Mostrando entradas con la etiqueta Utopías. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Utopías. Mostrar todas las entradas

sábado, 5 de abril de 2014

Reivindicar la utopía

Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos y ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte  se aleja diez pasos más allá.
Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré.
¿ Para qué sirve la utopía?
Para eso sirve, para caminar.

( E. Galeano)

¿Cuántas utopías que ayer fueron,- ¡ cuántas !- , se convirtieron en sueños conseguidos, en ilusiones vividas, en ideales transformados en conquistas, en aspiraciones y empeños saboreados y compartidos, o en pasos al frente con el viento en contra?. Utopías que cristalizaron en logros incuestionables.
Es tan difícil y tan duro subir un peldaño que, a veces, preferimos no mirar atrás para no ver el sudor del esfuerzo realizado  ni el empeño y la entrega, hasta el infinito, de generaciones que nos precedieron. De colectivos que nos entregaron orgullosos el testigo alzado  de una larga carrera de relevo sin final. 
Para el derrumbe, para la caída, para bajar peldaños,.... bastan segundos. Basta pensar, sin más,  que cada avance conseguido no tendrá nunca  marcha atrás y es inmortal  por naturaleza. Basta creer que cada paso es simple evolución  lógica o  ingenuo obsequio de los dioses. Basta suponer, con  necio pensamiento, que siempre fue así. Tan así como que llueve hacia abajo.
¿Vuelta a empezar? . Como diría Machado, se hace camino al andar. No hay camino. No hay pasos adelante sin la previa utopía necesaria. Sin la convicción permanente de que levantar los brazos para asentar derechos, implica no bajarlos  nunca y estar al acecho para así poder seguir avanzando desde las aspiraciones ya  alcanzadas e irrenunciables.
Largo empeño. Largo camino regado de utopías sobre las que  transitar. Sin ellas, la luz se apaga y la fuerza se evapora. Se desvanecen los ideales. Se pierde el abanico de las posibilidades. Se ahogan anhelos. Y se entierran definitivamente, al alejarlos de nuestra memoria, a todos aquellos y a todas aquellas, que un día acabaron su vida  no sin antes entregar en manos nuevas la empuñadura del testigo - que  recibieron de otras manos- repleto de nuevos sueños .
Aplastar las utopías, renunciar a ellas, es tanto como dejar de respirar el aire, de beber el agua o de alimentarnos durante el trayecto de nuestro tramo. Es tanto como olvidar el pasado,  negar el presente y cercenar el futuro. Es claudicar y caerse de bruces  contra el suelo sin la voluntad de levantarse. Es convertirnos en flotantes pompas de jabón, sueltas y a merced del viento. Burbujas desprotegidas, solitarias y vulnerables que no vienen de ningún lugar ni van a ningún destino. La utopía une, enraíza, cohesiona, protege y consigue que empuñemos, juntos, el testigo rebosante de sueños e ideales.
Jamás hubo  realidades y conquistas conseguidas que antes  no fuesen  utopías imposibles y aparentemente inalcanzables.  Jamás habrá logros sin utopías presentes, aparentemente también irrealizables.
Dejarán de ser utopías cuando se hagan realidad y volarán de nuevo hacia el horizonte transformándose en nuevas utopías que nunca, nunca, deben faltar. 

Nos dice Galeano en un bello poema:

Qué tal si deliramos un poquito,
qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia
para adivinar otro mundo posible.
(....) 

En argentina las locas de la Plaza de Mayo, serán un ejemplo de salud mental,
porque ellas se negaron  a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.

(.....)

Seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan
voluntad de belleza y voluntad de justicia,
hayan nacido donde hayan nacido
y hayan vivido donde hayan vivido
sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa
ni del tiempo.

Seremos imperfectos 
porque la perfección seguirá siendo
el aburrido privilegio de los dioses,
pero en este mundo,
en este mundo chambón y jodido
seremos capaces de vivir cada día 
como si fuera el primero
y cada noche 
como si fuera la última.

