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Mostrando las entradas etiquetadas como Relatos

Déjà vu

Era tan familiar esa caricia, tus dedos sobre mi oreja rodeando discretamente todo su contorno mientras armabas frases que me recitabas quedito haciendo que mi piel se erizara en más de una ocasión. Y después tus labios se apoderaron de mis ojos, los párpados cerrados recibían tantos besos que no era posible abrirlos entre cada uno de ellos; sabía lo que venía, todo eso me resultaba tan conocido. ¿Qué seguía? Desabrochabas la blusa y me permitías ver tu brasier blanco con adornos rosas, el mismo que hace algunos días te regalé; dejabas al descubierto tus hombros para poder besarlos al tiempo en que te hacías cargo de eliminar cada botón de mi camisa. Tus manos en mi pecho, esa mirada que tanto me encanta y un beso largo, muy largo acompañado de un abrazo sostenido que permitía a nuestros cuerpos acercarse demasiado. Me di cuenta que no era un momento único, de alguna manera todo eso ya lo había sentido a pesar de ser esa la primera vez que me acercaba tanto a tí; ...

El plan

Había calculado la mayoría de las probabilidades… Tomaríamos un café mientras escuchábamos la música del trovador y platicábamos de situaciones triviales, de lo que nos había pasado durante el día o de cualquier anécdota que nos arrebatara sonrisas. Pediríamos un postre o quizá una bebida más fuerte, el lugar se prestaba para eso; después caminaríamos por las calles del centro, nos sentaríamos en alguna banca del zócalo o en cualquier otro lugar que nos permitiera seguir platicando. Así en la idea el plan era perfecto. Había pensado en todo eso… Y cuando tuviera la oportunidad te diría que me gustas mucho, mirándote a los ojos me acercaría para darte un beso en la mejilla y recorrería mis labios para besar los tuyos, un beso delicado, sin prisa, que capturara el momento para que pudiera ser recordado como algo bello en nuestro futuro; aprovecharía el aire frío de la noche como un buen pretexto para abrazarte y entonces volvería a besarte si es que el primer beso hubiera...

En la oscuridad

Al final del pasillo lograba apreciar una hermosa silueta apenas dibujada por una breve luz intermitente que parecía provenir de una vela a punto de terminarse, mis ojos no lograban acostumbrarse a tal oscuridad aunque mi olfato si percibía un perfume muy familiar, ese tipo de aroma que se conserva en el interminable mundo de recuerdos y sensaciones personales. Avancé despacio tocando las paredes abriéndome camino entre las sombras, a medida que me acercaba el perfume se impregnaba más en mis emociones, algo que definitivamente ya había vivido y que al momento me provocaba un inquietante escalofrío. Un par de metros era lo que me separaba de tu sombra, a medida que mis ojos se acostumbraban al velo de la noche podía distiguir tu largo cabello alborotado hasta la altura de tu espalda, lo pronunciado de la curva en tus caderas y la intoxicante figura de tus piernas. -Hola.- Me dijiste suspirando y estiraste tu brazo para tomar mi mano derecha y acercarme a tí, la colocaste...

Rojo

Y de pronto, en rojo semi transparente, una imagen encerrada en mi pupilas, archivada en mi mente; tus piernas apenas cubiertas con esa tela, inisito, era roja; la media luz sólo me permite ver lo deseable, ocultando el resto para la vista más no para el pensamiento; sentada de piernas cruzadas, descalza al filo de la cama, aguardando impaciente el beso, la saliva en tu talón, el tacto en tus pantorrillas, el aliento en tu mentón. El impulso de una caricia ausente de timidez se acomodó sobre tu rodilla derecha, la piel reaccionó con un ligero temblor, un escalofrío fugaz se manifestó en tu vientre con una explosión de deseo seguido de un gran suspiro y miradas que se encontraron entre las sombras provocadas por la carencia de luz; y un gran beso se hizo presente, uno de esos que advierten la insaciabilidad, lo incansables que pueden ser los labios en su búsqueda por absorber los placeres mutuos, pero alto, quiero hacer una pausa en esos labios de tan exquisita textura y ...

