo entendemos - bajo ciertos hechos y elementos, claro – como una reacción desesperada ante la inseguridad personal.
• Guión: Bert . Gordon (Historia) y George Worthing Yates (Guión) • Actores: Duncan “Dean” Parkin, Roger Pace, Sally Fracer • País: Estados Unidos • Clasificación: Colosos y Humanoides
Sinopsis:
Algo extraño ocurre cerca del pueblo de Guavos, en México. Gente y sus vehículos han estado desapareciendo de las brechas de transito sin dejar rastro. El último incidente deja como resultado a un joven chofer tan impactado por el suceso que ha tenido que ser internado en el hospital.
La noticia de estos sucesos llega a Estados Unidos donde Joyce Manning (Sally Fracer) la hermana del Coronel Glen Manning, aquel hombre que se convirtió en un coloso de 20 metros de altura, aún se encuentra buscando rastros de su hermano quien presumiblemente murió por las heridas de las armas militares y su caída desde la pared de la presa Hoveer.
Sospechando que tras aquellas desapariciones tal vez encuentre alguna pista sobre su hermano, parte a México para indagar el suceso, para regresar después, acompañada con personal militar, quienes también se encuentran preocupados por el asunto.
Y efectivamente, descubren al gigantesco Manning en un lugar apartado y rodeado de todos aquellos vehículos saqueados en su afán de encontrar comida.
Manning es ya prácticamente un animal solitario cuyo rostro ahora resulta estremecedor, pues una parte de este ha sido arrancada, exponiendo su blanca calavera a la vista de todos.
Los militares logran capturarlo y enviarlo de regreso a los Estados Unidos, donde el gobierno se encuentra con el dilema de qué hacer con él. Las diferentes secretarias gubernamentales se desentienden del problema y el futuro de Manning se percibe cada vez más negro.
Aunque Manning es atado y anestesiado en un hangar, este logra liberarse y parte del lugar para dirigirse a la ciudad de Los Ángeles, donde la fuerza militar lo espera para acabar de una vez con el problema tendiéndole al coloso una redada en el observatorio de Griffith Park.
Asediado por los militares y furioso por las luces de los reflectores, Manning levanta un autobús escolar atestado de chiquillos que gritan aterrorizados. Afortunadamente su hermana llega al lugar de los hecho y logra que Manning, o lo poco que queda de el hombre que fue, entienda la situación y deje sanos y salvos a los niños.
Sin embargo, muy dentro de sí, el coronel Manning sabe que se encuentra condenado. No importa a donde vaya, sabe que jamás encontrará la paz, así que decide acabar con todo de propia mano y decide suicidarse sujetando unos cables de alta tensión. Extrañamente, su cuerpo desaparece, como si se disolviera en el aire.
Comentarios:
Esta continuación a la anterior película de Bert I. Gordon, The amazing colossal man (1957) es claramente inferior en muchos aspectos pero redondea y finaliza la reflexión que se originara en el primer filme, en cuanto a su metáfora de las experiencias post-traumáticas de la guerra. El coronel Manning es el reflejo agigantado de la situación que vivían los veteranos de la guerra de corea y en cierta forma esta nueva película es un oráculo desafortunado para los que – en el futuro – regresarían de Viet-Nam.
Manning, al igual que muchos de estos soldados, solo volverían a casa para descubrir que las experiencias de guerra los habían transformado – para bien o para mal – en otras personas. Los que no lograron deshacerse de todo aquel peso, se volvieron claramente antisociales y en cierta manera, una carga para el sistema. Manning también pasa por todo aquello y se refugia en México para apartarse de la sociedad.
El que México haya sido elegido como el lugar donde Manning va a refugiarse (y que irónicamente se convertirá también casi en un lugar de procesión para los veteranos de la guerra de Viet-Nam) puede deberse a la imagen metafórica que nuestro país inspira en aquella época: un punto intermedio entre lo moderno y lo casi salvaje, donde la naturaleza aún impera en muchos lugares (al igual que los instintos animales de Manning) y donde es posible alejarse de la sociedad, artificiosa y asfixiante.
Para su desgracia, Manning no ha encontrado en la naturaleza un elemento de redención, sino una forma de aislamiento. El coloso no consigue su alimento de la naturaleza, sino que depende de los alimentos encontrados en los vehículos que logra secuestrar. Aún se encuentra atado a ese mundo del cual no ha podido retirar su cordón umbilical, a la sociedad, a la tecnología y por ende, a la dependencia de todo ello.