* Eduardo Galeano: ( Montevideo, 1940). Periodista. Escritor uruguayo. Destacado escritor de la literatura latinoamericana. Algunos libros: Memorias de Fuego.- 1986. Venas abiertas de América latina.- 1971.
Sus trabajos combinan: Documental, Ficción, Periodismo, Análisis Político e Historia. 



martes, 10 de enero de 2012

Utopías... ¡ siempre !

He intentado en varias ocasiones sentarme frente al ordenador y escribir una nueva entrada en este blog. En cada una de las ocasiones me he sentido bloqueado. Así, una y otra vez, desde mi última entrada el pasado 18 de noviembre.

Mente en blanco y, por tanto, dedos inertes. Tal vez este bloqueo se deba a la incesante lista de acontecimientos, noticias, comentarios, amenazas, escándalos,....que se vierten cada día de forma atolondrada en los medios de comunicación. ¡Desde hace ya tanto tiempo!. No sé. . .

O tal vez se deba mas bien al empacho-hartazgo de todo lo anterior. A entender cada vez menos el estado de cosas. A no haber digerido una noticia cuando ya hay otra, peor que la anterior, llamando a la puerta con brusquedad. A perderme entre tantas palabras huecas o maquilladas que esconden sus verdaderas intenciones. A sentir que el cinismo y la manipulación ganan enteros por días. A tanta y tanta desvergüenza. A la desesesperanza ante el intento descarado de querer lograr que el pasado se olvide (sin pasado y sin futuro no hay presente vivo) aunque se refiera, por no ir más lejos, a la última campaña electoral, y a que el miedo se extienda y que la paralización producida por el mismo nos lleve a la insensibilidad, a la actitud acrítica y a la sumisión total aplastados por ese miedo inoculado. No sé. ..

El caso es que lo anterior ha ido produciendo una densa niebla, un hastío in crescendo, una mirada perdida, un horizonte negro, administrado todo ello a cuentagotas por esos poderes ocultos- cada vez menos- y que ponen todo su empeño cada día en dibujarnos así, de forma tozuda, la realidad. Una realidad desalmada y sin pulso.

Me pregunto muchas veces qué hacer ante esto. Qué hacer frente al desánimo presente, ante el miedo enquistado, ante mentiras que intentan pudrirnos, ante la parálisis generalizada, ante el amargo llanto derramado en el interior de cada uno cuando se habla, o se lee, o se escucha algo sobre eso que podría resumirse en la frase..." la que está cayendo".

Quiero creer - y a ello me agarro con todas mis fuerzas- que el túnel no es eterno, que "esto" no es así porque sí, o porque es lo que hay o es lo que toca. Tampoco me vale aquel principio que tan de moda se puso a principios de los noventa de "pensar en positivo" y que aún prevalece. Anulando la crítica reflexiva, la denuncia, la sensibilidad y la utopía,... ¿ para qué sirve pensar en positivo? ¿Qué era eso de pensar en positivo?.

Podrán machacarnos. Pero nunca triunfarán si se mantiene viva la esperanza de que otro mundo es posible, de que otros políticos son factibles, de que nada ni nadie puede imponerse a la dignidad humana y a sus derechos universales, de que la utopía fue siempre el motor de cualquier avance.

No triunfarán si no apagamos la luz definitivamente. Si plantamos cara a tanta mentira, a tanto cuento, a tanta tergiversación, a no vaciarnos de los principios universales que deben regir la convivencia. Resistiendo a toda costa a tanto mazazo. Este tótum revolútum no ha llegado por arte de magia ni tampoco será la magia la que nos saque de ello.

Esta intemperie, este frio, nos hace- al menos a mí- buscar cobijo en otros, buscar apoyos, palabras, reflexión, modelos, ayuda, fuerza, conocimiento, sensibilidad,.... calor.
Así no morirá nunca la utopía, ni las oportunidades, ni la esperanza.
No son tiempos de autoflagelaciones, ni de flagelaciones colectivas, ni de quemar rápidamente la poca leña disponible. Y menos en solitario.


¿Qué hacer entonces?