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miércoles, 22 de octubre de 2025

Justicia. Janne Teller


 

     "Sostengo la pistola frente a mí a la altura de los hombros, con cierta torpeza, en una postura extraña, como quien fuma por primera vez. Desagradable, agradable. Y muy necesario. El metal es cálido y ligero. Tengo la sensación de que mi mano está desentrenada, pero ninguna duda de que acertaré y lo mataré: está a tan solo tres metros y medio de mí. Es grande y corpulento, sudoroso, con pantalones oscuros, corbata gris, camisa blanca. Chaqueta oscura. Su boca se abre. 
     —Escucha —me dice—. Esto no va a solucionar... —Señala la pistola con una sorprendente calma. 
     —¿Y qué lo solucionará? 
     Sé que no cree que se me vaya a ocurrir. Y solo por eso puede que lo haga. Arena y gaviotas. Sol. Todo igual que antes".

     Desde que leí Nada no he faltado a ninguna de las citas que Janne Teller me ha propuesto. Libro a libro, con sus más y sus menos, he disfrutado de cada molestia que me ha propuesto en sus breves argumentos. Hoy traigo a mi estantería virtual, Justicia.

     Conocemos a Teodor, y esta vez le conocemos todos, mirad como empieza la novela... Teodor es diplomático y lleva en su vida el estigma de haber perdido una hija. Joanna trabajaba en una ONG y, en el momento en el que cae de un muro y pierde la vida, estaba en Oriente Medio. Tampoco es que se sepa mucho más porque de algún modo, ni siquiera un padre en las Naciones Unidas logró que se investigara a fondo. Y mucho menos que se detuviera al culpable.
  
     Para cuando conocemos a Teodor, está siguiendo un camino que le va a llevar a descubrir la identidad del asesino. Algo que para cualquier padre supondría un descanso para él supone una nueva tortura, y es que los asesinos no siempre reciben la justicia que deberían. Esa es la realidad. Y aquí es donde Teller lanza la pregunta: si tú estuvieras en esa situación, si te encontrases ante la posibilidad de hacer justicia con el presunto culpable del asesinato de tu hija, si todo te ha indicado que es justo esa persona, ¿dispararías?

     De Teller me gusta que me molesta, que no se entretiene y que no adorna las cosas. No le importa incomodar al lector, de hecho su escritura parece nacida para ello. La empatía es uno de los temas recurrentes en su obra; ya sea relacionada con la inmigración, en las relaciones entre una clase de chavales o, en este caso, con Teodor, todas sus novelas están llenas de esta pregunta. Ahora el lector deberá de decidir qué con Teodor: el padre, el hombre que siempre se ha regido bajo las normas y al que la justicia no va a darle lo poco que le puede dar una vez ha perdido a su hija, se le plantea la oportunidad de...¿hacer justicia o convertirse en un asesino? Esa es la vuelta de la novela, la que se le da al protagonista y la que nos traslada a nosotros. Y no lo hace de esa forma tan vacía que nos encontramos a veces en las novelas negras, y tampoco en Dexter que va cazando asesinos en serie aprovechando su propio trabajo. No solo eso, sino que, por supuesto, tampoco nos deja olvidar que matar es matar sin importar nada más allá del concepto y, por si acaso se te olvida, hagámoslo a lo grande y que sea con una pistola. Una barrera directa, violenta y ruidosa que no dejará que olvides lo que has hecho si es que la usas. Ese peso en la mano que ya jamás se irá.

     La novela, cuyo título original es "¿Estás orgullosa de mi, Joanna?" pero que en nuestro país ha cambiado, quiero suponer que para seguir la línea de los libros anteriores, ha perdido mucho en ese cambio. Explora la personalidad de Joanna, activista que en el momento de su muerte buscaba llamar la atención sobre un conflicto que dura demasiado, desde su nacimiento hasta su actual reposo en Lexington, tanto como la de su padre, al que seguimos a través de distintos viajes hasta que conoce al profesor Brill, llave de la novela. Y asistimos atónitos al enfrentamiento de estos dos hombres que discuten más allá de la culpa para centrarse en su propia historia. Solo os diré que a lo largo de la conversación la pistola es disparada. Varias veces. Lo que no os voy a contar es si alguien muere. Eso tendréis que descubrirlo.

     He disfrutado mucho leyendo Justicia. No puedo dejar de recomendar a la autora. Aunque en este caso a veces haya tenido la sensación de que se le va el foco del tema al punto de situación de Joanna. Pero lo entiendo, es otro de los lugares comunes en la obra de Teller.

     Y vosotros, ¿habéis leído Nada?

     Gracias.

lunes, 7 de julio de 2025

Noventa y nueve cuentos divinos. Joy Williams

 


     "Una mujer que sentía devoción por su madre y había llorado su muerte todos los días durante años encontró unas postales en una tienda de antigüedades y trastos viejos. Las postales mostraban panorámicas sin mayor interés, pero aún así le llamaron la atención y compró unas cuantas con playas vírgenes y caminos de bosque. Al llegar a casa, sintió la irrefrenable necesidad de enviarle una postal a su madre. 
     Lo que le escribió no era importante. La necesidad de hacerlo sí lo era. 
     Metió la postal en un sobre y la envió a la última dirección terrenal de su madre, una humilde casa de labranza que se había vendido hacía años y que con toda probabilidad ya había vuelto a cambiar de manos. En el plazo de una semana recibió una carta; la letra del sobre era sin lugar a dudas la de su madre. Hasta la tinta verde que tanto le gustaba a su madre era la misma. 
     La mujer nunca abrió la carta y tampoco envió más postales a esa dirección. 
     La carta, andando el tiempo, si bien su existencia solo era un rumor, provocó entre sus hijos, si bien ya eran mayores, una gran preocupación.

     LA POSTAL"

     Joy Williams es una de las mejores cuentistas del panorama literario. Hoy traigo a mi estantería virtual, Noventa y nueve cuentos divinos.

     Supongo que muchos estaréis pensando cómo se habla de 99 cuentos o cómo se publican sin que se convierta en un pesado volumen casi imposible de levantar del suelo. Y además el divinos ese, ¿qué pinta ahí?
     Noventa y nueve cuentos divinos tiene media verdad en su título y es la palabra cuentos. Joy Williams escribe cuentos, sí, pero brevísimos y que en muchos casos funcionan como aforismos, ideas que encienden una mecha en la mente del lector, que le hacen pensar. Puntos a unir en nuestra cabeza que no necesitan ser desarrollados. Como en el que os puse en la cabecera: lo que escribió no era importante. La necesidad de hacerlo sí lo era. Hay otra historia sobre un cerdo que salva una vida que se mezcla con un matadero. La idea, la vida. Y es que los cuentos de Williams son divinos por definición más que por la calidad, que también. Es un divino basado en creencias y en naturalezas. Y si hablamos de naturalezas tal vez sea la naturalez humana aquella a la que muestra menos agrado e interés. Dios aparece porque es importante para el pensamiento, también para el individual, sin importar el nombre que se le de. La metafísica de Williams, tan común a toda su obra en la que no hace falta ponerle un nombre para que exista. El todo repartido en este caso en forma de relatos mínimos que están pensados para durar en el tiempo, no para ser consumidos del tirón. No es un menú degustación, es el plato completo. Por eso a medida que se avanza en la lectura se descubren patrones, ideas generales que sobreviven a textos con personajes cuyo nombre no nos importa. Las ideas, los pensamientos, no tienen fronteras, pero quizás se las ponen aquellos que los reciben, por eso hay locos.
     También hay relatos un poco más largos, da para mucho el libro. Hay referencias literarias más o menos encubiertas en los títulos o acciones y otras mucho más directas que se aprecian a simple vista durante la lectura. Hay, en realidad, un poco de todo. Y aún así es capaz de dar la sensación de unidad en un gran collage resumible en una cadena formada por el final en mayúsculas de cada uno de sus cuentos.

     Noventa y nueve cuentos divinos es una pequeña joya que esconde mucho más de lo que soy capaz de explicar.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.
     

     

lunes, 14 de abril de 2025

Los ojos son la mejor parte. Monica Kim

 


     "Umma me dice que los ojos son la mejor parte. 

     La miro mientras se inclina sobre la mesa de la cena, su pelo oscuro bien recogido detrás de las orejas, sus dedos bien cuidados trabajando con agilidad y destreza en el pescado que tiene en la bandeja. Lo ha hecho tantas veces que podría hacerlo con los ojos cerrados. Primero, parte el pescado por la mitad, usando sus palillos de metal para abrir el cuerpo por arriba, donde la cabeza se une con las aletas dorsales, revelando una hilera de espinas diminutas, casi invisibles".

     La verdad, si vives en una zona pesquera hay al menos un par de cosas de este libro que te llaman la atención. Hoy traigo a mi estantería virtual, Los ojos son la mejor parte.

     Conocemos a Ji-won. Después de que su padre abandonara a su madre ella ha sido la encargada de mantener el hogar en pie, lo que significa proteger a su hermana y cuidar a una madre que nunca he dejado de mirar la puerta. Y entonces un día su madre les explica que, según su cultura, comer los ojos del pescado cocinado trae buena suerte. Quizás su marido regrese si lo hace. Jo-won escucha con el estómago revuelto pero empujada por un sentimiento de lealtad y ayuda, come un ojo de pescado.  Esa noche es en la que Jo-won sueña por primera vez con comer ojos. Ojos azules que le obsesionan, que le parecen apetecibles, que cambian su forma de percibir las cosas... ojos como los de George, el nuevo novio de su madre.