Posteriormente, el gigantesco coronel es regresado al país que pertenece y para su desgracia, la sociedad y el país no tienen idea de qué hacer con él. Es potencialmente una amenaza, pero también es – en lo que cabe – un ser humano. Manning solo se convertirá en dinero del erario tirado a la basura en lo que concierne a mantenerlo vivo y no da signos de representar alguna utilidad para nadie: ni siquiera su gigantismo puede ser usado por los militares porque nadie sabe a ciencia cierta que lo causo y nadie quiere tener un ejército de coroneles Manning enloquecidos corriendo por ahí. La triste realidad es que el coronel Glen Manning no es productivo para el sistema y es más una amenaza latente contra la sociedad.
Para Manning, la modernidad es el verdadero monstruo. Crece más rápido que él y no le dejara ningún lugar donde pueda apartarse del mundo y refugiarse. Sus propios fantasmas lo siguen atormentando en algún lugar de su cerebro y ya no habrá paz de ninguna clase para él. Así que decide con su primitivamente que solo le resta un camino: el suicidio.
Ya no hay Manning. Ha desaparecido y con su pérdida también hay un descanso para el sistema social que ya no tendrá que sufrir más el monstruo que – en cierta manera – el mismo ha engendrado. Para la gente, Manning solo era eso: un monstruo, porque juzga solo en base a su miedo y a su limitada información.
En el triste caso del coronel Manning, pues, no hay a quien culpar.
La figura de Manning, la cara despedazada de un lado mostrando su terrorífica calavera, es también una imagen muy sugerente y podría tomar diferentes interpretaciones. El rostro del coronel es ahora ya sumamente perturbador, porque refleja la amenaza de la muerte, tal vez incluso para sí mismo. En cierta manera, él ya se encuentra muerto por dentro.
• Toda la película fue filmada en blanco y negro, excepto el último minuto, donde Manning se suicida, que es filmado en color.
• No le crean al poster: los niños no caen del autobús.
• Guión: Mark Hanna y Bert . Gordon • Actores: Glen Langan, Cathy Downs, William Hudson • País: Estados Unidos • Clasificación: Colosos y Humanoides
Sinopsis:
Gracias a un accidente ocurrido en medio de una prueba nuclear en el desierto de Arizona, el Coronel Glen Manning es alcanzado por la ardiente energía de una bomba de plutonio. Milagrosamente sobrevive, pero su cuerpo se encuentra tremendamente quemado y tiene pocas esperanzas de pasar la noche. Sin embargo, a la mañana siguiente, una enfermera descubre con sorpresa que las quemaduras del coronel han desaparecido y una nueva piel se ha desarrollado sobre todo su cuerpo. Sorprendidos con este hecho, los doctores se cuestionan que factor pudo haber causado todo aquello. Sin embargo, las sorpresas no hacen más que empezar.
Cuando Carol Forrest, la novia del coronel se entera de que su novio ha desaparecido del hospital, sigue su rastro hasta una base militar donde logra infiltrarse y descubrir que Manning es ahora un gigante de 30 pies de largo. Los doctores, aún más desconcertados que antes, buscan afanosamente la manera de detener o revertir el proceso de crecimiento del Coronel que aún no se detiene.
Cuando Glen Manning recobra la conciencia se encuentra entonces con que ha dejado de ser un ser humano normal, para transformarse en un coloso gigante, en sus palabras: un monstruo.
Para su desgracia, el gigantismo no es un síntoma que viene solo: su cuerpo ha perdido todo rastro de vello o pelo, sufre de unas tremendas jaquecas causadas por el miedo y la ansiedad; y su corazón no crece al ritmo tan acelerado de su cuerpo. Poco a poco, el Coronel Manning parece ir –además de lo todo lo anterior – perdiendo poco a poco la razón, pues pasa de momentos de depresión pura a una excitación exacerbada que inspira verdadero miedo en su novia y quienes lo rodean. Manning es ahora un gigante abatido que vaga solitario en un gran campo militar.
Para cuando los doctores y científicos de la base descubren lo que puede ser la cura para el gigantismo de Manning, este experimenta una de sus peores crisis mentales y acaba vagando por el desierto en una especie de estado de confusión, hasta llegar a Las Vegas, donde causa – al principio – sorpresa en los habitantes, expectación en los medios y alarma entre la policía. Los disparos de un grupo de estos despierta a la furia animal en el confundido Manning y todo se convierte en caos.
