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lunes, 29 de septiembre de 2025

EARLY DAY MINERS. "Jefferson at rest" (2003)


 "Jefferson at rest" fue el tercer disco de esta banda de slowcore de Indiana, que como en el resto de sus discos, elaboran una amalgama de sonidos inspiradores de tranquilidad, dando voz a una calma que se perpetua con las cadencias líricas del grupo ("Wheeling"). 

Mirando de soslayo a Low y a Codeine  ("New Holland"), la música de Early Day Miners amansa, se convierte en un sonajero de gratificantes olas de una suavidad que estremece ("Jefferson"), donde desfilan un arsenal de emociones que te halagan y te tranquilizan.

"McCalla"  encalla algo en su propósito de hurgar en heridas fronterizas con el dolor, para remontar el vuelo con "Awake" , donde nos encontramos con la acostumbrada cualidad que tiene Early Day Miners de soñar suspiros. 

"Into pines" y "Cotillion" son otras dos bellas colisiones de silencio que hacen que ponerte la música de Early Day Miners sea un buen medicamento para tus días más malos. 


viernes, 15 de agosto de 2025

DAKOTA SUITE. "Signal hill" (2000)

 


Esta banda inglesa de Leeds, siempre supo que lo suyo nunca iba a ser la alegría. Todos sus discos ( y tienen unos cuantos), son cantos de desesperanza y tristeza, son una amalgama de rayos de sol que dimiten de su calor para volverse de repente frío. 

Este "Silent hill" forma parte de la inmaculada discografía de un grupo afiliado por su pena enorme al slowcore como vemos en  la inicial "The cost of living", y que nos arrastra sin poder decir nada, con su folk oscuro ("Close enough to tears"), a lugares donde la luz es solo pecado. 

Temas que suenan siempre lúgubres ("Clean linen sheets"), o como la que titula el álbum hace que te dejes llevar por un bostezo imposible de parar. Lo de Dakota Suite no es ninguna impostura. Duele de verdad. Y si no, ponte un par de veces seguidas "A view of the sea", y me dices como se te queda el cuerpo. 

El tren y la trompeta suenan en "Riverside", y el calor de fuera, el que te deja sin sentido, se para frente a la barrera de las lágrimas, o de un recuerdo agrio que vuelve de repente. "Raining somewhere" es otro catálogo de sonrisas que se reparten en días de difuntos, y "Morning heavy", nos muestran la capacidad que tenían Dakota Suite de llevarnos a estados muy sinuosos de conciencia. 

Dakota Suite, una fábrica de emociones, un teatro de sueños concisos que van y vienen, música tranquila, con alma para que te sumerjas en días de vino y rosas necesarios para el fragor de la batalla del vivir. 


miércoles, 11 de junio de 2025

COBOLT. "Eleven storey soul departure" (1997)


Siempre me gusto el slowcore de los suecos Cobolt, un slowcore que rinde pleitesía a Codeine y Red House Painters ("Symbols and sings"), pero que también sabe buscarse un hueco con sus trazas de sonidos que suenan aguerridos en cámara lenta ("Thousand miracles"). 

Liderados por el que fuera bajista de Refused, Cobolt dejó como recuerdo unos buenos discos repletos de canciones para solazarnos en medios tiempos otoñales, resistentes a octubres demasiados soleados como nos encontramos en la impactante "Backwards through". 

Se atreven con una versión de Eurysmiths, "Here comes the rain again", placido convite de susurros y calidez, que da paso a otra reliquia de porcelana, "Words into nothing",  o "I believe" donde Cobolt ponen todo lo que tienen para mantener viva la llama del slowcore. 

Los conocí con su mejor disco, "Passoa" (2002). Luego sacaron dos más y un epe. En todos sus trabajos se puede percibir la misma dedicación a los arcenes emocionales, a los lugares de poco tránsito, donde alojarse sin miedo a miradas perdidas.