La misma luna

Y ahí él, bajo la misma luna pensando en esa piel canela que perfuma sus venas y droga sus pensamientos, deformando sus instintos con la necesidad de ir a su encuentro y tener su cuerpo hasta rendirse entre sus piernas. Cuenta la luna que él recorría su espalda como si nunca la hubiera explorado y que ahí donde las velas atestiguaban el encuentro, la tomaba sin piedad entre sus implacables manos, entre sus incontrolables besos, sólo para raspar sus senos con la barba, para lamer sus piernas con el veneno de sus besos, para saciar su hambre de deseo. 

Varilla y teclado

¡Efusivo! Me acerqué con demencia, desabroché con tanta urgencia esa blusa que incluso rompí la varilla de tu brassier. ¡Locura! Pero es que tus besos, mis torpes manos a tu lado se vuelven hábiles, ansiosas, a veces no tan cuidadosas, pero es que tu espalda, como me encanta tu espalda. Y de repente mi vista se llenó de tu cuerpo, ¡vaya cuerpo! tomé tu cintura y con un pequeño impulso te sentaste en el escritorio; ¡ups! se rompió el teclado, ¿qué más da? lo reemplazaremos. Tu espalda contra la madera del escritorio, cayó una libreta, ¡cuidado con la taza de café! Deseo, nos ganó el deseo, tú, yo, una oficina, unos minutos, tu espalda arqueó, mis músculos se tensaron, todo terminó en minutos; ¡respira! relájate, ponte la ropa nuevamente; ¡rayos¡ ahora recuerdo que rompí la varilla del brassier y tu computadora se quedó sin teclado. Dame unos minutos, voy de compras.

A ritmo de un trovador

De fondo en el reproductor sonaba una guitarra clásica acompañada por la voz de un trovador, la duela se acaloraba con cada uno de los pasos que ambos daban al ritmo de la canción, uno a la izquierda, uno a la derecha, a veces una media vuelta, despacio y con delicadeza; la letra incitaba a pedir un beso, un beso grande; una varonil mano apretaba la tibia espalda de su acompañante, sus brazos no apretaban pero sabía acomodarlos perfectamente junto a sus costillas para acercarla a su cuerpo al tiempo que ella se sostenía de su cuello y aprovechando de vez en vez la invitación, lo acercaba para robarle un beso.  Vaya sorpresa cuando sus dedos jugueteando por toda su espalda descubrieron el cierre del vestido, el café de sus ojos de inmediato se comunicaron con el iris verde que esa noche tenían un brillo singular y sin soltar una sola palabra ella le indicó que lo podía retirar. Y así la ropa se desvaneció sin remordimiento, las telas abandonaron ambos cuerpos para arrinconarse s...

Tonos grises

La imagen era en tonos grises, sus ojos parecían seguirlo a donde quiera que él se movía, su cabello lucía mojado, deseaba enredar sus dedos en tal espesura y quedarse atorado ahí para poder acercarla hacia él y robarle un beso de esos labios que se observaban llenos de ansiedad. Pero era sólo una imagen en tonos grises que a pesar de su falta de color denotaba un erotismo inquietante que a él le erizaba la piel cada vez que la veía.  La imagen perfecta, sin color, sin aroma, sin textura, pero sí con un sinfín de sensaciones que le provocaban cada vez que la observaba, una marea de pensamientos inundaban su mente y su cuerpo lo reflejaba. Suspiros, excitación, deleite, angustia, nostalgia, deseo.  Una imagen, tonos grises, el escape de su realidad, el suspiro a su cotidianeidad, el respiro que su cuerpo necesitaba; una imagen, ella, tonos grises, él ponía el color, él solo y su imagen, un diario que con la notificación de la llegada de la siguiente imagen se modificaba. ...