Afortunadamente, la novia de Manning, el doctor Coulter y el mayor Lindstrom ya van en camino con la cura para el coronel: se trata de una jeringa gigante con un compuesto azufroso que actuaria sobre la medula del gigante para disminuir su tamaño (¿?). Cuando el helicóptero que lleva a los tres lo intercepta - ya fuera de la ciudad de las Vegas - desciende y los tripulantes logran inyectar la sustancia en uno de los talones del coloso, el cual, furioso y adolorido, usa la misma jeringa para atravesar el cuerpo del mayor Lindstrom y subsecuentemente, secuestrar a la chica.
El Dr. Coulter y los militares logran atajar a Manning exactamente al lado de la Gran Presa Hoover, pero se hayan imposibilitados de usar sus armas pues carga en una de sus manos a la Srita. Forrest. Apelando a lo que aún queda de Manning, Carol le suplica al gigante que la baje y este, reacciona favorablemente a su petición. Es entonces que los militares atacan y el cuerpo del coloso se desploma, malherido, por la pared de la presa. Su cuerpo se pierde en lo profundo de las aguas del cañón.
Comentarios:
Hay un aire de tragedia griega en la película de Bret I. Gordon, The amazing colossal man (1957) aunque Jerome F. Shapiro, autor del libro Atomic Bomb Cinema opina totalmente lo contrario:
“Esta película, sin embargo, no es una tragedia, pues Manning, tristemente, no acaba aprendiendo nada de su experiencia. El es simplemente destruido por estas. The amazing colossal man es, como se explicó antes, una película sobre la bomba, pero su narrativa apocalíptica parece ser solo superficial, ya que si bien el héroe emprenden diferentes periplos hacia otros mundos, no se revela ninguna realidad trascendental o redentora. De una forma ambigua, tal vez poética la película previene a la audiencia contra los peligros de la guerra, los rápidos cambios sociales y tecnológicos y especialmente contra darle la espalda a una crisis.”
The amazing colossal man no es realmente una película sobre el dilema de la bomba o sus efectos, ni sobre el terror nuclear, ni una metáfora sobre el exagerado y mal uso de la ciencia. La bomba y el gigantismo es tal vez el único elemento que ata esta película con otras como Them! (1954) de Grodon Douglas donde unas hormigas mutadas por la radiación han llegado a obtener un tamaño descomunal o The beast from 20,000 fathoms (1953) de Eugenie Laurie donde un antiguo y gigantesco reptil antediluviano es reactivado por una prueba atómica en el ártico para después acabar causando el pánico en Nueva York. Aquí, a final de cuentas, ni siquiera hay una seguridad de que sea la radiación de la bomba que explotó sobre el coronel Manning, quien causó directamente – y sigue causando - el agigantamiento de su cuerpo.
En cierta manera, Manning sigue el derrotero de otros famosos colosos del cine como King Kong o Mighty Joe Young: son más víctimas que victimarios. Tal vez mucho de esto se deba a su forma antropomórfica, que los acaba convirtiendo en seres más cercanos a nosotros, los humanos; y esa naturaleza animal que más que ofrecerle cualidades realmente salvajes, los identifica como criaturas de un mundo diametralmente diferente al nuestro, que es artificial y en muchos sentidos, algo más falso. King Kong es una bestia, si, pero es sincera. Su adoración por la chica no es falsa, le viene del corazón.
Estas bestias gigantes, con lo que cargan de su inocencia a cuestas, casi siempre acaban inmoladas en el altar de la “civilización”, no sin antes ser exhibidas como objetos (en una clara metáfora de la despersonalización del consumismo) que causan primero maravilla y después, terror. Son el recordatorio de que aún hay algo salvaje e impredecible debajo de todo aquello que parece controlado y organizado, una fuerza animal latente que puede despertar en cualquier momento.
En el caso del Coronel Manning, esta conexión con el público y este recordatorio de lo salvaje, es aún más evidente, porque al contrario que Kong o Joe, Manning es un humano.
El caso de Manning es triste y patético porque en primer lugar nos habla de la fragilidad y la imprevisibilidad de la existencia misma. El coronel no fue la victima escogida para realizar un experimento, sino la victima de un accidente. Nadie lo propició, no hubo intencionalidad. Por el contrario, Manning se expuso por propia voluntad al riesgo al intentar salvar a los pasajeros de una avioneta que había caído exactamente en el lugar donde se estaban realizando pruebas nucleares. Los ojos del coronel reflejan verdadero horror cuando se da cuenta de que la bomba va a explotar y él está a merced de su poder.