A veces Cobolt dejaba sus reflexiones silenciosas y llenaban la casa de ruido y detonaciones ("Spring break" y "Medicine"), pero lo suyo siempre fue la mesura como vemos en el tema con el que acaban el disco, "My way out".  Buena banda Cobolt. 


viernes, 18 de octubre de 2024

THE FOR CARNATION. "Marshmallows" (1996)


La banda de slowcore The For Carnation solo sacó un disco. El que lleva su nombre en el año 2000. Previamente habían sacado dos eps, "Fight songs", y este "Marsmallows", que en su poco más de media hora deja claro las ideas del componente creador de la banda Brian McMahan. Slowcore ("On the swing"), que se escora a una especie de mathrock siempre comedido ("I wear the gold"). 

Por The For Carnation pasaron David Pajo y Britt Walford (Slint) , Tood Cook de Shipping News o Doug McCombs de Tortoise. Con este elenco de músicos es fácil imaginar la calidad de la propuesta. Quizás a estás altura oír "Lymr, marshmallows" o "Winter liar" quede algo anacrónico, como sonidos que tuvieron su momento cuando nacieron, pero en el contexto de cuando nació, es cuando hay que dar validez a la propuesta de The For Carnation, y a otras bandas de estilo similar, que andaron siempre especulando por la parte más brumosa del rock. 

"Salo" es una amalgama de minutos que se desgranan en un tristeza que parece remitir a Codeine, quizás sin tanta tragedia, pero con la misma intensidad mortífera, con los silencios que acucian, con la sensación de efímero frío que todo lo puede. 

Para terminar este largo lamento, "Preparing to receive you" pura pasión por la quietud, por los lugares fríos donde se puedan siempre tejar soledades extremas.  Interesantes. 



lunes, 7 de octubre de 2024

SUN KIL MOON. "Tiny cities" (2005)

 


"Tiny cities", el segundo trabajo de Sun Kil Moon, la banda de Mark Kozelek tras poner fin a Red House Painters, forma parte de la parte más interesante de su discografía, cuando aun no había caído en la monotonía, cuando aun se podía percibir el otoño en cada nota de canción ("Tiny cities made of ashes"). 

Aun el slowcore se iba de cañas con un indie folk artesanal donde el viento pasaba a tu lado mientras Kozelek entona sus diatribas líricas ("Neverending math equation"), aun  los vientos de las cuerdas te dejaban sin respiraración ("Space traves is boring"). 

Y es que antes de que Mark se instalará en la comodidad más absoluta produciendo trabajos mas bien anodinos (a partir de "Universal times" de 2015 sus discos son apenas pinceladas rápidamente olvidables), Sun Kil Moon fiaban todo a la sencillez del sonido de una guitarra ("Dramamine"), para salir victorioso en su bregar de calma. 

"Fpun fingered fisherman" es otra pequeña gema que te desarbola por su tranquilidad escrutadora que da paso a mi favorita, "Grey ice water", un mar de silencios envasados al vacío. Sun Kil Moon, un regato en medio de un bosque de esencias desconocidas, un hálito de silencio que no cesa. 


viernes, 19 de julio de 2024

THE CAPE MAY. "Glass mountain roads" (2006)

 


Dos discos sacaron sólo esta interesante banda canadiense de Alberta, y éste que fue su segundo y último, bajo la batuta de Steve Albini, es un concreto mapa donde los sonidos percuten siempre al lado del slowcore acelerado, junto a una necesidad de ir siempre un poco más allá, configurando una pegada instrumental repleta de lirismo y tristeza, pero también de rabia ("Spring fight to the land of fire"), de voces que nadan en un murmullo para salir fuera del agua como un grito ("Old & early numbers"). 

Pasos sinuosos, algún teclado perdido, pero lo que realmente realza es la capacidad que tenían The Cape May para vivir dentro de un colapso bien medido, que poco a poco se va quitando el ropaje y se convierte en un caos programado ("Spider's heart attack"). 

Letanías que rozan el verso suelto ("Copper tied"), junto con caricias de electricidad que no buscan el amago y si la confrontación ("Mari"), se dan la mano con otras canciones que repican desde lo alto del campanario junto a violines macilentos ("Still island"). 

