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lunes, 26 de septiembre de 2022

Como un espectro / Miao Dao. Dos novelas de misterio. Joyce Carol Oates

 


     "Para cuando pudo pensar me ha pasado... a mí, ya era demasiado tarde. 

     Había comenzado de un modo tan inesperado. Casi, pensaría Alyce después, como si lo hubiera hecho otra persona. Ella se había quedado mirando perpleja a corta distancia. 

     No fue que estuviera borracha. Solo tan emocionada, tan exultante, tan... eufórica. 

     Que él incluso se había fijado en ella".

     Como un espectro.

     Dicen mucho de Stephen King, pero poco se habla de lo prolífica que es Oates. Hoy traigo a mi estantería virtual, Dos novelas de misterio.

     Conocemos a Mía, una joven preadolescente a la que todo parece salirle mal Desde el hecho de que su padre se haya marchado y ahora tenga un padrastro que parece se muda a su casa, pasando por unos compañeros de colegio que la importunan y la tocan burlándose. Así las cosas, donde mejor está es en un lugar abandonado lleno de gatos. Y allí, está Miao Dao, su gato favorito que, para ella, asumirá el papel que nadie parece querer asumir en su vida.

     También conocemos a Alyce, una estudiante brillante que tiene una relación con un chico que no quiere de ella mucho más allá del sexo si le apetece. Alyce se queda embarazada y decide llevar su embarazo en secreto, pero entonces aparece un profesor visitante, poeta, que se fija en ella convirtiéndola en su ayudante. Algo que, inicialmente, sería con lo que sentirse halagada, ya que lo admira. Pero no es en realidad como ella pensaba, así que Alyce se encuentra con dos hombres nada adecuados y un secreto.

     Sí, he hablado de las historias en el orden contrario al que vienen publicadas. El lector decide y yo he optado por ponerlas en base a lo que me han gustado. Y tampoco voy a ponerme a soltar el rollo sobre si son góticas o terroríficas.

     Y si comenzaba diciendo que Oates es prolífica, Siruela ha dividido Cardiff, by the Sea. Four Novellas by Suspense, en dos títulos, el que hoy os traigo y El legado de Maude Donegal. El hijo superviviente, que se publicó a principios de año, algo que dado el número de páginas de cada una, no veo necesario pero tampoco voy a ponerme a discutir. Lo que tenemos aquí es, por tanto, una recopilación de dos novelas de misterio. Firmadas por Oates, a la que sabemos se le dan bien los ambientes opresivos y las caracterizaciones de personajes que sufren algún tipo de tormento, y temas como el abuso, el poder y la misoginia, no podían dejar de estar presentes. Un ejemplo es Mía, que se siente ignorada por su madre mientras que los hombres, o niños, que la rodean, la colocan en una situación terrible o la incomodan o molestan y acaba buscando refugio en la colonia de gatos. En este título aparecen casi todos los elementos recurrentes de Oates, incluida su capacidad para ponerme los pelos de punta ante las situaciones ante las que coloca a sus protagonistas (mayormente femeninos). El acoso que sufre es escolar y también sexual; su padrastro no es bueno, pero eso no significa que su padre lo fuera o que su madre vaya a mover un dedo para ayudarla, y Oates sitúa al lector en esa incómoda posición de espectador que se retuerce en la silla esperando que, al fin, la autora decida dejar de hacer sufrir a su protagonista. Oates no es sutil y tampoco lo necesita, prefiere ser juez y verdugo sin piedad y eso hace que el lector muchas veces ya vea venir lo que va a suceder con sus personajes. Es decir, si un personaje es femenino, pues lo ubicamos y si es masculino... también sabemos el papel que va a representar. Aún así sus finales son adecuados y, volviendo a Mía, se sienten como naturales en la historia, sin necesidad de retorcerla para dejar boquiabierto al lector. De hecho Mía es un personaje típico de los últimos años de Oates y me ha recordado a otras protagonistas de novelas más largas; jóvenes que crecen y son capaces de ir poniéndose en pie pese a las circunstancias adversas que enfrentan.

     Hablo de una protagonista, pero bien podría hablar de la otra, porque los patrones se repiten en este dúo en el que, una vez más, los hombres son los verdaderos monstruos. Y es que Dos novelas de misterio condensa precisamente esa parte de Oates que sus lectores ya conocemos. No diré que es su mejor obra, pero es Oates, y eso ya es garantía de que está por encima de una gran mayoría.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 16 de marzo de 2022

Los nombres prestados. Alexis Ravelo

 


     "El perro surgió del bosque y se plantó en el camino.
     El chico también se detuvo.
     Pasaron unos segundos en los que no ocurrió nada. Después, el perro abrió la boca y contrajo los carrillos hasta mostrar los dientes".

     Llevo muchos años leyendo a Ravelo como para saber que sus novelas son más de lo que parecen, por eso le sigo título a título. Hoy traigo a mi estantería virtual, Los nombres prestados.

     Conocemos a Roco, el perro de la portada. El perrazo manso y negro, que nos dice la novela. Solo que Roco... no siempre ha sido Roco. No podía ser de otra manera ya que comparte esa característica con el resto de protagonistas de la novela. Incluso con la ubicación, que nos dice el autor que no existe (Nidocuervo) pero sí el país en el que se desarrollan. Allí viven una mujer y su hijo discapacitado, que llegaron al pueblo y poco a poco se han hecho un hueco. Y allí llega el dueño de Roco también, y conoce el pueblo, a la mujer, al niño y se sienta en el porche por las noches a observar. La mujer también observa todo, pero desde el porque de su mirada.

     Primera página de la novela: "lambucear". 
     Sonrío porque es Ravelo y siempre deja palabras que uno desconoce, el rastro de un trabajo que no siempre se aprecia. Y continúo la lectura sabiendo que piso terreno seguro.

     La última novela de Alexis Ravelo es un juego magistral de identidades que se extienden desde la tierra que pisan los personajes hasta sus propios nombres y que no perdona siquiera al género literario al que se supone que se acoge la historia. Una historia que trata del pasado y de las segundas oportunidades en las que las personas buscan redimirse por pecados propios o ajenos que, por avatares de la vida, han dejado de poder justificarse a sí mismos. Un lugar remoto con ecos de McCarthy, una tierra que el lector pinta más árida que el autor y el peso de su propia historia colocada sobre los hombros de los protagonistas, son los mimbres sobre los que se alza Los nombres prestados. Una historia solvente que se dirige con paso firme hasta un final más intuido que deseado y que el autor encara sin permitir que le tiemble el pulso porque sabe que no podría suceder de otra manera. Porque no se permiten debilidades en Nidocuervo, y ahora pensaréis que todo es bronco y duro y yo tengo que deciros que la ternura no es una debilidad: es una motivación, un impulso, un cambio o una necesidad de permanencia, pero no una debilidad. También eso he aprendido con este western de corazones solitarios que luchan por recordar que tienen que seguir latiendo. Personajes que viven a la sombra de su propio pasado temiendo, con la certeza de quienes saben que todo llega, que ese pasado les alcance cuando menos se lo esperan. Y que se acabe la calma, y que estalle la violencia.

     Todo esto es Los nombres prestados, revestido de la palabra precisa y acompañado de un niño y un perro. Y, por supuesto, la recomiendo. Porque se publica mucho, pero no todos los días se puede recomendar un buen libro. Hoy lo hago.

     Y vosotros, cuál es el último título que habéis recomendado?

     Gracias.

lunes, 12 de abril de 2021

El paseo. Robert Walser

 


     "Declaro que una hermosa mañana, ya no sé exactamente a qué hora, me vino en gana dar un paseo, me planté el sombrero en la cabeza, abandoné el cuarto de los escritos o de los espíritus, y bajé la escalera para salir con buen paso a la calle".

     Tenía bastantes ganas de leer este librito alabado por muchos de un autor que, si bien no es demasiado conocido para la gran parte del público lector en nuestro país, si que es venerado por casi todo aquel que lo va descubriendo. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El Paseo.

     Se dice que Robert Walser no era amigo de montar en coche y que se daba largos paseos por la ciudad en busca de su próxima historia tal vez al doblar la esquina. Y así, esquina tras esquina, pasaba horas deambulando en una larga observación de todo aquello que pasaba ante sus ojos. Y El paseo no es otra cosa que 88 páginas de un paseo del autor. Por supuesto que no ha sido el único que nos ha hablado en un libro de uno de sus días, ni siquiera el único que nos habla de sus paseos (todos recordamos a Antonio Muñoz Molina, por citar un ejemplo patrio, hablar en Un andar solitario entre la gente, de señales carteles y viandantes), pero Walser fue el primero, al menos que yo sepa, en morir dando un paseo.

     Pasea Walser en primera persona para relatarnos aquello que ve. Con ironía, a veces sarcástica, va describiendo y opinando sobre quienes posa la mirada sin dudar dar su toque personal al juicio inmediato que deja caer delante de los ojos del lector. De este modo vemos a niños jugar, una panadería o una joven que se asoma al balcón. Nos encontramos con una magnífica carta que es, por supuesto, echada al correo, sabremos del sastre y de las calles y también de que la sencillez muchas veces aparece disfrazada porque el estilo del autor es lo que convierte a este libro en joya. El narrador, tan poeta como el autor puesto que es él, nos escribe con un tono que ralla en el entusiasmo que hace que uno lea el libro con una sonrisa cuando vemos como enseña los dientes. Por lo que vemos es un optimista acérrimo que pasea poco antes de la Gran Guerra por una ciudad ajena y que ha decidido disfrutar de las pequeñas cosas. 

     Hay que explicar, por pura necesidad, que el estilo del libro, la floritura, la estética y lo cuidado, van a dejarle claro al lector que no está ante un simple diario en el que se relata al azar uno de los paseos dados por Walser. En apenas un párrafo uno tiene claro que está ante un ejercicio de creación que va, poco a poco, absorbiendo al lector que termina por sentirse paseante y disfrutando de las vistas y palabras de esta pequeña joya.

     El paseo es un libro diferente que merece la pena ser descubierto. Una de esas obras que parecen no contar nada pero que se disfrutan hasta la última letra.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.


martes, 11 de junio de 2019

El montacargas. Frédéric Dard


     "¿Hasta qué edad un hombre se siente huérfano cuando pierde a su madre?"

     Tras la resaca de feria libresca hoy vengo con un librito que he disfrutado por unos cuantos motivos. Hoy traigo a mi estantería virtual, El montacargas.

     Conocemos a Albert. Estamos en el París de hace 50 o 60 años y Albert acaba de salir de pasar 6 años en prisión. Regresa al barrio que lo vio crecer y que ha cambiado de forma perceptible, y a la casa de su infancia, ahora vacía tras la muerte de su madre. Es Nochebuena y se siente nostálgico, vacío y desubicado, así que decide dar un paseo. Así es como su destino se cruza con el de la señora Dravet y su hija Lucienne. Media familia que él anhela y a la que se acerca sin saber que pueden ser su perdición. A fin de cuentas también pueden aparecer cadáveres en Nochebuena. Y Albert es culpable del crimen que le llevó a prisión.

     Los que disfrutamos con los misterios de las novelas policíacas a veces tenemos ataques de nostalgia. Nos gusta recordar los juegos de aquellas novelas de callejones oscuros, copas de coñac y femmes de esas que decimos fatales. Por eso El montacargas ha resultado una lectura perfecta. Contiene todos los elementos clásicos que se articulan en torno a un cadáver y un f fantástico juego que ya comienza el en título. No hacen falta muchas páginas para dibujar apenas un puñado de personajes que actúan según los hilos que mueve Dard para ir dejando pistas a un lector cada vez menos despistado que se regocija en el último giro que va mucho más allá del descubrimiento "pastel".
     
     Me he sentido un poco como aquel lector aún adolescente que tropieza con novelas negras llenas de juegos cuyo truco hay que descubrir para ganarle la mano al autor del libro. Y me ha gustado, tanto por lo limpio del juego, de una simplicidad maravillosa en estos tiempos de tramas con piruetas imposibles que buscan únicamente la sorpresa del lector, como por el regusto nostálgico que he descubierto en cada una de las letras de esta novela. Me he permitido incluso una corriente de simpatía hacia el protagonista, Albert, pese a que su vida no se caracteriza precisamente por la virtud. Pero a veces es difícil resistirse a según qué tipo de personajes y tramas y yo reconozco haber caído rendida a los pies de esta novelita. De hecho, tras leerla me he informado sobre el autor y he descubierto que su obra es, cuanto menos, considerable, así que repetiré. Posiblemente una y otra vez.

     El montacargas es una novela corta de misterio que hará las delicias de los aficionados al género pero que, además, disfrutará cualquier lector.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

viernes, 4 de enero de 2019

Los falsificadores. Baldford Morrow


     "No llegaron a encontrar las  manos. Se pasaron días y semanas batiendo el ventoso litoral al sur de la autovía de Montauk, desplegándose por los helados matorrales que lindan con las dunas, peinando kilómetros de costa en busca de una sepultura improvisada donde hubieran podido enterrarlas. Tales esfuerzos, sin embargo, se vieron entorpecidos por las escasas horas de luz y los aguaceros de febrero, que borraron todo lo que podía haber revelado las alteraciones en la arena y la tierra medio congelada".

     No fue solo la cubierta y esa promesa de un libro sobre libros, sino también el tema de las falsificaciones lo que me atrajo de este libro. Hoy traigo a mi estantería personal, Los falsificadores.

     Adam Diehl, coleccionista de libros raros, aparece gravemente herido en su casa, con las manos amputadas y amputados también están los libros que le rodean, con páginas arrancadas. Nosotros conoceremos al narrador, pareja de la hermana de Adam que será interrogado junto a su novia por la policía y comenzará a recibir una serie de inquietantes notas firmadas por el mismísimo Henry James.

     Si no he dicho el nombre del narrador es porque no será desvelado hasta casi el final del libro y me ha parecido importante respetar este deseo del autor.

     Intriga literaria, y en el sentido más literal de la palabra, es lo que nos ofrece Morrow en esta novela. Adam muere en diez días tras el brutal ataque y no tardamos en descubrir que, al igual que el protagonista, era un falsificador. Y es en ese momento en el que Morrow despliega su maestría al tratar un tema tan atractivo como trillado en el mundo del arte. Es sabido que hoy en día hay falsificadores que cobran por sus copias precios más altos que los cobrados en su día por el autor original, pero esto no ha sido siempre así. De hecho, nuestro improvisado narrador relata como al descubrirse sus engaños fue expulsado del mundo de los libros y las dificultades que tuvo para volver a entrar en parte de los círculos que un día le aceptaron. Y con todo, este narrador especializado en falsificar la firma de Arthur Conan Doyle ya fuera en cartas, manuscritos o dedicatorias, no puede evitar dejar ver el orgullo que siente ante su excepcional e irreconocible trabajo. De este modo, este mentiroso profesional, un embaucador, un falsificador, es el encargado de darnos su versión de lo sucedido mientras que el lector comienza a preguntarse si no estará también mintiéndole a él. Con pequeñas disonancias aquí y allá el autor consigue que dudemos de cada palabra pronunciada por un narrador que no es totalmente opaco hasta casi el final de la novela, convirtiéndose en el ingrediente perfecto, el aliciente que nos hace seguir leyendo más allá de la curiosidad por saber quién mató al pobre Adam.

     "A qué negarlo, puesto que ni siquiera me avergüenzo: fui un falsificador de éxito. Hubo una época en mi vida en que nada me daba más placer que falsificar cartas y manuscritos de mis autores preferidos".

     No sería justo hablar de thriller trepidante ya que la novela es todo lo contrario pese a encontrarnos al futuro muerto en la primera página. En esta ocasión, con un misterio de salón, lo que nos propone el autor es dejarnos embaucar por este charlatán que hará uso de todas sus armas para engatusarnos en una historia en la que tendremos que descubrir cuánto hay de cierto en lo relatado, si creemos o no en su palabra y, por supuesto, si descubrimos quién es el asesino, y quién se esconde detrás de esas misteriosas cartas.

     Tengo que decir que Los falsificadores me ha parecido una novela tremendamente interesante y, sobre todo, muy muy divertida por ese tono a ratos socarrón con el que está narrada. Casi he tenido la sensación de estar escuchando a... contar su historia. Me ha gustado.

     Y vosotros, ¿también os dejáis llevar por los libros que hablan de libros?

     Gracias.

jueves, 15 de junio de 2017

Los milagros prohibidos. Alexis Ravelo


     "Pues no sé yo decirle por qué los llevamos tan lejos, donde a Moisés se le cayeron las tablas de la ley. Eusebio, el Manoabierta, dijo que teníamos que ir a Fuencaliente y hasta allá nos llegamos. Así de simple."

     Así empieza la última novela de Alexis Ravelo, un escritor que ha sabido pasar por distintos géneros y estilos. Hoy traigo a mi estantería virtual, Los milagros prohibidos.

     Nos situamos en el año 1936, Semana Roja, isla de La Palma. Allí conocemos a Agustín, un hombre que ha tenido que huir y que añora a su esposa Emilia, de quien está enamorado. También conocemos a Floro, el Hurón, un falangista enamorado de Emilia que decide aprovechar la situación para vengarse de Agustín por ser él quien la consiguiera.

     Con este argumento, y pese a que muchos nos llevamos las manos a la cabeza cuando intuimos la Guerra Civil en una novela, juega Ravelo a construir su última historia. Una historia en la que la Guerra es importante, pero solo como excusa para sacar lo peor y lo mejor de las personas, en la que tiene el acierto de mostrar como se utilizó el conflicto para sacar venganzas y rencores en muchos entornos. Y por eso, lo que nos deja es una historia de amor, por hacer un resumen rápido, que se ve acompañada de buenos figurantes, como la madre del propio Hurón, y vestida con una serie de episodios testimoniales para cargar de dramatismo los hechos relatados.
     Cabe destacar, una vez más, el uso de personajes llanos, los sobrenombres, la cercanía que busca en cada una de sus historias, como si el principal objetivo del autor fuera recoger las historias de la calle. Y también el cuidado a la hora de elegir las palabras, utilizando los coloquialismos y vocablos que mejor le combinan a cada personaje, lugar y época, usándolos de este modo, como un añadido a la ambientación de la novela.

     Me ha resultado curioso como, pese a tener todos su papel definido en la historia, no hay buenos reales ni malos absolutos. O si los hay, solo que el autor decide no emitir juicios de valor anticipados, y dar un poco de luz a esos esqueletos de armario que la mayor parte de las personas guardan celosamente y que son proporcionados por la vida sin que podamos evitarlo. Eso hace que, por ejemplo y con el permiso de Agustín, el Hurón se alce como el gran personaje de esta novela, junto con un secundario llamado Juan que daría para un buen rato de reflexión sobre ideas, ideales, momentos y vida. Todo ellos hace que, pese a tener que colgarle el cartel de novela histórica, y sabiendo que no me gusten las etiquetas porque acotan dejando fuera muchas partes de un libro, sean en este caso los personajes lo importante, y la historia en sí, un accesorio casi secundario. Reconozco que, en mi caso, quizás me hubiera gustado más un final un tanto diferente, menos efectista, pero es un buen remate para una historia que sirve tanto para quienes ya conocíamos las letras del autor, como para quienes buscan un título como primer acercamiento. Y sí, efectivamente, es una novela sobre la Guerra Civil, solo que tal vez, o al menos en mi caso, nos queden algunas cosas por saber sobre ese periodo histórico no tan lejano de nuestro país.

     Los milagros prohibidos es una novela francamente entretenida, que viene a engrosas la trayectoria de un escritor que se ha hecho un hueco en los estantes a golpe de letra.

     Y vosotros, si os digo Guerra Civil, ¿cuál es vuestra literaria reacción?

     Gracias.

lunes, 29 de mayo de 2017

Manual de remedios literarios. Ella Berthoud y Susan Elderkin



     "Este libro es un manual de medicina, solo que algo diferente de los demás.
Para empezar, en él no se hace distinción entre dolor físico y dolor emocional; en sus páginas es tan fácil encontrar un remedio para la pérdida de apetito como lo es hallar la cura para la pérdida de esperanza."

     Hay libros que uno compra porque quiere tenerlos, incluso sabiendo que no es una novela, que no va a leerlo del tirón, dudando incluso de si lo va a llegar a leer algún día. Sí, esos libros existen, y se nos antojan y los necesitamos. Hoy traigo a mi estantería virtual, Manuel de remedios literarios.

     El ser humano es complejo, a veces un torbellino de emociones, otras una marioneta que se ve en el torbellino de emociones es la vida. Acusamos a semejantes de fríos cuando les vemos impasibles ante los golpes de la vida, ya sean alegrías o penas, y luego buscamos refugio para los que nosotros recibimos. Y los lectores, nos refugiamos en libros. Y es justo ese el momento en el que este libro comienza a ser divertido, por las curiosas asociaciones, unas más obvias que otras, que las autoras nos van ofreciendo. Yo, por ejemplo, no me sorprendí ni siquiera un poquito cuando vi que si uno se siente como un idiota por uno de esos reveses de la vida, Dostoievski puede ser la elección, o al menos la compañía adecuada. Pero sí que puse en serias dudas que lo mejor para la depresión sea leer a Sylvia Plath, exactamente igual que dudé de lo efectivo, pero no de lo divertido de la compañía, de Scott Fitzgerald cuando uno se siente un comprador compulsivo. Y así hasta cuatrocientas entradas que nos ayudarán con el Cándido optimismo o la ira, gracias a Hemingway. Nos explicarán que es muy importante tener emociones, usando como ejemplo el fantástico Jonnhy cogió su fusil como cura para aquellos que no sienten empatía. Y ojo, doy fe de lo efectivo del remedio ya que si uno no es una piedra, e incluso algunas piedras estoy segura de que también, sufrirá en su alma los devastadores efectos del libro. Veremos en La metamofosis el remedio cuando tenemos una cura de identidad y aprenderemos que en la vida el amor es importante, lo podemos buscar junto a Austen o curarnos tras un fracaso gracias a Nick Hornby y su alta fidelidad.
     Y así siguen desgranando las autoras de este libro los momentos estelares de la humanidad, paso a paso en cada vida cotidiana. La mujer del viajero en el tiempo como terapia o Chandler para hablar de bebida, citarán el acoso escolar y, como no, hablarán de adulterio en una larga lista que irá desde Madame Bovary hasta El verano sin hombres. No hay ni un solo momento de nuestra vida que se escape de este par de mujeres, enfrentándose valientemente, no como sucede en Matar a un ruiseñor, más apto para cobardes, a temas tan mundanos como la eyaculación precoz o la diarrea, sin olvidarnos de la gripe masculina, que es a todas luces mucho peor que cualquier otra gripe. Hablan de orgasmos y frigidez, nos presentan Las Venus de las pieles, en lugar de nombrar a Grey, y también de Sarah Waters o Alan Hollinghurst y su erotismo homosexual. Creo que con esta retahíla os podéis ir haciendo una idea de todo lo que aparece en este hermoso libro. Porque además de todo esto, además de las citas, recordarnos títulos, anécdotas, dar una visión un tanto diferente de los libros que ya hemos leído o no, sin importar si son clásicos o títulos actuales, el libro es físicamente hermoso. La edición está muy trabajada, la tipografía, las hojas que separan cada una de sus partes, y eso lo eleva a la categoría de tesoro o tal vez de manual de botica un tanto pasado de moda que uno luce con orgullo en el estante y conserva con cariño en la mente. Pero merece la pena y es, creo, un ejemplo de cómo la edición digital nos va a seguir privando de determinados placeres que el libro físico nos da.

     Las autoras estudiaron literatura y llevan desde 2008 "curando" gracias a la biblioterapia sin que por ello se crean médicos o afirmen que este libro sea un compendio de medicina o, líbreme Dios, de autoayuda. Pero sí es cierto que muchas veces el libro adecuado nos acompaña en los mejores o peores momentos de nuestras vidas, y le tomamos especial cariño al título que nos acompañó. Eso no creo que lo pueda poner en duda nadie a estas alturas. Y por eso, como tesoro, como curiosidad, como objeto o como pequeñas píldoras, recomiendo este Manual de remedios literarios. Por todo eso y porque además es una preciosidad. Sin olvidarnos de que a los lectores, con permiso de nuestro querido Don Quijote, los libros nos acompañan y nos sirven, más de una vez, para mantener los pies en la tierra una vez cerramos sus páginas.

     Y vosotros..., digo normalmente a estas alturas. Vosotros hoy, en realidad lo que me gustaría que pusiérais, es un título y el momento de la vida o estado con el que lo relacionáis. Eso si que sería divertido, nuestro propio manual para automediarnos literariamente. Yo, por ejemplo, para superar esos momentos de carácter adolescente que nos llegan de amigos, hermanos, hijos..., recomiendo El guardián entre el centeno. ¿Jugamos?

     Gracias.

jueves, 18 de mayo de 2017

Mal de piedras. Milena Agus


     "Abuela conoció al Veterano en el otoño de 1950. Era la primera vez que salía de Cagliari para ir al Continente. Iba a cumplir cuarenta años y no había tenido hijos porque su mal de piedras la hacía abortar en los primeros meses. Y así, con su sobretodo de corte recto, los zapatos altos con cordones y la maleta del marido -de cuando se había refugiado en el pueblo-, la mandaron al Balneario para curarse."

     Hay un cierto en canto en los libros cortos que nos tutean para dejar claro que no necesitan vestirse de páginas para convencer al lector. Y también lo hay en algunos títulos, que parecen esconder un significado oculto bajo una aparente sencillez poética que esconde en realidad lo cotidiano. Por todo esto me fijé en el libro que hoy traigo a mi estantería virtual, se trata de Mal de piedras.

     Conocemos a Abuela, porque este es el nombre que otorga la narradora a la protagonista de la historia. La que sería entonces Nieta, relata la vida de una mujer sarda nacida el siglo pasado en Cerdeña, que la fascinó con su belleza, su melena y sus peculiaridades en el carácter. Descubriremos que fue una niña lista a la que no se le permitió seguir estudiando, que llegó a casarse a esa edad a la que a una empiezan a tildarla de solterona y que sus extravagancias la hicieron pasar por loca durante mucho tiempo. No se enamoró de su marido pero fue enviada a un Balneario en el que conoció al Veterano, y esto sucedió porque tenía, como reza el título de la obra, "mal de piedras", que queda mucho más bonito que decir cálculos en el riñón.

     El recuerdo de una persona tiene algo de poético, de especial, y por eso el enorme acierto de escoger como narradora a una nieta fascinada por la figura de su abuela. Construída con frases cortas, la novela casi parece más una confidencia o un cuento que un libro propiamente dicho, y la ausencia de nombres, lejos de distanciarnos, nos acerca a los personajes que son nombrados desde el cariño de la familiaridad. Abuela se convierte entonces en alguien conocido a quien vemos rebelarse de una forma pacífica, que lamenta que el amor no le sea destinado ni siquiera al darle las buenas noches a un rudo marido con el que acuerda prestar los servicios de la casa de citas para ahorrar dinero. Abuela escribe entonces en su cuaderno, y la nieta desgrana la historia que esa mujer silenciosa, le fue contando. Porque Abuela, descubrimos, hablaba. O habló a lo largo de su vida con apenas dos personas, Veterano, y su propia nieta. Y vivimos entonces el enamoramiento de Abuela, y los cambios que le provocan, y también su regreso y el, por fin, nacimiento de un esperado hijo. En otro caso, pensamos a media sonrisa, nadie hubiera podido decirle a día de hoy, Abuela.
     Y sin embargo la novelita es mucho más, porque es en los gestos cotidianos de una vida cualquiera, en los que vemos la sociedad, la guerra, el fin de ella, el romanticismo vestido con una pata de palo, la vida inconforme, la vida interior. Porque trata de eso en realidad lo que Milena nos cuenta, de esas vidas interiores diferentes, personas que, como en un momento dado dice la narradora, crea Dios cuando se cansa de las normales. Y esa es la protagonista, aunque nadie la comprendiera en su época, y haya tenido que esperar a esa nieta para encontrar una aliada en su propia casa.

     Llegué con pocas ideas sobre la novela, pese a las buenas críticas, y la he disfrutado. Tiene un regusto agridulce en cada palabra, y también cierta inocencia incluso en esas escenas de casa de citas que en un momento dado nos describe.  Es un libro hermoso, que no bonito, aparentemente sencillo y de una sensibilidad fuera de toda duda para cualquier lector que decida acercarse.

     Y vosotros, ¿os gustan los libros cortitos?

     Gracias.

martes, 5 de enero de 2016

El dolor que nos une. David Mark


     "Sigue adelante, sigue adelante, solo es dolor, respira y corre. ¡Respira y corre, joder!".
     Resbala. Patina sobre la sangre y el hielo. Ru8eda sobre la nieve y oye un ruido, como una rasgadura de papel. Nota que se desprende el colgajo de piel quemada que le pendía del pecho como una vela, tras engancharse en una piedra inclemente.
     Su grito tiene algo de inhumano. Algo primario, indómito."

     Cuando vi este libro no me lo pensé demasiado para llevármelo a casa, sin ningún motivo concreto ni mirar la sinopsis siquiera. Me gustaron, supongo, el título y la cubierta con esa mujer de espaldas caminando sobre la vía. Hoy traigo a mi estantería virtual, El dolor que nos une.

    Una mujer de mediana edad aparece muerta con el torso destrozado. El caso se lo queda la Unidad de Delitos Graves y Crimen Organizado, dirigida por Trish Pharaoh, y la investigación recae sobre el sargento Aector McAvoy, un hombre casado con una mujer romaní a la que salvó de un feroz ataque hace años, con hijos y enamorado de su familia, al que el trabajo ha llenado de cicatrices. Pronto a este cuerpo se le unirán más y McAvoy comenzará a tirar de un hilo que le llevará a sucesos ocurridos hace años. La brigada además no se dedicará a este caso al completo, ya que está investigando un problema de tráfico de drogas que también interferirá en algún momento en la vida de McAvoy.

     Como comenzaba explicando me acerqué a este título sin idea alguna de lo que me iba a encontrar, y o ha sido hasta finalizada su lectura que no he investigado y descubierto que es el tercer volumen de la saga protagonizada por el detective McAvoy. No diré que me haya cogido del todo por sorpresa, ya que lo pone en la primera página, pero me dio pereza buscar los anteriores y decidí probar con el que tenía delante. Terminado el  libro tengo que decir que no me he tropezado con ningún escoyo ni he notado laguna alguna durante la trama que me haya impedido mantener mi ritmo de lectura normal.

     Con un ambiente asfixiante que el autor potencia al colocar la ciudad bajo una terrible ola de calor y humedad en la que no termina de llover y relajarse el ambiente, esta novela negra arranca con acción desde la primera página. Sin embargo que eso no de a entender que estamos ante uno de esos libros que nos llevan sin aliento ya que, pese a todos los muertos, todos los secretos y las tres tramas cruzadas, el autor es capaz de otorgar más importancia a los personajes y las relaciones entre ellos y lo que va sucediendo que a los hechos en sí. Eso proporciona una lectura detallada pero no pausada, que nos permite ir fijándonos en cada conexión y haciendo nuestras propias cábalas desde el primer tercio de la novela. La profundidad de los personajes es otra característica a destacar de la novela, ya que pronto descubrimos que McAvoy es un hombre lleno de cicatrices que sólo aspira a la seguridad y el amor de su hogar, conocemos a su mujer que, pese a que desde el primer momento sabemos que fue rescatada por el propio sargento, jamás se nos presenta como víctima o débil. Más casi como sostén de este hombre que no puede relajarse hasta que no cierra la puerta de su casa, y ni entonces. Y frente a este ambiente, la perversidad. Tanto la trama de los asesinatos como la del narcotráfico están marcadas por la oscuridad de los personajes, la crueldad, el poder y la maldad.
 
     El dolor que nos une es una novela francamente entretenida y bien rematada en la que perderse unas cuantas horas. Me ha gustado, quizás esta vez me toque leer hacia atrás.

     Y vosotros, ¿sois maniáticos de leer en orden o también hay sagas que habéis comenzado por mitad?

     Gracias