Porco Rosso

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martes, 3 de octubre de 2017

MADRE! de Darren Aronofsky - 2017 - ("mother!")


Una mujer vive con su marido, escritor de éxito, en una apartada y sosegada casa de campo. Un día, su marido trae a un desconocido al hogar para que se quede una noche con ellos. Cosas terribles empiezan a ocurrir a partir de este hecho...


Dos de mis películas preferidas de toda la historia son "Réquiem por un sueño" y "El luchador". Quiero dejarlo claro antes de ponerme a putear a "madre!", la última obra de Darren Aronofsky, una película que ha gustado a mucha gente y que a mi me parece que va camino de quedar supersobrevalorada. El director cambia de género constantemente y ninguna de sus películas se parece a las demás. Es algo que valoro. Es valiente y, habitualmente, suele entregar buenas cintas. Sin embargo, a mi esta última me parece una cagada infumable. Creo que es mejor saber lo mínimo de ella para afrontarla, porque parte de su encanto reside en esto, así que me voy a explayar lo mínimo. Sí voy a decir que tiene puntos buenos, como una ambientación agobiante que termina poniendo de los nervios (que es lo que busca) y buenas actuaciones, pero para mi todo acaba aquí. La obra es totalmente simbólica, y al parecer tiene resonancias bíblicas (que más o menos quedan claras), pero a mi cuando la simbología es la protagonista total de todo y es tan abigarrada que no engancha nada, me parece una simbología fallida (y no estamos en una dictadura que nos obligue a autocensurar las cosas de esta manera para poder sacarlas adelante). "madre!" es una sucesión de acontecimientos crípticos y oscuros que logra enganchar en un inicio, pero que no llegan a ninguna parte, lo cual se entiende e intuye claramente a mitad del filme, que a causa de ello deja de interesar y aburre mortalmente. No hay ritmo tampoco, aunque las transiciones hacia el caos estén muy bien rodadas. Y el desenlace, que no voy a revelar, claro, me parece un despropósito y un timo de los más grandes que he visto últimamente en una historia de cualquier tipo.


Todo eso aparte de la misoginia que desprende el filme, que tiene uno de los retratos femeninos más sumisos e indignantes que he visto en mucho tiempo. Y todo eso aparte de, pero esto ya es muy personal, lo anticuadas que veo las referencias a un libro como La Biblia, totalmente superado, como todos los que explican el mundo a través de la religión y la mitología, como para resultar un creador de interpretaciones atractivas de nuestra vida en... 2017. Sinceramente, los temas religiosos o los filtros religiosos a mi me parecen de una ranciedad aburrida y cutre a estas alturas de la Historia de la humanidad. Es mi opinión, pero una crítica es eso: una opinión. Para mi Darren Aronofsky ha metido la pata hasta el fondo con este rollazo patatero nada imaginativo muy bien rodado pero nada más, que trata de ir de super intelectual y no va a ninguna parte. No la recomiendo para nada.


miércoles, 9 de abril de 2014

NOÉ de Darren Aronofsky - 2014 - ("Noah")


Noé ha recibido una iluminación del Creador: va a acabar con la humanidad, que ha sumido al mundo en el terror y la maldad, y él ha de construir un gran arca para que una pareja de cada especie animal se salve del gran diluvio que va a convocar. Noé y su familia empiezan la tarea. Sin embargo, van a enfrentarse a un enorme peligro: el pérfido rey Tubal Caín y sus hombres van a codiciar lo que están construyendo. Noé, además, va a verse frente al peor dilema de su vida: ¿Merece la pena que el hombre pueble la Tierra para que pueda volver a destruirla algún día?


