A mitad del verano intenso que padecemos en el sur
apetece más que nunca tener un jardín con piscina
(o en su defecto una manguera en el patio).
Desvarío, y a veces visualizo un triste y rosa helado de cucurucho sobre la tórrida acera
o, lo que es peor, el típico huevo frito sobre el alquitrán de la carretera en Écija.