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lunes, 23 de mayo de 2016

Disfrutar de la vida, a pesar del dolor

La vida se compone de miles de instantes, unos alegres, otros tristes, y muchos, en los que hay un poco de todo, como los colores del arco iris.

Disfrutar de la vida con alegría, no significa ver todo de color rosa, ni vivir ajenos a lo que sucede. Para valorar la felicidad, tenemos que saber lo que es la pena, la tristeza, y el dolor. Ser felices va a depender de nuestra actitud, del enfoque positivo, de la capacidad de adaptación a los cambios de la vida.

A lo largo de mi experiencia, especialmente en consultas de mediumnidad, he ido encontrándome con personas que no se atrevían a disfrutar de la felicidad; muchas veces por miedo, por sentirse culpables, por no saber cómo hacerlo, por creer que no eran justos con sus seres queridos. 

Los seres que han fallecido, no desean que suframos, ni que dejemos de vivir por ellos. No les ayudamos haciéndolo. Ellos no sufren, nosotros si. Nuestro dolor, no es el suyo. Es sólo nuestro.

Sentirnos culpables por estar vivos, por sonreír y reír a pleno pulmón, por cantar, por tener ganas de hacer planes y disfrutar de ellos, no hace que los seres que han fallecido se sientan mejor. Al contrario, buscarán la manera de hacernos llegar que quieren vernos felices; porque ellos, lo están. Suelen ser muy repetitivos intentando que sus familiares comprendan que se encuentran bien y sin ningún tipo de sufrimiento.

Nos aman y quieren que disfrutemos de la vida. Están con nosotros, a nuestro lado, dándonos fuerza, apoyo, y deseando que sigamos nuestro camino hacia adelante. Podemos compartir con ellos nuestro día a día.

Cuando la muerte de un ser querido es reciente o ha pasado poco tiempo, normalmente no tenemos ganas de reír mucho. El dolor, la pena, suele ser muy grande. El duelo, da tiempo, para que vayamos colocando las cosas en su sitio. No significa que nos olvidemos de ellos. La ausencia física, el no poder abrazar, acariciar, besar o vernos reflejados en sus ojos, duele. Y aunque es más fuerte al principio, con el paso del tiempo, puede aparecer de manera inesperada en algún momento o situación.

Podemos disfrutar de la vida, poco a poco, no hay prisa. Podemos comenzar por apreciar todo lo que tenemos, lo que somos, enfocarnos en lo positivo. Así, darnos permiso para disfrutar de los pequeños instantes de felicidad que nos regala la vida. Podemos emocionarnos viendo un precioso amanecer o atardecer, viendo la sonrisa de un niño pequeño, la alegría tras los logros de los demás. Recordando que compartir, también es vivir.

Y para vivir, debemos dejar atrás la culpa y el remordimiento. No lleva a ningún lado, y sobre todo, no ayuda a nadie, ni a nosotros, ni a nuestros seres queridos que han fallecido. Ellos no van a estar mejor, si estamos tristes, si sufrimos, si no vivimos. Al permanecer cerca nuestro, harán todo lo que esté en sus manos para ayudarnos a disfrutar, muchas veces incluso a nuestro pesar, porque no entendemos que nos pidan que estemos bien cuando nos duele tanto su ausencia.

El amor es libertad. Y porque les amamos, podemos decirles, "te amo, te quiero, te echo de menos, me encantaría que estuvieras a mi lado. Sin embargo, ahora estamos en planos distintos, sigue tu camino, avanza. Yo seguiré el mio, sabiendo que si me falte el aliento, estás a mi lado apoyándome. Sabiendo que mi alegría te ayuda a avanzar. Mis sentimientos no te retienen, seguimos creciendo y avanzando, y aunque estemos lejos, estamos muy cerca. Y dentro de un tiempo, volveremos a encontrarnos. Sigue tu camino. No te retengo, eres libre, te amo".


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor.


miércoles, 6 de agosto de 2014

El duelo, superando la tristeza

Sois varias las personas que últimamente habéis preguntado cómo se puede superar la tristeza tras la muerte de un ser querido.