De una película como "Noé", el hecho de que sea una adaptación de uno de los relatos de "La Biblia", un libro religioso, es lo de menos. Es lo de menos porque la historia que adapta es una excusa para, primero, desarrollar un paisaje de fantasía neolítica con el que recrearse visualmente y, segundo, porque todo es, en manos de Darren Aronofsky, una metáfora de asuntos relacionados con nuestros días. En un momento en el que llevamos más de seis años padeciendo una crisis económica brutal que nos tiene a todos (o a casi todos) muy quemados y cansados y en el que cada vez se cometen más tropelías tanto entre los propios humanos (ahí están Ucrania, Siria, Libia, Venezuela...) como de cara a los animales y a la naturaleza, "Noé" se levanta como una reafirmación de hierro de la voluntad de vivir y de hacer un mundo mejor a pesar de todo esto. Noé (un muy buen Russell Crowe) es un trasunto perfecto del "hombre quemado" de nuestro momento, harto de la maldad de sus semejantes y deseoso de acabar con todo de una vez. Es bueno y trata de ser justo, pero en su ira y su desazón se hunde en la desesperación y opta por el exterminio absoluto y el pesimismo más inmisericorde. El papel del supuesto Dios (llamado El Creador) es casi lo de menos (es, por momentos, casi una anécdota). Lo que verdaderamente importa es la lección que el protagonista de la película recibe y el ataque que se realiza a ciertos radicalismos que son incapaces de ver todo lo bueno que también tiene el ser humano.


Aronofsky conduce con brío y fuerza la aventura de este Noé humanista y ecologista particular, rodeado por unos excelentes secundarios que se contraponen a su inflexibilidad y fatalismo. La ambientación, el otro punto fuerte del filme, es fantástica: tiene un poder evocador asombroso y delinea un mundo de corte neolítico-fantástico con una vieja tecnología de lejano toque casi satánico que resulta original y efectiva. También son destacadas las escenas de acción (el asedio al arca es muy bueno) y el diseño de los personajes, desde los secuaces locos de Tubalcaín hasta los particulares ángeles caídos convertidos en gigantes de piedra. "Noé" es una propuesta notable y un ejemplo perfecto de todo lo interesante que tiene el adaptar un relato clásico a nuestros días cuando se hace bien. Muy recomendable.


jueves, 14 de noviembre de 2013

CISNE NEGRO de Darren Aronofsky - 2010 - ("Black Swan")


Nina es una joven y brillantísima bailarina ante la que se abre un futuro glorioso en el mundo de su disciplina artística. Sin embargo, Nina guarda muchas frustraciones en su interior, frustraciones de las que ella misma no parece ser ni siquiera del todo consciente. Nina vive por y para el baile y no tiene tiempo libre ni amigos, y su ultraprotectora madre y su exigente profesor la aplastan cada día más mientras que la rivalidad con otras compañeras es cada vez más patente. Nina es una caldera emocional a punto de estallar.


No es que me parezca un mal filme en absoluto, pero creo que "Cisne Negro", la última película de Darren Aronofsky hasta la fecha, está algo sobrevalorada y, como drama, pienso que es inferior a otros grandes del director como "Réquiem por un sueño" y "El luchador", las que para mi son sus obras maestras indiscutibles. Aronofsky vuelve, una vez más, a su tema predilecto, a retratar lo que hasta ahora ha retratado en todas sus obras en mayor o en menor medida: la degeneración y la caída de un individuo, asunto central también en mayor o menor grado de "Pi" y de "El árbol de la vida". Tras las drogas, la lucha contra la enfermedad de un ser querido y el fracaso vital tenemos ahora la frustración (o las frustraciones) de una bailarina fantástica pero aplastada por el exceso de trabajo y por una madre ultraprotectora y enfermiza. Natalie Portman está impresionante, tanto como lo estaba ese Mickey Rourke "resucitado" de la mencionada "El luchador": Aronofsky sabe dirigir como nadie a sus actores y actrices y lo vuelve a demostrar sobradamente. Portman está, de verdad, absolutamente impresionante: se come la pantalla con su mirada, con sus bailes (realizados por ella en el 80 por ciento del metraje) y con su total aspecto de desvalida emocional y eclipsa completamente a grandes secundarios como Barbara Hershey, Mila Kunis o Vincent Cassel.