Imposible pasar por alto "Little & hook", o ese otro plato fuerte del disco que se llama "Desert house" donde se nota que Albini esta detrás, como buscando peligros, como dando a entender que aquí había mucha tela de cortar. 

Lástima la poca duración que duró la aventura. Toca pues disfrutar de ellos, con este magnifico disco. 


jueves, 9 de mayo de 2024

SHIPPING NEWS. "Very soon, and in pleasant company" (2001)


 Mathrock, post hardcore, slowcore.... La banda de Lousville (con miembros que en algún momento estuvieron en Rodan y The For Carnation), certificó en este que fuera su mejor disco, que lo suyo se defendía por sí solo, como lo muestra ese inicio rompedor llamado "The March song", donde el mathrock es predominante. 

Juegan y se divierten con la calmosa y efectiva "Actual blood", para nubarrones internos, para géiser del alma, vibrando en letanías, esperando que llueva para imaginar melancolías. "Simple halo" y "Nine bodies, nine states" son dos perforaciones marca de la casa, donde las disgresiones instrumentales se elevan a través de un magma sónico que hará las delicias a los que nos gusta este tipo de afrentas musicales. 

Sin embargo, cuando más los disfruto es cuando pedalean pétalos de slowcore otoñal, agazapados en torrentes de silencios que se convierten al rato en pequeñas explosiones de andar por casa para quitar de las paredes las telarañas del ayer ("Quiet victories"). 

"Contents of a landfill", es otra de las gemas que esconde este trabajo tallado con mimo huyendo de especulaciones, y viajando entre claros pasajes de amaneceres envueltos en luces que no se apagan. Para terminar, "How to draw horses", certificando la naturaleza reflexiva y a la vez catártica de una banda que nos regaló muy buenos momentos.


domingo, 5 de mayo de 2024

IDAHO. "Hearts of palm" (2000)

 


Sonidos calmosos los que producen Idaho, banda de California liderada por Jeff Martin, afiliados al slowcore desde sus inicios, y que tienen a este "Hearts of Palm", como uno de sus discos más brillantes. El inicio con "To be the one", ya pone las cosas  en el camino de la seducción íntima. 

Vale, no son American Music Club ni Red House Painters, (los dos grupos más afines estilísticamente hablando), pero la garra suave de canciones como la que titula el disco, bien sirve para posicionar su actitud.

Y es que el binomio formado por Jeff Martin y John K Berry, te hacía sumergir en la candidez de un buen trago de silencio ("Down in waves"),  aunque también hay pestañeos de distorsión como "Happy times" y "This cloud we're on".

Pero lo que predomina son las sombras tristes como "Dum Dum", o las cadencias donde el drama se vislumbra de hurtadillas ("Evolution is cold"). "Alte dena" parece nacer de una sombra que se hace luz, repleta de íntimos motivos para encadenarte a esa sensación  placentera donde es fácil caer en una necesaria apatía. Brillante.

En resumen, un disco repleto de sabiduría íntima, para gozarlo en días fríos de otoño, arropados por el calor de algún recuerdo.


martes, 5 de diciembre de 2023

DUSTER. "Remote echoes" (2023)

 


La verdad es que se hacen cortas estas 14 canciones enlatadas en media hora, donde apenas podemos vislumbrar el enorme poderío de esta magnífica banda. Y eso que es un discazo de esos que te penetra en la primera oída. 

"Remote echoes" esta compuesto por canciones que habían salido en cassettes  y varios demos, y como lo que tiene Duster son fervientes seguidores, aquí viene su regalo en forma de canciones rotas como la penetrante "Before the veil" o ese minuto de "Cigarrettes and coffee" donde se parecen a Sparklehorse. 

Su slowcore aquí aparece algo enrabietado ("The weed supreme"), y cuando parece que empiezan a expandirse como en "Untitled 59", dan paso a otra canción, "I know i wont", para que no nos emocionemos demasiado tras su escucha. 