     Monica Kim nos regala una novela que se inicia como un drama familiar enmarcado en una familia de inmigrantes que parecen negarse a abrir su entorno cultural a la sociedad que los ha recibido, para ir poco a poco volviéndose una experiencia divertida, incluso un poco espeluznante, en la que no descuida por un momento el humor y el sentimiento trágico de la vida. Y es que es precisamente ese humor negro el que engancha al lector que salta entre escenas francamente visuales que oscilan entre el canibalismo selectivo y las comparativas visuales. Llama la atención ese fetichismo cultural del norteamericano a lo asiático que convierte a un sector de la población en depredador en búsqueda de lo que el imaginario le ha dado en el porno. Y todas en esa familia conocen ese sentimiento incómodo ante determinados comentarios. Ji-won se fija, en esa suerte de sumisión que las diferencia de las mujeres norteamericanas.

     Y luego están los asesinatos, claro. Que son una parte vital de la novela y de la que no quiero hablar demasiado porque estamos ante uno de esos libros que no debéis dejar que nadie os descubra más que a medias. Así que respecto a este punto solo diré una cosa. Cuando muere la primera persona, es un hombre con ojos azules. Como los de George. Y no es George. aunque Ji-won no pueda evitar mirarle a los ojos. Al final es como si solo estuviera hablando con un par de ojos. Un par enorme y delicioso de ojos azules.

     Los ojos son la mejor parte es una novela sangrienta y provocadora que usa el humor para exponer la cosificación que sufren algunas mujeres y la forma en que a veces, ni siquiera saben que pueden enfrentarse a ello. Una novela que esconde muchísimo más de lo que aparenta.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 10 de marzo de 2025

La tormenta. Ragnar Jonasson

 



     "«Fin.» 
     Erla dejó el libro a un lado, se recostó en el viejo sillón raído e inspiró hondo".

     La hora de la verdad, dice el subtítulo y por eso quizás he esperado menos que nunca para leer el desenlace de Hulda. Hoy traigo a mi estantería virtual, La Tormenta.

     Como ya sucede con las anteriores entregas de cualquiera de sus series, Jonasson destaca por su escritura impecable tanto como por dotar a sus protagonistas de historias personales complejas que se adueñan de la serie tanto como las tramas policiacas que las acompañan. Y en este caso a quien hemos ido conociendo es a Hulda.
     En la tormenta Hulda ha vuelto al trabajo tras una licencia por motivos personales. En este caso se encuentran dos cuerpos en una granja remota que Hulda tiene que investigar llevando al lector al tiempo justamente anterior a la muerte de las víctimas. Y es que estamos en un caso anterior lo que hace que si a uno le apetece pueda empezar por aquí y viajar a Islandia en los años 80, un lugar frío, oscuro y, en el caso de la granja de Erla y Einar, aislado. Por eso les sorprende tanto que llamen a su puerta. Porque nadie llega a su casa si no tiene un motivo. Erla está convencida y tiene miedo, pero Einar opta por dejarlo entrar... 

     Jonasson fiel a su estilo se basa más en la tensión psicológica que en la sangre. Sus libros son policíacos pero el lector es capaz de sentir el miedo de sus personajes, de dejarse llevar por una sensación de fatalidad mientras la trama se va retorciendo, que convierte a la lectura en una experiencia muy gratificante... y perturbadora. Y después está Hulda, que es un misterio. siempre hay un lado en su pasado que no llegamos a ver y que ahora, al mirar atrás en el tiempo, tenemos la esperanza de conocer. Hulda era una mujer marcada con un carácter que aquí está ya bien definido aunque mucho menos domesticado, y esta mujer joven nos va a mostrar quien es encajando las últimas piezas de un puzzle que la convertirán en un personaje inolvidable. Supongo que al autor no le daba más de sí, o se cansó o simplemente no quiso estirar, como hacen otros, la vida útil de su protagonista. Pero yo la voy a echar de menos. De eso no me cabe ninguna duda.

     La tormenta es un libro que he disfrutado y que me ha permitido cerrar una trilogía con la sensación de haber hecho un buen viaje.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 22 de enero de 2025

La gárgola. Andrew Davidson

 


     Hoy es el día correcto para decir que soy una lectora superficial que compra libros por su cubierta. Y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La gárgola.

     En la novela que hoy traigo un narrador sin nombre nos cuenta su historia. Este hombre, con varios defectos más que nada un tanto vicioso, sufre un terrible accidente que le provoca quemaduras y lo lleva a la unidad de quemados de un hospital. Allí descubre que ha sido desfigurado para siempre, su vida, tal y como la conocía, ha terminado. Decidido a suicidarse cuando reciba el alta, este hombre se cruza en el hospital con una mujer llamada Marianne Engel, una mujer que dice haber nacido en Alemania en el s XIV. La mujer le dirá que estuvieron enamorados en ese momento y que lo ha estado esperando desde entonces. Marianne le irá contando la historia de sus vidas, sus ocupaciones, la forma en que se conocieron y enamoraron... El narrador cree que está posiblemente loca, él no comprende bien qué sucede pero no puede ser cierto. Y aún así se siente bien con ella. Se enamora.

     Esta novela me tuvo desorientada durante gran parte de su camino. Imaginad, un pornógrafo que se emborracha y se despecha de una forma cinematográfica que parece totalmente teatralizada. Y entonces comienza la vida hospitalaria, los tratamientos, la recuperación, la angustia y la novela arranca. El futuro suicida se cruza con una mujer cuyo embrujo de Sherezade contando historias abarca épocas, viajes y criaturas llevándole a una historia de amor entre una monja y un soldado con el que el narrador tiene un curioso paralelismo. Todo un tanto esquizofrénico para una novela que venden como una gran historia de amor. ¿Lo hay? Por supuesto que lo hay, aunque tal vez no como el que alguien esperaría de una historia que se vende bajo ese epígrafe. Y sin embargo es apasionante, a ratos absurda y otros tremendamente detallada. 

      Es una novela de la que cuesta despegarse. Uno se ve absorbido por su rocambolesca historia tanto como el protagonista lo hace por la extraña mujer. Es fascinante en su composición, tiene un sentido del humor no siempre comprensible y busca la complicidad del lector curioso que se deja llevar. Por supuesto tiene un punto de ese terror que se cuela bajo la piel cuando uno piensa en la vida que le espera a un narrador condenado, pero es más el absurdo de lo inabarcable convertido en texto lúdico lo que hace que la lectura de La Gárgola sea inolvidable. Porque, esto no lo he dicho aún, pero Marianne talla gárgolas que saca de la piedra que las tenía cautivas.

    He disfrutado mucho de la lectura de La Gárgola, como solo se hace con los libros diferentes que aportan algo nuevo que no se encuentra en ningún otro. Y solo por eso, ya os lo recomiendo.

      Decidme una cosa, ¿sois de los que hoy buscaréis Alas de Onix?

     Gracias.


lunes, 9 de septiembre de 2024

¡Vivir!. Yu Hua

 


     "Lo que más me gustaba era sentarme delante de alguna casa del pueblo, cuando llegaba el crepúsculo, a contemplar cómo rociaban el suelo con agua del pozo, para abatir el polvo en suspensión, mientras el haz luminoso del poniente acariciaba la cima de los árboles. Cogía entonces el abanico que me ofrecían, probaba sus verduras en salmuera, más saladas que la mar, miraba a las chicas, hablaba con los hombres".

     Ordenar libros hace que, de vez en cuando, aparezca uno que se traspapeló o llegó sin leer a la estantería de leídos por alguno de esos misterios de la vida. Hoy traigo a mi estantería virtual, ¡Vivir!

     Conocemos a Fugui, un hombre que viene de una buena familia y con dinero. Fugui lo pierde arruinándose y complicando la vida de su familia debido a sus adicciones. Este hombre, ya anciano, va revisando su historia en la que luchó, fue prisionero, vivió la Revolución Cultural de Mao, la crisis, enterró a sus seres queridos y acabó narrando su vida, ahora sencilla y compartida con un viejo buey, a un chico.

    Inicialmente la historia de Fugui no parece que vaya a aportar nada. Un chico con una vida a todo trapo que dilapida y acaba por perder el dinero familiar tras lo que, como corresponde en la literatura, decide convertirse en alguien honesto y trabajar la tierra con las manos. Visto hasta ahí, bien. Sin embargo el autor nos narra la historia en primera persona y hace que el joven atraviese un sufrimiento que parece nunca va a cesar: lucha con el ejército en la guerra civil, pierde a su madre, su hija enferma en un lento goteo de pérdida y aflicción y avanza hacia una senectud en la que el rechazo que el lector haya podido sentir hacia él en las primeras páginas se ha convertido en un cariño contenido hacia quien confía sus desdichas desde un conformismo dado por el tiempo y el aprendizaje. A esto contribuye además la forma que tiene Hua de contar una historia en realidad sencilla de forma llana hasta llegar a conmover. Fugui el sin cabeza va comprendiendo que a veces las cosas con lo que son y asume la vida. Lo que iba a ser una vida privilegiada se ha convertido en algo desgarrador y terrible, y ahí está él, con su buey, dos ancianos en la fase final esperando la muerte sin esperarla, porque quizás ya les ha acompañado mucho tiempo.

