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House of cards. 1ª Temporada


El príncipe de Maquiavelo.

El tema de las series políticas siempre ha dado mucho juego (no nos pondremos ahora aquí a recordar el Sí, primer ministro), pero a finales de la década de los noventa y principios del 2000 hubo un auténtico boom con dos series tan potentes como El ala Oeste de la Casa Blanca y The wire. La primera estaba centrada en los empleados que pululan a diario por la Casa Blanca y fue, en cierto modo, una adelantada a su tiempo. En cuanto a la segunda, estaba más centrada en las escuchas policiales, pero la política también jugaba un papel relevante en la trama y es considerada por muchos como una de las mejores series de todos los tiempos. Una vez acabadas ambas hubo como una especie de período de duelo en el que pocas producciones se decantaron por la política, suponemos, debido al miedo de las comparaciones odiosas. No obstante todo parece apuntar que el duelo ha terminado y muchas han sido las cadenas que han apostado recientemente por esta temática con títulos como: Veep, The Boss, Political animals, The Scandal y, por supuesto, House of cards.

Los últimos días (2013)



Pasitos de bebé.

Uno no puede evitar tener la sensación de que el cine español se ha pasado media vida criticando la forma de hacer películas en Hollywood, y su vacuo sentido del espectáculo, a la vez que defendía, a capa y espada, la cinematografía patria y su forma de hacer las cosas. Por suerte o por desgracia, o mucho me equivoco o creo que la otra mitad se la van a pasar copiando esa forma de hacer cine, importada del otro lado del charco. No desearía que se me mal interpretara: estoy encantado con la idea y lo cierto es que, personalmente, ya estaba un poco hasta las narices de pelis sobre grandes dramas de penurias y miserias ambientados en la guerra civil española o, lo que es todavía peor, en la post-guerra (que lo poco gusta y lo mucho cansa). Pero lo que también sería de agradecer es que la valentía que se ha demostrado a la hora de cortar con una especie de tradición de hacer cine en nuestro país, también se demostrara a la hora de ser capaces de innovar en lugar de limitarse a copiar, a pies juntillas, los grandes clichés de las super-producciones americanas. Los últimos días no es que contenga alguno de estos clichés, es que arrastra un enorme y pesado carro repleto de ellos, provocando que le cueste una barbaridad avanzar con un mínimo de fluidez y originalidad.

Lo imposible (2012)


Miseria y compañía.

Lo imposible fue el gran fenómeno cinematográfico del 2012. La película que logró batir récords, que arrastro un descomunal número de espectadores a las salas de cine donde se proyectaba, que contó con una espectacular y agresiva campaña de marketing y de la que, obviamente, todo el mundo hablaba y opinaba. Además, por increíble que pueda parecer, se trata de una super producción española, rodada en inglés y protagonizada por grandes estrellas de Hollywood, basada en un hecho real que en 2004 impactó al mundo entero. Se trata de una cinta de catástrofes, es cierto, pero que pretende ir mucho más allá, tocando temas como los de la supervivencia, la superación personal, el compañerismo, la generosidad, la ayuda anónima en un momento de necesidad y, ante todo, de la unidad familiar por encima de todas las cosas. Y todos estos elementos lo que hacían preguntarme una y otra vez era: ¿que demonios hago yo viendo esta cosa?

Ana Karenina (2012)


Alta suciedad.

Para llevar a la gran pantalla su adaptación de El Hobbit, un libro de poco menos de trescientas páginas, el director Peter Jackson necesitará tres películas de tres horas de duración, cada una de ellas. Sí, seguramente sea algo exagerado. Para adaptar Hamlet, otro libro que tampoco llega a las trescientas páginas, Kenneth Branagh realizó una excepcional película de cuatro horas de duración (existía una versión corta de algo más de dos horas y media, pero el espectador ya empezaba a perderse elementos importantes de la historia). Pues bien, ahora llega el bueno de Joe Wright y decide adaptar el clásico literario Ana Karenina, un complejo libro de algo más de mil páginas, resumiéndolo todo en una cinta de dos horas escasas de duración. Francamente, más que una decisión tomada después de largas horas de deliberación, lo que parece es la lógica conclusión de una mala noche de borrachera con vodka.


La vida de Pi (2012)


Marinero de luces.

