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martes, 29 de enero de 2008

EL TREN CORTO DE LUGO

¡¡El tren corto de Lugo!!, Lo recuerdo muy bien,
me veo en el andén del viejo Guitiriz.
Llovizna mansamente y anuncia su llegada
sonora campanada de aquel tiempo feliz.

La entrañable estación, en mi mente percibo,
recuerdo el seto vivo de arrayanes y boj,
me embarga de emoción su fuerza evocadora,
y miente falsa hora .el clónico reloj.

Recuerdo que una vez, una tarde de lluvia,
una chiquilla rubia, buscaba mi atención,
mi orgullo era infinito por aquella conquista,
pues saltaba a la vista su hermosa condición.

Se oye largo silbido del tren en lontananza,
por tierras de labranza cruza el paso a nivel,
le responde el aullido de un perro vagabundo,
y el tañido profundo del campanario aquel

Circula retrasado con ligera demora,
hay que ajustar la hora, como es habitual,
hay que arañar minutos acelerando el paso,
y alcanzar sin retraso la estación terminal.

Es su locomotora mas propia de un museo,
que del duro ajetreo que le impone el deber,
se llama “Villalpando” y en su férreo costado
un letrero adosado nos lo hace saber.

Al tren “corto de Lugo” lo miran los bovinos,
con los ojos cansinos, y su manso rumiar.
Al borde de la vía va un pequeño regato,
hasta hace poco rato llovía sin parar.

Llegó la vieja máquina chirriando en la frenada,
viene rota y cansada de tanto caminar,
resopla mil vapores por las viejas heridas,
apenas recosidas , a medio restañar.

Con un fuerte pitido, agudo y lastimero,
nos dice el tren ligero que pronto ha de partir.
La gente sin apuro se sube a los vagones
dándoles apretones quien los fue a despedir.

Habrás de ser feliz viajando en este tren,,
yo se que en el andén de la última estación,
con febril inquietud por el ansia de verte
te espera la gran suerte de amante corazón.

Cansino y dolorido el “corto” traquetea,
va llegando a la aldea mas alta del lugar,
luego, se precipita raudo por la pendiente,
alegre y sonriente pues ya se huele el mar.

Y termina orgulloso su quehacer cotidiano,
de buen samaritano, dispuesto a descansar ,
hasta el siguiente día , de nuevo uncido al yugo,
aquel corto de Lugo difícil de olvidar.