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martes, 17 de noviembre de 2015

Garganta del río Dunajec, en los Montes Pienines

Río Dunajec, en el parque nacional Pienines

Y allí me encontraba hace unas semanas, sentado sobre las tablas de una de las muchas balsas tradicionales que a diario bajan el río Dunajec, el eje vertebral del parque nacional de los Montes Pienines, al sur de Polonia. Me habían recomendado este sencillo descenso como la mejor forma para apreciar la garganta caliza del Dunajec, y a buena fe que lo es. La bajada en balsas presenta dos particularidades: que se viene realizando desde hace más de un siglo y que las balsas son embarcaciones que se desmontan totalmente en piezas cuando concluyen el recorrido y que las vuelven a montar cuando las meten de nuevo en el agua río arriba. El descenso es muy sencillo, tanto que el visitante no hace nada; sólo sentarse y disfrutar del que sería una especie de safari fotográfico paisajístico. Dos barqueros se encargan de conducir la embarcación río abajo con la ayuda de un largo palo a modo de pértiga. Se puede realizar un descenso de 18 kilómetros (2 horas) o de 12 kilómetros (1 h. 30 min.). El tramo más apasionante es el segundo, donde se localizan los kilómetros más fascinantes de este recorrido por los Montes Pienines, una bella sierra de los Cárpatos.
Monte Sokoloica

Este tramo se inicia en el puerto del pequeño pueblo de Sromowce-Katy y durante buena parte del descenso el río sirve de frontera entre Polonia y Eslovaquia, hasta casi el final del recorrido en Szczawnica-Nize. En verano bajan el río más de 200 balsas y algunas hasta dos veces por jornada.
Monte Las Tres Coronas

Durante el recorrido se disfruta de las mejores panorámicas de la Garganta del río Dunajec, rocas calizas de inmensas paredes oscuras que se alternan con bosques formados fundamentalmente por hayedo-abetal de gran frondosidad y belleza, especialmente en otoño, el mejor momento para la visita. Pero ojo, sólo hasta el 31 de octubre, cuando cesan los descensos por la climatología hasta el mes de abril.
El río  se desciende en balsas tradicionales desde hace más de un siglo

El descenso es muy popular en Polonia y los puntos de mayor interés son el Monte Tres Coronas (con sus 982 m. es la máxima altura del parque), nada más comenzar el recorrido, y el monte Sokoloica en cuya cima se encuentra uno de los miradores más célebres del país colgado sobre un meandro del río.

El parque destaca por su gran cantidad de endemismos botánicos, como el diente de león de los Pienines (Terexacum pieninicum) y el Erysimum pieninicum, además de muchas especies de orquídeas. Entre sus habitantes más famosos, el lince boreal (encabezando una lista de fauna vertebrada compuesta por más de la mitad de todas las especies presentes en Polonia), además del treparriscos o 17 especies de quirópteros, si bien el parque es un paraíso entomológico.
Llegando al final del descenso, en Szczawnica


Un lugar precioso, mágico, que cuenta la leyenda fue el hogar del Robin Hood polaco… 

jueves, 15 de octubre de 2015

En busca del oso en los Tatras polacos


En la región de Malopolska, al sur de Polonia, se levantan las abruptas montañas de la cordillera de los Tatras. Zakopnae es su localidad de referencia y el rebeco el emblema de un parque nacional en el que viven también osos, lobos, linces boreales, urogallos, ciervos, corzos, y un largo etcétera de animales asociados, fundamentalmente, al bosque, que es lo que predomina en el parque nacional Tatra.

Los Montes Tatra pertenecen en realidad a Polonia y Eslovaquia, que no se lo reparten a partes iguales, lo hacen a razón de un 20% y un 80% respectivamente. Unos 1.000 kilómetros forman el parque nacional Tatransky (los Tatras eslovacos) y poco más de 200 kilómetros cuadrados se encuentran en el parque nacional Tatrzanski, en Polonia.
Y a los montes Tatras llegué en busca de osos pardos. Por su densidad (unos 20 ejemplares) no es el mejor lugar de Europa para ir a buscarlo, pero había que intentarlo. Máxime cuando partimos conocedores de que el día anterior se había visto uno en la zona del pico Kasprowy. Allí fuimos en su búsqueda.