De todas las candidatas al Oscar de este año, La vida de Pi era la película que me generaba más dudas. Por un lado me apetecía mucho ver la cinta porque se trataba de la adaptación de un gran best-seller, con un director que ha demostrado que cuando quiere puede hacer grandes cosas y que tiene un sentido del espectáculo de lo más afilado. Además la peli había resultado ser todo un éxito de crítica y público, lo que hacía aumentar mis ganas. Pero por otro lado, lo que teníamos entre manos era una historia sobre un joven indio que tenía que entablar relación con un animal salvaje (ay), que se pasa más de la mitad del metraje en una balsa a la deriva sin más presencia humana (ay, ay) y con un tráiler en el que podemos ver como una enorme ballena fluorescente se marca un salto olímpico por encima de la pequeña embarcación (ay, ay, ay). Pues bien, después de ver la película debo reconocer que sigo más o menos como estaba: entre dos aguas. Como el mismo protagonista.

El lado bueno de las cosas (2012)


No lo llames amor, llámalo bipolaridad.

Cuando uno se encuentra con una película del género “comedia romántica”, con dos guapas estrellas de Hollywood como protagonistas y con un título del estilo de El lado bueno de las cosas, más que de entrar en la sala a ver la cinta, de lo que le entran ganas a uno es de meterle fuego a todos los cines que la proyectan con la intención de limpiar nuestras almas gracias a un gran fuego purificador. Pero luego uno empieza a ver las críticas y todos los premios que ha recibido la peli y, todavía con un bote de gasolina en una mano y un mechero en la otra, empieza a dudar. Siempre me he quejado airosamente de que los grandes premios de cine tienden a ningunear las comedias en favor de los grandes dramas. Y de pronto, nos llega una pequeña comedia romántica que ha conseguido ocho nominaciones a los Oscar (y encima en las categorías grandes) y otros muchos premios internacionales. ¿Me habré precipitado a la hora de juzgar la película? Pues no.

Lincoln (2012)



Lincoln desencadenado.

Steven Spielberg es un director con una filmografía dividida en dos vertientes muy claras: las películas que buscan el entretenimiento y las que buscan los premios. Las primeras suelen ser películas plagadas de aventuras y con una especial tendencia hacia el cine familiar (Indiana Jones, Hook, Parque Jurásico, Minority Report o la reciente Las aventuras de Tintín). Las segundas acostumbran a ser una como una clase de historia en imágines (La lista de Schlindler, Salvar al soldado Ryan, Munich o War horse). Así pues, cada vez que Spielberg se pone serio lo que debemos preguntarnos es hasta que época nos llevará esta vez. Con Lincoln viajamos hasta la América del siglo XIX, un lugar al que ya nos había llevado el director con uno de sus sonados traspiés, de nombre Amistad, y donde ya se tocaba el tema de la esclavitud. Y la fórmula no falla: nueva película histórica del rey midas de Hollywood y doce nominaciones más a los premios Oscar.

Hitchcock (2012)

Detrás de todo hombre gordo, hay una gran mujer.


La moda de los biopics en el cine sigue imparable. Y es que ya saben lo que se suele decir: la realidad siempre supera la ficción; lo que en Hollywood viene a significar que si no hay buenos guiones de ficción, que mejor que adaptar la vida de algún personaje popular, de trayectoria vital compleja (a poder ser añadiéndole un buen puñado de morbo a la historia) y dejar que lo interprete algún reputado actor de nivel capaz de soportar maratonianas sesiones de maquillaje. Ejemplos de biopics en el cine los hay a patadas: políticos, revolucionarios, cantantes, boxeadores, delincuentes,  escritores, futbolistas, toreros e, incluso, tonadilleras. Todos parecen tener cabida en el mundo del biopic. Obviamente el cine también mira hacia sí mismo para crear nuevos títulos y de esta forma nos han llegado films como: Ed Wood, El aviador, Chaplin, Hollywoodland, RKO 281 o Mi semana con Marilyn. Estas dos últimas estaban centradas en sendos rodajes de dos películas míticas (Ciudadano Kane y El príncipe y la corista, respectivamente). Ahora nos llega un nuevo título que sumar a la lista: Hitchcock.

El vuelo (Flight, 2012)


Días de vino y vuelos.

