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martes, 15 de noviembre de 2016

Caffe Trieste, San Francisco

Aunque no te lo creas, la semana pasada vi la saga de El Padrino por primera vez en mi vida. Sé que la han puesto en la tele mil veces y que es uno de esos imprescindibles que todo el mundo conoce, pero yo no había visto ninguna de las tres películas.
Ni que decir tiene que las tres cumplieron holgadamente mis altas expectativas; sin duda han aguantado bien el paso del tiempo. Y eso es lo que distingue un peliculón de un rompetaquillas de palomitas.
Es por eso que me he acordado del Caffe Trieste, una de mis dos o tres cafeterías favoritas de San Francisco, y créeme que la competencia es grande porque en esta ciudad se toma muy buen café, nada que ver con ese brebaje aguado de otras zonas de Estados Unidos.
El Caffe Trieste se inauguró en 1956, lo en un país con dos siglos de historia viene a equivaler a la antigüedad del Escorial para un español. 
Su fundador, el emigrante italiano "Papa Gianni" Giotta, que falleció el pasado verano, se hizo famoso no sólo por lograr que los americanos aprendiesen a apreciar el cappuccino, si no por sus dotes de cantante que desplegaba en los famosos conciertos del sábado noche que aún se celebran en el local.
Aquí se reunieron los miembros de la generación beat, sus paredes están llenas de fotos de celebridades de origen italiano, pero por lo que va a pasar a  la historia es por los muchos días que pasó Francis Ford Coppola escribiendo el guión de la primera parte de El Padrino sentado en una de sus mesas.
En la actualidad el Trieste se ha convertido en una pequeña cadena de cuatro cafeterías que siguen en manos de la familia repartidas por la vecinas Oakland, Berkeley y Monterey.
Aunque no conozco ninguna de esas nuevas sucursales, dudo que puedan ser tan auténticas y acogedoras como el original, con sus amplios ventanales y sus mesas de mármol. 
Aunque ni siquiera tiene servicio de mesas y el trato de los camareros es de todo menos amable, en el Caffe Trieste me he sentido siempre como en casa y en sólo diez días que duró mi estancia en San Francisco lo visité tantas veces como me fue posible.
Y es que cualquier carencia queda compensada por su maestría a la hora de preparar el cappuccino, el latte o el expresso y también por su privilegiada ubicación.
Claro, es que aún no te he contado que se encuentra en North Beach, que viene a ser el Little Italy de San Francisco, uno de mis barrios favoritos de la ciudad donde se respira tranquilidad: calles arboladas sin tráfico, anticuarios, terracitas, restaurantes coquetos, auténticas pizzerías italianas, zapaterías y sombrererías a medida...
Así que si te animas a conocer San Francisco, cosa que recomiendo, la visita no está completa hasta que no te hayas tomado un buen café y una galleta en el viejo Caffe Trieste. Y me despido con esta cita que me encontré en la puerta del servicio del Trieste y me parece un excelente consejo para andar por la vida: "Deja que los pensamientos fluyan como el viento".
Caffé Trieste
North Beach
601 Vallejo Street
San Francisco, CA