No hay dos duelos iguales. La muerte afecta de manera distinta, según las circunstancias personales que estemos viviendo, los sentimientos y la relación que teníamos hacia el ser que ha muerto, las causas del fallecimiento, la empatía, etc.

La muerte genera sentimientos encontrados, podemos sentir rabia, ira, tristeza, angustia, indiferencia, tranquilidad, paz... Podemos vivirlo todo a la vez, entremezclado, pasar por distintas fases o sólo experimentar una.

Pasar y superar un duelo, requiere tiempo. ¿Cuál? El que cada uno necesite. Es muy importante, escucharse, saber qué nos pide el cuerpo y el alma. Puede ser silencio, llorar, hablar, etc. Todo es válido.

Durante el duelo, estamos más sensibles, los sentimientos están a flor de piel. Tendemos a encerrarnos en nosotros mismos, hasta que poco a poco, vamos aceptando lo que ha sucedido. Es bueno recordar que las personas que nos rodean no tienen la misma manera de expresar y vivir el duelo. No adelantamos nada comparándonos con los demás, salvo empeorar, y añadir sufrimiento al que ya tenemos.

Si vemos que el duelo dura mucho tiempo, no lo superamos, nos está resultando complicado y muy doloroso, siempre podemos recurrir a ayuda especializada.

El duelo, es siempre personal e intransferible. Es único. Para superarlo, sólo tenemos que mirar hacia dentro. La clave está en nosotros mismos, en permitirnos dar el paso para salir de él; y así también, lo haremos de la tristeza, la pena, el dolor, el sufrimiento, el vacío, etc. No tenemos que ir muy lejos. La mejor manera de poder dar ese impulso inicial, es que el corazón y la mente vayan de mano. Siendo un bloque, y aunque a veces nos vengamos abajo, si tenemos paciencia y confianza, ya nos levantaremos. La superación comienza en el momento, en que todo nuestro ser está unido, en el instante en que somos.

Los siguientes pasos, son ayudas, bastones, herramientas que nos ayudarán a seguir avanzando y salir de la situación que estamos viviendo.

Podemos acudir a un especialista que entienda lo que es el dolor, el sufrimiento, que sepa escuchar y a la vez anime a seguir caminando. Aquí estarían los psicólogos, grupos de duelo, un buen médico de cabecera, la homeopatía, un médium, etc.

Una alimentación equilibrada ayuda a que el cuerpo se pueda ir recuperando del estrés y desgaste tras la pérdida de un ser querido. Además, nos prepara para afrontar el siguiente nivel, salir adelante.

Me gustan las terapias energéticas, Reiki, Jin Shin Jyutsu, yoga, etc. ayudan de manera sutil a ser más conscientes de nosotros mismos, conectándonos con nuestro yo interior, nuestra fuerza, nuestros dones y potencial. Es un bastón muy potente para seguir avanzando.

También trabajan a nivel sutil, las flores de Bach, los cristales, las piedras, los minerales, aurasoma, etc.

Realizar todo tipo de actividades que nos tranquilicen, ayuden a no pensar y a ser. Como por ejemplo, practicar deporte, pasear, la naturaleza, el estar en contacto con el mar, el campo, el monte, caminar, nadar, jugar, pintar, etc. Puede que haya días o momentos en que nos apetezca estar sólos y otros, acompañados. Todo es válido.

Vamos a permitirnos expresar en cada instante lo que sentimos, ya sea vacío, llorar, gritar, estar en silencio, hablar, reír y llorar. No vamos a juzgarnos; solamente, somos.

Debemos aprender a decir adiós a la culpa y permitirnos seguir adelante, volver a reír, a sonreír a la vida. Nadie va a censurarnos por ello, comenzando por nosotros mismos.

Los seres queridos que han fallecido, desean que sigamos nuestro camino de manera plena y dichosa, quieren vernos felices. Pueden ayudarnos a que tengamos fuerza, pasión, alegría. Están junto a nosotros aportándonos luz y amor, fuerza; pero, ellos no pueden hacer todo el trabajo sólos, necesitan que pongamos nuestro granito de arena, nuestro esfuerzo para poder salir adelante.