La filmografía de Robert Zemeckis me ha acompañado a lo largo de mi vida. De pequeño adoraba sus películas y su sentido del espectáculo y la aventura con títulos como Tras el corazón verde, la trilogía Regreso al futuro, ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, o La muerte os sienta tan bien. Puede que no fueran perfectas, pero en una de ellas encontrábamos a una pareja en busca de un tesoro en una espesa y peligrosa selva, en otra un joven en apuros intentaba que su madre del pasado no se enamorara de él, otra abordaba un mundo en el que convivían los dibujos y los personajes de carne y hueso, y en la última la vida eterna conllevaba unas catastróficas consecuencias. Grandes temáticas para el poco sentido común de un pre-adolescente. Con Forrest Gump su carrera tocó techo y nos regaló una película que, a pesar de que en su momento me resultó de lo más antipática por robarle el Oscar a Pulp Fiction, con el tiempo hemos hecho las paces y he acabado reconociendo sus muchos méritos. Pero a partir de ese punto su carrera se fue a tomar pol saco. Le siguieron Contact, Lo que la verdad esconde y Náufrago, trabajos con temáticas atrayentes... pero ya no era lo mismo. Para colmo, más tarde se emperró en hacer triunfar la animación con la técnica de captura de movimiento y nos llegaron Polar Express, Beowulf y Cuento de navidad. Cenizas era lo único que quedaba de mi admiración por el director. Y justo cuando ya parecía que no quedaba esperanza, nos llega su último trabajo y logra dos nominaciones a los premios Oscar: El vuelo. ¿Y de qué trata la película? Pues sobre los problemas con la bebida de un piloto de aviones. No se paren. Sigan cavando la tumba.

Django desencadenado (2012)


Dos hombres y un mandingo.

Después de ofrecernos su particular visión sobre géneros tan distantes como el cine de gangsters, el blaxploitation, las artes marciales, el thriller con toques de slasher o las cintas de nazis, ahora Quentin Tarantino ha decidido pasarse al western. Que Tarantino llegara al western era solo cuestión de tiempo, pues ya se veía que el hombre le tenía ganas al género en algunos tramos de Kill Bill, de Dead Proof e, incluso, en la secuencia inicial de su anterior trabajo, Malditos bastardos. De todos modos supongo que, en el fondo, no debería importarnos demasiado cual es el género que Tarantino decida abordar en cada ocasión, pues Tarantino ya es un género en sí mismo. De este modo cabe decir que Django desencadenado es un western, sí, pero sobre todo es un western de Tarantino, con todo lo que tal afirmación conlleva.

Amor (2012)


El amor conyugal

Michael Haneke ha vuelto esta vez de una forma diferente: en Amor muestra su lado más humano, dejando algo aparte su visión cruda de la vida, como ya hizo David Lynch con Una historia verdadera (1999), saliéndose del surrealismo de sus otras películas y probando suerte con las relaciones humanas. Lo curioso es que la de Lynch obtuvo muy buenas críticas y Amor, entre muchos premios, ha sido considerada la mejor película europea del año, consiguió la Palma de Oro en Cannes, y está nominada a cinco Oscar, incluido el de mejor película.

En la casa (2012)


La vida de los otros

Hace poco se estrenó en las salas de cine En la casa, que obtuvo el premio a la mejor película y al mejor guión en el Festival de Cine de San Sebastián, y que hasta ahora es la más aclamada de la carrera cinematográfica del director y guionista francés François Ozon. En esta ocasión ha vuelto a adaptar una historia y ha optado por la obra teatral El chico de la última fila (2011), la primera que es llevada al cine del dramaturgo español más internacional, Juan Mayorga. Ambos hablaron y comentaron sobre la adaptación de la obra pero Mayorga tenía claro que debía dejar vía libre a Ozon para que escogiera lo que más le interesara de su obra. Y parece que debió dar buen resultado, ya que al autor le gustó la película y además acompañó a Ozon en la recogida de los galardones en San Sebastián.

