Señor, ahora creo que nunca supe amarte, que en ti me amaba a mi, por eso, Señor, pon en mi el amor con el que quieres que te ame. Tú nos dices, me dices: "Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto" y sólo podemos serlo en el amor, las obras humanas nunca nos saldrán perfectas, eso sería perfeccionismo.
Cuando sepa dejarme amar por ti, guardar ese amor en mi corazón, estrujarlo como un limón para darlo a los demás, entonces estaré cerca de la perfección que Tú quieres. Tu amor es amor para dar, no puede quedarse en mi. Por eso cuando veo y siento tanto dolor a mi alrededor empiezo a entender que, a mis años, aún me tienes en esta vida terrena para orar, suplicar y sufrir por todos los que sufren y cuyo sufrimiento no está en mis manos evitar.
Señor, Dios mío, en este Segundo Domingo de Cuaresma, sigo insistiendo, pidiéndote, desde ese amor que Tú pones en mi corazón, por la salud de Goretti.
Dios, Dios mío que pasaste, hecho hombre, por la tierra curando toda dolencia y toda enfermedad: ¡¡Cúrala, Señor!!
Queridos amigos, hermanos blogueros, mi sobrina-nieta, Goretti, sigue en estado crítico, aunque ha tenido una leve mejoría continua sedada.
Os ruego me acompañéis en la oración, os lo agradezco en el alma