La portada es obra de Miguel Vallinas.
jueves, 30 de marzo de 2017
Nuevo libro: HIJO
La portada es obra de Miguel Vallinas.
miércoles, 23 de abril de 2014
La semilla milagrosa.
viernes, 3 de agosto de 2012
Varias cosas sobre Ruido Blanco y la poesía y la ciencia.
martes, 26 de junio de 2012
Idioteca según Sofía Castañón.
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Encontrar las palabras para hablar de
Idioteca, Raúl Quinto (El Gaviero, 2010)
Ahora que llego al último poema de Ruido blanco (La Bella Varsovia, 2012) como quien llega de un paseo largo en el que el paso d
viernes, 9 de diciembre de 2011
Idioteca según Babelers e Idioteca según Jorge Díaz Martínez
"Raúl Quinto, Idioteca y el museo imaginado
Idioteca de Raúl Quinto es uno de esos raros libros tocados por la gracia y el esplendor. A medio camino entre media docena de géneros y subgéneros, los veintidós textos de Quinto se internan en un camino intermedio y a menudo más interesante (y menos previsible) que una mera hibridación genérica.
Sin duda, lo que le otorga a la obra un valor propio, y que la haría destacar en una librería de sus compañeros de estante, es la impresión continua que el lector recibe al comenzar cada micro-ensayo de estar ante las puertas de un catálogo de un museo imaginario, de una guía de viajes de un país interior.
No es casual que el primer texto reciba el nombre de “pórtico”; ya que la puerta se convierte aquí en la metáfora por excelencia de la maquinaria que hace girar cada texto (cada forma de mirar la realidad).
El eclecticismo, así como la exuberancia de temas y tratamientos, nos lleva desde la antigüedad a la pantalla del televisor, en un camino inédito, lejos de las aburridas superposiciones de imágenes a que nos tiene acostumbrados la literatura última. En estos textos el autor se despereza y reinventa a Goya, a Lovercraft, a Cave, toma pulso y los hace convivir en un espacio común con Sonic Youth, con Kepler y hasta con la selección de Dinamarca, en un fino hilo de pensamiento.
Pero insistimos que no debe el eclecticismo ocultarnos el valor sustancial de la obra, que nos es más (ni menos) que el de encontrarnos ante una puerta, ante una búsqueda entre materia y realidad, ante el descubrimiento constante en la reelectura; y lo más importante ante la posibilidad de hacer del mundo un lugar menos previsible.
Acuda a su librería más próxima, encárguelo, insista si la distribución no es rápida, acuda a su casa, cierre la puerta tras de sí: deje el prólogo para más tarde si quiere, vaya a la página 17, meta la nariz entre el texto y respire a pulmón abierto. Se sentirá mejor. "
martes, 21 de junio de 2011
Idioteca según Agustín Fernández Mallo
domingo, 30 de enero de 2011
Idioteca en Madrid / Idioteca en El Síndrome Chéjov
Eso el martes. Mientras tanto os dejo un capítulo del libro que ha salido en El Síndrome Chéjov, ese blog que lleva Miguel Ángel Muñoz y que es indispensable para saber qué ocurre con el relato corto en este país. Ya, Idioteca no es relato corto; y algo de eso explico al comienzo de la entrada. Luego viene El limón de Itten, tal vez mi fragmento favorito del volumen. Si te apetece leerlo pincha AQUÍ. Espero que lo disfrutéis y espero que eso acabe convenciendo a alguno que otro de asomarse por Traficantes de Sueños
martes, 25 de enero de 2011
Idioteca según Luis Bagué (en su blog)
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Idioteca (pasen y vean)
Luis Bagué."
martes, 18 de enero de 2011
Idioteca según Alberto Santamaría (en su blog)
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Idioteca (El gaviero), de Raúl Quinto. Vale. Aquí hice yo el prólogo, pero eso nada tiene que ver para sostener que es uno de los mejores de 2010. Quiero decir, de los que más me han gustado de 2010. ¿Por dónde empezar? Se trata de un libro alucinado y alucinante, pero en el sentido que le gustaba a José Hierro, es decir, como intromisión de elementos opuestos en un universo reconocible. ¿Qué universo pueden compartir Sonic Youth y Francisco de Goya? De eso se ocupa el museo fantasmal que nos ofrece Raúl Quinto. Dejo un fragmento del prólogo: “ONCE. Introducirse en esta Idioteca, que ahora tiene el lector entre sus manos, es como entrar en un viaje alucinado, en una fascinante conjunción de tiempos, en un museo sin paredes, en una furgoneta llena de pasado y presente, en un cine donde el Coyote protagoniza junto Brueghel una película gore, en donde alguien manda un mensaje en una botella, en donde Newton y William Blake son apariciones perfectamente trenzadas sobre un estadio de fútbol, en donde Nick Cave espera en alguna frontera, en donde Fuseli dibuja su pesadilla sobre la camilla en la que una mujer intenta dormir rodeada de electrodos, en donde… Podría leerse de múltiples formas este libro, y regresarse una y otra vez a él como quien regresa a un museo para ver de nuevo el mismo cuadro, aquél que ha visto tantas veces, y darse cuenta de que nunca es el mismo, o como el que ve de nuevo una vieja película —esa que ha visto ya varias veces— pero ante la cual siempre tiene la sensación de estar viendo otra cosa. Y sin embargo, lo que muta no es el objeto —el mismo siempre: el cuadro, la película, la imagen— sino el relato que nosotros creamos y en el cual nosotros nos miramos. Esto es la Idioteca: un relato entendido como una forma de mirar y habitar las imágenes.” Un libro que no dejará indiferente.