El amigo de mi hermana (2011)


Interiores

En muchas ocasiones, aunque una película se haya rodado en pocos días y con poco dinero (algo que pasa comúnmente en el cine independiente), cuando el autor tiene talento, sabe a lo que se atiene y encima tiene a su merced a unos actores con buenas dotes interpretativas, el resultado puede ser bastante satisfactorio. Esto es lo que uno siente al ver El amigo de mi hermana (2011), escrita y dirigida por Lynn Shelton, cuyo título en español es simple y típico pero cuyo original tampoco tiene una traducción fácil ya que Your Sister's Sister es más bien un juego de palabras que hace referencia a un diálogo que tienen dos de sus protagonistas en una escena en concreto. Pero antes de entrar en materia, habría que decir que en el guión de esta comedia dramática la directora solo tenía esbozados algunos diálogos ya que su intención era que los actores tuvieran la capacidad de improvisar mucho y que las situaciones fueran surgiendo a lo largo del rodaje, algo que se consigue con creces con el gran trabajo del buen trío protagonista: Emily Blunt, Rosemarie DeWitt y Mark Duplass.

Ruby Sparks (2012)


Los sueños se hacen realidad

Este viernes pasado se estrenó en nuestras salas de cine Ruby Sparks (2012), de Jonathan Dayton y Valerie Faris, un matrimonio que después de dirigir numerosos vídeos musicales (entre ellos el premiado Tonight, Tonight, de Smashing Pumpkins) decidieron dar el paso a la gran pantalla con Pequeña Miss Sunshine (2006), con la que cosecharon varios premios y un éxito abrumador tanto de crítica como de público. Ahora han dado vida un guión escrito por Zoe Kazan, la nieta del que fue director y escritor norteamericano Elia Kazan, que en una entrevista comentó que la historia le vino a la cabeza cuando volvía de un rodaje, al ver un maniquí tirado en un contenedor, recordando entonces una leyenda griega que aparece en Las metamorfosis de Ovidio: Pigmalión, un rey de Chipre, cansado de no encontrar a la mujer perfecta, empezó a crear esculturas de mujeres preciosas, enamorándose de la más bella de ellas, Galatea. Al soñar que cobraba vida, Afrodita hizo realidad su deseo y cuando despertó vio que la mujer de sus sueños era real.

La reina de África (1951)


Desde África con amor

Los amantes del buen cine tenemos que dar gracias a que John Huston quisiera hacer una película en África con la intención principal de querer cazar un elefante, ya que debido a esa afición totalmente repudiable el resultado de aquel viaje a El Congo, donde todo el equipo de rodaje sufrió un montón de adversidades, fue la increíble La reina de África (1951), en la que el director norteamericano consiguió retratar una de las historias de amor más hermosas que se hayan visto jamás en el cine. Desde la sencillez de la trama y la evolución tan bien llevada de ese respeto mutuo que se tiene la pareja protagonista surge algo especial lleno de romance y ternura.

Hoy empieza todo (1999)


Cada día es un día nuevo

Diariamente las personas nos avenimos a lo que nos vamos encontrando por el camino, a veces de forma simple debido a la rutina y otras de manera más complicada al surgir algo que no entraba en nuestros planes; y en cuanto al aspecto personal vamos descubriendo partes de nosotros que nos ayudan a enfrentarnos a nuevos retos, sin saber nunca qué es lo que nos deparará la experiencia de lo vivido. En el cine, de la destacable y bella película Hoy empieza todo (1999), de Bertrand Tavernier, podemos sacar muchas conclusiones que engloban el significado de esa lucha que uno mismo lleva a cabo por intentar hacer las cosas lo mejor posible y así poder estar a la altura de las circunstancias.


Esta emotiva historia nos muestra el retrato de Daniel Lefebvre (Philippe Torreton), director y docente de una escuela infantil, situada en un barrio marginal del norte de Francia, cuya gran implicación a la hora de dar la mejor educación posible a sus pequeños alumnos es encomiable, sobre todo al comprometerse en intentar hacer algo en cuanto al problema de la mala situación económica que sufren la mayoría de las familias, aunque muchas veces no pueda hacer nada al respecto. En el día a día de Daniel, junto con las demás educadoras del centro, el director francés muestra varios puntos en los que se basa la educación y da mucha importancia al hecho de que haya buena relación entre los profesores y los padres y también una necesaria cooperación con los servicios sociales, por si hiciera falta solucionar cosas del alumnado por otro tipo de vías que no fuesen las educativas. En la película se ven momentos muy dramáticos, pero lo bueno del planteamiento del señor Tavernier es que a veces hasta parece que se esté viendo un documental por la manera tan efectista de su puesta en escena, pasando con cámara en mano por las aulas y consiguiendo la naturalidad de los niños y logrando momentos desalentadores pero también muy bellos y sensibles.


