Yo soy de la época de cuando los columpios eran de hierro,
esa generación que tiene alguna marca en su cuerpo provocada por alguno
de estos terribles instrumentos contra los niños...
pero bueno... eso es otra historia...
Y otra cosa que marcó mi infancia, más que los columpios eran
esas tazas de metal pintadas... en vuestra casa había??
esas tazas me dieron el cola-cao durante muchos años al que
yo le quitaba esa nata que siempre se quedaba por ahí y que odiaba tanto y era la lucha de mi madre.... "Mamá!!!! cuelalo que tiene nata...."
ayyyy que recuerdos y ahora con el aerocino...
ya os comentado que me lo he comprado verdad???...
Madre mía, la cantidad de metales pesados que habremos almacenado
en nuestro cuerpo... porque la pintura se iba descascarillando.
Ahora meterían a nuestras madres en la cárcel por darnos el desayuno ahí...
Pues eso... el caso es que el viernes en mi incursión a las ferreterías, chinos, todo a cien etc...
en busca de accesorios para el disfraz...
ya sabéis que estos sitios son una fuente inagotable de chismes para disfrazarse..
me topé con estas tazas y la niña que hay en mi... y la consumista y gran almacenadora de tazas, vasos, platos y demás variedades no pudo resistir la tentación.
Menos mal que cuando Javi las vió.....
le surgió el niño que hay en él y en lugar de quejarse y decir
"Natalia.... no tenemos espacio" le encantaron....
y es que él también tuvo una infancia de tazas de metal y columpios de hierro