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viernes, 28 de febrero de 2014

“Simon Dark 3: ¿Temes a la oscuridad?”, de Scott Hampton y Steve Niles.




ECC Ediciones publica el tercer tomo de “Simon Dark” que recoge los números 13 a 18 de la serie norteamericana, con el que Steve Niles concluye adecuadamente una serie a la que las bajas ventas sentenciaron pero cuyo protagonista debería tener más recorrido en DC pues es el personaje nuevo aparecido en la editorial en los últimos años.

Tras las últimas revelaciones, la calma parece haber llegado a Gotham y poco a poco los personajes intentan recuperar la  normalidad. Sin embargo, los psicópatas no descansan y uno de ellos parece dispuesto a acosar a las chicas del colegio de Rachel y una cadena de cuerpos decapitados apuntan directamente a Simon. Lo que nadie espera es la aparición del desquiciado hermano mayor de Simon y Tom que ha regresado de la muerte para ajustar las cuentas con su familia.

Niles realiza un trabajo solvente a la hora de cerrar las tramas abiertas y encauzar correctamente las relaciones entre los diversos personajes al tiempo que plantea un final abierto lo suficiente inteligente que permite tanto dejar cerrada la serie como continuar con las andanzas de Simon Dark en el futuro. En esta entretenida nueva entrega, la historia se encauza fundamentalmente a aclarar definitivamente los affair sentimentales al tiempo que aparece una nueva némesis de Dark que finalmente tampoco acaba por dar demasiado juego.

En el aspecto gráfico, Hampton vuelve a desplegar sus habilidades para el cómic de terror con una sobria y ajustada ambientación que se adapta a la perfección al guión de Niles. Es cierto que Hampton siempre me ha parecido un dibujante frío y algo inexpresivo para las expresiones de sus personajes, pero esa autocontención es perfecta para el tramo final de la serie.

En fin, se acabó “Simon Dark”, que para mí es uno de los mejores trabajos de Steve Niles,  dejando la sensación agridulce de que no hemos podido ver desarrollado todo el potencial que se le percibe al personaje y su entorno. Resulta curioso que en el NUDC no lo hayan recuperado todavía porque Simon Dark sin duda merece volver a la vida de nuevo. Ojalá sea pronto.

miércoles, 29 de enero de 2014

“Simon Dark 2: ¡La plaga del demonio!”, de Steve Niles y Scott Hampton.




Ya escribí por aquí con entusiasmo de la primera entrega de esta serie, que ha publicado ECC completa en tres volúmenes, y me preguntaba las razones que habían llevado a una serie con tan buenos elementos a ser cancelada en su número 18 en Estados Unidos. Tras leer esta segunda entrega, que va de los números 7 a 12, aunque la historia continua resultando entretenida uno empiece a sospechar las razones que provocaron el cierre de la serie. Os cuento.

En Gotham se ha desatado una misteriosa epidemia sobrenatural que transforma a pacíficos ciudadanos en monstruos dispuestos a acabar con sus conciudadanos sembrando el terror y el caos por toda la ciudad. El misterioso Simon Dark y sus aliados han conectado los disturbios sobrenaturales con los misteriosos planes de la poderosa secta satánica a la que se enfrentan y que prepara el advenimiento del Infierno en la Tierra, pero para poder detenerlos, el confundido Dark tendrá que introducirse en la peligrosa sancta santorum y de los demonios y enfrentarse a su misterioso y poderoso líder en las sombras.

Niles durante los primeros números de esta entrega mantiene el pulso de la serie y nos sumerge en una vorágine de terror urbano en la que se mueve como pez en el agua a la que ha de enfrentarse  un Simon Dark que ha mutado del confuso y desvalido antihéroe que conocimos en un seguro y poderoso héroe de acción de ideas muy clara gracias a los nuevos poderes que ha adquirido. Quizás esa brusca y poco elaborada evolución del personaje junto a la errática y confusa conclusión de la saga provoca que algunas de las potenciales posibilidades que se adivinaban al nuevo personaje hayan sido cercenadas por Niles sin demasiada explicación en la que es una nueva demostración más de sus limitaciones como guionista. Con todo, Niles lleva la historia al género –el terror- en que mejor se maneja y le da un socorrido acabado lovecraftiano a los enemigos de Dark que permiten que la historia siga manteniendo el interés aunque vaya de más a menos.


Fundamental es la labor gráfica de un Scott Hampton que sigue demostrando ser el dibujante idóneo para esta serie con su tenebroso y expresivo estilo capaz de crear opresivas atmósferas primigenias que perfectamente se ajustan a la historia ideada por Niles y unos espantajos directamente inspirados en los famosos Mitos de Cthulthu y el Terror clásico más convencional.  Hampton, conforme más errática se acaba volviendo la conclusión de la historia, con su tratamiento de las situaciones es el que consigue salvar en buena medida el tebeo  vistas las cada vez más evidentes limitaciones de Niles.
 