"Moon in aries" es delicada y repleta de una suavidad que envenena el alma, como "Glue" y ese deje de susurros que se enarbolan en el aire. "Testphase" y "Lost time" son aperitivos para una velada de teclados de otros tiempos y el minuto de "Strange" es un esbozo de una canción en proyecto. Porque "Remote echoe" es eso, un compendio de ideas resumidas en poco minutaje, y que deja ver el esqueleto musical de una banda sin igual. 

La más larga, con sus tres minutos y medio, "Untitled 84" da la autentica extensión e importancia de este grupo tan oculto y que tanto seguimos con ferviente emoción. Queremos más!!!!!!



martes, 17 de octubre de 2023

DEATHCRASH. "Less" (2023)


 No había escuchado algo tan parecido al desasosiego y tristeza que irradiaba Codeine, como lo que se encuentra en este "Less", de esta banda londinense. Si sus trabajos anteriores ya habían puesto los cimientos a su música de bajón continuo, acaban rematando la faena con este conjunto de canciones para llorar bien a gusto. 

Comienzan con "Pirouette" y sus murmullos que te atrapan, y el drama que parece dedicarte una sonrisa, que en "Empty heavy" se convierte en una daga repleta de surcos de un lluvia que casi es un volcán cercano a un post metal con el corazón congelado. 

Todos los temas de este "Less" abogan por la pena, por los tiempos lentos, por las guitarras con cloroformo, con la voz de Tiernan Bank llevándonos a parajes donde es fácil perderse, donde las sombras se acicalan con soles nunca salidos ("Duffy's"). 

Y si hay un tema que es casi un siamés de la producción de Codeine, ese es ""And now i am lit" donde se desenvuelven en un ritmo lento que pasma, que asusta, que te deja sin aire. "Distance song" es otra de las gemas que resisten las inclemencias de la alegría, otro parón en seco, un mar de palabras ordenadas para dejarte helado. Colosal. 

"Turn" te desborda, con su amalgama de silencios que se van llenando con una melodía que atrapa, salmodia de lamentos y luces que se van apagando, y el final con "Dead, crashed", refleja el espíritu de un grupo que a los que amamos el slowcore, es ya por derecho, un baluarte para días de esos aciagos que solo se salvan con tormentas como esta. 



lunes, 6 de marzo de 2023

DUSTER. "Contemporary movement" (2000)


Que pedazo de grupo son Duster. Lo suyo es  para escribir y escribir, y no parar de elogiar una propuesta que parte de un slowcore siempre delicado, sin aditivos, completando sus canciones con el sonido de la guitarra que mece canciones que como la inicial "Get the dutch" te deja descolocado y porque no decirlo también, algo melancólico. 

Quien se puede resistir ante la belleza que rezuma "Operations", un islote donde frecuentar tus necesidades íntimas, un lugar donde fabricarte silencios para bebértelos cuando el ruido se pose sobre tus ojos acuosos. 

El trio de California es un despilfarro de emociones, de clases gratuitas para quedarte rendido como cuando das al play y suena "Diamond". Dejas la copa de vino sobre la mesa, sales a la terraza a ver el horizonte, las manchas del cielo, cierras el mirar, y te conviertes en parte de estas olas musicales que tranquilizan y te hallan como pasajero de una vivencia superlativa. Así son Duster, un gran secreto a descubrir, un grupo que milita en el silencio con suspiros siempre como arma declamatoria de abrazos ("Travelogue"). 

Sin estridencias, cargados de razones para que el aire se llene de un néctar gratificante, así suena ""The phantom facing me", y ese levedad inaudita que soporta aguaceros y resopla lirismo para a continuación hacer una especie de himno casi indie como es "Cooking" y esa melodía que te lleva rápido a la catarsis. 

Y así sigue pasando la escucha de este vendaval de tensiones contenidas ("Unrecovery"), de paseos por sombríos pasajes repletos de floresta apaciguadora. Y es cuando se acerca el final de este pedazo de trabajo, con la portentosa "Everything you see (is your own)", cuando te das cuenta de la conmoción que provoca su escucha, del placer que te socava, que llega al culmen con ese epílogo descomunal llamado "Auto-mobile". 

