llamada Flora por los romanos. La diosa se había casado con Céfiro, dios del viento de
poniente, porque éste esparcía las semillas de las flores. Pero Céfiro se enamoró de la ninfa
Anémona (y ya la tenemos "montá"), que pertenecía a la corte de la diosa. Cloris, celosa de
la preciosa ninfa, la expulsó de la corte, y el afligido Céfiro le rogó a la diosa del amor Afrodita, que la transformase en una flor.
Y Afrodita así lo hizo. Aceptó Cloris gustosa la nueva figura de su antigua rival y hasta llegó
a unirse a ella con lazos afectuosos para siempre ( un motivo más para creer en las personas).
En cambio Céfiro quedó decepcionado porque la anémona sólo florecía una vez al año, y se cansó de esperar, (¡¡¡hombres!!!). Por ello se decidió a abandonarla, y como sabía que Boreas,
el dios del viento del norte, la deseaba, se la cedió. (¡No te fastidia!, ¿pero esto qué es???).
Pero Anémona no correspondió al amor de Bóreas (¡chica lista!), y este, irritado,
sopló con todas sus fuerzas sobre la frágil flor hasta arrancarle los pétalos. De esta manera
explica la leyenda que las delicadas anémonas pierden sus hojas y se marchitan enseguida
cuando soplan los vientos.
Nunca entenderé algunas clases de amor, amar.
Nunca entenderé el daño gratuito, tanto en el amor, como en la amistad.
Nunca entenderé la hipocresía, la inquina, el engaño, el desprecio.
Pero he llegado a la conclusión de que ya no quiero entenderlo. No es mi problema.
Cada uno es cada uno y sus caunás.
Yo soy muy feliz (guiño).