     El autor muestra como es habitual en este tipo de novelas, una parte de la historia y costumbres de su país, además de mantener un estilo que, si bien no se acerca tanto al lirismo al que nos tienen acostumbrados los autores orientales, contribuye a esa sensación de choque entre lo que se dice y cómo se cuenta, haciendo que uno y otro sean más efectivos.

     ¡Vivir! es una novela dura que no llega a inmunizar al lector ya que se siente realista en todo momento. Con un título poderoso revela justo la esencia de lo que nos está relatando, hay que seguir adelante.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 6 de marzo de 2024

La isla. Hulda2. Ragnar Jónasson

 


     "La escapada de fin de semana al lejano noroeste había sido un capricho de última hora, una forma de desafiar la oscuridad otoñal. Salieron con tiempo en el viejo Toyota de Benedikt, pero el recorrido desde el centro de Reikiavik hasta el pequeño valle remoto se alargó más de lo previsto; ya casi era noche cerrada, y él, que iba al volante, había empezado a ponerse nervioso. 
     —¿No vamos un poco tarde? ¿Podremos encontrar la casa con esta oscuridad?"

    Jonasson me gusta: sus ubicaciones, sus personajes, el desarrollo de los protagonistas con sus luces y sombras... por eso al ver que salía la siguiente entrega de Hulda y que la librería lo había sacado antes de tiempo, ni me lo pensé. Hoy traigo a mi estantería virtual, La isla.

     Hulda es enviada a Elliðaey donde una joven ha muerto durante la escapada con un grupo de amigos. En seguida descubre que este grupo de amigos estuvo también relacionado con la muerte de otra joven hace una década cuyo culpable fue, aparentemente, atrapado. Digo aparentemente porque ella va a seguir investigando hasta que todos los secretos salgan a la luz.

     Lo primero que llama la atención de esta entrega es el momento en el que se producen los hechos. Aquí cuando diga que la novela es autoconclusiva añadiré que lo es más que nunca, así como la nula importancia del orden de lectura, ya que esta se ambienta mucho antes que la primera entrega de la serie. Es cierto que sucede algo relevante pero la novela además de ser autoconclusiva, permite su lectura antes o después de la primera entrega sin problemas, aunque quien haya leído la primera entrega me entenderá cuando les diga que me he acortado un poco del sentido del humor del autor. Añadir además que esta novela tiene dos partes diferencias separadas años en las que, si bien la segunda trata del caso, la primera nos va a ayudar a conocer un poco mejor a Hulda. Diré además que me ha parecido una novela más entretenida, más ágil y que la he disfrutado más que su predecesora. 
     Aún así la protagonista absoluta de la novela es Hulda: una mujer peculiar pero no de la manera actual en la que si la persona encargada de las investigaciones no es un perro verde (o los ve) no parece tener tirón. Hulda es básicamente una persona solitaria. Alguien que lucha por su valía, y por ende la de las mujeres en un mundo masculino, que no ha contado con ayuda de nadie y que recuerda por sus métodos deductivos a las novelas clásicas de detectives. Pero he disfrutado sobre todo de recuperar el concepto de detective solitario al que, además, en esta ocasión, vamos a conocer mucho mejor con un final que nos asegura ser opuesto al que habíamos tenido en su primera aparición.  

     Supongo que ahora estaréis pensando a qué tanta referencia al final de la novela si luego no lo explico, bien, la cosa es que no puedo dar pistas más allá que decir que la propia existencia de esta novela es una muestra del sentido del humor de Jonasson, algo que pocas veces se aprecia tan claramente en un juego directo con el lector.

    La isla es una novela que he disfrutado, muchas veces con la media sonrisa pensando eso de "a ver si alguien se atreve a poner trepidante" y que se basa más en el proceso de Hulda para investigar que en carreras a tiros entre la nieve. Diría que la novela negra vuelve al frío, pero en realidad nunca salió de él.

     Y vosotros, ¿seguís alguna saga de novela policiaca?

     Gracias.


miércoles, 15 de febrero de 2023

No hablemos más de amor. Hervé Le Tellier

 

     "El planeta vivió aquel año su otoño más cálido en cinco siglos. Sin embargo, de la clemencia providencial del clima, que tal vez desempeñó un papel en esta historia, no volveremos a tratar aquí. Este relato cubre el espacio de tres meses e incluso algo más. Aquella o aquel que no quiera -o ya no quiera- oír hablar de amor que no lea este libro".

     Con "La anomalía" Hervé Le Tellier entró en las casas de muchos lectores que, hasta ese momento, no se habían fijado en él. Ahora se reedita una de sus novelas y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, No hablemos más de amor.

    Conocemos a Anna y Louise, aunque ellas no se conocen entre sí. Al igual que muchas mujeres, son dos mujeres casadas y con familia que viven felices. Entonces Anna conoce a Yves y Louise conoce a Thomas (el psicoanalista de Anna para más datos) y esa plácida vida que llevaban desde hace años  y que parecía que iba a seguir así por mucho tiempo, se tambalea en estas dos historias que funcionan como un espejo. 

     Para quien no lo sepa, Le Tellier es un inventor dentro del mundo de las palabras. No diré que inventa términos pero si que inventa juegos, como un dominó para esta novela, que le permiten transgredir cualquier límite literario impuesto. En esta ocasión, tenemos una novela de 4+2 personajes (lo sé, solo os he hablado de 4, los importantes, pero a poco que penséis adivinaréis quién más puede aparecer) en la que hay, más que capítulos, cortes que permiten al lector avanzar por la novela. Encontramos pensamientos, poesía, una foto, una lista e incluso, dentro de la misma novela, hablan de la genética del lenguaje. De hecho ahora podría ponerme técnica y hablar de la pertenencia del autor a un club, Oulipan, sobre creación con restricciones que no afecten a la lectura que me parece francamente interesante por su mezcla matemática que lleva en ocasiones a los creadores a utilizar métodos insospechados como el ajedrez Abjasia utilizado por el autor en esta novela. Pero todo eso, muy ilustrativo para algunos pero tremendamente aburrido para otros, no tendría más valor que el de un ejercicio literario para evaluar, si no fuera porque la novela logra que el lector se involucre con los personajes y comprenda sus sentimientos y reflexiones hechas casi de pildoritas de vida. En cuanto al tema del dominó, será uno de los personajes, Yves el escritor, quien de su clave cuando hable de la novela que él mismo quiere escribir y que hará que los títulos de los capítulos encajen perfectamente para el lector que, hasta ese momento, solo se había dado cuenta de que los había con un personaje, con dos, con secundarios... para un total de seis (o 4+2, ¿lo vais entendiendo?) dejando que la novela, que ya era divertida, se convierta además en un juego que nos obligue a volver a mirar las páginas ya leídas. Y es que hay que tener mucha cabeza para construir una novela de este modo, no sabéis lo que me gustaría poder acceder a las notas de este escritor.

    En esta novela de cuarentones en la que el tema principal parece ser el amor y cuya última frase se debe al título, o quizás al revés, siendo esta la única justificación de su existencia en un libro que versa de lo contrario, los personajes se ven sorprendidos y muestran sus pensamientos, sus dudas, incluso las más recónditas que uno no confesaría como eso de querer enamorarse de una loca, y dan lugar a una novela sorprendentemente coherente y fácil de leer. Yves es quien nos lo pone fácil, Le Tellier a fin de cuentas. De este modo y mediante historias que se superponen, el autor redefine el amor tal y como lo hacen los personajes que, una vez enamorados y casados parecían haberse asentado sin darse cuenta en una placidez de dejarse llevar que ahora se ve agitada en unas cuantas escenas cruciales en las que los enfrentamientos y las pasiones irrumpen tras un montón de banalidad. Si  os fijáis una vez más la estructura, lo narrado y la trama se ven reflejadas también en el interior de la novela. Todo un juego en una novela cruzada por el lenguaje, que parece haber decidido batirse en duelo con el amor para ver quién se lleva la hegemonía del protagonismo.

     No hablemos más de amor es una novela sobre el amor reencontrado cuando no se busca ni se espera, cuando ya se cree que se tiene pero parece que no era todo y uno se deja llevar. Y también es una novela sobre el lenguaje, que homenajea eso de que lo que no podemos relatar es porque no existe en la misma medida en la que cuando no encontramos palabras para decir algo a otra persona significa que, tal vez, algo se haya roto ahí.

     Me ha gustado, la he disfrutado de una forma diferente y a muchas escalas. Sobre todo la superficial, no vayáis a pensaros. Y es que con todo lo que contiene, realmente no es una novela exigente.

     Y vosotros, ¿disfrutáis de estructuras arriesgadas a la hora de escribir o sois más clásicos?

     Gracias.

miércoles, 30 de noviembre de 2022

Zorro 8. George Saunders

 


     Tengo debilidad por los cuentos para adultos. Tanta como la que tengo por Saunders. O por el rojo y el negro como combinación de vida. Era pues inevitable que este libro se viniera conmigo. Hoy traigo a mi estantería virtual, Zorro 8.