La onda de calor barre con la avioneta y con casi todo el cuerpo de Manning, quien para los doctores, no tiene ya mucha esperanza. Manning sin embargo, se recupera en un solo día y su piel se vuelve a regenerar.
Al contrario de muchas otras películas, donde la radiación es considerada la principal causa del fenómeno mutacional, en esta es precisamente el factor que los científicos esgrimen en contra de cualquier explicación ¿Quién puede sobrevivir a la explosión de una bomba y después, de los restos que quedaron, regenerarse? Debe existir ahí otro factor, que no es la radiación ni la explosión, lo que ha creado este milagro. Es interesante este detalle en tanto de que la energía atómica se había convertido en aquella época en una especie de elemento justificativo para cualquier tontería supranatural en las historias hollywoodescas; una especie de piedra filosofal que permitía tanto agrandar hormigas como otorgar superpoderes a las criaturas. En este film, la energía atómica no es maquillada con el color de la maravilla. La energía de la bomba crea un efecto destructivo y letal, no hay más.
El verdadero drama del Coronel Manning, sin embargo no viene realmente de su exposición a la radiación ni a su nueva condición de gigante, sino a sus problemas internos. Parte de una generación de soldados enviados a Corea, Glenn Manning arrastra con él las brutales imágenes de una guerra en la que se enlistó por honor, pero de la que parece no se encontrarse muy orgulloso. Al igual que muchos veteranos, sus pesadillas lo remiten a esa época que no ha podido dejar atrás y que carga continuamente a cuestas en su memoria y tal pareciera que hasta en su alma. Somos testigos de esto cuando el gigantesco Manning todavía no ha regresado a la conciencia y sus sueños lo transportan a la batalla, donde pierde a un amigo gracias a la cuchillada de un soldado coreano al que le vuela la cara. Manning regresa al hogar, donde una novia lo espera para casarse, pero antes participa en un ejercicio militar más: experimentar una explosión atómica de una bomba de plutonio en condiciones de combate. Manning despierta de esta pesadilla, angustiado.
Como bien señala Jerome F. Shapiro en su análisis de esta película, “Glenn Manning no es ningún Job. Sus pecados son evidentes. Aunque la causa pudo haber sido justa, su pecado es todavía haber matado a otro ser humano. Peor que el pecado mismo, Manning no ha podido expiar estas culpas”. Estos pecados son, en cierta manera, compartidos por ya varias generaciones de norteamericanos en guerra que al volver a sus casas no han encontrado un mundo mejor y al igual que hará el coronel, en lugar de enfrentar sus crisis, les dan la espalda o intentan enterrarlas por otros medios. Manning sueña la guerra porque no ha logrado salir de ella.
En cierta manera The amazing colossal man es una película sobre esta experiencia, la experiencia del estrés post-traumático de la guerra, y sobre una generación que no ha sabido enfrentar sus responsabilidades ante ella. Son víctimas que intentan olvidar que también fueron victimarios. Manning tuvo que convertirse en una bestia para sobrevivir a la guerra y cuando regreso a casa, un mundo que se le prometía diferente, con paz y seguridad, se encuentra con que se ha convertido en un monstruo de verdad. De ser una bestia en corea, se ha transformado en un monstruo en su propio hogar.
Manning no ha podido adaptarse a su nuevo mundo y además se siente impotente por no poderse deshacer de todo aquello que le pesa como un lastre. Ni siquiera cuenta con el consuelo de poder señalar a alguien como culpable. Así como nadie lo obligo a intentar salvar a los hombres de la avioneta derrumbada en medio de la prueba nuclear, nadie tampoco lo obligó a ir a Corea: él mismo, en un flashback de la película, es el que decide participar en ella por honor.
A final de cuentas, nada de lo que ha hecho ha tenido un sentido. Nada ha cambiado cuando regresa de Corea y nada logró hacer por los hombres de la avioneta. El resultado es solo la sorpresa de encontrarse con que poco a poco se está alejando más y más del género humano. Incluso su mente se va trastornando, retornándolo a un estado de salvajismo animal.
Es importante señalar que la transformación física de Manning no es una metáfora de un cambio interior, sino una representación de un cumulo de culpas que se va haciendo cada momento más grande y que amenaza con explotar. El cuerpo de Manning es pues, una especie de globo que está al límite. Esta nueva experiencia no es un infierno que ayude a Manning a revelarle – como indicaba Shapiro - ninguna realidad trascendental. No lo ayuda a encontrarse a sí mismo, ni lo auxilia como una experiencia redentora , porque el mismo Manning no se esfuerza en otra cosa que no sea lamentar su suerte. No puede encontrar ninguna ventaja en ser gigante y no encuentra nada que su nueva condición pueda ofrecer a los demás porque su atención se encuentra centrada en sí mismo y en la impotencia de no poder controlar este hecho sin sentido. No aprende nada de sus experiencias, solo se ve destruido por ellas.
