Anoche de nuevo escuché tu respiración.
La oscuridad me permitió ver tu espalda.
Desnuda, abrí la ventana de mi dormitorio
para que te dispersarás con el viento frio
Pero al girarme… TU ESPALDA…
Quise buscar otro lecho donde esconderme.
No lo logré, no conseguí escapar de ti.
Abracé este deseo ante mi propia rendición
Y mis pechos se entregaron en su roce.