 "Contemporary movement" fue su segundo disco, el año pasado sacaron "Together", completando el cuarteto de los que tienes que tener sí o sí, porque lo que hacen Duster es para festejar sin duda. 


domingo, 11 de diciembre de 2022

EARLY DAY MINERS. "All harm ends here" (2005)

 


En el año 2011, sacaron su último disco, "Night people", este grupo de Indiana, aficionado al slowcore de corte campestre, rubores varios en sus composiciones, y que tiene en "All harm ends here" uno de sus mejores trabajos, canciones enlatadas para la hibernación de la tristeza ("Errance"). 

Tuve la fortuna en su día de verlos en directo, donde plasman con intensidad todo lo que oímos en sus discos. Tranquilidad que asume su papel de ganadora ("Townes"), juntos a pequeños himnos de andar por casa para que los días que estemos de bajón poder pertrecharnos bajo su paraguas ("The union trade"). 

Era imposible cansarse de Early Day Miners. Su slowcore siempre llegaba muy adentro ("Comfort/Guilt"), y a veces se las apañaban para subir el disparadero de la distorsión como nos muestran en "All harm".

Pero lo que predomina son los virajes suaves entre montañas de rocío que no sabe donde meterse ("Precious blood"), o salmos corrientes para ver amanecidas salutíferas como esa preciosidad llamada "We know in part". 

También sus giros acústicos eran tormentas perfectas ("The way we live now"), donde resistir el abrasivo fuego de la incertidumbre. Early Day Miners, medicina para las tardes sin sol y con pocas ganas de luz. Un buen recuerdo. 



lunes, 5 de diciembre de 2022

CODEINE. "Frigid stars" (1994)

 


"Frigid stars", para el que escribe, es uno de los grandes discos de la historia de la música. Vamos, que en una hipotética lista, estaría entre los 20 primeros. Y es que es de esos trabajos que entra como una cuchilla en tu corazón, que afila los posos de tristeza que te quedan con una lentitud que te hechiza, que te deja sin palabras. 

Fue el primer disco de estos chicos de New York, y la mejor propuesta de slowcore, insuperable desde que suena "D" y no puedes dejar de subir el volumen que se enfrasca entre vaho de distorsión y la voz de Stephen Immerwahr sintiendo los latidos de un invierno que penetra hasta la yugular de tu alma. 

Vaya sonido. Vaya manera de fabricar himnos, como "Gravel Bed" y ese lasitud que todo lo llena, esa afonía de suspiros, esos arreones de electricidad que hacen caer cielos e imperios de cariño. Oírlo hoy, después de tantos años, en como volver a repetir lo que sentí en los 90, cuando fueron la banda sonora de tantos momentos de decaimiento. El derrumbe por los menos estaba acompañado de flores, aunque éstas no florecieran jamás. 

Me pongo "Pick up song" y no puedo más que quitarme las telarañas de los años, mirar la arrugas como quien se detiene ante una evidencia que no asusta y sentir como los pelos del brazo constatan que la emoción es un festival de estruendos internos. 

Estrellas frígidas. Con solo ese nombre, te puedes imaginar lo que se encuentra en este sarcófago de tristeza inmensa, de pulsiones íntimas que se desatan cada vez que suenan cosas como "3 angels", un misterio sin resolver, la cadencia de una nana rota. Me quedo sin aire con ellos, con su esencia, con ese universo que forjaron a base de rumores y melodías momificadas. 

Y cuando viene "New year's", una de las mejores canciones de toda su corta carrera, (un cover de Bitch Magnet, un villancico del terror, o una carta de amor envuelta en un adiós) ya te tienen totalmente sobrepasado, enganchando a este festín de nubarrones deliciosos y atrayentes. 

Luego toca cerrar los ojos, pulsar el play, que salga a darse un paseo camino de todos los silencios posibles "Cave-In" y festejar la suerte que has tenido en la vida, por haberte topado con un disco como este, parecetamol en vena para infecciones del sentir. 