“Que pecado puede cometer un hombre – dice con desesperación el propio Manning – para merecer esto”, “Todo está bien, solo ya no quiero crecer”. El coronel no se enfrenta consigo mismo. Le da la espalda a su situación, a su crisis. Al igual que él, muchos veteranos se encuentran con que no han podido dejar su pasado atrás. No buscan explorar su traumática experiencia y darle un sentido a una realidad que les muestra como aún a pesar de tanto sacrificio, nada ha cambiado a su alrededor. Al revés. El mundo americano – el american way of life - ya no les parece un lugar seguro, sino una máscara que oculta otra realidad mucho más profunda, personal y perturbadora, porque ellos han jugado ya con otras reglas. ¿Cómo podría entender tu hija que el padre amoroso que la abraza en su cumpleaños es el mismo que mató niños en Irak? Y aún peor: después de todo aquello… ¿es realmente el mismo?
Manning crece, si, pero no es un crecimiento interior, personal y positivo. Crece para explotar.
Algo casi implícito en el gigantismo es esa imagen de salvajismo casi animal que acaba identificando a lo gigante con una fuerza desatada de la naturaleza. El gigante tiene de su lado el poder de la devastación, su mismo tamaño lo hace ver como una fuerza imparable que inspira miedo y respeto. La visión sorprendente de un Huracán puede darnos la idea de aquello a lo que nos estamos refiriendo.
Simbólicamente pues, el gigante se yergue como la representación del poder físico, de la brutalidad que existe en la naturaleza. Los titanes, esas figuras descomunales de la mitología griega, eran básicamente la representación de las fuerzas naturales desatadas. Gigante y salvaje, van pues, agarrados de la mano.
En el proceso de gigantización de Manning también existe ese retorno a lo salvaje. Su mente poco a poco se va perdiendo en una niebla de inconsciencia que solo deja activas las respuestas meramente intuitivas o animales. Sin embargo, este proceso no lo convierte en un ente de destrucción per sé.
La figura de Manning es también muy reveladora. Como ha perdido todo el pelo, tenemos un gigante calvo y blanco que muchas veces parece simular a uno de esos gigantescos genios aparecidos de las lámparas de Aladino. Como no hay ropa que le quede, solo cuenta con un extraño calzón elaborado de las mantas del centro militar que lo remite a una condición casi cavernaria o a veces, patéticamente, a la visión de un atontado y descomunal bebe. Además, toda esa falta de pelo frecuentemente se asocia en el cine – según H. Arthur Taussing – a los villanos. Algunos ejemplos los tenemos en personajes como Lex Luthor, el Dr. No, una gran cantidad de científicos locos, etc. aunque siendo justos, Manning no se ajusta en todo al papel del villano de la película.
Cuando Manning sale del terreno donde se encuentra confinado y llega a la ciudad de las Vegas (la ciudad del espectáculo y el exotismo) solo se limita a pasear sobre ella con tranquilidad y curiosidad. La gente del lugar se encuentra maravillada ante el sorprendente espectáculo del coloso. Entonces, unos disparaos irreflexivos de la policía despiertan en el coloso una respuesta irascible y defensiva ante aquel ataque certero, llevándolo a arrancar una palmera para arrojarla a la multitud en afán de alejarlos de él. Manning no es una bestia destructora sin razón, solamente está asustado y sale de las Vegas sin haber creado una masacre.
Finalmente es interceptado por su novia, el Dr. Coulter y un militar quienes logran inyectarle un suero con la esperanza de que recobre su tamaño normal. Sin embargo, - y por el momento – el espectador no alcanzará a saber si aquello habría de funcionar, pues el coloso-Manning toma a su novia del suelo y se dirige con ella hacia la gran presa Hoover, donde los militares, sin ninguna otra idea que no sea acabar de una vez con el problema, lo ametrallan sin piedad. El cuerpo de Manning se desploma al vacio de la gran pared de la presa a la vista de su asustada novia quien ya se encuentra a salvo.
Una vez más, el poder de las armas ha resuelto de tajo el problema. Todos podemos ir a dormir en paz.
BIBLIOGRAFIA
Shapiro, Jerome F., Atomic Bomb Cinema, Nueva York: Routledge, 2002