    El último libro de Saunder es una fábula concebida para adultos y para niños que lleva entre sus letras una doble lectura en la que el rojo son los sentimientos y la monocromía del mundo  alcanza al lector casi yumano para obligarlo a profundizar en las poco más de cincuenta páginas que tiene la historia. Así conocemos a Zorro 8, que es por supuesto un zorro, que habla más o menos el idioma de los yumanos, término este ya conocido y utilizado por otros escritores como Ursula K Le Guin, y nos introducimos en un cuento en el que los errores tipográficos forman parte importante del conjunto. El caso es que cuando ve peligrar su lugar de residencia y muere algún zorro, 8 se va con 7 a investigar y llega a un centro comercial. Mientras mira entre sorprendido y asustado, atacan a los zorros que mueren y también atacarán a... bueno, no sigo que os cuento el argumento entero, peligro que suelen tener las fábulas cortas.

     De algún modo y volviendo al hecho de estar ante un cuento, el protagonista del libro, que a su vez aprendió el idioma escuchando cuentos, parece un niño de tres años que aún comete errores al comunicarse y que provoca las sonrisas de los adultos al leerlo. Bien, esa es la imagen de nuestro 8. Saunders juega con este elemento que también podría ser una persona aprendiendo el idioma de un país extranjero cuando llega a él (visión esa mucho más fácil de obtener si uno se ciñe al hilo de la historia). De hecho hay interpretaciones varias y es que, cuando se trata de una historia corta, cada línea, cada palabra y cada supuesto error tipográfico están colocados cuidadosamente esperando a ser recogidos por el lector. 

     Zorro 8 es una historia de poder, de habilidades y, por supuesto, una eco-fábula tal y como nos indica la propia editorial en la contra. Hay un zorro donde antes había una manada y un centro comercial donde estaba un bosque, es fácil de ver el camino que va a tomar la historia, estaréis pensando. Nuestro zorro en cambio tiene una admiración por la raza que ve mostrar cariño a los niños, que oye contar historias y con la que aprende a hablar y que le maravilla su talento. Es intrépido sin saberlo ya que reviste de cierta inocencia una mirada que, precisamente por hacerlo sin saber, se va volviendo cada vez más incisiva dando por fin la cara el mensaje y moralina de la historia. Una historia cuyo final es casi un consejo al lector que habrá o no recogido lo que el autor quiso decir pero que ,en todo caso, no ha sido capaz de pasar por alto un mensaje tan directo.

     Zorro 8 es una fábula para adultos que puede ser leída por niños y que se disfruta a distintos niveles. Un librito en el que hay que destacar la labor de Javier Calvo en la traducción tanto como las ilustraciones de Chelsea Cardinal que aportan el complemento perfecto al significado de la historia.

     Y a vosotros, ¿os gustan los cuentos?

     Gracias.

lunes, 1 de agosto de 2022

El regreso del soldado. Rebeca West

 


     Me llaman la atención este tipo de libros desde hace años-. Soldados, regresos, guerras... Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El regreso del soldado.

     Conocemos a Chris Baldry cuando regresa de la IGM. Inicialmente es afortunado, no tiene lesiones visibles, y sigue siendo un joven de 36 años sano que ahora ha vuelto a casa. Solo hay un problema y es que los últimos 15 años de su vida han desaparecido de su memoria. Y él, que a los 21 años estaba enamorado de Margaret, ahora está casado con Kitty con la que ha perdido un hijo y vive en su casa de siempre aunque con los cambios propios del paso del tiempo.

     Resulta curioso como la pérdida de memoria del soldado es tanto lo que marca su nueva vida como lo que le permite olvidar los horrores de la guerra. Un mal que fue bastante común en su época y que ahora casi parece un recurso literario más que apropiado para mostrar los cambios a los que el soldado se enfrenta y convertir la novela en un drama cercano. West escribe una novela incómoda que sorprende por el momento en el que fue concebida ya que trata muchos temas que son comunes a nuestra sociedad actual. West no tiene problema en marcar el clasismo, en señalar la infelicidad conyugal, el adulterio o insinuar las relaciones homosexuales. Y tampoco lo tiene en volver a tratar la amnesia como la solución a todos los problemas, también a la sociedad. O quizás sea que mejor olvidemos o que no recordemos, que mejor estar un poco inconscientes si somos felices o no lo seremos, y también que, aún así, siempre vamos a ser permeables, algo se filtra. Todo eso está en la novela de West.

     La autora nos invita a ver el regreso del soldado, a ver su despertar en un hospital y a su esposa a su lado. La misma que hace llegar la carta a su primer amor y que parece esperar en el regreso de su esposo una vuelta a una normalidad que tiene que ver tanto con la guerra como con la tragedia de perder un hijo, pero todo se ve truncado con este hombre que regresa mirando a otro amor. Y aún así, West no busca simpatías ni se viste de tragedia. Es dura e implacable y torna implacable al lector que no puede evitar enjuiciar a cada uno de los personajes en sus actos y palabras dejando flotar en el aire un dilema moral tanto como la duda sobre lo que cada cual crea que representa la amnesia de su protagonista. Sorprende tanto por lo temprano de su escritura, la autora no tenía 25 años, como por el momento en el que la novela se concibió y ha resistido, algo que no suele ser habitual, maravillosamente el paso del tiempo.

     El regreso del soldado es una gran novela que se condensa en no muchas páginas y que deja un poso que profundiza a medida que pasan los días desde su lectura. Desde luego, no deja a nadie indiferente.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 25 de abril de 2022

El peligro de estar cuerda. Rosa Montero

 


     "Siempre he sabido que algo no funcionaba bien dentro de mi cabeza".

     Ley universal en Entre montones de libros: "Si Rosa Montero saca un libro, se lee". Hoy traigo a mi estantería virtual, El peligro de estar cuerda.

     Rosa Montero tiene dos vertientes principales. Una es la ficción, allí domina Bruna, es la dueña del lugar y lo ha demostrado novela tras novela. La otra es la terrenal, la pura vida en la que la autora se desnuda para acercarse al lector y hablar de esas cosas cotidianas haciéndole sentirse cómodo. Hemos hablado, sí porque uno se siente casi como en un diálogo, del duelo, de la edad, de la vida en general... y con su último título, vamos a hablar de locura. Aunque no sea exactamente de locura. O, mejor dicho, vamos a hablar de esa locura asequible para cualquiera (esta frase estoy segura de que es de lo más incorrecta).

     Montero descubre sus excentricidades, sus manías, y las señala. No solo las suyas, también las de otros artistas; desfilan ristras de nombres marcados por eso que antes se llamaba peculiaridades y ahora quedan señaladas a velocidad de vértigo por la pluma de la autora. Señala, a medida que avanzamos, esa suerte de comunión entre la genialidad creativa y la locura y señala que "las personas etiquetadas como normales cometen más actos de violencia que los lunáticos" . Lo entendemos, es el peligro de estar cuerdo. Aunque no es ese el peligro que señala, más bien se refiere a la falta de creatividad. O a morir de tedio. El caso es que cuaja de referencias y anécdotas un texto por lo demás ameno independientemente de si uno comulga o no con la premisa que presenta. Personalmente, dudo mucho de ella y más bien creo que a todo el mundo le gusta tener un componente de unicidad y que romantizar la creación, sea del tipo que sea, muchas veces esconde el duro trabajo que supone para la mayor parte de los creadores el estar ahí. Además, ¿serán ellos excéntricos y por eso crean o simplemente sucede que llegado un nivel de fama sus vidas son miradas con lupa buscando una explicación a lo que posiblemente no la tiene?

     Bien, como podéis ver, Montero logra un diálogo ficticio con el lector que no puede evitar responder a las ideas que señala mientras se empapa de conceptos, de procesos creativos y de la magnifica capacidad que tiene la autora para resultar amena sea cual sea el tema que trate. Algo que, si os digo la verdad, es justamente lo que voy buscando cuando abro un libro suyo y también es lo que me encuentro título tras título.

     El peligro de estar cuerdo es un buen libro para quienes disfrutamos de la prosa de la autora.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 13 de octubre de 2021

La llama inmortal de Stephen Crane. Paul Auster

 


     "Nacido el Día de los Difuntos y muerto cinco meses antes de su vigésimo noveno cumpleaños, Stephen Crane vivió cinco meses y cinco días en el siglo xx, deshecho por la tuberculosis antes de haber tenido ocasión de conducir un automóvil o contemplar un aeroplano, ver una película proyectada en pantalla grande o escuchar la radio, un personaje del mundo del caballo y la calesa que se perdió el futuro que aguardaba a sus pares, no solo la creación de aquellas máquinas e inventos milagrosos, sino los horrores de la época también, incluida la aniquilación de decenas de millones de vidas en las dos guerras mundiales. Fueron sus contemporáneos Henri Matisse (veintidós meses más que él), Vladímir Lenin (diecisiete meses mayor), Marcel Proust (cuatro meses más), y escritores norteamericanos tales como W. E. B. Du Bois, Theodore Dreiser, Willa Cather, Gertrude Stein, Sherwood Anderson y Robert Frost, todos los cuales vivieron hasta bien entrado el nuevo siglo. Pero la obra de Crane, que rehuyó las tradiciones de casi todo lo que se había producido antes de él, fue tan radical para su tiempo que ahora se le puede considerar como el primer modernista norteamericano, el principal responsable de cambiar el modo en que vemos el mundo a través de la lente de la palabra escrita".

     Me encanta volver a los brazos de mis escritores favoritos. Por eso he querido volver del puente con Paul Auster. Hoy traigo a mi estantería virtual, La llama inmortal de Stephen Crane.