Y esto es un no parar, un columpio sin freno hacia peligros ignotos, hacia pasiones profundas, donde temas como "Cigarettes Machines", son expeditivos condimentos para crear tensiones de esas que pueden romper cielos. Y ya casi en el ocaso de este viaje, dos temas que son crisálidas de un pánico que desborda, "Old things" y "Pea", para temblar icebergs, para cantar gritos de mudez extrema.

Codeine, todo un bálsamo, uno de los grandes, sus epopeyas sónicas han sobrevivido con fuerza desde su lejano nacimiento. Ahora, como antes, nos arrullan cuando no tenemos un buen día. Grandes.



viernes, 18 de noviembre de 2022

CHOKEBORE. "Black black" (1998)

 

Chokebore eran de Honolulú, Hawai. Quien lo diría. Oyéndoles parecen que vienen de una estación invernal de tristeza, de un suspiro que no se apaga ("Speed of sound"). Dinamita lenta que entra a raudales por las tuberías de tu ensimismamiento, Chokebore fueron unos hacedores de música depresiva, de otoños imperecedeceros. 

"Never feel sorry again" estremece desde sus primeros compases, una reliquia de pena que soporta los pilares de la descomposición, batallando entre municiones de lamentos. A veces cogen carrerilla y se aceleran como comprobamos en "You and the sunshine of my life",  para en "Valentine", sumerguirnos en una espiral de suaves relatos de adioses. 

Tuvieron su punto fuerte con su anterior trabajo, "A taste for bitters" verdadero puzzle de himnos decadentes, y este "Black black", fue su continuación desde lugares con corazones tiznados ("Every move a pictures"). 

"Distress signals" destila furia por todos los costados y en "The perferct dale" componen una reliquia de salmos para no dormir en días. O "Where is the assassin" y ese calentura fría que provoca cuando la escuchas. 

Chokebore, garantía para días de lluvia y de ánimos noctámbulos. Lugar donde perderse solo a ratos. Tanto piano roto descorazona sin hay sobredosis de nieblas.

viernes, 4 de noviembre de 2022

DEATHCRASH. "Return" (2022)


 Hacía tanto que no me topaba con un grupo que en la actualidad tenga al slowcore como banderín de enganche, como munición balsámica de silencios que hacen daño (el inicio del disco con "Sundown", no puede ser más clarificador de lo que deben Deathcrash a Codeine), que la escucha de "Return" me ha inundado de ese extraño goce que nace de la inquietud. 

Y es que acostumbrado a que los combos actuales que nos vienen de las islas se orienten hacia el post punk en sus diferentes formas, estos jóvenes londinenses prefieren postularse en barracones de guitarras que destilan melancolía, aunque tampoco desechan los arreones de guitarras que les acercan a la parte más incendiaria de Mogwai ("Unwind"). 

Pero prima la armonía en espacios tranquilos donde los suspiros se juntan con el rocío de los deseos ("American metal" y "Horses" son dos sacudidas acústicas que te retuercen el sentir).  "Wrestle with Jimmy" es un mar de esporas que vibra entre el temor de una tormenta que amenaza y la sensación de perdida por el paso del tiempo. Devastador. 

Jóvenes y con la mirada triste. Jóvenes y con la necesidad de transmitir mediante la música la serenidad de un juego de voces que se apagan mientras los sonidos que te rodean son como una curiosidad que empapa la sensación de aislamiento ("Metro 1"). "Slowday" te mantiene en alerta con su sugestiva radiación que recuerda a Bedhead y "Was living" entona a marchas forzadas un réquiem de guitarras pesadas y delirio asegurado. Ocho minutos de catarsis.

"Doomcrash" también es un claro ejemplo de las enseñanzas aprendidas en los jardines de la introversión, donde es mejor perderse mirando la caída de la hojas antes de intentar averiguar el sentido de todo. 