En fin,  “Simon Dark: ¡ La Plaga del Demonio!” es una historia que va de más a menos pero que aún resulta lo suficientemente interesante para mantener el interés por la conclusión de la historia en la que el irregular Niles nos desvelará por fin los últimos misterios en torno al origen de su protagonista. Ojalá que la serie recupere el bache y su conclusión esté a la altura de lo que prometía en sus inicios.

martes, 3 de diciembre de 2013

“Simon Dark: El fantasma de Gotham City” , de Steve Niles y Scott Hampton.


 ECC Ediciones ha apostado por publicar con buen criterio la serie “Simon Dark”, uno de los títulos de DC que quizás han sido más injustamente tratados en los últimos tiempos,  ya que la serie fue cancelada tras 18 números a pesar de su indudable calidad. En “El fantasma de Gotham City", la primera entrega de las tres en que la ha publicado ECC se recogen los números 1 a 6 de la serie regular guionizada por Steve Niles y dibujada por Scott Hampton.
En Gotham, Batman ya no está solo. En el barrio del Village ha aparecido un esquivo justiciero que esconde su rostro tras una extraña máscara y viste hárapos. Se trata de Simon Dark, un confuso personaje que se dedica a proteger a sus vecinos aunque no recuerde no recuerde el origen de su cuerpo cubierto de cicatrices y sus extraordinarios poderes. Y es que Simon Dark a pesar de sus buenas intenciones parece ser un muerto viviente que ha regresado a la vida solo para verse las caras con siniestras sectas ocultistas y asesinos en serie.
Steve Niles, que es en mi opinión uno de los guionistas más sobrevalorados del universo mainstream, en esta serie se arremangó la camisa para ofrecernos un interesante pastiche de géneros entre el superheroico y el terror localizando en la emblemática ciudad de Gotham a su antihéroe protagonista, un confundido Simon Dark que a pesar de sus buenas intenciones su apariencia es una amalgama de los slashers más icónicos del cine contemporáneo. 
Con una máscara que recuerda la de Jason y una camiseta que envidiaría Freddy Krueger, Simon Dark realmente es un Eduardo Manostijeras zombi que transita confuso por el mundo de los vivos protegiendo a sus convecinos mientras se pregunta por su oscuro pasado. Simon Dark es un antihéroe perfecto, un  jovencito frankenstein de buen corazón que lee atractiva literatura y vive en las ruinas de una Iglesia intentando entender el mundo que le rodea. Lo bien planteado que está el personaje protagonista – el mejor que ha aparecido en años en DC- es el que asegura buena parte del éxito de la trama ideada por Niles.
 
Más allá de su ubicación en Gotham, la serie no guarda especial relación con el Universo DC clásico y está más cercana con el género de Terror que con el superheroico, y especialmente con “El Cuervo” de James O’Barr con el que guarda algunas características comunes. En este primer acto, Steve Niles plantea perfectamente los elementos y caracteriza a los arquetípicos pesonajes que acompañan a Dark para hacer atractiva su propuesta en una trama que aúna misterio y terror con sectas ocultistas movidas por misteriosos intereses de lo más entretenida. Niles que ha desarrollado la mayor parte de su carrera en el género del Terror hard mueve perfectamente los personajes para atrapar al lector en su red de misterios y mantenerle interesado en aclarar los múltiples misterios que rodean a todo el elenco de personajes que aparecen  y se irán aclarando en las siguientes entregas.
En el aspecto gráfico, Scott Hampton cumple sobradamente con el empeño encomendado, dotando a la serie de una atmósfera oscura y opresiva con un toque de terror gótico y romántico que le sienta como anillo al dedo. Hampton practica un estilo hiperrealista y estático que se ajusta a la perfección con el ritmo cadencioso que el guión de Niles demanda.
En fin, el primer tomo de “Simon Dark” supera el desafío  de hacernos olvidar que estamos ante una serie localizada en Gotham en la que no aparecen ni Batman ni sus acólitos por ningún lado, dejándonos con las ganas de saber más de su maltrecho protagonista y los misterios que le rodean. Y eso ya de por sí es todo un logro.

viernes, 27 de septiembre de 2013

“Lot 13: Terreno Maldito”, de Glenn Fabry y Steve Niles.




El guionista Steve Niles se hizo un nombre con “30 días de noche” y desde entonces ha continuado con desigual fortuna recorriendo los trillados senderos del Terror. ECC Ediciones publicó hace pocos meses su penúltima obra, “Lot 13: Terreno Maldito”, una miniserie de cinco números editada por el sello DC Entertaiment en que nos ofrece una horripilante historia de fantasmas y condenados.

La familia Waytt está muy contenta porque por fin han podido hacerse con una casa en propiedad en el condado de Fairfax. Sin embargo, cuando llegan a su nuevo hogar, descubren que la casa todavía no está acondicionada. Cuando ya desesperan, los Waytt encuentran alojamiento para una noche en un bloque de apartamentos sin sospechar que están a punto de vivir la noche más escalofriante de sus vidas en territorio maldito.

