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sábado, 22 de noviembre de 2008

HAN LLAMADO A LA PUERTA


POR BARBIE MURANO

Escuchadme bien.Tenéis que grabaros bien una cosa en la cabeza. Esto de ahora no es un entrenamiento. No es un juego. Cuando uno se encuentra detrás de las líneas enemigas no hace prisioneros…, porque en ese caso tiene que estar continuamente vigilándolos, día y noche, sobre todo de noche; ha de pasarla en vela mientras ellos descansan o esperan la ocasión de echarle la zancadilla.

No vale la pena exponerse.

Cuando se ve a un enemigo no hay que entretenerse con ese viejo cuento de vaqueros ordenándole que levante las manos. Hay que tumbarle de un balazo o de una cuchillada. Por la espalda si es posible, porque de ese modo se corren menos riesgos. Os repito que esto no es un juego. Por lo tanto no od dejéis ganar por sensiblerías que sólo pueden acabar mal.

Hay algo que puede haceros sentir odio contra vosotros mismos y sin embargo es completamente necesario. Si uno de los nuestros cae herido y no puede seguir la marcha de los demás…, ¡hay que abandonarle! Aunque nos duela hacerlo. Lo exige la seguridad de los demás y el éxito de la misión. Todos lleváis dos pastillas por si corréis peligro de caer en manos del enemigo. Ya sabéis cómo utilizarlas.

En cuanto a los enemigos heridos no tratéis nunca de socorrerles. Es una solemne tontería. La guerra es cruel y nos obliga a dejar de lado ciertos sentimentalismos poco prácticos cuando hay que matar o morir. Pensad que esos heridos pueden alcanzaros con una granada de mano o una pistola. Lo he visto infinidad de veces y os lo he demostrado en los ejercicios de entrenamiento. Espero que hayáis aprendido la lección, pero por si acaso, os lo repito: ni prisioneros ni heridos.¡Sólo muertos!

Este es el discurso de presentación de HAN LLAMADO A LA PUERTA; la cruda serie de “consejos” impartidos por el superior a su comando de elite norteamericano.

Se trata de una historia coral donde el comando es el verdadero protagonista. La acción se desarrolla en Francia, durante la ocupación nazi. La misión de estos hombres, voluntarios adiestrados en el mayor rigor castrense, es la destrucción de armamento secreto alemán; para lo cual deberan ejecutarse maniobras que mantendran confuso al enemigo –bombardeos en fábricas y zonas aledañas al blanco- mientras otras dos células del comando, bifurcándose y atacando por sorpresa, destruyen los emplazamientos señalados por la resistencia francesa.

Una vez concluída la misión, los soldados deberán arreglarse por las suyas para mantenerse con vida, contando con toda su voluntad y habilidad militar para llegar a salvo a los refugios proporcionados por los maquisards. En ese lapso fatal de horas muchos perecerán, algunos combatiendo, otros tomados prisioneros y ejecutados de forma ominosa por los boches.

Se destaca la figura del capitan Tinny Steffens, héroe optimista y descreído a la vez, quien sobrevivirá junto a un puñado apenas de sus hombres. Y encontrará además el amor de una muchacha francesa, hija de un maqui.

Esta joven prestará ayuda al militar herido, salvándole de morir desangrado; y por ella más tarde se justificará el título del relato:

“De pronto en la puerta sonaron unos golpes. Hasta aquellas tres personas llegó el rumor sordo de unos vehículos que pasaban por el camino. Se escuchaban explosiones lejanas. Los tres se miraron asustados. Claudine, sin saber que repetía unas palabras que habían servido de contraseña al comando del caitán Steffens, murmuró:
-Han llamado a la puerta.”

Climas bien logrados y mucha acción. Por un momento incluso llegué a pensar que el autor pretendía matar a todos los personajes. Pero se trata más bien de una historia cruda con final felíz, o todo lo felíz que puede ser un final de relato bélico. El chico se queda con la chica pero ha corrido demasiada sangre. Recomendado.