miércoles, 5 de enero de 2011
Idioteca según Vicente Luis Mora (Diario de lecturas)
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Raúl Quinto, Idioteca; El Gaviero, Almería, 2010
Lanzarse a la representación es lanzarse al vacío. Tras dejar atrás el absurdo o al menos limitado intento de mímesis, el artista se encuentra con que ha abandonado lo real sin tener muy claro a dónde tiene que llegar. El texto “El limón de Itten” de Quinto explora ese hiato y apunta a la angustia como forma de sintetizar la experiencia del artista que da el salto y se expone a la caída de la representación. Frente a otras caídas metafísicas en lo real narradas por la filosofía occidental, Quinto se centra en la caída en lo irreal, o en esa nueva forma de realidad en que la obra de arte consiste. “Y donde digo arte se entienda que hablo también de literatura, de estas mismas palabras que ahora estoy escribiendo” (p. 78). El libro de Quinto es un elemento extraño, situable en un difícil lugar entre la escritura angélica y la infernal. Su género, si tiene alguno, es la distopía cultural, el momento en que un libro comienza a preguntarse, tomándose a sí mismo por ejemplo, sobre los límites de la representación y la muerte de la cultura, o la cultura de la muerte. De lo mejor del año que acaba.
Vicente Luis Mora"
miércoles, 1 de diciembre de 2010
Idioteca en el periódico Ideal de Granada.
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La 'Idioteca' cultural
El poeta Raúl Quinto publica un libro en el que reflexiona sobre «el significado invisible de los fenómenos culturales»
El poeta Raúl Quinto (Cartagena, 1978) presentó ayer el libro de relatos-ensayos 'Idioteca' (Ed. El Gaviero), «un compendio de veintidós pequeños ensayos a medio camino entre el texto científico y el relato poético, donde se analizan diferentes fenómenos culturales desde una óptica un poco delirante», explicó el autor.
El lector encontrará en esta 'Idioteca', entre otras cosas, «un análisis antropológico sobre el Coyote y el Correcaminos, la historia del último concierto del compositor Robert Schumann que al parecer le dictaron espíritus del más allá, el significado oculto de deportes como el fútbol o el parkour, la relación entre el cine gore y la poesía, entre la escultura egipcia y las partidas de póker», destacó Raúl Quinto. «Es una búsqueda de respuestas sobre el arte y la vida a base de plantear más preguntas, todo con un tono ligero y de amena lectura», añadió.
Consideró que estos textos son más ligeros que su poesía, porque «no hay tanto afán de decir mucho en poco, aunque también suceda». «En este libro -aclaró- se abre un abanico de intereses más amplio que en mis poemarios, que suelen ser más cerrados en un mundo propio». Quinto afirma que en 'Idioteces' deja «a la vista cuáles son mis obsesiones y muchas de mis ideas».
En la trastienda de este título se encuentra una reflexión sobre «la escritura, pero también sobre el arte y su relación con la realidad». Lo que le interesa plasmar en este libro es «el significado invisible de los fenómenos culturales, lo que a primera vista no se ve de las manifestaciones artísticas, porque Idioteca quiere ser una guía alucinada de la historia de la cultura, o al menos, una pequeña muestra de lo que se oculta tras la superficie de las cosas».
A lo largo de todo el libro hay una intención de crítica social, «desde el momento en que denuncio la superficialidad e intento profundizar», indicó. «Es cierto que vivimos en un mundo de eslóganes y no de literatura, donde todo lo que se produce es para consumo rápido, directo y sin matices. Propongo detenerse un momento y mirar, y pensar», comentó. «Propongo los rayos X frente a la cultura de la superficialidad», concluyó Raúl Quinto.
'Idioteca' no responde a un género determinado, porque Quinto estima que «el libro es un animal híbrido, donde me he dejado llevar y el resultado es una mezcla entre relato, ensayo y poema en prosa».