     Cuando uno hace una reseña de una biografía tiene que tener cuidado no dejarse caer en contar la vida y olvidarse de la forma en que se hace. Eso si el libro nos ha gustado, como es el caso. Y es que Auster escribe esta biografía desde la admiración y la técnica narrativa, generando un equilibrio en el que el lector se permite quedar deslumbrado por la figura del que nos dicen causó una pequeña revolución en el mundo literario de Estados Unidos pero que aquí, al otro lado del océano, muchos solo conocen por La roja insignia del valor. Nos cuenta Auster que Crane nació en Nueva Jersey y que murió de tuberculósis con 28 años dejando una lista bastante prolífica de producción literaria ya fuera novelas, poemas o cuentos. Auster es, por una de esas casualidades de la vida en las que yo no creo, del mismo vecindario que Crane y sin que eso le influya a la hora de admirar al objeto de su novela, desprende una contagiosa admiración hacia el autor en cada una de sus letras. Lo eleva incluso al olimpo de los escritores estudiados y admirados por los académicos y lamenta que el lector habitual, el paseante que entra en una librería, parezcan haberlo olvidado. Mezcla entonces sus propias opiniones, de las que no se desprende jamás, con títulos de obras del autor, parte de sus experiencias vitales y un retrato de la época y lugares que Crane frecuentaba y realiza un meticuloso trabajo que casi parece un estudio y que se arriesga a que resulte pesado para aquellos que no compartan su opinión sobre el protagonista de su último título. Y es que reconozco que me reí considerando a Auster un adelantado. Os explico: cuando aparece el título empiezo a ver en las redes preguntas sobre si estábamos ante una biografía, una novela y qué parte de ficción podríamos encontrar en ella. Bien, Auster se adelanta y cuaja su libro de datos o fuentes que ha consultado y estudiado para finalizar este proyecto tras tres años de trabajo, con lo cual parece que su intuición ya le avisaba de cuáles iban a ser las dudas de los lectores. Y cierto es que se agradece tener claras las cosas, pero también que no era necesario profundizar tantísimo en determinados momentos más accesorios que principales, solo que cuando uno tiene la pluma de Auster, poco acaba importando si es vital o no lo que relata de una forma tan estudiada.

     Si esto fuera una de esas publicaciones importantes, que ahora diría que Auster ha escrito la biografía definitiva. Pero somos simples lectores, de esos que tal vez hayamos olvidado a Crane o ni siquiera lo hemos leído, y eso significa que nuestra percepción solo puede venir de lo que Auster nos relata. Quizás por eso la parte anecdótica, los motivos o causas para llegar a un determinado argumento, sus compañeros o los ambientes que el autor frecuentaban se antojan en muchos momentos las mejores partes de la trama en una novela que hubiera funcionado mejor para el lector de calle con un pequeño recorte métrico.

     La llama inmortal de Stephen Crane es un libro magnífico para quienes ya partan siendo fans de uno u otro escritor, Auster o Crane. Para el resto es una biografía interesante que posiblemente les conduzca a más de un título y, de esto estoy segura, a ver una película.

     Y vosotros, ¿con qué libro habéis vuelto del puente?

     Gracias.

lunes, 6 de septiembre de 2021

En las ruinas del futuro. Don DeLillo

 


     "Todo eso cambió el 11 de septiembre. Hoy el relato del mundo lo vuelven a escribir los terroristas".

     Me gusta un escritor, me compro sus libros. No hay más. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, En las ruinas del futuro.

     Alla por el año 2001, un 21 de diciembre (esperábais supongo un 11 de septiembre), DeLillo escribió un artículo para The Guardian en el que hablaba de los atentados, las torres, el ambiente en una de esas calles recorridas por un tráfico incesante de coches y personas... hablaba de lo mismo que todo el mundo; el terrible atentado a las Torres Gemelas. Un año más tarde se publicaba la traducción en nuestro país y ahora, hace apenas unos días, se ha reeditado.

     DeLillo nos deja un librito en el que reflexiona sobre el atentado, el terrorismo radical en el que las personas son instrumentos de sus creencias y en la forma en que eso las distancia del resto de la humanidad a la que no son capaces de otorgarle rasgos. Supongo que un poco como eso que dicen de si le pones un nombre a un pollito, jamás te lo llegarás a comer. Habla también de la memoria y de las historias y de cómo serán contadas esas historias en el futuro, de las personas y el estupor, las calles polvorientas y las cintas policiales que se mantuvieron durante mucho tiempo. Habla de la prensa que retransmitía en directo lo sucedido sin caer en lo cinematográfico y nos deja además una suerte de testimonio cercano pero no desde dentro de las torres, lo hace justo desde al lado. Me preguntaba al leer esa parte si realmente estaba dando testimonios o era una suerte de metáfora, de aviso a navegantes sobre lo que deberían de empezar a temer si estaban viendo lo que sucedía en su país. Posiblemente. O quizás no y sea una interpretación mía influida por los veinte años casi que han transcurrido desde ese momento y por todo lo sucedido desde entonces. Y como broche, el americanismo multicultural, multirracial, el seguir adelante porque es lo que importa. Muy colocado todo. Entonces.

     He colocado como frase una que a mi me llamó particularmente la atención al comenzar la lectura. Una que pensé que sería la marca del texto y sobre la que oscilaría DeLillo. Pues bien, me equivoqué. Esperaba algo más incisivo, más profundo, supongo que algo más contemporáneo a este año que vivimos y que estuviera escrito por lo tanto desde el análisis que otorga la distancia y no desde el simple "un texto más" en el que realmente no se aporta nada en particular salvo un par de pensamientos a vuelapluma y un broche final efectista que en este momento carece realmente del sentido que tuvo al escribirse. Será culpa mía ya que esperaba un análisis. O del mundo por habernos dejado un comienzo del S XXI tan lleno de sobresaltos que podrían llenar una biblioteca entera con palabras sobre cada uno de ellos. Pero me ha parecido que se queda muy corto. Me ha sonado a uno de esos ejercicios en los que uno intenta dejar de lado el sentimentalismo y hacer algo digno cuando aún no está preparado para ello y que refleja nada más que un punto dentro de un eje cronológico macabro que ha continuado sucediéndose de tal modo que, esa primera frase con la que comenzaba esta reseña, puede ser la que mantenga el rigor con más dignidad de todo este título. Al menos hasta que llegó la pandemia. O qué se yo, supongo que escribir textos sobre temas actuales es muy complicado. Y conseguir que mantengan el mismo sentido que tuvieron al publicarse debe de serlo aún más.

     En las ruinas del futuro es un libro para quienes, como yo, alimentan su lado coleccionista y quieren tener todo lo escrito por su autor.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.


miércoles, 25 de agosto de 2021

Frankie y la boda: Carson McCullers

 


     Hay libros que parecen esperar su momento escondidos. Algunos incluso literalmente y uno los compra y desaparecen durante años hasta que un buen día, colocando estantes, te tropiezas con ellos y los rescatas. Eso sucedió con esta novela y es que hoy traigo a mi estantería virtual, Frankie y la boda.

     Conocemos a Frankie Addams, una niña de doce años, huérfana de madre, que vive con su padre desde que su hermano se fuera a Alaska. No es que mantenga una gran relación con él, así que las otras dos personas que marcan su vida son Beredice la cocinera y su primo pequeño. Frankie es una niña precoz y un tanto rebelde que se ve además sorprendida con la noticia de que su hermano se casa, algo que significa que lo ha perdido para siempre.

     Frankie es complicada. Debió de serlo para McCullers y lo ha sido sin lugar a dudas para mi. Es una protagonista complicada que no encuentra su sitio y está a mitad de camino entre la niña que ha sido y la adulta que será. De carácter a veces insoportable, pronto se desvela para el lector como alguien a quien le aterra estar sola, no olvidemos que no tiene madre, su padre prefiere su trabajo a su hija y tampoco aparecen amigos a su lado. Lo único que le queda es una relación forjada alrededor de una mesa y que incluyen a una criada y un niño pequeño. Esa es Frankie incluso cuando se enfada y provoca rechazo y McCullers logra que incluso nosotros la rechacemos sin entender muy bien qué narices le pasa. Pero en realidad es fácil: preadolescencia. Frankie quiere irse del pueblo, con su hermano, claro, quiere crecer y encontrar su sitio cuando en realidad lo único que encuentra es.... a un soldado. Le cuesta crecer por las prisas y también expresar lo que siente aunque pronto vamos a tener claro lo que significa, por ejemplo, Beredice para ella. Y luego llega la boda. Y no os voy a decir más.

     McCullers escribe una novela al detalle en la que Frankie queda tan expuesta como para que el lector cometa con ella las mismas injusticias que ella siente que ha vivido. Mediante diálogos, parece decirnos la autora, es como mejor se conoce a las personas. Y así vemos las ideas descabelladas de una niña que quiere ser adulta con prisa y no se da cuenta de lo que se deja en el camino. Algo que el lector mira con tristeza incluso, antes de que Frankie se ponga en evidencia y la miremos con cierta desaprobación. Porque donde otros hubieran hecho un personaje entrañable y digno de lástima aquí nos irritamos porque la autora no pierde la perspectiva en ningún momento del carácter complicado que se tiene a cierta edad. También es la historia de un cariño, de una amistad, y de un cierto calor alrededor de una mesa que da algunos de los grandes momentos que posee este libro. Pero es, sobre todo, una magnífica muestra de lo que es escribir una novela en la que los lectores reaccionen ante los personajes de la misma forma que lo hacen otros personajes. Porque a Frankie no la terminamos de entender hasta que no hemos cerrado el libro, un poco como si necesitásemos que dejara de hablar sin descanso en nuestro oído para poder echarla de menos. Un poco como si se tratara de una preadolescente.