"Cisne Negro" es una película de horror psicológico que ha sido comparada con obras como la "Repulsión" y "El quimérico inquilino" de Roman Polanski, y Aronofsky y el propio reparto del filme no lo han negado. La cinta es, desde luego, un excelente ejercicio, como he señalado, de "drama degenerativo", el asunto al que el director no para de volver y volver y que trata con precisión y limpieza, combinando perfectamente el realismo propio del mejor drama con la atmósfera más malsana pero nada efectista, y tratando consecuentemente y sin obviedades gruesas ni tópicos las frustraciones laborales, sexuales, familiares y sociales de la sufriente bailarina que interpreta Portman, una chica demasiado joven para soportar la despiadada presión de un mundo artístico precioso de cara al público pero entre bambalinas deshumanizado y delirantemente exigente, un mundo donde no hay amigos y donde sólo importa triunfar por encima de todo. Sigo pensando a pesar de todo que, siendo un buen filme y a pesar de su absolutamente apoteósica interpretación principal, "Cisne Negro" es inferior a "Réquiem por un sueño" y a "El luchador", que pienso que tienen mejores personajes y que narran historias más interesantes a pesar de beber del mismo asunto central.


viernes, 22 de junio de 2012

EL LUCHADOR de Darren Aronofsky - 2008 - ("The Wrestler")



Randy "The Ram" Robinson fue un luchador de lucha libre profesional que en la década de los ochenta alcanzó la gloria llegando a la cumbre de su deporte. Hoy, sin embargo, las cosas han cambiado mucho: Randy está viejo y cansado y malvive en una caravana sacando dinero de shows de tercera clase, del merchandising de su época dorada y de trabajos esporádicos en un supermercado. Randy además está solo, muy solo: en su mejor momento dejó que todo lo que le importaba se alejase de su vida y abandonó a su hija Stephanie, que le odia profundamente y que ahora no quiere verle. Sin embargo, el gran "The Ram" busca una oportunidad para redimirse: quiere recuperar a Stephanie y quiere reencontrar el amor en Cassidy, una stripper madura con la que mantiene una cierta amistad. Algo por desgracia se va a interponer en su camino... Un ataque al corazón que le va a obligar a dejar el ring para siempre, lo que puede significar su entierro en vida.


Darren Aronofsky, después de la en mi opinión fallida "La fuente de la vida", cambia radicalmente de registro tanto argumental como estético para recuperarse de una manera espléndida y regalar la que tal vez sea su mejor obra hasta la fecha (por encima de las aclamadísimas "Pi" y "Réquiem por un sueño" o la posterior y también muy aclamada "Cisne negro") y la que le confirma como el gran director que es. No sólo se recupera con "El luchador" el propio Aronofsky, sino que también lo hace definitivamente Mickey Rourke, ese enorme actor que prácticamente llevaba décadas olvidado a causa de numerosos problemas tras haber regalado grandes papeles como los que interpretó en "Diner", "Manhattan Sur", "La ley de la calle", "Nueve semanas y media", "El corazón del ángel" o "El borracho" y que desde hace unos cinco años ha vuelto al ruedo para protagonizar buenas o por lo menos famosas películas. Aronofsky rueda un drama sobre la derrota desolador y descorazonador en el que un luchador de lucha libre profesional, tras conocer la fama y el éxito en la década de los ochenta, malvive en nuestros días como una vieja gloria de trabajos esporádicos tanto dentro como fuera del ring; el mundo para el que tanto significó le ha dado de lado y le ha relegado a un injusto segundo plano y, además, se ha quedado solo, muy solo. La culpa en este último aspecto también es suya, y por eso va a intentar redimirse: su vida solamente podrá volver a tener sentido si recupera a su joven hija (Evan Rachel Wood), a la que abandonó cuando estaba en su mejor momento, y si vuelve a encontrar el amor en la stripper Cassidy (una soberbia Marisa Tomei), una vieja perdedora que como él también malvive como puede.