lunes, 18 de agosto de 2014

Libros del Pasaje, Buenos Aires

Cuando llegó el momento de buscar alojamiento en Buenos Aires, no me lo pensé dos veces. Tenía que ser en Palermo Viejo. Tuve la suerte de encontrar un apartamento muy cerquita de la Plaza Italia, mi conexión con el resto de esta gigantesca ciudad a través del subte, que es como llaman allí al metro.
En las últimas décadas la vida moderna y artística porteña se ha trasladado a este barrio, así que fue todo un lujo descubrir los restaurantes y tiendas más punteros de la capital a sólo unas cuadras de casa.
Hay locales que te impresionan, otros que te sorprenden... y existe una tercera categoría, esos que dices: si me quedase en Buenos Aires para siempre estoy segura de que vendría por aquí muy a menudo.
Esa fue la sensación que me transmitió "Libros del Pasaje" desde el primer momento; ubicada en un inmueble antiguo de techos infinitos, es una librería a la vieja usanza con sus estanterías de madera y sus escaleras hasta el techo.
Pero a la vez moderna por sus contenidos, la juventud de sus dependientes y los pequeños guiños en la decoración como estos expositores con ruedas de bici incorporadas.
Desde su inauguración, en 2004 "Libros del Pasaje" realiza presentaciones de libros, colaboraciones con artistas de la zona y actividades para niños. 
Si por algo destaca Buenos Aires es por la cantidad y calidad de sus librerías, sin olvidar a sus libreros, que tienen un profundo conocimiento de su oficio; no hay título, autor o editorial que desconozcan.
Hoy en día, por influencia de las grandes superficies, los libros pasan del top ten al ostracismo en pocas semanas. 
En este establecimiento consideran que esa excesiva rotación es perjudicial, prefieren dar una oportunidad y exhibir durante más tiempo las obras que destacan por su calidad, aunque ya no sean novedad o superventas.
Por si aún no os he convencido para visitar este local, os diré que es lo que se llama allá una tienda-boliche. Es decir, que además de comprarte un buen libro puedes tomarte un café o incluso comer en el café Antonia.
Para el almuerzo me gusta más la terracita semicubierta, muy luminosa y alegre. Para el desayuno o café de media mañana prefiero las mesas de dentro, rodeadas de libros.
Mi manual para disfrutar de "Libros del Pasaje" es el siguiente; admite pequeñas variaciones pero yo os aconsejo que lo sigáis al pie de la letra para mayor disfrute.
Curiosea sin prisas entre la amplia oferta y prueba a comprar algo diferente, un cómic, un poemario, una novela gráfica de esas que están ahora tan de moda, cualquier cosa estará bien si es nueva para ti.
El café Antonia es uno de esos sitios para holgazanear el sábado por la mañana, después de haber dormido hasta tarde, sin prisas, con todo el fin de semana por delante y jazz muy suavecito o bossa nova de fondo.
Así que siéntate a leer el Clarín del sábado con sus mil suplementos y pide un café, que lo ponen muy rico. El vaso de agua se sobreentiende ¡menos mal! Yo es que puedo entender el café con leche sin azúcar, pero no sin agua... Por suerte, fuera de España, te suelen poner una jarrita sin pedirlo.
A lo mejor te crees que vas a conformarte sólo con eso. No sé cómo andarás de fuerza de voluntad, pero yo no recuerdo haberme tomado ni un sólo café en Buenos Aires sin acompañarlo de algo rico, las tentaciones son demasiadas... Así que no sufras y prueba la delicia de frutos secos y miel. ¡Un día es un día!
 LIBROS DEL PASAJE
C/Thames 1762
Palermo Viejo-Buenos Aires

jueves, 28 de noviembre de 2013

Noviembre en Madrid

Cuando una llega a Barajas y se encuentra con un bajón de veinte grados de temperatura como el que sufrí yo la semana pasada, sólo le queda una opción: darse a los placeres del buen comer y mejor beber y si sobra tiempo, visitar alguna exposición de fotografía que las hay y muy buenas, estos días en la capital.

MYA QUESOS ARTESANOS
El Miércoles pasado me tomé unas tapas en el Mercado de San Miguel. Como ya os he comentado en alguna ocasión, ya ni me asomo por allí los fines de semana, es misión imposible conseguir una mesa y hay más guiris haciendo fotos que gente consumiendo.
Y la verdad es que no los culpo, porque mirad lo bonito que ha quedado el puesto La Fromagerie después de su reciente remodelación.
Ahora se llama Mya y además de esta decoración tan llamativa que te invita a pararte, tiene una nada despreciable representación de quesos artesanos producidos a lo largo y ancho de nuestro país. En esta ocasión opté por un manchego curado de oveja acompañado de Ribera del Duero, un clásico que nunca defrauda.
MYA-Mercado de San Miguel. Plaza de San Miguel s/n

 TERRY O'NEILL EN FUNDACIÓN TELEFÓNICA
Quizá su nombre no os suene demasiado, pero seguro que conocéis alguna de sus fotografías de celebrities de las últimas décadas.
Terry O'Neill se ha movido como pez en el agua entre actores, modelos, músicos y deportistas. Para que os hagáis una idea, fue el primero en fotografiar a unos jovencísimos Beatles y Rolling.
Inmortalizó el Swinging London de los sesenta, contribuyó a lanzar la carrera de Elton John y fue amigo personal de Sinatra, al que retrató durante treinta años.
 Según O'Neill había tres reglas de oro para triunfar en la fotografía: ser invisible, tener paciencia y combinar la discreción con las relaciones públicas.
Terry O'Neill, el rostro de las leyendas. Hasta el 12 de enero en  Fundación Telefónica. C/Fuencarral, 3