Por toda esta conducta y por lo que se ve en las aulas, esta película representa un documento indispensable para cualquier profesor, aunque, cómo no, también es un placer para cualquier amante del buen cine. Tavernier sabe compaginar ese trabajo educativo con la inmiscuición tanto en la vida personal del director escolar como en sus propios pensamientos que oímos a través de su voz en off mientras vemos preciosos planos de paisajes. Sin embargo, es verdad que es fácil pensar que el interés del director francés de marcar tanto el lado dramático queda a veces demasiado claro, hasta el punto de que llegue a ser bastante pretencioso. Pero también es cierto que la realidad supera a la ficción y que habrá casos tan tristes como el de los padres aquí representados. Además, Tavernier logra un ritmo formidable para la historia, sin dejar casi descanso al espectador que va pasando por sentimientos tristes y alegres, ayudado todo por la preciosa música compuesta por Louis Sclavis.


Y de los actores solo hay que decir que están soberbios, sobre todo Philippe Torreton, que ya había protagonizado la anterior película de Tavernier, la interesante Capitán Conan (1996). De su interpretación sorprende la capacidad que tiene por saber expresar tan bien sus diferentes estados de ánimo, consiguiendo una estimable figura del profesor aplicado. En cuanto al trabajo del director francés, solo hay que comentar que es lo más admirable de todo el conjunto y que el retrato que hace de este profesor recuerda al que hizo de un brigada antidroga en la película Ley 627 (1992), en la que logró otro resultado bastante bueno. Y aparte de escribir este buen guión, junto con Dominique Sampiero y Tiffany Tavernier, Tavernier ha sabido respaldar esos momentos tan dramáticos con otros que intentan sacar una sonrisa al espectador, luciendo las caras de esos niños que tan simpáticos se les ve cantando las canciones que su profesor les va marcando.


"Un formidable retrato, tanto personal como profesional, de un profesor que en su lucha diaria hace todo lo posible para que sus pequeños alumnos tengan una educación digna".



Nubes pasajeras (1996)


Buenos tiempos llegarán

Cuando uno acaba de ver una película de Aki Kaurismäki se da cuenta de que ha presenciado algo fuera de lo común, y si encima resulta que es un drama pero contado con un humor muy peculiar pues la experiencia no tiene desperdicio alguno, como queda muy patente al ver Nubes pasajeras (1996). En esta historia el director finlandés muestra algo tan actual como el desempleo pero lo hace de una forma brillante al mezclar imágenes de puro melodrama con diálogos absurdos y escenas y personajes memorables que son los que provocan la risa en el espectador. De ahí que el humor sea una característica del cine que este director atípico ha sabido crear durante su original carrera cinematográfica.


La pareja protagonista es un matrimonio formado por Ilona (Kati Outinen) y Lauri (Kari Väänänen). Ella es jefa de sala de un restaurante y él es conductor de tranvía. Económicamente no van muy bien pero aún así él compra una tele en color que pagarán a plazos. Poco después empezará su mala suerte ya que Lauri será despedido por una reestructuración de la empresa a causa de que la mayoría de la gente coge el metro o el coche, y ella se enterará de lo sucedido un mes más tarde, cuando se produzca también su despido ya que la gerente vende el local por la falta de clientes después de estar 38 años abierto.

Con esto ya vemos que para Ilona y Lauri estos cambios serán un duro golpe en su día a día, pero ahí no se quedará la cosa. Kaurismäki parece mover los hilos de su vida a la manera que él quiere que ocurra, exagerando la mala suerte de ambos en su lucha por encontrar un puesto de trabajo, y esto, junto con el detalle incluido de sugerir un suceso triste del pasado, hace que en cierto punto el espectador llegue a tomarse a risa tantas penurias que el director finlandés quiere hacer pasar al matrimonio. También, algo muy común en sus películas, es destacable la manera en que Ilona y Lauri se quieren, se expresan y se dicen las cosas, a veces hasta sin mirarse, o sin cambiar casi su expresión en el rostro tanto ante las adversidades que se les presentan como ante algún posible cambio positivo.