El Monte Kasprowy es muy famoso por su fácil acceso en funicular desde Kuznice, en Zakopane, que sube desde los aproximadamente 1.100 metros de altitud hasta los 1.987  metros de la cima. Una vez arriba, las vistas panorámicas son absolutamente espectaculares, dominando los Tatras occidentales y las altas cumbres de los Tatras centrales (rondan los 2.500 metros de altitud). El día comenzó bien, con un sol espléndido en la cumbre, y un mar de nubes que poco a poco iba trepando ladera arriba a buen ritmo. Supongo que a media mañana nuestra privilegiada visión de las cumbres sería ya misión imposible cubiertas por la niebla. El otoño es probablemente la mejor época en estas montañas ya que al fantástico colorido de serbales, arces, hayas, alerces y abedules, se unen las escasas precipitaciones que se suelen registrar en la estación de los colores. Completan el panorama arbóreo los pequeños pinos muga, las coníferas que crecen a mayor altitud en etas montañas, y los esbeltos abetos.

Desde uno de los espolones del pico, al que se llega caminando en 30 minutos desde la estación superior del teleférico, se abre el abismo de los Tatras eslovacos. Privilegiado mirador éste de las montañas vecinas.

Nuestro recorrido en busca del oso visto la jornada anterior lo realizamos  acompañados de un guía polaco del parque nacional (Jan) y de Olmo, un gallego que realizaba prácticas en este espacio protegido. Buena compañía.

El punto de inicio lo establecimos en la estación meteorológica, el edificio situado a mayor altitud en Polonia, y desde allí emprendimos el descenso durante 6,2 km. por las praderas de alta montaña y los bosques hasta la base del teleférico. Es un recorrido popular y los visitantes lo suelen realizar de subida. No está mal teniendo en cuanta que no existe un metro en llano y salva un desnivel de 1.000 metros. En bajada, es algo así como una escalera irregular de piedras, sin dificultad técnica, pero en permanente descenso.


¿Y el oso? Pues por allí estuvimos buscándolo en las zonas donde se suele mover, por los claros de bosque y los lindes forestales entre el bosque y las praderas de alta montaña. Nada de nada. La veintena de osos pardos que habita los Tatras polacos se mueve con enorme facilidad y bastante frecuencia entre ambos países. Me comentaba Olmo que un oso marcado con radiotrasmisor se había desplazado en un par de meses desde Polonia a Eslovaquia y de aquí a los Cárpatos rumanos pasando por las montañas húngaras antes de regresar a Polonia… un buen viaje para el plantígrado.

Disfrutamos en cambio con las panorámicas cimeras, con el hábitat donde se movían los rebecos y marmotas, de la calma del bosque en el que se esconden sigilosamente, fuera de la vista humana, una manada de lobos, un centenar de ciervos, urogallos y linces boreales. No obstante la jornada fue sumamente agradable, entre colores otoñales y el frescor de los arroyos en el fondo del valle Bystra.

Bajando por el empinado sendero que recorre el cordal que separa los valles de Goryczkova al oeste y Kasprowa al este, hasta la proa del cordal (Myslenickle Crags; 1.360 m.), donde se ubica la estación intermedia del teleférico. A partir de aquí el sendero pasa a ser pista por el valle Bystra y el desnivel se suaviza notablemente.


Al día siguiente, cuando me disponía a recorrer otros de los valles de los Tatras occidentales, Jan y Olmo, los guías del parque nacional me mandaron un mensaje: ¡hemos visto al oso!, esta mañana, desde el teleférico. Tal vez tenga más suerte en mi próxima visita a este bello parque nacional polaco… "Nature is nature".
El oso, en el centro, fotografiado desde el funicular. Foto: Katie Philips. 

miércoles, 25 de marzo de 2015

Parque nacional del Narew


El parque nacional del río Narew es un parque pequeño pero muy interesante desde el punto de vista ornitológico. Por poner un símil ibérico, me recuerda mucho en su conjunto al parque nacional de las Tablas de Daimiel, en España.