En el camino hacia la redención de "The Ram" hay sin embargo varios problemas; la propia inconstancia del luchador, la fatalidad a la que parece estar condenado y su cuerpo, que está severamente resentido y que puede matarle si vuelve al ring para recuperar lo que perdió. Aronofsky realiza, por medio de una puesta en escena de aire casi documental, sobria y directa (que a menudo sigue al luchador desde sus espaldas), un magistral retrato del fracaso y de la redención en el que Rourke, que sabe muy bien lo que significan ambas cosas (cayó en desgracia como actor y como boxeador a principios de los noventa y se encontró solo en la vida hasta que volvió a resurgir en películas tan dispares como "Sin City", "Domino", "Los mercenarios", "Iron Man II", "Inmortals" o ésta misma cinta), borda el que posiblemente sea el papel de su vida, el papel que ha vuelto a traerle definitivamente de entre los muertos. "El luchador", homenaje cargado de referencias culturales a la ahora tan de moda y "retro-guay" década de los ochenta (el personaje está completamente anclado en ella -incluso aún usa cintas de cassette y juega a la vieja Nintendo NES de 8 bits-), es una de las obras definitivas de 2008 y una película sobre perdedores y sobre un nuevo fracaso del sueño americano que ya ha pasado a la historia. No se la pueden perder.

martes, 20 de marzo de 2012

LA FUENTE DE LA VIDA de Darren Aronofsky - 2006 - ("The Fountain")


Tres historias ambientadas en distintas épocas corren paralelas unidas en una sola gran historia:

-Siglo XXI. Tommy es un reputado médico que lucha de manera incansable pero sin lograr grandes resultados por encontrar la cura para el cáncer, que está matando lentamente a su amada Isabel.

-Siglo XVI. Tomás busca, en las profundidades de las selvas del Nuevo Mundo, el mítico Árbol de la vida, vigilado por los mayas y cuyo poder permitirá salvar a su tierra, España, y a su reina, de las garras de los pérfidos conspiradores de la Inquisición.

-Siglo XXVI. Tom viaja por el espacio en busca de la Fuente de la Vida, cuya comprensión se le ha escapado durante el interminable milenio que lleva investigándola y que está relacionada con alguien a quien ama y que por desgracia ya no está en su vida...


Después de hacerse con el favor de público y crítica con la para mi sobrevalorada "Pi" y la genial "Réquiem por un sueño" y tras haber estado a punto de dirigir el reinicio de Batman, que acabó finalmente en manos de Christopher Nolan, Darren Aronofsky volvió a las salas con su tercera película, "La fuente de la vida", que le produjo numerosos problemas antes de poder verla concluida; entre ellos, el abandono del proyecto por parte de sus protagonistas iniciales, Brad Pitt y Cate Blanchett, a los que sustituyeron acertadamente Hugh Jackman y Rachel Weisz. El filme, muy ambicioso y personal, es sin embargo, y a pesar de su hermoso y personal empaque visual y de su interesante punto de partida, muy irregular. Tres historias corren paralelas en "La fuente de la vida": la de un médico que busca la manera de curar a su esposa enferma terminal, la de un conquistador español que se adentra en las selvas de los mayas buscando el mítico Árbol de la vida (personaje que "vive" dentro de la novela que escribe la mujer del primero) y la de un astronauta (que según muchos es el propio médico y según otros no -para algunos es un símbolo más-) que en un futuro lejano realiza un viaje a las estrellas para encontrar la misma fuente de la vida que los otros dos personajes buscan. Los tres están interpretados por un excelente y verdaderamente conmovedor Jackman y los tres resultan ser, de una forma u otra, la misma persona.