Deathcrash, el retorno del slowcore como género para ensimismarte, para tender puentes entre las nubes y el alma, para disfrutar sin necesidad de tener nadie a tu lado....


jueves, 21 de julio de 2022

ARAB STRAP. "Philophobia" (1998)


 El segundo disco de los escoceses Arab Strap, desde que suena la inicial "Packs of three" es un viaje a un mundo de volutas lentas, de progresiones de cielos amenazantes sobre las sensaciones de levedad que desprenden esta banda liderada por Aidan Moffat y Malcolm Middleton. 

Letanías que se retuercen en un slowcore de íntimos recursos, ("Soaps"), donde Aidan canta como sobrevolando tragedias de esas que son reflejos de la intimidad que perfora los corazones con aspavientos de muérdago. 

Las canciones de Arab Strap siempre fueron reflejo de las obsesiones de sus dos generadores de historias. En este "Philophobia", el sonido lofi se acentúa ("Here we go"), concretándose en una redada de sombras que siempre acechan entre siseos ocultos. 

Hechizan con "New Birds" y sus parrafadas que parece que no tienen fin, poniendo los pilares de lo que más tarde será su obra cumbre, ese gran "The red thread" (2001). "One day, after school", es otro estilete repleto de veneno, como "Islands" y su coartada perfecta para que tengamos discos como este en la cabecera de nuestros malos sueños. 

"Piglet" es triste hasta en los silencios que crean entre los arrullos de la voz de Aidan y una leve cortina de lluvia cae siguiendo el brillo de la luna acicalada de los malos sueños. Así transcurre "Philiphobia", sin sobresaltos, caída libre sin red hacia un lugar donde la tensión se rebaja por la herrumbre de las altas temperaturas. 

Arab Strap, los lascivos conspiradores de las sombra, un buen puñado de canciones para no moverse demasiado. 


viernes, 6 de mayo de 2022

THE ZEPHYRS. "A year to the day" (2003)

 


Caí rendido cuando conocí a este grupo escocés con el emocionante disco "When the sky comes...." donde la banda ejecutaba con bastante destreza ambientes cercanos al slowcore, con canciones íntimas que miraban también de reojo a todo el universo musical de American Music Club. 

"A year to the day" , que fue su continuación tres años después, comienza como un tiro con "Lacuna head" y sobre todo con "Go slow" y su potente post rock de guitarras erizadas. Vamos por buen camino. Senda que no abandonan en un trabajo repleto de sitios tranquilos donde rendirse y dejarse llevar ("Whashed to the shore").

"Empty eyes" es una amalgama de colores íntimos que provocan abismo en el corazón y "One year many mistakes" no deja de ser una bella calcamonía de Galaxie 500,brillante y efectiva. Los hermanos Nicol, Stuart y David, en sus cincos cds nos mostraron como se puede pintar lienzos con la lírica de la música sosegada ("A while"), siempre con la ternura como bandera, creando espacios donde quedarse prendido de un ocaso acuciante ("Watercolor"), o dejándonos sin respiración como cuando suena "Robert Flack"  y sientes que esto se está acabando. 

Buenos momentos los que nos dieron The Zephyrs, hermanados porque no con gente como Slowdive, se sintieron a gusto en ese lugar donde la calma chicha acompaña a los corazones solitarios. 


jueves, 31 de marzo de 2022

EDISON WOODS. "Nest of machine" (2006)

 


Esta gran orquesta de la tristeza que fue Edison Woods (en este trabajo el grupo contaba con 8 componentes), liderada por Julia Frodahl, nos dio muchas noches de consuelo cuando la melancolía estrellaba sus alas contra el parabrisas de nuestros insomnios eternos. 

"Nest of machine" empieza con la instrumental y trágica "Letter to the garden" y continua con la acicalada "Baby Doll", un caramelo de ternura que invade de azúcar tus agrios pesares, que los embadurna de una medicina cómplice de una cura aunque sea por un rato. Gozo y tranquilidad. ¿Qué más se puede pedir?

En "The Con man's lament" se acercan a un jazz oscuro y decadente para en su continuación con "Sing swan" imaginar postales tendidas al sol con aves arremolinándose mientras la voz de Julia arrulla cumpleaños. La que titula el disco, con ese inicio de vientos tenues, es otra de las joyas que se guarda en un disco repletos de suspiros y lamentos. 