Se trata de un humedal  en el cauce del río Narew (ZEPA y Zona Ramsar). Su parte más sobresaliente es el valle del Narew. Es un parque de lagunas, de meandros, de turberas… con vegetación asociada de bosque de ribera, carrizales y masegares. Lo dicho, muy parecido a las Tablas de Daimiel. Se recorre de igual forma; desde el pequeño centro de visitantes un sendero baja al agua y se adentra en las praderas de turba, carrizales y masegares mediante pasarelas de madera que también recuerdan mucho al parque castellano-manchego. También es habitual dar paseos en barcas tradicionales de fondo plano  impulsadas por pértigas o alquilar piraguas y recorrer así los itinerarios guiados acuáticos que van adentrándose entre los canales de las lagunas. Muchas veces es el mejor modo de acercarse a la fauna que se esconde en el corazón de las láminas de agua, como el carricerín cejudo, el avetorillo común, etc. Otras aves destacables son el guión de codornices, la cigüeña negra, la lechuza campestre o la presencia de grulla común. En total 203 especies de aves (155 reproductoras). Llamará la atención la cantidad de cigüeñas blancas que se pueden observar en el parque y en los alrededores. Dicen que una de cada cuatro cigüeñas europeas es polaca.


El parque cuenta con una buena señalítica de senderos y recorridos (por colores), así como de paneles informativos con las principales especies de aves, y resto de animales (13 especies anfibios por ejemplo). También de las plantas. Mención especial para los insectos, las mariposas y las 34 especies de mamíferos, como las nutrias, los alces y los castores. De estos últimos veremos sus aparatosas construcciones de madera en las orillas.
Construcción de castor


A nivel flora, en el parque están representadas más de la mitad de todas las plantas de ambientes  acuáticos existentes en Polonia. Localmente Narew es conocido como la Amazonía polaca. Quizá, a su manera, no les falta razón, en cualquier caso el parque nacional del Narew es una parada idónea en el camino entre Varsovia y Bialowieza, justo a mitad de trayecto.

lunes, 9 de marzo de 2015

El bosque de Bialowieza, el gran bosque primario europeo

En el año 1932 once bisontes europeos eran reintroducidos en el bosque polaco de Bialowieza como primer paso para salvaguardar el negro futuro de una especie que había desaparecido en libertad. Se declaró este espacio natural,  catalogado como Reserva Forestal desde 1921, como parque nacional (1947), se acondicionó un recinto para su adaptación, estudio y reproducción del mayor mamífero europeo en un retazo de bosque y en 1954 se soltaron en el bosque. El centro de reproducción y cría en cautividad hoy alberga, además del bisonte, otras especies autóctonas como el lobo gris, el lince boreal, el alce, el ciervo, el gato montés, el corzo, o el jabalí, entre otras especies que moran esta espectacular extensión forestal. También caballos tarpanes, los robustos caballos locales que antes vivían libres en la región y que ahora traen en carromatos a los visitantes que se acercan al centro o que quieren dar un paseo por el bosque.

Desde el punto de vita botánico el parque contiene 809 especies vasculares, más de 3.000 especies de criptógamas y hongos, casi 200 especies de musgos y 283 especies de líquenes. En el apartado faunístico, Bialowieza viven más de 8.000 especies de invertebrados, crían 120 especies de aves y 52 especies de mamíferos. Casi nada.


El parque nacional Bialowieza alberga 10.517 hectáreas del bosque fronterizo con Bielorrusia, uno de las mejores representaciones forestales del continente europeo y probablemente uno de sus últimos retazos virginales. De hecho, la mitad es reserva integral con la máxima protección, donde nadie puede entrar y probablemente nadie hay pisada nunca. Otra pequeña porción del bosque es también reserva pero admite visitas a pie con el único sendero que permite adentrarse en la penumbra de este manto verde. Sendero que, por otra parte, sólo puede recorrerse con permiso previo y la compañía de un guía del parque. El resto del bosque alberga el centro de cría del bisonte y otras rutas para bicicleta y senderismo, como por ejemplo la senda de los Robles Reales, con ejemplares centenarios.
Hay otras zonas de gran interés que tienen que ver con el águila pomerana, que encuentra en las zonas abiertas y encharcadas de Bialowieza, un hábitat idóneo. Existen diferentes torres de observación ornitológica dirigidas especialmente a observar esta rapaz.


Por el interior del bosque primario
La ruta que se adentra en la reserva lo hace mediante una senda que se abre paso por terreno absolutamente plano que recorre una parte de bosque caducifolio y con la presencia de alguna conífera. Magnífica representación de este bosque con especies caducas y perennes. También atraviesa zonas encharcadas con la ayuda de pasarelas de madera. La ruta se adentra a través de pistas abiertas hace siglos por la realeza y también alguna senda. El paseo guiado suele comenzar en realidad en los jardines del palacio (en el pueblo de Bialowieza) donde se encuentra también el centro de visitantes, y va metiendo al visitante en harina mientras recorre estos fabulosos jardines camino de la puerta de madera que da paso al paraíso forestal de Bialowieza. En total son visitas de alrededor  de 4 horas, de las que la mitad transcurre en el bosque primario.



