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Reseñas breves [180 - 182]

lunes, 4 de marzo de 2019



Título original: Die Herren
Traducción: Joaquín de Aguilera
Año: 1961
Edición: Periférica & Errata Naturae (2018)
Páginas: 576


Tras la cálida acogida de Tú no eres como otras madres, el tándem editorial formado por Periférica y Errata Naturae vuelve a trabajar codo con codo en Hombres, el interesante debut con el que Angelika Schrobsdorff logró causar un revuelo en su país. No cabe duda de que la voz de Eveline Clausen, trasunto literario de la propia Angelika, posee la furia arrebatadora de la juventud y un hipnótico desparpajo que convierte el relato de sus peripecias sentimentales en un fascinante testimonio de la Europa desolada por la Segunda Guerra Mundial. El carácter volátil y frívolo de la protagonista, acostumbrada a un estilo de vida inusual —familia desestructurada y atípica, exilio en el extranjero debido al origen judío de su madre—, se erige como el principal encanto de una novela por la que van desfilando todos los hombres que han ido dejando huella en la vida de Eveline. Desde oficiales del ejército a directores de cine, pasando por el padre ausente y multitud de intermitentes escarceos, los muchos depositarios del amor de Eveline van fraguando en la joven una visión decepcionante e insatisfactoria, algo desesperada, de las relaciones humanas. Lo único que me ha sabido a poco de este Hombres, muy perjudicado, sin duda, por la lectura previa de Tú no eres como otras madres, es su estilo pobre, austero, muy pálido y desprovisto de reflexiones en comparación con su obra posterior. Un debut rompedor, sí, pero al que se le nota demasiado la inexperiencia narrativa de la autora.

PUNTUACIÓN: ★




Título original: Crudo
Traducción: Albert Fuentes
Año: 2018
Edición: Alpha Decay (2019)
Páginas: 128


Los tiempos que nos ha tocado vivir son bien jodidos y, si pensamos en todo el armamento nuclear que un idiota como Trump tiene a su disposición, probablemente los últimos. Kathy, la protagonista de Crudo, reflexiona sobre el apocalíptico estado actual del mundo mientras ultima los preparativos de una boda que, dadas las circunstancias, parece absurda e intrascendente. Haciendo un repaso de acontecimientos tan recientes como el Brexit, el resurgimiento fascista en lugares como Charlottesville o la oleada de inmigración que recorre Europa, Olivia Laing entrega una obra transgresora y divertida cuyos personajes, quebrantados por la inquietud y el desasosiego que el futuro incierto les provocan, hacen de su adicción a las redes sociales una suerte de escapatoria contra la demencia. Crudo es, a pesar de su voluntad universal, una experiencia profundamente millennial, con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva. Absténganse de ella firmes defensores de la narrativa tradicional y lectores poco habituados a que los párrafos parezcan transcripciones de un timeline tuitero.

PUNTUACIÓN: 




Título original: Olive Kitteridge
Traducción: Rosa Pérez Pérez
Año: 2008
Edición: Duomo Ediciones (2018)
Páginas: 352


Galardonado en 2009 con el Premio Pulitzer, el tercer trabajo de Elizabeth Strout es una de esas obras poco frecuentes que hacen del gusto por la cotidianidad su herramienta más certera. Trece son los relatos aglutinados en esta magnífica novela que desgrana las vidas —mucho más agitadas y sorprendentes de lo que parece a simple vista— de los habitantes de un pueblo de Nueva Inglaterra; y Olive Kitteridge, una profesora de secundaria ampliamente temida por su irritante mal carácter, el hilo con el que Strout aprieta las costuras del apasionante microcosmos literario creado para la ocasión. Cada capítulo de Olive Kitteridge, que constituye una entidad independiente pero milagrosamente engarzada en el conjunto, ofrece la perspectiva de un personaje diferente con el que Strout da buena cuenta de las transformaciones sufridas en el pueblo a lo largo de las décadas, de las fluctuaciones en las relaciones de sus habitantes, los secretos, los accidentes, las infidelidades, momentos de entrañable y reveladora intimidad o deslumbrante lucidez que se convierten, con el paso del tiempo, en auténticos hitos vitales. Haciendo alarde de un magistral dominio de la elipsis y de una reconfortante calidez humana —Strout es siempre compasiva con sus personajes a pesar de sus errores—, la autora de Me llamo Lucy Barton, Todo es posible y Los hermanos Burgess entrega, recordando a grandes figuras como Kent Haruf o Marilynne Robinson, una novela absolutamente maravillosa e inolvidable.