Olvidando

Había algo perdido en su mirada, veía hacia el horizonte desde la ventana de su apartamento, sin embargo el horizonte mismo en todo su esplendor no era apreciado por esos ojos oscuros que simplemente estaban perdidos. Sostuvo sin mirar el tazón de café que dejó en la repisa, le gustaba el café negro con sólo una cucharada de azúcar; bebió un trago y desvió su mirada hacia una nube que acariciada por el viento llevaba su lento recorrido hacia el norte tomando la forma que el capricho del viento deseaba, entonces ella sonrío. Se alejó de inmediato de la ventana y agarró un pedazo de papel donde escribió con letras mayúsculas: -He estado pensando en ti y deseo no hacerlo más- Arrancó la hoja, la hizo bolita entre sus manos y la arrojó al cesto de la basura. Caminó hacía la ventana, observó nuevamente hacía el horizonte y en esta ocasión notó el color azul obscuro que se combinaba con algunas de las luces que ya se habían encendido en departamentos ajenos en espera de la entrada de l...

Del otro lado

6 de enero, 7:30 am. Se escuchan unos pequeño pasos al bajar de la cama y correr hacia la puerta, con impaciencia abre su recamara y toca (que decencia) nuestra puerta. Al abrir las primeras palabras que sale de su boca son: –¡Hay que ver si dejaron algo!- Así que sin más bajamos de inmediato las escaleras para ver bajo el árbol de navidad. Su sonrisa fue inminente, la ilusión en su rostro llenó mis ojos de lágrimas, tomó la primera caja con emoción, encontró una más y la observó por todas partes, se sentó con ambas cajas en la escalera como para cerciorarse de que lo que tocaban sus pequeñas manos era real, nos mostró los regalos y de inmediato las ansias por abrir las cajas y comenzar a jugar con el contenido, no importaba el frío, no importaba la saliva endurecida en sus pequeños labios, no importaba el cabello enredado y la marca de la almohada, lo único que importaba era que finalmente los Reyes Magos habían llegado. Hace tiempo que estuve ahí, recuerdo haber recorrido el pa...

Esas primeras veces.

Y se detuvo en el breve color de lápiz labial que cubría su labio inferior, la observó cauteloso e inevitablemente el antojo le hizo pasar saliva. -Antojo de un beso, róbaselo,- pensaba, sin embargo mientras lo hacía ella cambió el tema y abruptamente él se desconcentró.  -¿Qué opinas?- Ella preguntó; estaba completamente perdido, no había seguido el ritmo de la conversación, su mirada se concentró en aquellos ojos negros y su pensamiento se esfumó, tomó su mano de manera inconsciente pero decidido; -me gustas- le dijo, un bochornoso rojo cubrió su rostro y ella le sonrió, una sonrisa de complicidad acompañada de un pícaro sentimiento. Sin dudarlo ella se acercó, humedeció sus labios con la punta de la lengua ocasionando el asombro del chico que nervioso veía como se acercaba a él esa boca con la que se había distraído durante los minutos que llevaban en ese café, podía sentir por primera vez en mucho tiempo su cálido aliento acercarse lentamente a él, sus manos le sudaron, sus la...

De vestidos y visiones.

Levanté la mirada y te vi, asombrosa, delicada y elegante, con una copa que parecía vino blanco en tu mano. Perdí la noción del tiempo mientras te observaba, pasaron no lo sé, quizá unos segundos, minutos tal vez cuando por fin reaccioné, entonces suspiré y caminé hacia ti abriéndome paso entre la gente, un salón repleto, gente brindando, bailando, el motivo por el que estábamos ahí no lo recordaba, en mi sólo existía una celebración y eso era tu belleza. Era rosa, no un rosa fuerte sino un rosa tenue que combinaba muy bien con el color de tu piel. Enmarcaba tus caderas y caía perfectamente por todo el largo de tus divinas piernas, descubría tus hombros dejando ver el esplendor de todo tu cuello, de ahí que se me antojara tanto morderlo. No recordaba haber visto ese vestido aunque si recordaba haber visto esa incomparable espalda enmarcada por un escote que se cerraba justo arriba de donde terminaba; repito, terminaba la espalda, vaya curva que después de ella se formaba. Te tomé d...

Ojos bien abiertos.

