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jueves, 3 de marzo de 2011

Perlas que son diamantes. "Desayuno en Tiffany's" de Truman Capote.

Nostalgia vestida de elegancia puede dar unos resultados magistrales. Si le añadimos una capa de añoranza y un botón rubí de humor llegaremos a obras de tamaño y eco de "Desayuno en Tiffany's" de Truman Capote. 


Hace un par de meses me sumergí en la re-lectura de esta obra maestra. Lo había leído bien pequeña, a los 15 años y no entendí nada - lo constaté ahora al devorarlo por la segunda vez a la edad de 28 años. Es curioso que hace esos casi 15 años era para mi nada más que una lectura curiosa, intrigante y muy elegante. Se podría decir que he madurado y a través de la vuelta a esa novela he podido rellenar una grieta que se produce en cualquier persona que abandona su pueblucho para ir a empaparse del mundo. Como lo hice yo. Como lo hizo Holly Golightly, la viajera. 

Sinopsis:
Holly Golightly es, quizás, el más seductor personaje creado por este maestro de seducción que fue Truman Capote. Atractiva sin ser guapa, tras rechazar una carrera de actriz en Hollywood, Holly se convierte en una estrella del Nueva York más sofisticado; bebiendo cócteles y rompiendo corazones, parece ganarse la vida pidiendo suelto para sus expediciones al tocador en los restaurantes y clubes de moda, y vive rodeada de los tipos más disparatados, desde un mafioso que cumple condena en Sing Sing y al que visita semanalmente, hasta un millonario caprichoso de afinidades nazis, pasando por un viejo barman secretamente enamorado de ella.

El libro desborda un mar de diálogos picarescos, encierra páginas que podríamos aprendernos de memoria, escenas rompe_corazón, instantáneas color pastel y melodía de versos.  Capote capta de una manera excepcional el outsiderismo, la sed de aventura y la necesidad de ser amado/a. Hay personas que añoran ser pulidas por la vida hasta llegar a la singularidad reconfortante y esa es Holly, la mujer-diamante. Esos somos tantos de nosotros que encerramos nuestros almas-diamantes  bajo la gruesa capa de la vida cotidiana. 


Hear The Wing Sing...II


Entendí esa frase  hasta la médula cuando últimamente caí en una especie de trampa peligrosa de la vida moderna: la de prisa, saturación digital y tensión. Sería mi personal versión de la"malea". Desconecté el enchufe que me conectaba con una infinidad de pantallas. Viví un fin de semana rico y precioso de la vida en analógico.  Me dí cuenta que estamos cada vez más ocupados y cansados para irnos al nuestro Tiffany's, muchos ni nos acordamos dónde está ...o nunca lo tuvimos. 

Como podéis apreciar, mi segunda lectura de "Desayuno en Tiffany's" fue personal, especial, algo triste pero mágica.
Se merece 5 suspiros o, en realidad, 5 diamantes