En mi humilde opinión, la película trata de hacer ver la imposibilidad de prolongar la vida o de alcanzar la vida eterna, imposibilidad que viene unida a la de prolongar el amor o alcanzar el amor eterno (aunque algunos me dirán que lo que el filme quiere hacer ver es todo lo contrario... para interpretaciones, colores). Creo que el mensaje de Aronofsky queda bien claro en todo momento, y por eso no voy a comparar su tercer filme con, como han hecho otros, los de David Lynch o los de, retrocediendo más en el tiempo, otros autores como Bergman o Buñuel. "La fuente de la vida" es una película cargada de simbolismos y de metáforas visuales, pero no es tan críptica como parece detrás de la farragosidad de su trama. El principal problema que creo que el filme tiene es el de querer, en una hora y media, extender innecesariamente una historia con resonancias de cuento de Borges que habría encontrado, tal vez, su formato ideal en un corto o en un mediometraje. Pretenciosa a más no poder, pedante por momentos, ridícula en algún punto aislado (pero existente), conscientemente enrevesada en sus inicios y en su desenlace para desatar un suspense que no tiene, "La fuente de la vida" es una preciosa historia de amor que se hunde por todas las vueltas innecesarias que su narrador le da. Los símbolos se repiten sin cesar y hay escenas y diálogos que sobran por todas partes: todo cabe en una hora e incluso en menos, todo da vueltas y vueltas intentando alargar lo que no se puede ni se debe alargar (por lo menos de la manera en que Darren lo ha alargado: por acumulación innecesaria).


Hay puntos buenos, por supuesto: sus escenas intimistas de amor, cargadas de delicadeza y de lirismo (la de la bañera especialmente), las mencionadas actuaciones (creo que la pareja protagonista es solvente y comedida) y, especialmente, la estética de la película, realmente esplendorosa aunque, como otras veces en Aronofsky (especialmente en su primera etapa), bastante efectista y artificiosa. Los escenarios del filme, barrocos, muy cerrados y por momentos claustrofóbicos, extraen belleza de la oscuridad y de sus cadencias, y todo en ellos brilla con un onirismo exuberante. Sin embargo, no es suficiente una estética hermosa. Insisto: creo firmemente que el fallo de "La fuente de la vida" es su formato; su historia, casi un simple mensaje, no da para un largometraje, por lo menos de la manera en que se ha estructurado y planteado. Por supuesto, las reacciones enfrentadas están ahí: para algunos la película es una infumable bazofia y para otros una obra de arte incomprendida.

viernes, 1 de julio de 2011

RÉQUIEM POR UN SUEÑO de Darren Aronofsky - 2000 - ("Requiem for a dream")


Harry y Marion se aman con locura. Son dos jóvenes heroinómanos sin futuro que sueñan con fundar su propio negocio de la droga para escapar de la mediocridad que inunda sus vidas. Tyrone, el mejor amigo de Harry, también sueña con este negocio y les ayuda en todo momento. Tyrone se siente solo: echa de menos a su madre. Harry, sin embargo, no hace demasiado caso a la suya, Sara. Sara vive sola dedicada a dos cosas: a adelgazar para cumplir su sueño de acudir a un programa de televisión y a comer compulsivamente. Un brutal revés está a punto de dar las vidas de todos ellos. ¿La culpa? Sus diferentes adicciones.