"Last night i dreamnt i world last forever" serviría para un vals de mentirijillas y "Rose" es calma chicha que se jabonea la cara con un puño de amapolas. Cuánta belleza escondida en "Bird in paradise" y sobre todo en ese final de casi nueve minutos que se llama "Galandrina". 

Edison Woods, música otoñal para placeres atemporales, para estaciones internas de luces tenues, para recogerte y dejarte llevar por este artificio de artesanía. Puro placer. 



martes, 16 de noviembre de 2021

THE CAPE MAY. "Central city may rise again" (2005)

 


Este grupo canadiense solo sacó dos discos en su corta vida. Este fue el primero, y comandados por su cantante Clinton St. John, nos regalaron un puñado de canciones de esas que están repletas de tristeza y melancolía, postales a deshora que nadie espera ("Thing (summer in 6/4 time)", y odas que de repente te sobrecogen por un ímpetu que parece tormenta ("On sunprinted thumbs").

Slowcore que se frota las manos con el indie rock, suavidad que deshoja la margarita porque se resiente de vivir perenne en un mar de excesiva tranquilidad y que necesita el soporte fugaz de un grito que rompa montañas ("Hunting grounds"). 

Sin embargo, el estado natural de sus composiciones es el reposo campestre, la lírica entre tréboles y riachuelos que reflejan el sol y que este a la vez ilumina la sombra tardía de los recuerdos. "Central city may rise again" esta repleto de ecos que recuerdan a Red House Painters ("As a ghost"), de trastadas sentimentales que parecen brotar de corazones demasiados dañados como para convencerse de la salud de los sentimientos ("Address the royal we"). 

"Photographs of combinations" es sedosa y atrayente con su continuo flujo de sonido de guitarras siempre arrimado a la seda interior, como ese hit de la serenidad que se llama "Bullmarket frenzy", minimal y con detalles que nos recuerda al añorado Jeff Buckley. 

El segundo y ultimo disco del grupo, "Glass mountain roads" fue grabado por el mago de la producción Steve Albini, en los famosos estudios Electrical Audio, donde el frenesí eléctrico ganó la partida a la introversión sonora. Buen grupo estos The Cape May. 



domingo, 10 de octubre de 2021

LOW. "Hey what" (2021)

 

Cada disco que sacan es mejor que el anterior. Y es que por ellos no pasa los años. Bueno si, para bien. Más madurez, más maneras de modular ese slowcore que en "Hey what" se viste en la canción que da el inicio a todo esto, "White horses", en una lija con sonidos que raspan sin parar para mecer las voces de Mimi Parker y Alan Sparhawk. 

Si "Double Negative", (2018) era bueno, "Hey What" es mejor, más visceral, más crudo, confeccionado con material inflamable, electrónica que da voz a nanas de distorsión como ese misil a tu corazón llamado "I can wait". 

Porque "Hey what" quizás sea el disco más arriesgado en la provechosa carrera de Low, donde lo industrial se une a las bambalinas vocales ("All night"), donde los salmos a pie del altar hacen que los cristales se llenen de mariposas que sedientas de flor se acercan para oír estos himnos que te hacen palidecer, gozar, subliminar el aire y la carne que nos posee. 

"Disappearing" es minimal y corrosiva y "Hey" con ese inicio ruidoso que da paso a otro tema de esos que piden la voz para tus dramas internos. Los Low más clásicos los encontramos en ese bombazo llamado "Days like theses",  donde la alegría rebosa en cada segundo de canción, donde los silencios se convierten en besos. 

Vuelven las radiografías tecnológicas en esa mutada total llamada "Don't walk away" para adentrarnos en la esquizoide "More". El final lo pone "The price you pay (it must be wearing off), puro arsénico para la vida rápida. La escucha de "Hey what" requiere recogimiento, a mansalva aplausos de parpados, a veces una copa de vino, y otras la compañía de la soledad como meretriz de tus sueños. Que hermosura la voz de Mimi, que placer saber que siempre se podrá recurrir a ellos....