Los tenía frente a mí, no precisamente me pertenecían sin embargo estaban a mi alcance para poseerlos, me refiero a sus labios. El viento soplaba suave, las miradas se concentraban en objetos, a veces en nuestros propios ojos y otras más en la saliva que humectaba esa zona que tanto deseaba besar. Entonces hubo una señal, debía tomar la oportunidad, tomó mi mano en una acción impertinente pero llena de emotividad, supe que era el momento, su rostro estaba a centímetros del mío, sentía su cálido aliento recorrer mi frío rostro, sublime perfume de deseo que inevitablemente me llamaba al encuentro de un ansiado beso. Entonces sucedió. Cerré los ojos (y ese fue mi error) me acerqué a ciegas guiado únicamente por un impulso pensando que en pocos segundos encontraría sus labios con los míos y nos fundiríamos en un beso que nunca olvidaríamos, pero no fue así. Mi nariz chocó con la suya provocando el repentino alejamiento de mi acompañante, de inmediato abrí los ojos y sentí como...

Comenzó.

La quietud de la noche contrastaba con el acelerado ritmo de mi corazón, mis manos sudaban pero tú no lo notabas. Ahí nos encontrábamos los dos, sentados en una rústica banca de piedra hablando de ti, hablando de mí, hablando de nada. Parecía obvio pero no lo era, que esa noche quería robarte un beso y ese era el momento.  De repente un silencio, un oportuno silencio, mis ojos se cruzaron con los tuyos y entonces viste la intención, dudaste pero no lo suficiente. El primer intento fue con nervios y no se concretó, el segundo fue con más decisión y entonces lo aceptaste, tus labios tocaron los míos en un beso que más que gusto causaba un extraño sentimiento, tú mi amiga, yo tu amigo pero al final de ese día, al final de esa cita sucedió. Lo comprendo, fue algo tenso y ese no fue precisamente uno de mis mejores besos pero así fue como todo comenzó. Una artista y un café, ese fue el pretexto para escaparnos los dos, un pretexto que terminó con un beso, un be...

Blu, la pequeña caracol

Blu dejó atrás aquella hoja seca que utilizaba como su hogar, vagaba lenta, sin rumbo, estaba aburrida, desmotivada. La pequeña caracol recorría caminos, praderas, trepaba flores, se ocultaba bajo las piedras o se metía en su pequeño caparazón, Blu quería un cambio, una sorpresa, no sabía con precisión qué sin embargo no desistía, sabía que algún día algo sucedería. Aquella noche se encontraba en un campo de girasoles, algunas hormigas la rodeaban, observaba los largos tallos que finalizaban en hermosos pétalos amarillos y al fondo en el cielo un infinito mar de estrellas enmarcaban el paisaje. Decidió verlas más de cerca y subió uno de los tallos. Se acostó sobre el suave polen de la flor, el perfume que emanaba la adormecía mientras contemplaba el infinito cielo lleno de estrellas. La tranquilidad del lugar la abrumó y cayó en un profundo sueño. Entonces la pequeña caracol voló: De su caparazón emergían dos grandes alas que se agitaban con fuerza y p...

18 +

En el instante que sus ojos se cerraron, los delgados labios de él se posaron sobre su cuello descubierto, ella sintió el cosquilleo y retorció ligeramente su cuerpo dejando que la sensación le recorriera hasta las piernas. Las manos inquietas del hombre recorrían las prendas que todavía cubrían el ansiado cuerpo de su pareja. Descubrió entonces un botón y lo desabrochó dejando al descubierto el magnífico trabajo de la evolución, un par de pequeños senos asomaron después de quitar el cuarto botón. Ella volaba sobre las sábanas, él hacía lo propio sobre el dócil cuerpo de aquella hermosa mujer de cabello terso. Hubo un momento, sus ojos se encontraron y sus labios desquitaron el antojo de un violento beso que ambos habían soñado. Las ropas cedieron paso al desnudismo, ambos cuerpos se encontraban a merced de las caricias desatadas y del calor engendrado por el fuerte sentimiento de atracción que ellos dos se profanaban. Los labios buscaban más que los propios labios, a...

