Mostrando entradas con la etiqueta Jan Lenica. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Jan Lenica. Mostrar todas las entradas

15/11/20

Ven y mira (Hans Hillmann)

 

Algunos de mis carteles de cine preferidos son obra de Hans Hillmann. 



Gycklarnas afton (1953), 

Terra em transe (1967), de Glauber Rocha.


El artista alemán solía frecuentar un par de cines en Munich (el Theatiner -sigue funcionando- y el Lupe 2 -cerró en 2005-) donde a menudo colgaban sus carteles: eran cines de la distribuidora Neue Kirchner Filmkunst para la que Hillmann trabajó casi en exclusiva tras graduarse en diseño gráfico. Eso sí, gozaba de una libertad nada corriente: podía elegir la película que iba a iluminar con un cartel y, si no, sugería colegas que podrían diseñarlo, como Jan Lenica o Isolde Baumgart. Normalmente veía antes la película a solas en la sala con una Rolleiflex en el trípode y fotografiaba aquellos momentos o trances que le parecían relevantes, a modo de notas a pie de pantalla en busca de una idea gráfica (bajo formas figurativas, geométricas, abstractas o conceptuales); a veces esas imágenes capturadas en la oscuridad durante la proyección acababan en los carteles. 


Entre 1953 y 1974 diseñó unos ciento treinta con técnicas muy distintas (dibujo, pintura, tinta, fotomontaje...) y un uso notorio -incluso sustantivo- de la tipografía que procuran -y cuentan con- la imaginación del espectador antes y después de ver la película. Hillmann era el diseñador preferido de Godard, quien lo reconoció expresamente citando de forma bien visible tres de sus carteles en 2 ou 3 choses que je sais d'elle.

The General (1926), de Buster Keaton 
y Clyde Bruckman.
Debajo, en un fotograma de 
2 ou 3 choses que je sais d'elle.

Ensayo de un crimen 
/ La vida criminal de Archibaldo de la Cruz (1955), 
de Luis Buñuel. Debajo, en un fotograma de 
2 ou 3 choses que je sais d'elle.
Godard añadió el color verde en el cartel de Hillmann 
para destacar su presencia en la pared blanca.

Muriel ou le temps d'un retour  (1963), 
de Alain Resnais. Debajo, en un fotograma de 
2 ou 3 choses que je sais d'elle.

El cartel de Muriel fue un encargo personal de Resnais. Hillmann disfrutó colaborando con Godard en el diseño de los carteles para el estreno en Alemania de ocho de sus películas.



Ya sé, reincido. 
Además de uno de mis favoritos, 
es una de mis películas preferidas, y 
con una sublime Anna Karina,
así que sobran razones.
Qué os voy a contar que no sepáis.

2 ou 3 choses que je sais d'elle (1967)

Masculin féminin (1966)

La chinoise (1967)

Week End (1967)

Le gai savoir (1969)

Os dejo unos cuantos carteles más. Disfrutad de Hans Hillmann.

Bronenosets Potyomkin (1925), 



O Dragão da Maldade 
contra o Santo Guerreiro (1969), 
de Glauber Rocha.

Rashômon (1950), de Akira Kurosawa.


Los olvidados (1950), de Luis Buñuel.

Potomok Chingis-Khana (1928), 
de Vsevolod Pudovkin.

La collectionneuse (1967), de Éric Rohmer.

Au hasard Balthazar (1966), 

Otra versión del cartel 
de Shichinin no samurai.

Persona (1966), de Ingmar Bergman.

Herr Puntila und sein Knecht Matti (1960), 
de Alberto Cavalcanti.

I vitelloni (1953), de Federico Fellini.

Le procès (1962), de Orson Welles.



15/12/12

Ven y mira (Anna Karina & Godard)


Con la última entrega de carteles de cine del año quiero celebrar un ciclo de películas que anudan, como pocas veces hemos visto, el cine y el amor (y el amor al cine), vivir y rodar, y donde filmar deviene una forma de amar con todos sus delirios y demonios, y el encuentro de la cámara con un rostro se transfigura en el sueño de revelar un alma. Que arde: el cine de Anna Karina con Godard.


No pasa un año sin ponerle los ojos encima a alguna de las siete películas -echo la cuenta sólo de los largometrajes- que rodaron juntos Godard y Anna Karina. Hace nada volvimos a ver Pierrot le fou: con Ángeles, es aún más bella. Y escuchar en su compañía a Anna Karina decirle a Jean-Paul Belmondo dejemos de fingir que estamos en una novela de Julio Verne y volvamos a nuestro thriller con coches, pistolas y discotecas suena mucho mejor.


Esas películas de Anna Karina con Godard, entre 1960 y 1966, pespuntan una de las más bellas constelaciones de los últimos sesenta años de cine. Y sus imágenes enhebran una de esas derivas sonámbulas que uno transita como un vagabundo incurable y melancólico cuando pasma ante una ventana que se abre hacia un paisaje íntimo, habitado por las huellas de la memoria de Verónica Dreyer (Le petit soldat, estrenada en 1963 pero rodada en 1960), Ángela (Une femme est une femme, 1961), Nana (Vivre sa vie, 1962), Odile (Bande à part, 1964), Natacha von Braun (Alphaville, 1965), Marianne Renoir (Pierrot le fou, 1965) o Paula Nelson (Made in USA, 1966). Todas las Anna Karina de Godard. Todos los Godard de Anna Karina. La huella de Odile en Bande à part cuando se quita las medias negras para que sus colegas se cubran la cara con ellas en un atraco. La huella de Nana en Vivre sa vie bailando en torno a la mesa de billar. La huella de Natacha en Alphaville leyendo Capital del dolor de Eluard.

Anna Karina con Godard

Godard filmaba a Anna Karina como si inventara el cine pero con toda la memoria del cine en cada fotograma. Con arrobo, desgarro y desesperación. Con amor, humor y dolor. Cine traspasado por los latidos de todas las convulsiones que experimentaban en el curso del tiempo. Se palpa el rastro lírico y trágico de la fascinación, de la herida, de la amargura. Y una belleza fatal. Esas películas sólo podían germinar en una de las encrucijadas más arrebatadas, románticas y agónicas de la historia del cine, aquella que reunió durante siete años a Godard con Anna Karina (sólo comparable a la de Rossellini con Ingrid Bergman). Cine candente. Anna Karina y Godard. Arden aún. En la oscuridad. La única pena fue no haber visto esas películas cuando tenía veinte años. Lo confieso (o quizá ya lo confesé), es algo que le envidio a nuestro hijo.



Cartel de Jan Lenica





























Valgan estos carteles como umbral para transitar el cine de Godard y Anna Karina. Desnudo, vulnerable, áspero, imperfecto, vivo. Hecho con las manos en el corazón de las cosas que suspiran por una candela en la negra sombra. Cine de verano e invierno, intimidad e intemperie, agonía y éxtasis. La historia de un cineasta que filma a la mujer que va a amar, que ama, que ha amado. Un retrato de Anna.