JAZZ EN EL POPULART
Con veinticinco años de buena música a sus espaldas, el Populart es un clásico de la noche madrileña.
No importa el día de la semana que sea, verano o invierno, creo que nunca he conseguido mesa en el Populart después de la cena. Pero aunque sea desde la barra, merece la pena pasar un rato escuchando jazz en directo.
En las fotos, la Canal Street Jazz Band, músicos residentes de la casa a los que ya he tenido ocasión de escuchar varias veces.
Café Jazz Populart. Huertas, 22

LAVINIA
Confieso que el barrio de Salamanca no es la zona que más explorada tengo de Madrid. Aun así tengo mis lugares de referencia a los que procuro ir de vez en cuando, como Lavinia, situada en plena milla de oro de la capital y buque insignia de este grupo empresarial que ya tiene abiertas once tiendas en diferentes países.
Los amantes del vino seguro que la conocéis o al menos habéis entrado a curiosear en su tienda on-line. En este local de mil metros cuadrados se puede adquirir vino de todos los rincones del mundo, abarcando toda la gama de precios.
Además de comprar vino por botellas, se puede catar alguna referencia que normalmente no se encuentra por copas en estas máquinas que veis en la foto o en la barra del piso de arriba. También en el piso de arriba cuenta con un pequeño restaurante.
En la propia tienda se organizan también cursos de cata y diversos eventos relacionados con el vino.
Lavinia. Ortega y Gasset, 16.  Para comprar on-line www.lavinia.es

LA MUSA
¿Os acordáis de la cafetería HD, de la que os hablé hace un par de años? Pues este restaurante también forma parte del grupo La Musa, y se nota a primera vista el buen gusto y la atención al detalle que caracteriza su trabajo.
En un barrio donde cada día ves un local nuevo tiene mucho mérito mantenerse tantos años en el candelero y siempre lleno.
Os recomiendo el menú de tapas para dos personas, que viene en tren tandas: Una primera del ambientación oriental con ensalada, salmón, california rolls y makipan, es decir makis envueltos en bollo de perrito caliente en vez de arroz.
La segunda: minihamburguesa, dumplings, langostinos y una bomba de patata rellena. Y si consigues dejar hueco, que es complicado, tres tipos de postre: una especie crema de queso con miel y galleta, brownie con tofe y cheesecake.
La Musa. C/Manuela Malasaña, 18


CAFÉ COMERCIAL
Lo de que haya cerrado el Dindurra de Gijón me tiene un poco melancólica estos días, aún no me lo creo. No es que fuese clienta de diario, pero sí que lo he visitado regularmente en los últimos veinte años.
Hay tan pocos cafés que de verdad me gusten que cada vez que desaparece uno siento que la vulgaridad nos gana terreno por momentos. Afortunadamente, en Madrid aún quedan muchos de estos reductos de techos altos, espejos y camareros con chaquetilla y galones, como el Comercial, ese anciano venerable fundado en 1887.
Del Comercial me gustan muchas cosas: sus lámparas, las tazas y sobrecitos de azúcar con el nombre, su agenda cultural, su clientela que abarca todas las edades pero sobre todo, sobre todo me fascina su puerta giratoria. Me pregunto por qué ya no las hay en ningún local, a mí me encantan.
 Café Comercial. Glorieta de Bilbao, 7

JESSICA LANGE EN ESPACIOFOTO
Gracias a la invitación de los hermanos Olazábal, al frente de la galería Espaciofoto, he podido disfrutar una vez más de las fotografías de Jessica Lange.
Algunas de ellas ya formaban parte de la exposición del Centro Niemeyer, pero otras muchas eran totalmente nuevas para mí.
 El Jueves pasado se inauguró esta exposición con gran éxito de público y la presencia de varios fotógrafos de la casa, de derecha izquierda: Rafael Fernández, Luis Baylón y Jesús Limárquez.
Unseen, Jessica Lange. Hasta el 17 de enero en  Espaciofoto. C/Viriato, 53

LA MALLORQUINA
Esta confitería, antes café tertulia y salón de té lleva triunfando en la Puerta del Sol desde 1894, nada menos.
La Mallorquina es famosa por sus napolitanas, aunque en mi opinión las palmeras no tienen nada que envidiar.
Exceptuando Doña Manolita, creo que nunca he visto tanta cola para comprar en ningún lado. 
Y cuando llegan estas fechas, además de buena bollería típica de Madrid, ofrece estos mazapanes artesanos a los que apetece cantarles "Ven a mi casa esta Navidad".
La Mallorquina. Calle Mayor, 2