PUNTUACIÓN: 

Verna B. Carleton - Regreso a Berlín

miércoles, 6 de septiembre de 2017



Título original: Back to Berlin
Traducción: Laura Salas Rodríguez
Año: 1959
Editorial: Periférica & Errata Naturae
Páginas: 408
Valoración: ★★


La colaboración entre Periférica y Errata Naturae es uno de los mayores ejemplos de sinergia editorial que se pueden encontrar actualmente en el mercado. Si el año pasado nos deleitaron con la asombrosa y emocionante Tú no eres como otras madres, este año repiten alianza para recuperar una joya que corría el riesgo de quedar injustamente relegada al olvido. Y es que Regreso a Berlín es una fascinante exploración de la identidad y la memoria que no merece pasar desapercibida. Ya desde la primera página, Verna B. Carleton nos inunda con una prosa tremendamente vibrante y diáfana para describir el viaje que la protagonista —una periodista estadounidense que permanece en todo momento como narradora imparcial— emprende con destino a Europa a bordo del Caribe, un buque cargado de exóticos y extravagantes pasajeros de diversas nacionalidades que conforman una peculiar masa multicultural.

Durante el trayecto, nuestra narradora conoce a un nutrido grupo de supervivientes de la Segunda Guerra Mundial y en poco tiempo logra entablar una entrañable amistad con Nora y Eric Devon, un matrimonio inglés que se muestra horrorizado cuando la periodista les revela su intención de visitar Berlín para mofarse de Hitler ante las ruinas del búnker donde se quitó la vida. Aunque ha pasado más de una década desde el final de la guerra, la simple mención de lo ocurrido en la Alemania nazi despierta en Eric una inmensa turbación que se traduce en temblores incontrolables y horribles pesadillas, síntomas inequívocos de un pasado turbulento que lucha por abrirse camino entre una marea de recuerdos enterrados.

A partir de ese momento crucial en el que los Devon, no sin reservas, deciden acompañar a la protagonista en su particular regreso a Berlín, la autora nos deleita con una sobrecogedora historia de autoreconciliación que guarda no pocas sorpresas para los implicados. Mientras los personajes de la novela (soberbiamente caracterizados sea cual sea su relevancia o peso en la trama) pasean por los enclaves más emblemáticos de una ciudad literalmente dividida en dos por un muro, Verna B. Carleton reflexiona de manera magistral sobre las consecuencias del horror y las diferentes formas que existen de afrontarlo. Algunos optan por la desvinculación absoluta, eliminando de manera fulminante cualquier vestigio de su antigua identidad en un intento de conservar algo parecido al honor. Otros, sin embargo, prefieren correr un tupido velo sobre lo que consideran sencillamente un episodio vergonzoso, sí, pero también aislado.

En cualquier caso, la ceguera voluntaria se presenta como un recurso más que apetecible para recomponerse de los traumas. Carleton, por el contrario, prefiere hurgar sin compasión en la herida. El suyo es un atentado directo contra esos instrumentos inservibles que son el tacto y la diplomacia. No es, como pudiera parecer, un rasgo de crueldad. Más bien, un empuje necesario que los personajes de la novela, en especial Eric Devon, no se atreven a dar por sí mismos. La suya es indudablemente una evolución espectacular, de hombre compungido y taciturno que vive atormentado por el rencor a alguien que logra sobreponerse a sus cicatrices, aceptándolas, dejando que formen parte de él una vez desprovistas de toxicidad. De este modo, Regreso a Berlín aborda cuestiones de profundo calado emocional sin adentrarse en una atmósfera plomiza, sino manteniendo siempre un tono luminoso y ligero, así como un ritmo dinámico, casi folletinesco, que no le resta ni una pizca de seriedad a los temas que Verna B. Carleton trata en el libro. Por eso, si tenéis la oportunidad, no dudéis en probar suerte con esta magnífica novela. Es de esas que se quedan con el lector mucho tiempo después de haber cerrado la última página.
  

