"La librería ambulante" Christopher Morley
«Me pregunto si no hay un montón de creencias bobas alrededor de la educación superior. Nunca he conocido a nadie que por ser hábil con los logaritmos y otras formas de poesía fuera más ducho lavando platos o zurciendo calcetines. He leído todo lo que he podido y me niego a «admitir impedimentos» para amar los libros; asimismo, he conocido a muchas personas buenas y razonables echadas a perder por un exceso de letra impresa. Por otro lado, leer sonetos siempre me ha provocado hipo» . Quien así habla en el comienzo de La librería ambulante es Helen McGill que se dispone a contarnos como pasó de ser la simple hermana de Andrew McGill, un escritor célebre, y de hornear hogazas de pan como más simple ama de casa, a la feliz propietaria de una carreta que se convertía en biblioteca con unos movimientos en su estructura. Helen vivía con su hermano en la granja que compraron con los ahorros de ambos. Ella le estaba muy agradecida por haberla librado de ...