Por fin de vuelta después de tanto tiempo sin dar señales de vida, pero si ya leísteis mi entrada anterior, la continuación de las clases no ha sido para menos. En el ámbito académico tuve prácticas de oftalmología que un día de estos contaré, aunque os adelanto que fue una especialidad que me sorprendió gratamente tanto en la parte médica como en la quirúrgica.
En el ámbito
parrandero, deciros que he tenido uno de los fines de semana más especiales de mi vida. Y os contaré por qué.

A mis padres siempre les ha gustado viajar, disfrutar de los rincones que nos ofrece la Tierra donde estamos, así que qué mejor que pisar tierra en campings de diferentes ciudades españolas. Uno de ellos fue en Salou, al cual siguieron yendo incluso cuando yo todavía gateaba. Pero un año en el que no había plazas (allá por mi edad de 5 años), nos trasladaron a uno muy cerca de allí que acababan de inaugurar hasta que hubiera hueco en el de siempre. Nunca aceptamos la plaza disponible días después. Y es que allí comenzó la mejor aventura de mi vida. Formamos una gran familia, hicimos grandes amigos, vimos el camping crecer y los monitores nos veían crecer a nosotros. Disfrutamos, nos reímos, corrimos, saltamos, bailamos...Y es que ese camping nos hizo mella a cada uno de nosotros. Era un camping especial desde cada rincón a cada persona o cada sonido.
Por la mañana y por la tarde disfrutábamos del
miniclub donde habremos hecho una gran cantidad de manualidades, hacíamos excursiones, disfrutamos de actuaciones para nosotros o ensayábamos espectáculos de la noche. Cariño impresionante por parte de todos los monitores. Cómo disfrutaban de ti viéndote crecer.
De vez en cuando, siempre caía una competición. Recuerdo especialmente una de dardos donde me llevé dos medallas de plata que me reconocieron en un podio en el espectáculo de noche delante de todo el camping. También una de grupos donde jugábamos al volley-playa, minigolf, tenis, fútbol y baloncesto. Siempre recordaré con cariño la canasta en el último minuto de mi madre que nos hizo estar un poco más cerca del podio aunque no estuviésemos sobre él.
Entre tanto, piscina, deporte, o simplemente corretear por las calles. Quedada obligada, y tu parcela, antes tienda de campaña y después caravana en mi caso, estaba abierta a todo el mundo. Las bicis eran nuestro medio de transporte más veloz y el grito el medio de comunicación más audible. Baños comunes donde veías a la gente en albornoz por las calles, o cola en las fuentes públicas para recoger el agua de la comida.

Y es que a las diez en punto de la noche uno debía estar sentado en el suelo en primera fila del escenario para disfrutar del espectáculo de la noche. Eso sí, siempre que no hubiese bailes regionales, algo que nos aburría tremendamente y que nos hacía cabalgar feroces hacia las pistas de deporte. Fiesta de la espuma, musicales como Titanic o Elvis Presley donde yo fui protagonista (siempre recordaré los besos de dos chicas a cada lado y yo me tenía que desmayar entre el humo del escenario), los (mini) Miss y Mister (donde yo me presenté, aunque no gané) además de espectáculos de humor ingenioso todos hechos por los monitores que nos habían estado acompañando durante todo el día. Todavía se me ponen los pelos como escarpias escuchar las canciones de inicio y final del espectáculo, invariables casi desde hace 20 años.
Mis vueltas de vacaciones como podíais imaginar eran tremendamente tristes, incluso lloraba con las canciones que salían en la radio porque pensaba que las estaban cantando nuestras monitoras.

Hace diez agostos, allá por el 2001 dejamos de ir. Y siempre mantuve la llama viva de volver en algún momento, de recordar ese tiempo increíble, de volver a pisar el suelo en el que estuve. Y por fin llegó. Eso es lo que he hecho este fin de semana (en realidad cuatro días). Escapada, aunque esta vez en Bungalow, con unos amigos. Mis padres y yo no salíamos del asombro. Era increíblemente cierto que no parecía que hubieran pasado 10 años desde entonces. Nuestra memoria era un brotar de situaciones, de anécdotas, de recuerdos maravillosos. Parecía que esos adoquines en el suelo habían sido pisados tan solo una semana antes de la visita, y no diez años. Está claro que era algo mágico, increíble e incapaz de olvidar. Y aunque había ambiente muy veraniego y el tiempo ha acompañado, claramente los espectáculos y las actividades no eran como Agosto, pero hemos disfrutado como unos enanos de nuevo. Aunque en las próximas habrá un problema, se cargar toda la parte de parcelas para crear una zona de lujo dejando su exclusividad a su homólogo. Todo muy cool, y una pena porque no es para nada lo mismo.
Y podría contar mucho más y alargar esto hasta el infinito porque la experiencia fue y ha sido magnífica, hasta tal punto que he visto después de tantos años a una buena amiga de entonces. La misma esencia, sin duda.
Para los curiosos, hablo del
Camping Resort Cambrils Park. Familiar, totalmente recomendable. Os pongo el video presentación de hace más de 10 años porque esa es la esencia que conocí, ese era mi Cambrils Park, aunque
aquí en Youtube podéis encontrar el de este año.
P.D. A ver si esta semanita me pongo al día con vuestros blogs y con mi temario, que me está empezando a picar.
Y vosotros, ¿no tenéis un lugar especial al que os gustaría ir, recordar de nuevo?. ¿Un lugar donde fuisteis vosotros mismos que le tenéis un especial cariño?