Aunque hay que decir que el cine de Kaurismäki tiene mucha más miga. Con la sencillez de su puesta en escena, sus elipsis tan bien utilizadas, y la creación de personajes extravagantes ha logrado una filmografía única. Y para ello le han servido de mucha ayuda dos aspectos a tener en cuenta: el primero, su gran colaboración con Timo Salminen, que con su fotografía tan carismática, con planos en los que resalta una luz poderosa y unos colores vivos, ha hecho que todo el conjunto aunara mucha calidad y belleza; y el segundo, su acertada utilización de diferentes tipos de música, como en esta película con el gran inicio de las letras de crédito en el que vemos en el restaurante al pianista Shelley Fisher que nos deleita con su preciosa canción Lonesome Traveller.


Y por último, habría que comentar que, como habrán comprobado en el título del film, en el mundo de Kaurismäki puede ocurrir cualquier cosa, tanto lo peor o más absurdo como lo positivo y esperanzador. Eso es lo bueno de este director, que aunque conozcas sus bazas siempre te sale con algún personaje increíble o con alguna escena inolvidable. Y les aseguro que en Nubes pasajeras encontrarán mucho de esto. Es verdad que habrán varios espectadores a los que no les gustará nada el tipo de cine que realiza este señor, pero les he de decir que a un servidor le cautiva su manera tan minimalista de conseguir historias tan auténticas y particulares.


"Una bella película muy característica de Aki Kaurismäki, que contiene tanto su humor peculiar como momentos de melodrama"

Shameless (US) 1ª y 2ª Temporada


Full house.
 
Shameless narra la historia de una disfuncional familia que malvive en un suburbio de la ciudad de Chicago. El padre, y cabeza de familia, es alcohólico y no duda en gastarse los pocos ahorros familiares en licor. Además sus propios hijos deben ir a recogerlo muchas mañanas porque el hombre no es capaz de regresar a casa por su propio pie. La hija mayor dejó de estudiar, antes de acabar el instituto, para hacerse cargo de sus cinco hermanos, después de que su madre los abandonara. Ella intenta sacar adelante la familia buscando dinero de donde buenamente puede para lograr poder comer y pagar las facturas más básicas a fin de mes. En eso ayudan también el resto de sus hermanos pequeños, apoyándose los unos en los otros para lograr salir adelante en una realidad que les es hostil y una vida que les ha dado la espalda. ¡Ah! Y por si todavía lo dudaban, Shameless, es una comedia.


La familia protagonista, los Gallagher (absténganse de bromas y chascarrillos varios sobre otras familias problemáticas de apellido similar), está formada por el padre, Frank, alcohólico empedernido, brabucón charlatán y consumidor habitual de todo tipo de sustancias ilegales, que resulta el típico personaje autodestructivo, con el agravante de tener a su cuidado a seis hijos menores de edad (imposible no odiarlo y amarlo, a la vez); y sus hijos: Fiona, la hija mayor, sobre la que recae el rol de madre, que debe encargarse de hacer funcionar la familia y evitar que sus hermanos terminen en una casa de acogida; Lip, un superdotado para los estudios a quien le resulta imposible no meterse en líos; Ian, un gay empeñado en entrar en el cuerpo de marines del ejército; Debbie, una especie de niña/anciana metomentodo; Carl, quien demuestra una preocupante tendencia para quemar todo tipo de cosas; y el pequeño Liam, que es negro.

Resulta fascinante las vueltas (de campana) que puede llegar a realizar la carrera profesional de un actor americano. Por ejemplo, los dos protagonistas de esta fantástica serie de televisión fueron, a la vez, los dos protagonistas de uno de los mayores descalabros cinematográficos de todos los tiempos y una de las peores películas realizadas en las últimas décadas: Emmy Rossum y Justin Chatwin, quienes interpretaron, respectivamente, los roles de Bulma y Son Goku en ese agujero negro de creatividad que llevó por nombre Dragon Ball Evolution. Los acompañan los veteranos y extraordinarios: William H. Macy (Fargo, Mistery Men), en el rol del padre, y Joan Cusack (In & Out, Escuela de Rock), quien interpreta a una vecina de la familia que sufre agorafobia y de la que no tardará en aprovecharse la familia Gallagher.
 