Es la mejor forma de conocer cómo funciona el bosque, su ciclo biológico. Aquí nada se toca, sólo actúa la naturaleza. Si un árbol cae se deja como está para que los descomponedores hagan su trabajo y el ciclo comience. Caminar en completo silencio por este bosque primario, sabedores de que somos muy pocos los que ese día están viviendo semejante experiencia, es un privilegio que reconforta aún más. El silencio permite además poder tener algún avistamiento de fauna inolvidable, como puede el bisonte, el lobo o el lince boreal. Todo es posible en un terreno que ellos saben es su hogar y los humanos somos un pequeño grupito de afortunados invitados a su casa.

jueves, 26 de febrero de 2015

¿Dónde ver bisontes europeos?

El bisonte europeo (Bison bonasus) es el mayor bóvido del Viejo Continente. El mayor mamífero que todavía habita en la naturaleza de Europa. Y lo hace en estado salvaje sólo en dos lugares: Polonia y Bielorrusia. De hecho, en realidad se trata del mismo lugar, un inmenso bosque primario en la frontera entre estos dos países: el bosque de Bialowieza. Allí viven los últimos ejemplares en libertad en su hábitat natural, que lejos de ser el de las praderas abiertas, como su hermano el bisonte americano, al europeo le gusta más el hábitat forestal, refugiarse en la seguridad del bosque (caducifolio y perennifolio).
Bosque de Bialowieza

La historia del mayor mamífero europeo es dramática. En siglos pasados era abundante y estaba bien distribuido por todo el continente llegando hasta Asia occidental.  La reducción de su hábitat y sobre todo su reputación como trofeo cinegético primero y su caza indiscriminada como fuente de alimento en la Primera Guerra Mundial después, le llevaron al borde de la extinción. De hecho desapareció en estado salvaje.  La reintroducción en el bosque polaco de Bialowieza, convertido en parque nacional y buque insignia de la naturaleza polaca, de una docena de ejemplares ha permitido el retorno de la especie a su hábitat natural. Población que ha crecido hasta casi el millar de ejemplares, más de 500 bisontes en la parte polaca y alrededor de 400 en el lado bielorruso del bosque. Son los últimos bisontes europeos salvajes. El mejor momento del día para observarlos es al amanecer y la mejor época en invierno, cuando se concentran en manadas más grandes, que pasan de estar integradas por una veintena de bisontes a estar formadas por cincuenta o más individuos. Ante la falta de alimento, en invierno el parque nutre una serie de puntos de alimentación suplementaria, en torno a los cuales los bisontes suelen observarse al alba. Encontrarnos con ellos en el interior del bosque no es misión imposible, pero si muy difícil.

La población actual se estima alrededor de 4.300 ejemplares pero excepto los citados salvajes reintroducidos en el bosque a partir del centro de cría en 1954, y otros pequeños grupos en las zonas polacas de Borecka (reintroducidos en 1962), Bieszczady (1964), Knyszynska (1973), y Nadlesnictwo Walcz (1983), el resto viven en reservas en semilibertad o en zoológicos. Existen varias reservas de bisonte europeo repartidas por el continente, incluso también en España (en la Montaña Palentina), donde vivían hace miles de años (si no que se lo pregunten por ejemplo a los artistas prehistóricos que los plasmaban en las paredes de Altamira, por ejemplo). En Polonia se encuentran en Pszczyna (creada en 1865), Smardzewice (1934),  Niepolomice (1938), Miedzyzdroje (1976), Goluchów (1977).


En Bialowieza, además de los bisontes en libertad, otros viven en el centro de cría en cautividad de especies autóctonas que existe en el parque, que de hecho fueron el germen durante veinticinco años para la manada salvaje. Bisontes y Bialowieza van de la mano, el bosque mejor conservado de Europa alberga los últimos bisontes, parientes de los que un día, hace apenas un siglo corrían libres entre los enormes árboles polacos. Sin duda el mejor lugar para observarlos.