    Frankie y la boda es una novela estupenda de una magnífica autora. La comenzó y terminó escribiendo en mitad del proceso La balada del café triste, posiblemente su mejor novela, y deja una historia cuajada de detalles que despierta en el lector sentimientos encontrados y viscerales hacia la novela tanto como hacia su protagonista. No dejéis de leer a McCullers.

     Y vosotros, ¿Qué libro tenéis entre manos a la vuelta de vacaciones?

     Gracias.

miércoles, 31 de marzo de 2021

La anomalía. Hervé Le Tellier

 


     "Jueves, 24 de junio de 2021, McGuire Air Force Base, Trenton, Nueva Jersey Un Boeing 787 con el fuselaje dañado permanece detenido al final de la pista 2, no lejos de los helicópteros Black Hawk y de los imponentes bimotores grises con hélices de la US Air Force. Tres vehículos blindados se encuentran junto al avión de largo alcance, mientras la noche cálida cae entre efluvios marinos sobre un descampado invadido por la hiniesta y la salvia".

     De todos los premios literarios europeos me quedo con el Goncourt. Y lo digo sin rastro de dudas. si además se da el caso de que se convierte en top ventas apenas sale en Francia, yo ya llego convencida de leerlo. Hoy traigo a mi estantería virtual, La anomalía.

     Decir que uno ha leído La anomalía sin contar la parte que uno se muere de contar de La anomalía va a ser complicado. Supongo que si lo dijera no pasaría realmente nada, se dan pistas en la contra, pero me lo pasé tan bien descubriéndolo sola que me daría reparos quitarle a nadie ese placer. Así que empecemos y veamos hasta dónde me atrevo a llegar.
     La novela trata de un avión que entra en una turbulencia. Es un avión comercial, con personas normales (entre las que hay un escritor al que mi cerebro decidió ponerle el rostro de un famoso escritor español provocando que me resultara todo más divertido. Mi cerebro va por libre a veces, es lo que tiene ser rubia). El avión avisa a la torre de control del aeropuerto, la cosa se pone regulera pero logra salir. Cuando sale le dicen por radio al comandante del vuelo que le van a ir pasando con personas de distinto rango hasta que en un último aviso tiene cazas a los lados que lo van a escoltar hasta que aterrice donde lo mandan. Y el comandante, que primero creyó que era una broma de los compañeros de tierra, mira por la ventana y flipa. Allí están los aviones.

     "Pero el protocolo 42... No es posible enfrentarse al protocolo 42".

     En realidad La anomalía trata del protocolo 42 que iremos descubriendo a la vez que un científico que es trasladado a un hangar. Lo llevan por el avión que salió de la turbulencia y fue escoltado, el que os acabo de contar. Allí esperará la llegada de dicho avión. Miller, que así se llama el científico, perteneció al grupo que creó una serie de protocolos para cubrir contingencias y así actuar con rapidez. Cuando llega al hangar y ve allí el avión al que espera, le dicen salió de la turbulencia hace tres meses como es normal. La anomalía es que ahora haya vuelto a salir de la turbulencia el mismo avión con la misma gente. No el mismo avión tiempo más tarde, no... Es un caso claro de protocolo 42. Es imposible, pero ahí está. Y en un rato estará por duplicado. ¿Qué hacemos?

     A partir de lo que os he dicho lo único que tenéis que hacer es poner un pie en la realidad más cotidiana y pensar en qué se haría si sucediera algo así. Además nos ofrece las distintas perspectivas de los pasajeros del avión lo que nos lleva a una suerte de enredo entre los primeros, los segundos, los primeros cuando el tiempo ha llegado al momento de los segundos...  y nos deja una novela que uno debería de catalogar como ciencia ficción en un espacio incatalogable en el que se han movido muchas series con éxito pero, hasta ahora, pocos escritores se habían atrevido a adentrarse. Aquí lo divertido, y la novela es francamente divertida, es lo imposible. Decía Holmes que si eliminamos lo imposible, lo que queda, por improbable que sea, tiene que ser la verdad. Y Le Tellier nos dice: ¿y qué pasa si lo que ha sucedido es precisamente lo imposible? Pues pasa que hay que buscar explicaciones en la religión, la ciencia, incluso en el cine. Pasa que importan las historias de las personas y pasa que uno comienza a leer la novela y es incapaz de soltarla en su cabeza durante los ratos en los que no está leyendo. Pero, sobre todo, lo que pasa con este libro es que uno tiene ganas de que lo lea alguien más para poder comentarlo a gusto. Así que ¡leed insensatos!

     La anomalía es una novela diferente escrita de forma brillante y con un final a gusto del destinatario con la que he disfrutado mucho. Y me ha dejado algo muy claro: no está todo escrito.

     Y vosotros, ¿cuál es el último libro que os moríais por diseccionar a todo spoiler y os tocó esperar a que alguien lo leyera?

     Gracias.

     PD. No os he contado un millón de cosas. Os he hablado de un pasajero escritor pero no de su libro escrito en el intermedio. Los pasajeros de este vuelo, tienen sus historias. Pero tras la anomalía...¿qué hacemos con ellos?

lunes, 18 de enero de 2021

El abstemio. Ian McGuire


      "Es medianoche. Hay cañones de campaña en Stanley Street y barricadas de madera en todos los puentes y cruces de la ciudad. Sobre las aguas oscuras y desiertas del río Irwell se eleva el resplandor anaranjado de decenas de fogatas".

     Hay temas que resultan atractivos, por eso no pude evitar fijarme en la novela que os traigo a mi estantería virtual. Hoy traigo, El abstemio.

     James o'Connor es un policía irlandés que llega a Manchester ante el recelo de sus nuevos compañeros en la comisaría. En un momento conflictivo en la ciudad se van a ahorcar a tres fenianos y él prevé que sea la chispa que haga saltar el polvorín. Solo que no parecen escucharlo. el día del ajusticiamiento la plaza está llena de espectadores y uno de los informantes de O'Connor le habla de un americano que viene para dar un golpe definitivo en nombre de los fenianos. Así empieza una lucha entre dos hombres que termina por convertirse en algo personal llevando al límite al policía.

     El abstemio es O'Connor, un detective que tocó fondo al perder a su familia y estuvo a punto de dejar que la bebida diera al traste con su vida y su carrera. Por eso está en Manchester en un intento de enderezarse y agarrar la que puede ser su última oportunidad de ponerse en pie y hacer las cosas bien. Y O'Connor lo hace bien, incluso con unos compañeros de trabajo que, en el mejor de los casos lo ignoran. al menos hasta la llegada de Doyle, un hombre violento y con sed de sangre que milita en las filas fenianas con la intención de llevar a cabo un golpe maestro y violento que sacuda los cimientos de la autoridad británica. Así las cosas su primer objetivo será saber a qué policía se acude cuando uno tiene algo que contar y también quienes son esos que parecen sentir la necesidad de contar demasiado a la policía. Este es el punto de partida de la historia entre estos dos hombres que se enfrentan desde las primeras páginas y que acaban convirtiéndose en objetivo y obsesión mientras el lector transita por el comienzo de la época más conflictiva de Irlanda. De hecho el punto de partida de la novela, el ajusticiamiento de los llamados Mártires de Manchester, es real, y a partir de él se construye una historia cada vez más personal en la que, lo confieso, temí que el final no estuviera a la altura. Y es que hay veces que un escritor se deja llevar en la trama tanto que termina por no rematar de la forma adecuada porque se le va de las manos. Creo que por eso me ha gustado tanto la novela, por el magnífico final capaz de impactarte pero también de dejar satisfecho al lector más exigente.

     La ambientación, el tono y el dibujo que hace de los dos protagonistas son puntos a destacar ya que, ni siquiera en el caso del "bueno" en este duelo entre "bueno y malo" cae en la tentación de convertir a uno en un héroe, dejando que decida y se confunda para alivio del lector que llega cansado de intachables.

     El abstemio me ha gustado. Ha resultado una historia difícil de soltar con un broche perfecto para un año que, a juzgar por este título, empieza bien en  cuanto a lecturas se refiere. Os lo recomiendo. Sin duda. Por mi parte investigaré otros títulos del mismo autor.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 4 de marzo de 2020

Los secretos que guardamos. Lara Prescott


     "Cuando llegaron los hombres de traje negro, mi hija les ofreció una taza de té. Ellos aceptaron educados, como si fueran nuestros invitados. Pero cuando empezaron a volcar los cajones de mi escritorio, a tirar al suelo los libros de la estantería, a dar la vuelta a los colchones y a revolver los armarios, Ira apartó el hervidor del fogón y colocó de nuevo las tazas y los platitos en el armario. 
     Un hombre que llevaba un gran cajón de embalar ordenó a los otros que metieran en él todo lo que pudiera ser útil, y mi hijo pequeño, Mitya, fue al balcón, donde tenía su eriza, y la envolvió en su jersey, como si temiera que los hombres se la llevaran también".

     A veces es simplemente la trama. Te llama tanto la atención, que es imposible obviar el libro; lo necesitas. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Los secretos que guardamos.