Y como siempre, paz, amor y punk rock para todos. Si quieren saquen la paz y dejen el punk. Kaputt.

Ficha

Título: HAN LLAMADO A LA PUERTA
Autor: Elliot Dooley
Colección: Hazañas Bélicas
Editorial: ALFIL, 1960

domingo, 12 de octubre de 2008

ELLIOT DOOLEY & CLARK CARRADOS

POR BARBIE MURANO

He aquí dos novelitas, cada cual retratando la Guerra del Pacífico desde puntos de vista opuestos. O casi.


En Objetor de Conciencia, de Elliot Dooley, el protagonista, Lincoln Tower, es un joven norteamericano, alistado a la fuerza que, debido a sus fuertes convicciones religiosas, se niega a matar. A lo largo del relato soporta el abuso de sus superiores y compañeros de regimiento; el abandono de su prometida, avergonzada de lo que ella entiende como ‘cobardía’, en fin, el rechazo de todo el mundo.
No obstante, con el correr de la tinta –y la sangre, deja en claro que no es el miedo a morir lo que le impide tomar la vida de otro ser humano. Rescata a varios compañeros y prueba una y otra vez mediante actos de arrojo e incluso midiéndose con los puños, su extraordinario coraje, siempre sin matar.
Finalmente se enfrenta con la brutalidad extrema de la guerra: un batallón japonés se apodera de una posta sanitaria y violan y asesinan a las enfermeras. Una de ellas, la única superviviente logrará tirar abajo la muralla de sólidas creencias cristianas de Lincoln, quien desde ese instante se convertirá en un arma letal y ejecutará japoneses a diestra y siniestra.
Concluido el conflicto, regresará a USA convertido en héroe de guerra, con dos objetivos: convencer a otros objetores de conciencia de la crueldad animal del enemigo; y restaurar la torturada psiquis de Gladys, la enfermera violada, a quien se promete desposar y así devolverle la alegría que toda joven americana merece.
Muy entretenida pero no le busquen justificación ética porque no la tiene.
OBJETOR DE CONCIENCIA, de Elliot Dooley
Colección HAZAÑAS BÉLICAS
EDICIONES TORAY S.A. 1963



Yo, Kamikaze, de Clark Carrados está narrada en la primera persona de Johnny Shio, un combatiente marcado por su origen: de padre japonés y madre norteamericana, a lo largo de la historia nunca acabará de decidirse por qué bando tomar partido, si bien su alistamiento en las fuerzas niponas lo forzará a cobrarse cuantiosas vidas yankis, todo teñido apenas de una tibia culpa, más bien con gran entusiasmo de su parte.
Exiliado de USA por un problema de polleras es enviado por el coronel Mulkbenny a espiar a Japón, con órdenes estrictas de convertirse en un héroe bélico para no despertar suspicacias.
Pero Johhny Shio no tendrá jamás oportunidad de concretar su misión. El coronel muere y las fuerzas americanas no dan crédito de la existencia de un espía nipón-americano. Ocurren infinidad de plots en la novela: combates intensos, sangre, adrenalina fluyendo a mares y por supuesto, romance y sexo cuando Johnny encuentra a Carolina Mulkbenny, la hija del coronel y única persona en el mundo que conoce su secreto.
A pesar del título de la obra, Shio es en realidad un destacado combatiente de infantería que sólo en el final montara el Baka Kamikaze pero para burlar el destino suicida e ir a encontrarse con su chica, hastiado de tanto sacrificio al emperador y fanatismo hara-kiri.
La historia es absolutamente descarada y divertida, aunque dudo qué tanta gracia podría hacerle a un japonés la bizarra sugerencia de que si los yankis hubiesen tomado a Shio como espía, tal vez no hubiese sido “necesario” la utilización de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki. Plop.
A mi, sólo por ese detalle tan descabellado e incorrecto me resultó digna de lectura.
Pero vamos, es pura ficción. Paz y amor para todos.

YO, KAMIKAZE, de Clark Carrados
Colección HAZAÑAS BÉLICAS
EDICIONES TORAY S.A. 1970