Tras debutar de manera fulminante con “Pi”, Darren Aronofsky abandonó el thriller y cambió radicalmente de registro para ofrecernos un drama en su segunda película, la que es, en mi opinión, la mejor de su carrera junto a "El luchador". Basada en la novela homónima de Hubert Selby Jr, que escribió el guión junto a Aronofsky, expone “Requiem por un sueño” la historia coral de un grupo de personas comunes cuyas vidas son completamente aniquiladas por la adicción (a las drogas y a la comida). La película salta constantemente de un personaje a otro narrando sus respectivas caídas progresivas en todos los aspectos de sus existencias, sus caídas estrepitosas en la miseria social, económica, moral y sentimental. Los personajes son los siguientes: Harry (Jared Leto), un joven adicto a la heroína; su novia Marion (Jennifer Connelly) y su mejor amigo Tyrone (Marlon Wayans), también adictos y que, junto a él, sueñan con establecer su propio negocio de drogas para prosperar y, finalmente, la madre de Harry, una mujer que ya está entrando en la tercera edad (soberbia Ellen Burstyn) y que, obsesionada con adelgazar, no puede dejar de comer compulsivamente. Sumidos en un mundo hostil y deshumanizado, todos sueñan con dejar atrás su situación de mediocridad actual o de soledad. Los actos de unos repercuten en los de otros interconectándolos a todos en una misma espiral de horror. Harry y Marion se aman con locura (Aronofsky lo retrata magistralmente con unas pocas escenas rápidas cargadas de lirismo en el inicio del filme) y, precisamente por ese amor y por su sueño de prosperidad, acaban degradándose hasta límites insospechados y destrozando sus vidas. Tyrone es un buen amigo, y, por el mismo sueño que el de Harry y Marion y por su amistad (o por lo menos respeto) hacia Harry, acaba también sumido en un pozo sin fondo. Tyrone comparte con Sara, la madre de Harry, la soledad que siente. A él le falta su madre, a la que no puede dejar de recordar. A Sara el que le falta es su hijo, y también su marido, ya fallecido. Harry se ha ido de casa y ella, sola todo el día en el apartamento, sueña con adelgazar para acudir a un programa de televisión de éxito. Sin embargo, es comedora compulsiva. Los cuatro personajes luchan por su sueño, y son, en parte, destrozados por este mismo sueño.


La cinta analiza de forma ejemplar tres estratos esenciales de las relaciones humanas: el de las relaciones materno-filiales, el de las relaciones amorosas y el de las relaciones de amistad. Son estas relaciones también, junto a los mencionados sueños, las que hunden a los cuatro seres perdidos del filme, maravillosamente interpretados, por cierto. “Requiem por un sueño” está rodada, al igual que “Pi”, con un estilo efectista herencia directa de los videoclips, aunque ahora en todo color. Este estilo sin embargo, lejos de ser un cansino estorbo para la narrativa, como lo es en tantas películas de la “generación videoclipera”, es tremendamente efectivo. Arofnosky lo utiliza con precisión y maestría, y de él se sirve tanto para crear momentos de insoportable angustia como momentos de delicada poesía. “Requiem por un sueño” es un drama excelente en todos los aspectos con un desenlace brutal, desmitificador y cruento como pocos. Presenta en todo momento un discurso alejado del cinismo o de la festividad que pueden tener otros filmes de la misma temática (esto no significa que sean peores que éste en absoluto). Es esta, creo, una de las películas modernas sobre la pesadilla de las drogas que mejor “educa” sobre las consecuencias de entregarse plenamente a ellas.

lunes, 4 de abril de 2011

PI de Darren Aronofsky - 1998 - ("Pi")


Max es un matemático brillante que lleva mucho tiempo trabajando sin descanso en el gran proyecto de su vida: la decodificación del sistema numérico que rige el caos de la bolsa. Ya le queda muy poco para llegar a su objetivo; sólo le queda encontrar el fondo del número Pi. Sin embargo, Max se siente acosado: una firma de Wall Street le sigue a todas partes, y también una secta judía, ambas interesadas en su futuro descubrimiento. Max además vive en un infierno de drogas y dolores de cabeza interminable. Ha de huir de su ambiente cuanto antes, pero no puede dejar su trabajo sin terminar…


