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domingo, 28 de abril de 2013

LA BURBUJA



En esta profesión, hay ocasiones en las que sientes que has hecho estallar una burbuja dentro de alguien. Que eres como un nubarrón de tormenta que se esparce haciendo sombra y robando el color de la vida de una persona.

Lo hacemos, sí… y no a propósito. Aún así, es una sensación horrible.

No, nunca he encontrado placer, ni confort en el dolor ni en el sufrimiento… ni mío, ni ajeno…

Esta historia empieza de una forma que parece bastante simple. Un cáncer que había nacido en un lugar y que se traslada a otro lugar. O mejor dicho a otros lugares. Y esos otros lugares hacían que mi paciente se sintiera mal. Ninguno de los síntomas que padecía habían tenido sentido hasta que finalmente se hizo una biopsia de una mancha que aparecía en una de las múltiples pruebas.

Una pequeña aguja que se introduce y aspira una pequeña porción de aquella insignificante mancha y los patólogos confirman lo que todos esperábamos que no fuese: Cáncer.

No sólo cáncer, sino metástasis de Melanoma. Y ahí entramos nosotros, para intentar buscar el tumor primario, para intentar hacer algo…

A esas alturas, no era ningún secreto; En los informes previos, se explicaba con gran detalle, utilizando varias veces palabras como "paliativo" y "metastásico." Formas suaves, asépticas, para decir "es poco probable que podamos curarlo" o “está por todo el cuerpo", respectivamente.

Cuándo hablé con ellos por primera vez, creía que el paciente y su familia lo sabían. No de la forma en que nosotros lo sabíamos, pero que lo comprendían.

Que entendían que la quimioterapia que había estado recibiendo no podía curarlo ya. Que el extirpar alguna de las metástasis era para ayudarlo a respirar mejor o para bajar la carga tumoral.

Paliativo.

Entré a la habitación y dije “hola”. Su mujer se levantó, yo hice el gesto de estrechar su mano, ella la cogió con fuerza, tiró de mi y  me abrazó. Su voz era calida y acogedora, me gustó tanto que me quedé un buen rato escuchándola. Charlamos de casi todo, construyendo una relación allí mismo, en esa habitación. Sin darnos cuenta estábamos hablando de nuestros respectivos hijos, de cómo pasaba el tiempo… yo le decía lo joven que parecía para ser abuela… ella sonreía, él también.

"Parece que tolera bien el tratamiento" Dije apoyando mi mano en el hombro de él. El la sujetó y asintió con la cabeza.

"Ni siquiera he tenido vómitos." Me decía él, y su mujer le hizo un guiño.

"¿Cuánto tiempo llevan casados?" Tenía que saberlo. Era de esa clase de amor que parece haber estado hirviendo a fuego lento, burbujeando en la cocina durante tanto tiempo que todos los ingredientes se han mezclado dando un sabor perfecto, y en el que ya no se pueden distinguir los ingredientes.

Él sonrió a su esposa y ambos respondieron, “más de lo que has vivido tu, hija." Y nos reímos porque parecía ensayado, como si utilizasen esa respuesta a menudo.

Y todo iba muy bien y entonces vi la burbuja que volaba alto, muy alto… hasta el techo de la habitación.

"¿Tienen alguna duda? ¿Necesitan algo?" Les pregunté antes de salir. Era una pregunta simple, podría decirse que estándar.

La burbuja seguía flotando intentando abrirse camino en el techo.

Se miraron de nuevo. “No, creo que no.” Dijo él.

“Yo sí.” Dijo ella. “¿Qué significa PALIATIVO? ¿Es que el tratamiento es ahora más fuerte que antes?”

Yo tenía la esperanza de haber escuchado mal, de que no fuese lo que me estaba imaginando.

Y entonces lo hice. Abrí la boca y comencé a hablar, a dar explicaciones y me fui dando cuenta por su expresión del punto exacto en el que se encontraban.
Ojala no lo hubiera hecho.

“¿Paliativo? Bueno ... vamos a ver ... eso significa cuando... mmm ... bien, algo así como… Es cuando el tratamiento se centra sólo en hacer que se sienta mejor, en calmar los síntomas."

“¿Y eso no es lo que hacen todos los tratamientos?”

Preguntó eso inocentemente, mientras yo veía la burbuja acercándose al quicio de la ventana.