     Conocemos a Olga, la amante de Boris Pasternak, cuando es llevada a un gulag. Ella apoya firmemente a su amante, pero pasa 3 años en los que pierde a sus hijos e incluso el hijo que esperaba del escritor que, además, no estaría dispuesto a permitir otra situación semejante. La historia entre Pasternak y Olga, su musa, es utilizada por el propio autor para inspirarse en los personajes de la famosa novela. Una novela que sabe no verá la luz en su país.
     Conocemos también a Irina, una mujer de ascendencia rusa que ha terminado trabajando de mecanógrafa para la CIA. Allí la gente no tiene lazos personales, muchos son espías. Aunque Irina es mecanógrafa. Al menos hasta ahora que ha conocido a Sally. Ahora es quien recogerá el manuscrito cual espía/mensajera para llevarlo hasta las mecanógrafas y luego distribuirlo de contrabando en Rusia. Pero además de todo eso, Irina también vive su personal historia de amor. Con Sally. En una época en la que la homosexualidad era ilegal.

     Todo el mundo conoce al Doctor Zhivago. Poco importa si es por el libro, por la película o por su banda sonora; lo cierto es que Zhivago es un nombre que no le resulta extraño a nadie. De hecho juraría que incluso la mayor parte de la gente sabe que hay en esta gran novela una historia de amor. Lo que yo desconocía, por ejemplo, es que la CIA se había implicado para poder meter de contrabando en Rusia una novela que jamás hubiera sido publicada en ese país. Al menos en ese momento. A fin de cuentas, ¿qué puede tener un libro que se ha hecho más famoso por la historia de amor que por contener ideas revolucionarias para ser el centro de una trama de espías? Lara Prescott, que comparte nombre con la protagonista de la novela de Boris Pasternak, lo explica en su primera novela utilizando para ello hasta cinco narradores de los cuales, e incluso teniendo en cuenta el magnífico uso que hace de la primera persona, destaca la voz colmena de las mecanógrafas de la CIA.
     Hay que decir que la novela es fácil de leer y complicada de explicar, ya que ha optado por cambiar su foco de atención y establecer una suerte de paralelismo entre la historia de las mecanógrafas y la de Pasternak y su amante Olga, pero tanto en lenguaje como en formas busca lectores y curiosos que se acerquen a ella, por lo que uno no tarda en cogerle el punto y seguir leyendo tranquilamente.

     Prescott comienza la novela entre titubeos, pero poco a poco se va haciendo con esta visión totalmente feminista de un suceso desconocido para muchos lectores. Las mecanógrafas reflejarán parte de su realidad, del mundo en el que se encuentran sumergidas y también lo harán Irina y Sally descubriendo que el amor también puede ser demoledor. Nos responderá a la duda de por qué un libro puede ser tan importante, y esta es la parte que me ha resultado más interesante a mi. Frente a un régimen que lo controlaba todo para que se adecuara a sus ideas sin salirse un mm, la CIA empujaba a descubrir a través de la cultura, no solo la literatura sino también la música, por ejemplo, lo que otros gobiernos pretendían silenciar. Los libros abren mentes, dicen, y también mostrarían lo que no se permite publicar abriendo así los ojos a muchas personas. Es muy interesante esta parte de la trama, aunque cae en reflexiones descontextualizadas, más actuales que propias de los años 50 pese a que reflejen comportamientos de aquella época. Esto hizo que me costara interesarme a nivel personal aunque será precisamente esa colmena, ese aislamiento impuesto a las personas que la forman, el gran acierto de la historia. La otra mitad, ya que hay un este y oeste, un oriente y occidente, la forman Boris y Olga, su amor, su separación, sus afinidades y también sus discusiones sobre el crimen y el castigo (guiño, guiño) por el pecado cometido, por la novela. Esta es quizás la parte más conocida en la que la autora ha buscado además esa identificación directa de la novela con la ficción. Todos conocemos más o menos la historia de Pasternak, consciente de sus amigos muertos o retenidos, consciente de lo que había escrito, Pasternak, enfermo o no, con su vida se ganó el derecho a ser un personaje. Y así parece haberlo recogido Prescott entregándonos una novela de la que podemos sacar la ficción que el autor reflejaba incluso aunque una parte sucediera tras haberse escrito el libro.
     Comentaba los deslices, los clichés, los fallos que se le pueden encontrar a Los secretos que guardamos. Sin embargo, si me pongo a buscar la justicia de valorar una primera novela, tengo que decir que el resultado es tremendo y, sobre todo, apto para todos los públicos.

     Los secretos que guardamos me ha parecido una historia interesante que me  ha pillado totalmente por sorpresa. Estaré pendiente de la segunda novela de Prescott.

     Y vosotros, ¿conocéis a Zhivago?

     Gracias.

lunes, 17 de febrero de 2020

Breve crónica del Breve

Raquel Taranilla. Fotografía de Abel García Roure
   
     Todos sabemos que febrero se caracteriza porque un lunes se otorga el Premio Biblioteca Breve, este año en su edición número 62. Por eso muchos somos los que acudimos al evento, este año el día 10 de febrero para ver quién se lleva el llamado Planeta Literario. Allí reunidos nos dijeron que este año se había llegado casi a los 1000 manuscritos y que la Novela Negra había sido el género más  habitual.
     Este año un jurado formado por Lola Larumbe, Fernando León de Aranoa, Clara Usón, Pere Gimferrer y Elena Ramírez, habían otorgado por unanimidad el galardón, y os 30.000 euros que lo acompañan, a Raquel Taranilla, por su novela "Noche y océano".
   
     El jurado explica las virtudes de la novela que la hicieron merecedora del premio destacando su originalidad, la poderosa voz de la narradora, la experimentación conceptual y la creación tanto literaria como cultural, así como el desencanto y la excentricidad de la narración. El juego de verdades o mentiras, la exageración casi paródica, la ironía y nombres de escritores como Joyce o Foster Wallace salieron durante las palabras del jurado ante una escritora que parecía casi asustada ante tanta atención.
"Noche y océano" parte, nos dicen, del robo del cráneo del mítico director de cine Murneau y, ante la lectura de la noticia, la protagonista y narradora de la novela, una profesora universitaria llamada Bea, está segura de conocer al culpable. Bea señala a Quirós, otro cineasta.

     Con todos estos datos era el turno de conocer a la ganadora, Raquel Taranilla, un misterio hasta ese momento para todos. Raquel nos dijo que se presentó al premio "hastiada" y que fue una sorpresa para ella el habérselo llevado. También nos habló de las cosas que comparte con la protagonista de su novela, ya que ambas son profesoras universitarias, y lectoras obedientes que, pese a tener una nutrida maleta de lecturas, apenas la han elegido salvo por ser lo que tocaba, y seguramente tampoco la hayan aprovechado. Habló de la precariedad que hay en nuestro país para quienes siguen la carrera académica. Una precariedad que ella misma ha vivido y que refleja en Bea. Una precariedad que le lleva a pensar en si es adecuado decir a sus alumnos que es una gran opción cuando ella sabe que es "una mierda" y que tiene a muchos compañeros completando su trabajo con el de camareros para así completar un sueldo que no les permite formar una familia en condiciones normales. Taranilla habla de sus lecturas, no tiene problema en decir que no ve su novela como una película, algo que parece ser de un tiempo a esta parte la meta de todo escritor, y desgrana poco a poco su visión de un mundo que, por exceso de información ha provocado que vivamos entre ruido más que mejor informados.
"Noche y océano", dice, toma su título de una obra de Benety le gusta porque su unión refleja el punto más oscuro. Y también le gusta la portada elegida, instando a la prensa a leer la novela para que comprendan por qué, aunque apunta que es perfecta para la voz casi desquiciada de su protagonista. Habla entonces de uno de los escritores estrella de Seix Barral y afirma que su novela es una respuesta a "Aires de Dylan" de Vila-Matas, que le sentó "como una patada en la cara" porque el reflejo de su generación que daba era injusto además de equivocado. Así que frente a la pareja de la novela de Vila-Matas, ella propone a Bea y Quirós y lo hace en un intento de obligar al escritor a mirar de otro modo y ver la lectura que Taranilla hizo de su famosa novela, y así recapacitar. Por supuesto, explicó, eso no significa que no le guste Vila-Matas, al contrario, disfruta de sus libros. Pero exactamente igual que su anterior libro nació de su propia experiencia en un hospital, este lo hace de la molestia y el malestar que le provoca ese título en particular.

     Los allí presentes descubrimos a Raquel Taranilla y vimos a una chica tímida, que yo me preguntaba cómo podía enfrentarse a dar clases con esa voz tenue, y la vimos crecer en cuestión de minutos hasta captar el interés de todos los presentes con una voz firme que no le temblaba al hablar de aquello que le parecía importante señalar y que nos dejó, diría que a todos, con las ganas de leer su libro. Pero para eso tendremos que esperar al 10 de marzo.

     Gracias.

miércoles, 29 de enero de 2020

El peso de la nieve. Christian Guay-Poliquin


     "Mira. Es un lugar más vasto que cualquier vida humana. Quien trate de huir está condenado a volver sobre sus pasos. Quien piense avanzar en línea recta estará en realidad andando en círculos concéntricos. Aquí, todo escapa al control de las manos y de la mirada. Aquí, el olvido del mundo exterior es más fuerte que cualquier recuerdo. Mira de nuevo. Este laberinto carece de salida. Se extiende dondequiera que posemos los ojos. Mira bien. No hay ningún monstruo, ninguna bestia hambrienta que merodee por estos dédalos. Pero estamos atrapados. O esperamos a que los días y las noches acaben con nosotros, o nos hacemos unas alas y escapamos volando".