El neoyorkino Darren Aronofsky, si bien fue uno de los "reyes del efectismo videoclipero" en la recta final de los noventa y en los principios del nuevo siglo, destaca en estos momentos por ser un director tremendamente ecléctico en la estética y, también, en lo argumental, aunque en todos sus filmes existe un asunto que se repite de una forma u otra: la degradación psíquica y/o física de alguno de sus protagonistas (o de todos) por alguna circunstancia. Su primera estética visual ha sido imitada hasta la saciedad en los últimos tiempos, y también criticada con saña. Excesiva en todos los sentidos, rapidísima y urgente, visualmente apabullante y barroca, preciosista y manipulada con incesantes efectos especiales, es el perfecto ejemplo de la estética más efectista llevada al límite. Sus tres primeras películas ("Pi", "Réquiem por un sueño" y "La fuente de la vida") han sido puros videoclips largos. Sin embargo, todo hay que decirlo, Aronofsky no fue nunca uno de esos directores modernillos mediocres que abandonan la historia de sus películas en beneficio de la diosa estética, que se adueña de todo. Tampoco resulta, en mi opinión, esta estética esclavizante cuando está presente en su arte: en sus tres mencionadas cintas la ha utilizado para sumergir al espectador en unos muy conseguidos ambientes claustrofóbicos, opresores y oníricos, y la verdad es que ha sabido hacer que encajen en las tramas como anillos al dedo. Darren Aronofsky, sin embargo, entregó tras su "trilogía efectista" la soberbia "El luchador", todo un ejemplo de sobriedad casi documental tras las cámaras, después de la cual llegó "El cisne negro", visualmente apabullante pero no en base a la acumulación videoclipera, sino en base a la buena fotografía o al genial montaje. Con todos sus amantes y detractores, Darren Aronofsky es un autor con todas las letras cargado de personalidad y siempre embarcado en proyectos diferentes.


“Pi”, la obra que catapultó a la fama a Darren Aronofsky y su debut, es una película de estética ciertamente subyugante que ha sabido combinar a la perfección arte, comercialidad y personalidad y que, sin embargo, a mi se me antoja fallida debido a su trama. Rodada en un crudo, granulado y hermoso blanco y negro y cimentada su narración en una cámara loca y, sobre todo, en la invasión inmisericorde de una brutal cascada de imágenes cada vez más frenética (que unos amarán y otros odiarán sin término medio), cuenta la historia de Max, un matemático que, buscando la clave del caos bursátil y sumergido en un mundo de drogas y de locura se topa con una empresa devoradora y despiadada, con una secta judía y con algo que podría ser el propio Dios… Y ha de huir de todos ellos y hasta de sí mismo, el más peligroso de los cuatro tal vez. La clave de la historia está en el número Pi y en lo que hay detrás de él, clave que (y aquí viene el fallo de la cinta) no dice absolutamente nada. No soy matemático (es más, siempre he sido "de letras" y las Matemáticas eran mi asignatura más odiada), pero no hay que serlo para darse cuenta de que el desarrollo de "Pi" no lleva a ninguna parte. Como estudio de la locura de un personaje la cinta funciona, así como denuncia de los fanatismos tanto religiosos como económicos (a ambos los ataca Arofnosky con agudeza y sin contemplaciones), pero su sustento supuestamente matemático-científico no lleva a nada: ¿qué encuentra el protagonista del filme? ¿A Dios? ¿A la susodicha explicación a la economía mundial? ¿Ambos son la misma cosa? Y llega la pregunta final: ¿Qué quiere decir el desenlace de "Pi"? ¿Desmitificación del conocimiento absoluto o advertencia contra su peligrosidad -no lo creo, pero lo barajo a pesar de todo-? ¿Imposibilidad de afrontar el encuentro con Dios o con el sentido final de la vida? La cosa queda coja y mal explicada, y hay miles de películas con finales enigmáticos pero más sostenibles que el de "Pi", que como propuesta debutante es destacada pero que (y a pesar de que es un filme de culto) está lejos de las obras magistrales de Arofnosky ("Réquiem por un sueño" y "El luchador").