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Cuéntame cosas de la mar, buen marinero,
de tu barco velero y del amor aquel.
Del viejo bergantín de recortada eslora,
de la brisa sonora que bronceó tu piel.
Tu barco no es el mismo que preso en la botella
contempla la querella de algún sucio figón,
el tuyo navegaba por las lindes del cielo
donde hallabas consuelo a tu desolación.
Cruzaste la frontera de la mitología,
en busca cada día de un nuevo amanecer.
Poseidón te regala la frágil sirenita
y Venus Afrodita volvía a renacer.
Oías aquilones silbar en la nortada
de la lluvia empapada y del agua del mar
De profundas tinieblas, fulgurantes centellas,
con todas las estrellas cansadas de alumbrar.
Bebias horizontes de estrella matutina,
navegando en bolina o a un descuartelar.
Te daba confianza la brújula estrellada
y ver la mar rizada que hiende el tajamar.
Las estrellas te guían en la recia aventura,
de larga singladura que afrontas con valor.
En lejano horizonte la luz resplandeciente,
de una aurora emergente asoma por babor.
Cuéntame cosas de la mar, buen marinero,
de aquel viejo velero que se hundió en Trinidad,
cuéntame del pirata que altivo y sonriendo,
se murió defendiendo del mar la libertad.
Ya el mar no te seduce, descendiste a la tierra
esquivando la guerra del cierzo y el monzón.
Hoy cambiaste la lucha por la vida tranquila,
para escuchar la esquila del viejo corazón.
Con el brazo tatuado de un nombre en tu memoria
alcanzarás la gloria , por tu hombría y valor.
Y te habrán de otorgar, porque tu lo mereces,
y ganaste con creces, los laureles de honor.
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miércoles, 16 de enero de 2008
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