Only you

Only you , la canción interpretada por The Platters sonaba en los altavoces del auto quebrando el silencio de las pasadas 12 de la noche de aquella no tan fría noche improvisando un romántico baile en la solitaria calle justo frente a su casa. La rodeó por la cintura con ambos brazos sin quitarle la vista de ese par de obscuros ojos que armonizaban con el color de la noche y se iluminaban como un par de estrellas. Ella recargó su rostro en su hombro haciendo que su cuello se asomara discretamente ante los oportunos rayos de la luna, él lo miró con antojo, aspiró el breve perfume que se escapaba de su cuerpo y delicadamente posó sus labios en el despistado cuello de su amante, sintió un escalofrío en su piel y saboreó el momento con la punta de su lengua. 3:46 minutos después la canción terminó justo en el instante en que los dos la cerraban con un beso, la calle volvió a su silencio habitual, sus miradas permanecieron unidas al igual que sus manos y sus cuerpos que olvidaban por...

Visitas inesperadas

Medianoche, o tal vez un poco más. El ruido del motor de un auto se apagó justo frente a su casa; él dormitaba, fuera de las cobijas y las sábanas el frío era insoportable, hacía 5 o   6 grados quizá. Escuchó el ruido de la puerta del auto al cerrarse justo antes de que la misma llave del encendido golpeara en repetidas ocasiones la reja de la cochera. Salió de entre las sábanas y se incorporó extrañado, -¿quién podría ser? – se preguntaba mientras abría la ventana. Se apresuró hacia la puerta de entrada, aún con los ojos adormecidos y extrañando el calor que había dejado en la cama salió a abrir la puerta con gustosa ansiedad, su olfato inmediatamente reconoció el perfume, sus labios buscaron los de la inesperada visita antes de decir, “hola”, fue un beso tierno de bienvenida, tomó su mano y la invitó a pasar. La luz de la calle iluminaba ligeramente las habitaciones por lo que no fue necesario encender ninguna luz interior, -qué agradable sorpresa- dijo con ese tono de vo...

De títulos entre personas...

Recuerdo el frío de esa tarde, el café lo hizo menos. Desnudabas tus sentimientos como si en mi encontraras un cajón donde pudieras guardar sin temor tus secretos. Y así es. Algunas lágrimas rodaron por tus mejillas secándose en mi hombro en el cual dejabas esos últimos gritos de arrepentimiento. Te miré a los ojos y pedí que no separaras tu vista de los mía, te dije que confiaras y que si alguna vez el pasado te atrapaba nuevamente, acudieras a mi sin reparos que yo te abrazaría sin decir palabra. Entonces te di un beso de esos que ni mil escenas de cine podrían igualar, lo sabes, lo sentiste, suspiraste al dejar mis labios y tu sonrisa fue prudente, no era el primero pero en cada uno había algo especial. Coloqué el cigarro en mi boca y aspiré, el humo se mezcló con el viento frío que sentíamos frente al portón de tu casa, te abracé y de inmediato reconocí el perfume que tanto me ha gustado, ese que se ha vuelto tan especial. Vi desvanecerse la tristeza de tus ojos, vi tu al...

Era una noche común.

La noche era común, como cualquiera, la única diferencia es que era nuestra. Me tiré boca arriba en la cama, el televisor emitía alguna programación que en realidad no era importante. La lámpara circular simulaba una luna que daba apenas la luz suficiente como para ver la ropa acomodada en el armario y los perfumes sobre la mesa de madera, sin embargo decidiste apagarla, sólo el brillo del televisor quedó como testigo en aquella habitación. Te hincaste sobre la cama, había visto con anterioridad esa mirada. Tus rodillas se separaron encerrando entre tus piernas las mías y avanzaste hasta descansar justo sobre mi regazo, notaste inmediatamente mi excitación y la hiciste propia al sentirla con tu cuerpo. Bailabas, sé que bailabas, lo hacías sobre mi con una melodía que aun sin escucharla la podía sentir. Liberé mis manos para alcanzar tu cuello, para revolver un poco tu cabello, a contraluz de la imagen del televisor tu silueta era como un sueño pero mi excitación era tal que ...