Niles construye una tópica historia de casas encantadas, fantasmas y espantajos condenados de esas que nunca fallan a unos incondicionales del género que no harán demasiado caso de la trama llena de agujeros y la pobre resolución ante un planteamiento que no por tópico podía despertar en principio alguna esperanza de entretenimiento y que, conforme se avanza en la lectura, se comprueba como va descomponiéndose más rápido que alguno de los espantajos que pueblan sus páginas.

Y es que a la indolencia de la historia de Niles solo la salva el buen hacer gráfico de un Glenn Fabry que se luce en el desarrollo de la historia y la plasmación de los diversos fantasmas y zombis que pueblan las páginas del tebeo. Fabry realiza una buena labor merced a su cuuidado dibujo realista que sin embargo se ve continuamente lastrada por la endeblez del guión de Niles.

En fin, Niles en “Lot 13: Terreno Maldito para mí no hace más que demostrar que su fama de buen guionista es más que inmerecida y sigue viviendo de las glorías pasadas en una historia tópica que solo agradará a sus incondicionales y me temo irritará a todos aquellos que les gusten los buenos cómics de terror. Una lástima que el dibujo de Fabry no luzca con una historia a la altura.  

martes, 12 de febrero de 2008

“Treinta días de noche” de Steve Niles y Ben Templesmith (el cómic)


La semana pasada como andaba emocionado con el estreno de la nueva película de los Coen que les comentaré mañana, se me pasó comentar el estreno de la adaptación cinematográfica del cómic “Treinta días de noche” de los australianos Steve Niles y Ben Templesmith, que imagino iré a ver porque lo que he visto de la película por ahí parece interesante. Pero, antes, les voy a comentar alguna cosilla sobre el cómic “de culto” en que se basa.
Vamos por orden, y aunque imagino que a estas alturas todo el mundo está familiarizado con la historia siempre habrá algún despistado. A un pueblo de Alaska, Barrow, cercano al Polo Norte, durante el invierno se quedan sin luz solar durante treinta días lo que aprovecha un grupo de vampiros para desatar toda una cacería en el pueblo y darse un festín de sangre y visceras a los ojos de los atemorizados supervivientes que, escondidos, esperan el momento de ser cazados como conejos por los nomuertos. Sin embargo, el sheriff del pueblo se inyecta la sangre de un vampiro y, como un moderno cowboy, se convierte en un extraño vampiro con conciencia humana, capaz de enfrentarse a los chupasangres, a los que se dedica a administrar un poco de su misma medicina para salvar a sus conciudadanos aunque ello le suponga perder su propia humanidad.
En su momento, cuando Devir publicó el cómic en el 2003 se convirtió en un pequeño éxito de ventas y un tebeo de culto poniendo de moda a su guionista, Steve Niles. Sin embargo, a mí me pareció (y me sigue pareciendo tras su relectura) un mal tebeo. ¿Por qué? Porque si bien Niles parte de una estupenda idea inicial y un tratamiento del mito del vampiro alejado del estereotipo decimonónico y romántico, el desarrollo que realiza de la historia es muy limitado demostrando una escasez de recursos en el tratamiento de los personajes pelín sonrojante en un guionista de cómic. De todos modos, quizás esas taras no sean del todo achacables a Niles, quién concibió la historia para su publicación en una miniserie de tres cómics-books de grapa para por la entonces nueva editorial estadounidense IDW. Sin embargo, lo que sí es achacable a Niles es optar en el cómic por la casquería antes que por desarrollar la personalidad de los habitantes del pueblo siendo, incluso, simplemente esbozados los rasgos de los protagonistas, el sheriff y su ayudante (que al tiempo es su mujer) y dándole una mínima importancia a unos secundarios cuyo papel en la trama no va más allá que el de ser carne de cañón para la voracidad vampírica, prescindiendo de toda la potencialidad dramática que su idea podría ofrecer. Tampoco la resolución de la historia se puede considerar acertada porque, si bien el momento final de la despedida del sheriff de su mujer puede resultar conmovedor, la solución para librarse de los vampiros carece completamente de lógica y sentido. En cuanto al dibujo de Ben Templesmith, tampoco me atrajo demasiado porque el emborronamiento de las figuras y el predominio de los tonos oscuros con manchas de color (rojo, principalmente) son recursos interesantes para transmitir tensión e interés al lector (y si no que se lo digan al Frank Miller de “Sin City”) pero su abuso hace confusa la narración y no ayuda al tratamiento de los personajes buscado, supongo, por Niles.
En definitiva, “30 días de noche” en su momento, me pareció un buen “storyboard” para una película que desarrollase todas las lagunas que Niles y Templesmith no supieron llenar. Ahora parece que ese momento ha llegado con la película estrenada el viernes así que cuando la vea les cuento mis impresiones.
Y si quieren saber más del trabajo del australiano Ben Templesmith échenle un ojo a sus blogs aquí y aquí.