La meta es estar bien, en equilibrío y armonía con nosotros mismos. No se trata de una competición, de ver quién supera el duelo, la tristeza, una situación grave, lo antes posible. Y si recaemos, no pasa nada, volvemos a ponernos en marcha. Somos los únicos responsables de nuestra vida, de nuestra felicidad. Los demás, nos acompañan en nuestro viaje por la vida, del mismo modo, que nosotros lo hacemos con ellos. La vida merecer ser vivida en y con plenitud.


La imagen es de un mandala mío.

miércoles, 1 de enero de 2014

Año Nuevo, 365 días de poder ser felices

Acabamos de dar la bienvenida a un nuevo año, y con ella a la posibilidad de ser felices 365 días al año.

Tenemos la llave que abre la puerta de la felicidad. Cuál es la clave, dónde está el truco. No existe truco, ni magia. O tal vez sí. Tan simple y sencillo cómo sentir en nuestro corazón cómo deseamos vivir, cómo deseamos amar y ser amados, cómo deseamos relacionarnos con los demás y con el entorno. Por supuesto, no todo depende de nosotros. Existen muchos factores y circunstancias que además de ser obstáculos en el camino, permitirán que tomemos conciencia de nuestro yo, ayudándonos a ser y estar seguros de nosotros mismos.

Podemos elegir vivir en sintonía con nuestro corazón, es decir, en equilibrio; o, vivir pensando en cómo les gustaría a los demás qué fuéramos. No podemos contentar a todo el mundo, es imposible; en cambio, si podemos, estar en armonía con nuestro yo, y esa es una de las bases para ser felices.

Las circunstancias, obstáculos y dificultades que pone la vida en el camino, están para ser superadas. Son retos, a veces, pruebas de vida, que se convierten es losas pesadas que llevamos ancladas en el corazón. Todos las conocemos, por haber pasado por alguna o varias de ellas: rupturas, crisis, enfermedades, muertes de seres queridos, ausencias, vacíos, bloqueos...; dolor de todo tipo, que parece vivir en el corazón de manera permanente. Podemos ser felices a pesar del dolor, a pesar de la adversidad, a pesar de la carrera de obstáculos en que en ocasiones, se convierte la vida. Todo lleva su ritmo, su proceso.

Elegir ser felices no significa, que dejemos de sentir dolor ante la vida. Se trata de vivirlo sin perder la armonía interior, sabiendo escucharnos, respondiendo a nuestras necesidades. Reconociendo que habrá días en los que la ausencia de los que amamos pese más que otros; sabiendo, que habrá días en que cueste encontrar una razón para mirar hacia delante, buscando en nosotros esas fuerzas que parece que nos han abandonado; sabiendo, que habrá momentos en que el vacío o el bloqueo sean tan poderosos que nos reten a seguir caminando aunque no encontremos el modo de hacerlo. 

Pero sabiendo también, que viviremos momentos estupendos, en los que nos permitiremos reír, sentir amor, paz y calma. Y estos momentos mágicos, serán el motor que nos lleve hacia adelante, que ayudara a sanar las heridas, dejando que cicatricen poco a poco.

Ser feliz implica un compromiso con nosotros mismos, el del amor, la seguridad y confianza a pesar de vivir en plena oscuridad y saber que el sol sale todos los días, aunque sólo veamos nubarrones negros. Porque el día menos pensado, los rayos de sol, iluminaran nuestros pasos, envolverán de luz de nuestro caminar y llenarán de calor el corazón.

Ser feliz no significa vivir en la irrealidad. Ser feliz es trabajar en y por la armonía, por el bienestar, sabiendo que todo tiene un porqué aunque a simple vista no lo veamos, reconociendo que la línea que divide el sufrimiento de la alegría, a veces, pasa por el sentimiento de culpa, de rabia, de impotencia. Ser felices significa amarnos, respetarnos, perdonarnos y querer seguir aprendiendo cada día a pesar de las circunstancias que nos rodeen.

Quiero desearos a todos, que seáis muy felices. Simplemente amándonos, queriéndonos, lo lograremos. Feliz Año Nuevo. Felices 365 días llenos de posibilidades y oportunidades de ser felices. ¿Quién se apunta a ser feliz?   


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor.