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jueves, 8 de marzo de 2018

Mujeres bajo seudónimo




     "Los hombres miran a las literatas peor que mirarían al diablo".
     Rosalía de Castro
     Carta a Eduarda

     También en la literatura muchas han sido las mujeres que han escrito bajo nombres masculinos para poder publicar. Es cierto que las cosas han cambiado y que son muchas las mujeres que publican con más o menos éxito, las que baten récord de ventas y también las que editan libros. Mucho es el camino recorrido y aún queda camino por recorrer. Hoy, desde Entre montones de libros, vamos a recordar a algunas mujeres que publicaron en su día bajo nombres masculinos.

     Currer, Acton y Ellis Bell eran en realidad Charlotte, Anne y Emily Brönte tres jóvenes huérfanas de madre que hoy son reconocidas por todos pero que en su día tuvieron que recurrir a estos nombres para poder publicar en un ambiente cerrado. En el caso de las hermanas Brönte, las dos últimas jamás llegaron a ver su nombre real impreso en la cubierta del libro.

     George Eliot escondía en realidad a Mary Anne Evans y, si bien hoy su obra es conocida y muchos saben que Eliot era mujer, pocos saben su nombre real.

     George Sand se llamaba en realidad Amantine Lucile Aurore Dupin, una mujer que se calzó chistera y levita y entró en los círculos románticos del arte de sus tiempos mientras escribía más de cien novelas, en alguna de las cuales, cargaba contra convencionalismos sobre el amor y la sociedad.

     Fernán Caballero, precursor de la novela realista española, era en realidad Cecilia Böhl de Faber y Larrea, una mujer que descubrió a mediados del siglo XIX que no podría publicar con su nombre real, pese a que su madre, también era escritora.

     Pamela Lyndon Travers, creadora de Mary Poppins, comenzó su carrera dejando su nombre en unas simples iniciales, ya que P. L. Travers enmascaraba el sexo de quien firmaba los libros.

     James Triptree, Jr era en realidad Alice Bradley Sheldon, una mujer que, harta de ser la primera mujer en hacer..., se busco un alias sin ocultar que era un seudónimo. Muchas fueron las cábalas que se hicieron sobre la identidad que ocultaba, y muchos fueron los que pensaron que se trataba de un hombre. Hoy en día, esta gran escritora de ciencia ficción fallecida en 1987 no da nombre a ningún premio. Su seudónimo en cambio, sí lo hace.

     Isak Dinesen era en realidad Karen Christenze Dinesen, autora de Memorias de África, una de las obras más conocidas de la literatura y con una fantástica adaptación cinematoráfica. Aún hoy hay muchas personas que desconocen que detrás de Isak se escondía una mujer.

     Murray Constantine, autor de La noche de la esvástica, era en realidad  Katharine Burdekin quien escribió esta distopía en la que no hay libertad ni conocimiento que no venga impuesto y lo hizo ocultando su verdadera identidad

     Gauthier en uno de los peores casos, era el marido de Sidonie Gabrielle Claudine Colette, y él fue quien firmó la obra de su esposa, apropiándose del mérito de la serie Claudine hasta que Colette se cansó y optó por divorciarse y pedir su justo reconocimiento.

     Cuando Charlotte Brönte contaba con 20 años envió una selección de sus poemas al poeta Robert Southney quien le respondió "La literatura no puede ser asunto de una mujer". Quizás por eso Jane Austen, sabedora de que una mujer se sentiría avergonzada por escribir en una sociedad que la relegaba a un segundo plano, eligió como seudónimo Lady, en un juego que ya demostraba la condena que se iba a encontrar uno en sus letras.

     Estas son conocidas, otras muchas siguen siendo anónimas y más aún son las que permanecen día a día en una situación de desigualdad. Avanzamos. Avancemos.

     Gracias.