Related Posts with Thumbnails
Mostrando entradas con la etiqueta EVA VAZ. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta EVA VAZ. Mostrar todas las entradas

EVA VAZ


PRESENTE CONTINUO

He aprendido a vivir
con una maleta de piedras,
arrastrando una carga de escombros
de los otros y de los otros de los otros.
Alguien herido me dice cosas
y yo corro a adelantarme a esas sombras
pero muero en el intento:
siempre me acuesto con todas las derrotas
y no puedo dormir.
Tengo la espalda
como un vaso roto.
Y no duermo,
llevo años sin dormir.
¿No ves mis ojos abiertos
como muñecos de cera?
Parad, por favor,
me circundan las fieras
que me atrapan si corro
con tantos restos.
El futuro:
química; tengo un lindo
bazar de psicotrópicos
merodeando por mi cuerpo.
Sssshhh, no despertéis a los monstruos…
Mi futuro
mis drogas y el sueño autoinducido
una muerte lenta y elegante.
Mi futuro cabe en una cápsula.
Del tiempo.

(Eva Vaz, Ruido de Venenos, Crecida, 2013)

EVA VAZ


RIGOR MORTIS


Yo vi a un hombre morir.
Vi en qué momento ocurrió:
dulce y sin drama,
como el llanto de un recién nacido.
Diría que fue hermoso.

En la guerra se quedó sordo de un oído
y yo le gritaba para saber si morir era
eso. Me pareció muy poca cosa.

Fuera de la habitación oía silencios y llantos
pero yo debía quedarme allí,
sin llorar. Prometí encargarme de todo.

Me acerqué a su aliento como nunca antes
imaginé hacer. Impúdicamente respiré su calor,
su olor a colonia caliente.
Parecía un amante besándolo.

Intenté cerrar sus párpados.
No murió con los ojos cerrados.
Nos han engañado: la muerte nos coge
con los ojos abiertos.

Sus párpados eran rígidos,
como pestañas de metacrilato,
como los ojos de mis muñecas
cuando morían en mi propia cama.
Mis muñecas tenían novios, hermanos, bebés,
y también morían. Las muñecas de mis amigas
nunca morían en sus camas.

Yo le arreglé la sábana, el pelo, la posición de su cabeza. 
y plegué sus brazos sobre el esternón. Correctamente.
Era un muñeco gigante: aún se dejaba hacer.

Fue un leve tejido.

La muerte rozó apenas
su pequeño corazón.





(Poema extraído del ciberfanzine de literatura subterránea Borrasca )

EVA VAZ


EL CORAZÓN DE LÁZARO
.
Firme es esta voz que aúlla
con la ternura de los lobos.
Esto soy. Esto ofrezco.
No es poca cosa haber llegado a este poema.
Soy la que se levanta temprano
con el corazón de Lázaro entre las manos.
.
Yo soy la última canción.
Yo soy el acople.
Soy el tercer cigarro encendido con la misma cerilla.
La música sin el bar.
Soy el final.
Soy el diagnóstico.
Soy la que se levanta temprano
con el corazón de Lázaro entre las manos.
.
Firme es esta mirada de ojos enfangados
que sin querer tocar el cielo
llegaron a lo más alto:
llorarse con luto estético
la tragedia propia y la ajena.
Arrastrar todos los escombros.
Soy la siesta infinita de la suerte.
Soy la que se levanta temprano
con el corazón de Lázaro entre las manos.
.
Yo soy el libro empezado.
El último poema.
El primer verso.
La H muda.
El estertor.
Soy la que se levanta temprano
con el corazón de Lázaro entre las manos.
.
Soy el vértigo.
El ruido de los venenos, soy.
Soy un mapa sin leyenda.
La vértebra de menos.
La hoja roja.
Soy Eva Vaz, la pirueta de un nombre.
Soy la que se morirá aprendiendo
como se muere una.
Soy la que se levanta temprano
con el corazón de Lázaro entre las manos
y lo alimenta,
y lo envenena,
y lo consume.
Y lo ama.
.
(Eva Vaz, Frágil [ Antología 2001-2009], Tenerife, Baile del Sol, 2010)
.
"El corazón de Lázaro" recitado por Javier Gato:

EVA VAZ

SAGA FUGA
.
Sé que no me has borrado
como se borra un sueño.
Vivo.
Hay una playa que recuerda
en cada una de sus piedras.
Vivo,
y no, no me soñaste
ni yo te mentí cuando te decía aquello,
tú sabes, eso.
Ayer escuché a los Violent Femmes
y no puse cara de muchacha triste.
Eso sería peor que tener cara de muchacha triste
cuando el pasado me destroza el cuello
y lo aprieta
y tengo un silencio con piedras
y puñados de arena en los ojos.
.
Yo no te soñé.
Te lo pueden decir mis venas anestesiadas de entonces.
Te lo puede decir la decepción
que se hizo una casa bajo mis vértebras.
El luto de mi inocencia.
Su muerte.
.
Te amé y te olvidé al mismo tiempo.
Con disciplina.
Mi trato crónico con el dolor me fue útil.
A ti, el dolor sólo te enseñó
a contarlo y a compadecerte.
A mí me hizo piedra.
A ti ceniza.
.
Y hoy no necesito que existas.
.
Llora esta noche.
.
.



(Eva Vaz, Frágil [ Antología 2001-2009], Tenerife, Baile del Sol, 2010)

EVA VAZ

EL HOMBRE DEL BRAZO DE ORO
.
Voy asistiendo a tu entierro
lento y cotidiano.
Observando la evidencia
de que la ironía
es la única respuesta
que te permites
cuando te miras por dentro.
El exceso,
cuando te miras por fuera.
La benevolencia,
cuando lloras tu caricatura.
Cuando das manotazos torpes al aire
como un espantapájaros desmesurado
y absurdo.
.
Y es que asisto a la certeza siniestra
de que por fin encontraste dentro de ti
el único calmante
para la fatiga de ti mismo
y tu dolor de mundo.
Para rendirte a un determinismo
estético y sedante.
.
En este mundo estás muy huérfano.
.
Y es que prefiero obviar
tu suicidio lujoso y sórdido;
tu suicidio doméstico,
hortera y elegante.
Quiero obviar el exceso
de tu propia exhibición.
Y el perdón que te concedes.
.
Y me pregunto quién quieres ser
probada la droga de la autocomplacencia.
Comprobada la amabilidad de tu gesto
cuando te llenas las venas de paz
y la camisa de sangre.
.
Si te convertiste en un hombre de corcho
o de hojalata.
.
Nunca supiste cuánto te amé
sin amarte.
Nunca.
.
Y ahora, ahora,
ponle música a estas letras.
Y canta, canta…
yo bailaré, bailaré
bailaré…
hasta el día en que
te mueras.
.
(Eva Vaz, Metástasis, El árbol espiral, 2006)