     Hay un tipo de novelas por las que me siento atraída. Se trata de esas en las que, aparentemente, no sucede nada. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El peso de la nieve.

     Un hombre se dirige a un pueblo a ver a su padre y por el camino tiene un accidente de tráfico. Su coche da varias vueltas de campana y sus piernas acaban prisioneras bajo el peso del vehículo. El hombre tiene las piernas destrozadas. Estaba ya muy cerca del pueblo, de hecho le llevan hasta allí,un lugar remoto y nevado, casi incomunicado. Su estado es muy grave y el pueblo sufre con el aislamiento, ni siquiera tienen electricidad. Por eso esta hombre acaba en la cabaña de Matthias, que le cuidará a cambio de víveres... y de la oportunidad de salir hacia la ciudad en primavera. Quiere irse lo antes posible para encontrarse con su mujer. Pero aún es otoño...

     Es el hombre accidentado quien nos narra la historia de su confinamiento durante su recuperación. Un confinamiento provocado tanto por sus lesiones como por la nieve, de hecho de no ser por la nieve, su cuidador no estaría ahí. Con él. Será ese cautiverio obligado durante su recuperación el que nos vaya narrando en esta novela que se torna angustiosa a medida que avanzamos centímetro a centímetro de nieve caída.

     El peso de la nieve recibe sus influencias con los brazos abiertos, sin esconderlas. Si el protagonista tiene rotas las piernas y le regalan un catalejo, lo usará para mirar por la ventana (en este caso no indiscreta) una y otra vez. Y si hay dos hombres que no se conocen conviviendo, no hace falta que esperen El Sunset limited para que el lector vea ecos de McCarthy en la novela. Y luego está el invierno, ese gran protagonista con su manto blanco que cae de forma silenciosa pero implacable, hermosa pero tal vez letal. Esa será la angustia del lector que se ve sorprendido cuando, donde debiera aparecer un 1 anunciando el primer capítulo, el autor ha escrito "TREINTA Y OCHO". Así, con mayúsculas. Y pasa la página desconcertado pensando que tal vez sean capítulos decrecientes y descubre "TREINTA Y NUEVE" y después "CUARENTA Y UNO". Pero para ese momento ya sabemos de lo que nos hablan. No es un orden numeral para los capítulos, son los centímetros de nieve gracias a un palo clavado por Matthias. Como dice el protagonista:
     "Genial. Ya tenemos algo con lo que medir nuestra angustia".
     En este libro, Matthias lee, el protagonista no. Matthias cuida con esmero al protagonista que al principio ni siquiera habla, solo sufre dolor. Matthias quiere huir, volver a la ciudad tiene un destino esperándole. El protagonista en cambio ha llegado ya a su destino para descubrir que ahora nadie lo espera. Efectivamente, son blanco y negro obligados a vivir confinados en una casa comiendo sopa y pan negro. Nos e ha acabado el mundo ni estamos ante una novela postapocalíptica, pero a veces no hace falta ser tan extremista para vivir situaciones extremas. Y la verosimilitud gana al más fantástico escenario a la hora de comprender y creer. Sin saltos de fe esta vez, solo creer.

     El peso de la nieve es una novela potente en la que copo a copo y centímetro a centímetro sentimos la angustia de sus protagonistas. Es una novela de tesón y de lucha, de objetivos vitales y muebles quemados al fuego. Y sí, es una novela en la que la nieve es la gran protagonista; hermosa y letal.

     Y vosotros, ¿qué tipo de novelas son las que os atraen más, así de entrada?

     Gracias.

lunes, 27 de enero de 2020

No entres dócilmente en esa noche quieta. Ricardo Menéndez Salmón


     "Mi padre falleció en la Unidad de Paliativos del Hospital de la Cruz Roja de Gijón durante la tarde del 12 de junio de 2015. Había cumplido setenta y dos años un día antes. Yo no estaba con él. Me había marchado de su lado poco después del mediodía, cuando mi madre llegó a darme el relevo en el cuidado de su agonía. 
     La última imagen que conservo de mi padre vivo es la de un hombre que hace un gesto repetido aunque ambiguo, tocarse el pecho con ambas manos, como si estuviera reconociendo una culpa o buscándose los latidos del corazón. Su mirada está fija en la única ventana que hay en la habitación. Y lo que esa mirada contempla es intrascendente, un paisaje alejado de cualquier epifanía en la hora del adiós. La muerte es aquí un asunto prosaico".

     Tendría que pararme a pensar en el número de libros que he leído de Menéndez Salmón y, sin embargo, no necesito pensar para afirmar sin equivocarme que los he leído todos. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, No entres dócimente en esa noche quieta.

     No entres dócilmente en esa noche quieta. 
La vejez debería delirar y arder cuando se cierra el día; 
Rabia, rabia, contra la agonía de la luz. 

     Quiere Menéndez Salmón en su nueva obra, esta que titula con un verso de Dylan Thomas, hacer una suerte de ejercicio de búsqueda del padre muerto que termina por convertirse en una búsqueda de un hijo que se siente extraviado antes del suceso. Y quizás eso sea lo más honrado porque todo ejercicio de introspección, por mucho que lo hagamos en una dirección de partida, termina por ser propio. Y si queremos ser honestos, como dice el autor cuando habla de cómo va a relatar su historia, estamos dejando patente la debilidad que creemos que podemos tener.

 Aunque los sabios al morir entiendan que la tiniebla es justa, 
porque sus palabras no ensartaron relámpagos 
no entran dócilmente en esa noche quieta. 

     Uno entra en este libro buscando recuerdos infantiles, caricias, paseos por el campo y compañía durante la edad madura. Entra buscando eso que tanto se dice pero que pocas veces se cumple y que se ampara bajo la frase "lo normal". Y en cambio encontramos el testimonio de un hombre adulto que ha vivido marcado por la enfermedad de su padre, por la operación de su padre, por el alcoholismo de su padre... como si, de algún modo, el autor tratara de dirigir esta obra por un camino que se empeña en escurrírsele de las manos. Y se excusa diciendo, hace diez meses que escribí el párrafo anterior... este libro es como un parto...

Los buenos, que tras la última inquietud lloran por ese brillo 
con que sus actos frágiles pudieron danzar en una bahía verde rabian, 
rabian contra la agonía de la luz
   
     He borrado de mi memoria, dice cuando no se adentra en el terreno y yo me pregunto si eso es cierto o simplemente lo omite pero no puede evitar nombrarlo. Hasta que de repente ya no importa porque me doy cuenta de que este libro no trata de un padre fallecido. Este libro trata de un hijo que ha convivido con la idea de tener un padre muerto y ni así, por muchos años que hayan sido, estaba preparado para esa vida. Y tampoco para esa muerte. Ni para lo que significa. Porque esos años de convivencia le han hecho pensar sobre el tema, pero no como un filósofo, sino como un hijo que ya no es hijo, que ahora es solo padre. Con todo lo que ello implica.

 Los locos que atraparon y cantaron al sol en su carrera 
y aprenden, ya muy tarde, que llenaron de pena su camino 
no entran dócilmente en esa noche quieta. 

     Habla Menéndez Salmón en este su último libro de todos sus fantasmas. De sus miedos, sus temores, sus esqueletos (al menos de los que ha querido airear) y va perdiendo línea a línea en estas apenas doscientas páginas el pudor al hacerlo. Y si el pudor vuelve, recurre a su padre para volver a desnudarse un puñado de palabras más tarde.

 Los solemnes, cercanos a la muerte, que ven con mirada deslumbrante 
cuánto los ojos ciegos pudieron alegrarse y arder como meteoros rabian, 
rabian contra la agonía de la luz. 

     Una de las cosas que me gustan de este autor es la plasticidad con la que se expresa. Es raro hoy en día alguien tan joven con un vocabulario tan cuidado y medido palabra por palabra. Ese toque que vuelve un texto reconocible y que ahora parece perderse en medio del término "fácil de leer" que yo no tengo muy claro lo que significa. Pero sí se que es un placer leer a Menéndez Salmón. Lo lleva siendo años. Ver esa literatura que cruza esta novela, sus escritores, Bernhard, Thomas o Goethe. Pero por muchos escritores a los que cite, la vida de un hijo está marcada por la de sus padres y tal vez por eso hablar del padre sea la mejor forma de descubrir al hijo. Incluso cuando lo hace uno mismo.
   
 Y tú mi padre, allí, en tu triste apogeo 
maldice, bendice, que yo ahora imploro con la vehemencia de tus lágrimas. 
No entres dócilmente en esa noche quieta. 
Rabia, rabia contra la agonía de la luz.

     No entres dócilmente en esa noche quieta es un libro más que privado, personal, que leí con prisa y luego disfruté con calma. Puede que no sea para todos los públicos ya que carece de hecho de una trama definida, pero hay libros ante los cuales, ¿quién la necesita?
    Me acabo de dar cuenta del número de veces que he escrito la palabra búsqueda en esta entrada. Así de profundo bucea su autor. 
     No sé si lo he dicho, pero leed a Menéndez Salmón.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

     "No entres dócilmente en esa noche quieta"
     Dylan Thomas