Angelika Schrobsdorff - Tú no eres como otras madres

martes, 13 de diciembre de 2016



Título original: Du bist nicht so wie andre Mütter
Traducción: Richard Gross
Año: 1992
Editorial: Periférica & Errata Naturae
Páginas: 592
Valoración: ★★★★




Tú no eres como otras madres es quizá uno de los libros que más revuelo han causado en nuestro país durante el presente curso. Y con razón. La obra de Angelika Schrobsdorff es una apasionante reconstrucción de la vida de su madre, Else Kirschner, durante el Berlín de los años 20 y el auge del nazismo en Alemania. Unas memorias elaboradas décadas después del fallecimiento de su protagonista que dan buena cuenta de una época vertiginosa, cambiante y que no hacía presagiar bajo ningún concepto el sombrío curso de los acontecimientos posteriores.

Else, criada en el seno de una familia perteneciente a la burguesía judía, mostró desde pequeña un visceral rechazo por las convenciones de su época tanto en materia religiosa como en lo personal, negándose firmemente a representar el papel que los de su clase habían preparado para ella y rechazando los preceptos de su identidad judía. Determinada a perseguir contra viento y marea un ideal que en el libro —una biografía con sabor a novela— se define como «lo completamente distinto», Else es descrita como un auténtico e imparable torbellino que no se detenía ante nada ni nadie cuando sus objetivos entraban en juego; una mujer, precursora de muchas otras, que antepuso su libertad y el individualismo por encima de todo, aun cuando eso conllevara consecuencias indeseables.


«Y en lo que se ha producido y sigue produciéndose dentro de mí, en lo que he pensado y sentido, mejor ni entro. Eso tiene que salir poco a poco, tiene que decantarse primero y dilucidarse».


La primera mitad del libro detalla con todo lujo de detalles el despertar vital de Else en el seno de una sociedad absorta en un único objetivo: disfrutar el momento. Las fiestas, los bailes, las orgías y, en general, el ambiente de celebración y florecimiento artístico que inundaba por aquel entonces la escena berlinesa traspasan el papel gracias a la vivacidad de Angelika Schrobsdorff como escritora y su habilidad para capturar la esencia de la época. Esta parte, a su vez, constituye el núcleo duro de la vida de Else, pues fue entonces cuando conoció y se enamoró de los tres hombres que se convertirían en los padres respectivos de sus tres hijos.

Ciertamente, Else Kirschner no fue una madre convencional. A partir de sus propios recuerdos y del ingente material manuscrito dejado por su progenitora, Schrobsdorff elabora el retrato de una madre incapacitada para asumir las responsabilidades que conlleva el mantenimiento de un hogar, pero entregada como ninguna otra a la tarea de amar a sus hijos y establecer atípicas relaciones de afecto. Sin embargo, la irrupción de Hitler en el poder transformó para siempre los ánimos y las expectativas de toda la nación, los de Else incluida. Sorprendida por la espiral de violencia y odio que empezó a recorrer las calles de Berlín, de repente Else se ve amenazada por unos orígenes de los que siempre renegó. En compañía de sus dos hijas menores, siendo Angelika una de ellas, Else se ve obligada a emigrar hacia la capital de Bulgaria con la esperanza de empezar una nueva vida en el exilio, sin saber que los estragos de la Segunda Guerra Mundial no tardarían en alcanzarla.


«—Y tú, mamá, ¿qué persona fuiste en tu juventud?
—Una que hoy desearía no haber sido. Y debes tener cuidado de que no te pase lo mismo».


En resumidas cuentas, Tú no eres como otras madres constituye un testimonio valiente, valioso y por momentos estremecedor. Me ha parecido muy interesante el enfoque que da la autora tanto a la vida de su madre como a la suya propia, extensión de la primera en tanto que ha estado intensamente marcada por su estela. La obra de Angelika Schrobsdorff es, además, una aproximación novedosa, al menos para mí, al devastador efecto y repercusión posteriores del Holocausto judío, narrado esta vez lejos de los campos de concentración y, sin embargo, tanto o más cerca del sufrimiento causado. La narración de Schrobsdorff está plagada de reflexiones y comentarios brillantes sobre el amor, la amistad, la maternidad y la identidad personal, y de como estas fuerzas se comban bajo el peso de los demoledores reveses que da la vida. Al fin y al cabo, la mujer en torno a la que gira la narración, ese incontenible elemento de la naturaleza que no se amedrenta nunca, acaba siendo consumida por sus desgracias y la de su familia, abocada a una muerte prematura. No obstante, siempre nos quedará este magnífico libro, recordatorio de que una vez vivió una mujer igual de magnífica e inspiradora.  

 
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