Estamos frente a lo que podríamos catalogar como una serie de tetas. Es un secreto a gritos que existen dos tipos de series usa actuales: en las que salen tetas y en las que no. Shameless pertenece al primer grupo, junto con otras series como: Juego de Tronos, Boardwalk Empire, True Blood, Californication, Weeds, Spartacus o Girls. La conclusión, así a bote pronto, sería que las series de calidad apuestan por las tetas (ojos en blanco, hilillo de baba). Parece que algo está cambiando en la televisión americana. Y nos alegramos enormemente, más si cabe, si la serie en cuestión se encarga de dejar en porretas a Emmy Rossum, quien parece haber abandonado sus sosos papeles anteriores, en films como El fantasma de la Ópera, El día de mañana, Poseidón o la propia Dragon Ball Evolution.

Paul Abbot, su creador, ha adaptado su propia serie, emitida en el Channel 4 británico (donde ya se está emitiendo la novena temporada), para la cadena americana Showtime. Y créanme si les digo que el resultado no podría haber sido más satisfactorio. Shameless es un fantástico espectáculo televisivo, irreverente, descarado, mordaz y políticamente incorrecto, dotado de unos personajes que funcionan tanto a nivel individual como colectivo, a cada cual más atrayente, y que en conjunto forman el grupo humano más esperpéntico e hilarante de parásitos sociales jamás unido bajo un mismo techo. La serie logra enganchar desde su episodio piloto, donde se sentarán las bases de la trama, mostrando especial interés por la figura del padre ausente (o simplemente tirado por el suelo) y la de la hermana mayor, obligada a sacar adelante su numerosa familia y de como se le pueden complicar todavía más las cosas cuando crea encontrar el amor. Para colmo, al principio de cada episodio, cuando se le recuerda a los espectadores lo ocurrido con anterioridad, aparece algún miembro de la familia para echarte la bronca en caso de que te perdieras el capítulo anterior (además también suelen haber escenas ocultas en los títulos de crédito finales).
 
Shameless juega claramente a buscar los límites humanos de bajeza moral para, posteriormente, superarlos y reírse de ellos. Reírse a carcajadas participando de la gran fiesta que termina siendo la serie, convertida en un constante show del más difícil todavía. Y para la posteridad siempre nos quedará Frank Gallagher, uno de los personajes más carismáticos, torpes y ridículos de los últimos años, un ser tan despreciable como fascinante, alguien de quien te encanta ver sus desventuras, pero que odiarías conocer en la vida real.

 
Resumiendo: Imprescindible comedia sobre las miserias humanas de nuestra sociedad, elevadas a la enésima potencia.
 

Homeland. 1ª temporada

Espías como nosotros.

El año pasado la cadena Showtime dio el campanazo con Homeland, la adaptación norteamericana de una serie israelí de nombre Hatufim. Lo que, a priori, parecía el típico producto televisivo de espías donde unos tipos muy buenos debían detener a unos tipos muy malos antes de que, estos últimos, hicieran volar por los aires algún tipo de edificio relevante, se acabó convirtiendo en todo un éxito de crítica y audiencia llegando a ganar, incluso, dos globos de oro: el de mejor serie dramática y el de mejor actriz de serie dramática. ¿El secreto de su éxito? Conseguir una serie bien escrita, protagonizada por personajes con profundidad, con sorprendentes giros de guión, en la que poder encontrar momentos de tensión trepidante y que logra enganchar a su audiencia, durante los doce episodios que dura la primera temporada, a base de tomarse muy en serio el típico y gastado juego del gato y el ratón.

Short Cuts (Vidas cruzadas) (1993)


Vidas anónimas

Raymond Carver fue un escritor que debía de tener una visión bastante pesimista de la vida, o por lo menos eso es lo que transmitía a través de sus relatos, un género en el que destacó sobre todo dentro del movimiento literario estadounidense llamado "realismo sucio" (como el escritor Charles Bukowsky), que surgió en los 70, siendo reconocido como un verdadero maestro. Dos años después de su fallecimiento, ocurrido en 1988, el director estadounidense Robert Altman descubrió su obra y le interesó tanto que leyó todos sus cuentos. Su intención posterior fue adaptar al cine algunas de sus historias y para ello contó con la aprobación y la ayuda de Tess Gallagher, la viuda del escritor estadounidense. Ella estuvo muy de acuerdo con sus ideas y le comentó, como curiosidad, que a su marido le gustó mucho una de sus películas, Nashville (1975). Y, seguramente, a raíz de esa relación que mantuvieron durante la preparación del film, en la que hablaron y se enviaron mucha correspondencia, ella debío de ser una de las piezas clave en cuanto al buen resultado del film Short Cuts (Vidas cruzadas) (1993).

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