De nuevo, nuestros políticos se permiten el lujo de reinterpretar la voluntad del pueblo, sin cuestionarse siquiera si el pueblo puede tener voluntad en este escenario de democracia artificiosa. Muchos de ustedes ya sabrán que el sistema de reparto en nuestro país sigue un método no proporcional mediante un mecanismo conocido como
"Ley D'Hondt" en honor al político belga Víctor d'Hondt.
Si a la degeneración progresiva de nuestra democracia, eufemísticamente llamada "representativa" para justificar aquello de "el gobierno del pueblo", le añadimos la abstención galopante, los intercambios de cromos postelectorales en nombre de lo que supuestamente han manifestado los votantes o el espítiru acrítico y desinformado con el que muchos ciudadanos acuden a las urnas, tenemos como resultado más de lo mismo.
Fíjense, por ejemplo, en Córdoba. El partido más votado ha sido el PP con casi un 8% más de votos que IU, pero con toda seguridad gobernará éste último en coalición con el PSOE. Si hacemos una lectura neutra, parece que lo que ha querido la mayoría de los ciudadanos es que gobierne el PP. Si hacemos una lectura interesada, diremos que lo que han querido los votantes es que gobierne la coalición IU-PSOE o, sensu contrario, que no gobierne el PP. Obviamente, esa coalición no se ha presentado a las elecciones y de haberlo hecho ¿el resultado hubiese sido ése? Según nuestros ínclitos representantes, sí. Según mi opinión, la única forma de saberlo es que se hubiesen presentado como tal coalición ¿por qué no lo han hecho? ¿quizás porque es más fácil manipular a posteriori cuando no se ha sido transparente a priori? El caso de Córdoba se repite en muchos municipios, en unos casos con el PSOE como protagonista y en otros con el PP. Tienen ideologías distintas, pero en esto de obtener el poder a toda costa, comparten métodos y "principios". También IU, que hace ya tiempo que tiró a la basura la única bandera que le quedaba: la honestidad política.
Entonces ¿cuál es la solución al dilema entre respetar lo que debería ser una máxima en democracia, que es que gobierne el más votado, y permitir que los perdedores saquen su bola de cristal para interpretar lo que los ciudadanos queríamos decir pero no dijimos? Sin duda alguna, la segunda vuelta y las listas abiertas.
En el ámbito local, un sistema basado en la segunda vuelta para aquellos casos en que no existe mayoría absoluta en la primera, al estilo de Francia o Italia, permitiría clarificar la voluntad real de los ciudadanos, permitiendo a la vez la gobernabilidad del Ayuntamiento y la labor de control del resto de los partidos. En el ámbito estatal, permitiría conformar gobiernos estables eliminando la desproporcionada influencia, cuando no descarado chantaje, de los partidos nacionalistas al gobierno de turno que se mantiene en el poder gracias a ellos.
Los detractores de este sistema argumentan que el resultado final sería la existencia permanente de mayorías absolutas, marginando a las minorías. Y tienen razón en lo primero. El sistema de segunda vuelta, con todos los mecanismos de corrección que se deban introducir para mantener la representación de los minoritarios que ejerzan una labor de control, produce gobiernos de mayoría y escora el poder hacia los partidos mayoritarios pero ¿es que en democracia ello no debe ser así? ¿es que no es mejor que quien tenga la responsabilidad de gobernar, lo pueda hacer sin tener que estar condicionado por apoyos interesados que debe comprar a cambio de determinadas concesiones? Como ciudadano, me parece más justo que me den la oportunidad de evaluar la gestión de mi alcalde o presidente sabiendo que sólo estaba condicionada por la labor de control de la oposición y no por el chantaje de un "socio" de gobierno que sólo tiene un puñado de votos y, por tanto, representa intereses minoritarios. No se trata de exponer aquí los entresijos y variantes del sistema de segunda vuelta. Expertos hay que ya han elaborado estudios y propuestas de reforma del sistema electoral español que el lector interesado puede encontrar fácilmente por la red.
En resumen, que el Monteseirin tiene otros cuatro años para seguir demoliendo nuestra ciudad, empezando por las casas de la calle San Fernando, y subvencionando estómagos agradecidos. Como siempre me decía un antiguo compañero de universidad antes de entrar a un examen: que Dios reparta suerte, porque como reparta justicia.......