“…a veces, si el cáncer se detecta muy pronto o antes de que se extienda a otro lugar, se puede administrar quimioterapia o realizar una cirugía o radiación para hacer que desaparezca para siempre. Pero otras veces si está ya en otros órganos, o avanzado, la quimioterapia lo que hace es solamente, disminuir el ritmo de crecimiento y ayudarle a sentirse mejor. . . eso es lo que significa.”

"Creo que no lo entiendo."

Y la forma en que lo dijo, me hizo comprender que mis próximas palabras serían el alfiler que haría estallar su burbuja.

"Piense en el cáncer como un tren que hay que detener. La mejor manera de detener el tren es antes de que salga de la estación. Los tratamientos funcionan mejor si se usan antes incluso de que el conductor del tren arranque.”

“Pero a veces el tren ya ha salido de la estación y ha llegado a lugares que no queremos que vaya. Eso ocurre cuando el cáncer se ha diseminado a otras partes del cuerpo. Así que los tratamientos se usan para frenar el tren a pesar de que probablemente no se puede detener. Los medicamentos en esta caso son para disminuir los síntomas que hacen sentir mal."

Entonces fue cuando lo escuché, cómo explotaba la burbuja, cómo descarrilaba ese tren...

El resto de la escena fue triste.

Esa pareja que llevaba unida más años de los que yo había vivido, se estaba enterando de que sus días juntos estaban contados. Y no sólo en el sentido teórico que todos sabemos. No, en un sentido más profundo, más doloroso e implacable.

A ambas se nos saltaron las lagrimas… yo me retiré con el corazón en un puño.

domingo, 24 de marzo de 2013

EL SER HUMANO ES UN "CONTINUUM"


Era el final de la mañana, casi la hora del almuerzo, la residente de familia que había pasado conmigo las últimas semanas me explicaba cuál era su próxima rotación, las guardias que le quedaban por hacer…

Estábamos sentadas delante de un termo con te, tratando de organizar el trabajo pendiente, ya lo teníamos más o menos listo. Eso nos permitió pasar de un tema a otro. Y de alguna manera, terminamos hablando sobre el sufrimiento y la forma en que nos afecta a nosotros a la hora de relacionarnos con las personas a las que atendemos.

"Creo que haber vivido situaciones personales tristes, duras… haber tenido perdidas en mi vida… me han cambiado", le dije. "De alguna manera… me siento más conectada con las personas que pasan por lo mismo y no lo vivo como si estuviera viendo una película triste."

Ella me miró fijamente, meditando antes de hablar. Y, como siempre, sus palabras me dejaron pensativa. "¿Crees que los médicos tenemos que vivir algún tipo de sufrimiento para ser realmente eficaces en lo que hacemos?"

Fue una pregunta difícil… Sí que lo fue…

Esa pregunta fue también algo que se volvía contra mi, ya que momentos antes yo le había comentado a ella que pasar por ciertas situaciones de mi vida, que haber sentido ese dolor me había cambiado, que me había hecho ser más empática…

También hablamos de si tener tus propios hijos te ayuda como pediatra o si dar a luz te hace comprender mejor lo que es parir, y si eso es necesario para ayudar a tus pacientes.

La idea de que sea necesario tener que sufrir hasta el extremo de sentir como si te arrancaran la piel… ¿es realmente necesario? Yo no estaba segura de la respuesta...

Y sigo sin estarlo…

Supongo que si vives lo suficiente terminaras por experimentar alguna de estas cosas… lo cual no deja de ser una idea macabra…

"¿Sabes?" le dije. "No tengo una respuesta. Sólo se que ahora no tengo la necesidad de llenar el tiempo con palabras porque sé qué fue lo que me ayudó a mi en aquellos momentos. Fueron cosas muy simples… que se sentaran a mi lado, que me escucharan… que me abrazaran o me cogieran una mano… tocar a la gente más. Ahora cuando me cuentan ciertas cosas, creo que soy más cuidadosa.

Y a pesar de que en ocasiones, se me saltan las lagrimas, creo que mi corazón está… no se como decirlo… más en onda con sus sentimientos. ¿Eso tiene sentido para ti? ¿Te aclara algo?”

