Garth Ennis y Steve Dillon, autores británicos, fueron pareja estable en el comic americano con una obsesión compartida: la crisis de la religión.
Sus dos grandes obras Hellblazer y Predicador, publicadas en el sello Vertigo, coinciden con que sus protagonistas, John Constantine y Jesse Custer, se enfrentan a dos enemigos de altura el Diablo y a Dios, respectivamente.
Ennis relata en sus obras (muy en consonancia con otro guionista británico como Neil Gaiman) la crisis del sistema teológico católico y lo hace dinamitando sus pilares más sólidos: la inagotable maldad del Diablo y la pretendida bondad infinita de Dios.
Sin embargo es en un episodio inserto entre los dos primeros arcos, Momento de gloria, donde se explica una de las historias más emocionantes del comic actual. Un episodio ambientado en la II Guerra Mundial que demuestra por sí solo que la intención de este duo va más allá de la blasfemia, la filosofía de bar o la escatología. Su defensa del instinto de supervivencia del género humano consigue que se ponga a uno un nudo en la garganta.
Uno de los ciclos más importantes es sin duda Salvación, donde un Custer completamente hundido por la desgracia se sobrepone de sus males luchando contra un tirano local. Otra vez la misma filosofía que Hellblazer, la única forma de sobrevivir con dignidad es luchando por lo uno cree que es justo.
Constantine y Custer comparten en definitiva una filosofía común que les empuja a seguir luchando contra los poderosos, los que mandan para ayudar a los que sufren y son pisoteados por ellos. Y esta filosofía es la que además les agarra a este mundo por muy difícil que se ponga la vida. Ellos luchan e intentan cambiar las cosas a su manera porque como le dice el padre de Jesse Custer a su hijo: "Tienes que ser de los buenos, hijo. Porque ya hay demasiados malos". Amén.