Yo tampoco tenía claro si tenía sentido para mi… pero fue como si algo se rompiera dentro de mi cabeza y todas estas ideas fluyeran a borbotones.

“Esto es como pertenecer a un club… Te sucede algo, perder a un familiar o una ruptura, y los demás, los ya iniciados, llegan silenciosamente… Sin darte cuenta van apareciendo de entre las sombras, y te van contando sus propias experiencias, como pequeñas tarjetas de presentación escritas a mano...

Y a partir de entonces, son diferentes ante tus ojos. Compruebas que sus palabras están salpicadas de pequeños detalles de los que nunca habías oído hablar, y que ahora empiezas a comprender…”

Sinceramente, no sé si el sufrimiento es necesario para una verdadera empatía en nuestra profesión… Siempre he creído que sí puede serlo para los autores de canciones o para los escritores…

Sí es cierto que cuanto más nos vemos reflejados en nuestros pacientes y en otras personas en general, mejor podemos relacionarnos con ellos. Y a veces, es cuando están sufriendo, sí. Pero otras veces, es en situaciones muy diferentes…

El ser humano es un “continuum”…

Una mano que se aproxima desde la izquierda se puede ver desde el otro lado, como una mano que llega desde la derecha… todo depende del punto de referencia. La percepción lo es todo… Esto explica por qué una persona pobre puede ser feliz, mientras que una persona rica puede querer, en algún momento, suicidarse.

Os dejo un video sobre la "Conexión Humana".


domingo, 8 de julio de 2012

SABER ESCUCHAR


No se por qué me gusta escribir en la cocina. Es curioso. Las cosas que hay en ella me resultan entrañables, las quiero. Cuando estoy aquí todo regresa a su estado inicial y algo indefinido vuelve a mi.

Es difícil olvidar estas sensaciones, como si vibraran todas las neuronas de mi cabeza… Aquí se produce el sencillo milagro de la harina y la levadura. Esa mezcla cobra vida en un proceso lento y casi sensual que se desarrolla escondida bajo paños impolutos… La masa se va hinchando, se mueve, puedes verla palpitar. Y yo desde la mesa, junto al ventanal escribo mientras espero para hacer la pizza…

……
¿Has tenido alguna vez la sensación de que cada gota de energía de tu cuerpo es extraída?

Como si cada persona con la que te relacionas enchufase un USB en ti con sus demandas y necesidades, usándote como fuente de alimentación. Bajando de tu disco duro más y más, sin “uploads.” No creo que lo hagan a propósito, simplemente hay personas que te necesitan y aunque es bueno sentirse necesitado, intentar ayudar puede ser extenuante.

Creo que la forma más sencilla de conectar con otra persona, de ayudarla, es escuchar, simplemente escuchar… Lo más valioso que podemos darle, es nuestra atención.

Aunque parezca inimaginable, hubo un tiempo anterior a la tele y a Internet. Yo crecí jugando a casitas con muñecas y leyendo todo lo que caía en mis manos. Como la literatura, saber escuchar es casi una vocación, cuyo principal requisito es tiempo libre para el alma.

Después de muchos años, he aprendido que cuando alguien te habla, no hay necesidad de hacer ni de decir nada, sólo prestar atención. Aunque no lleguemos a comprender que quieren decirnos, es mejor no interrumpir, dejar que continúen, que se desahoguen.

Hace meses una paciente que acudió por un problema para el que no teníamos solución, tras contarme toda su vida, llena de acontecimientos desgraciados, aislamiento, incomprensión… me dijo que estaba contenta y agradecida porque yo me había limitado a escucharla, sin interrumpirla, sin intentar ponerle como ejemplo mi propia experiencia, sin juzgarla…

Según ella las personas no sabían escucharla, siempre la interrumpían para terminar contándole su propia vida, con la excusa de que algo muy parecido les había ocurrido a ellos o a alguien conocido.

Cuando interrumpimos a una persona para explicarle que la comprendemos, lo que hacemos es desplazar el foco de atención sobre nosotros mismos. Esto que parece tan simple es algo que me ha costado gran parte de mi vida comprender.

Desde niños nos enseñan que si permanecemos callados es porque no sabemos qué decir o porque somos demasiado tímidos para hablar… Pero un respetuoso silencio ante las palabras de dolor de otra persona tienen mucho más poder que el discurso mejor intencionado.