Este híbrido del poeta cartaginense, pero granadino de adopción, manifiesta cierta proximidad a una nueva tendencia literaria española, la de 'Nocilla dream', aunque Quinto dice no sentirse identificado con grupo alguno. Se muestra admirador de Mario Cuenca Sandoval, de esta nueva línea narrativa, «cuyas dos novelas considero de lo mejor que ha salido los últimos años». «Lo que sí es cierto es que soy fruto de una generación que ha asimilado una serie de motivos literarios y audiovisuales comunes», afirmó.
miércoles, 27 de octubre de 2010
Correr
jueves, 21 de octubre de 2010
Idioteca según Mario Cuenca Sandoval (Culturamas)
Esto no es un libro, pero no se asuste. Siga mis instrucciones. Antes de entrar en Idioteca, tendrá que atravesar un pórtico. Deberá ingresar en el estado mental propicio, poner entre paréntesis el mundo exterior, ajustar su ritmo cardíaco, aceptar la apuesta. Porque Idioteca no es una novela, ni un conjunto de relatos, ni de poemas en prosa, ni siquiera el catálogo de una exposición. Es, como acierta Alberto Santamaría en su espléndido prólogo al libro, un extraño museo, hecho de fantasmas que se alzan alrededor de nosotros, de hologramas. Y es sabido que se precisa de cierto estado de sugestión para ver fantasmas.
Si quiere ver fantasmas, haga epoché, ponga entre paréntesis el hecho de que hay un mundo fuera del texto, y ponga entre paréntesis que el texto forma parte de ese mundo. Entonces, las piezas que componen esta cámara-libro, o caverna-libro, comenzarán a girar a su alrededor, veintidós textos en prosa con los que, diseccionando la vida y obra de ilustres convidados como Goya, William Blake, Klein y los artistas del Nuevo Realismo, etc. Raúl Quinto (Carboneras, 1978) disecciona para usted las particulares obsesiones e intereses de Raúl Quinto, su mundo propio, su idion, de ahí el título que el poeta toma en préstamo de Radiohead.
Pero, insisto, no se asuste: no se trata de aceptar obsesiones en préstamo; usted ha sido convocado a la cabina central del panóptico. La imagen del panóptico de Bentham, eliminadas sus connotaciones punitivas, viene como anillo al dedo a esta colección de fragmentos: todo gira alrededor de una conciencia que ocupa la cabina central, o que no la ocupa. En el segundo caso, ocupe usted el asiento. Una de las ventajas del panóptico, a juicio de Bentham, era que los presos circundantes se sentirían siempre vigilados, sin que hubiera necesariamente un vigía en la cabina. Ahora conoce el secreto: tal vez en el corazón de Idioteca no haya un yo, un sujeto, una identidad firme, sino sólo un centro imaginario en torno al que giran veintidós proyecciones, un narrador convertido en ojo, «un texto entendido como una forma de mirar» (p. 12), escribe Alberto Santamaría en su prólogo. El puesto vacante le pertenece; reclámelo.
A esta altura estará usted implicado en el enigma fundamental de la poética de Raúl Quinto: el problema de la representación, la relación entre el mundo y la mirada, entre pintura y realidad, entre palabra y realidad. Pero no en el sentido de que el lenguaje sea un espejo, no en el sentido del lenguaje-retrato del que hablaba Wittgenstein: la pregunta es qué le hace la representación a la realidad, qué daños provoca, qué heridas, o qué fantasmas pone en pie. La pregunta no es cómo el arte retrata lo real, sino cómo lo real es manoseado, mimado o lacerado por el arte. Por eso sostiene Quinto que la pintura nació «para hacer más real lo real» (p. 21). A Raúl Quinto le interesa peculiarmente la materialidad de la palabra, incluso el carácter orgánico de la palabra, y de ahí su preocupación por el arte pictórico, en donde representación y carne se aúnan, a diferencia de lo que sucede en el lenguaje, la casa del ser, decía Heidegger, pero su casa inmaterial, su palacio en el aire. El de Raúl Quinto, insisto, es un lenguaje que querría ser materia. Se pregunta cómo nació la representación pictórica; tal vez no fuera cosa de los hombres ni los dioses, sino que esté relacionada con la materia orgánica: con la «saliva, heces, sangre menstrual, orina, esperma, heridas abiertas, barro en las pezuñas, baba blanquecina en las quijadas» (p. 22).
Bienvenido, entonces, a un texto híbrido, a medio camino entre la narración, el ensayo, la estampa, el texto de catálogo artístico, donde alta y baja cultura, si existen esas dos alturas, se dan la mano y «Goya y Sonic Youth son intercambiables, al menos durante un instante» (p. 32).
Mario Cuenca Sandoval. "
jueves, 30 de septiembre de 2010
Idioteca según Óscar Curieses+fiebre mediterránea+el fake de Quimera
Por otro lado la vuelta a los horarios razonables y medidos, a la rutina laboral y sus rituales, hace que vuelva también la actividad sedada durante el veraneo. Idioteca da nuevas señales de vida, concretamente el escritor Óscar Curieses realiza en su blog un alegato, breve, intenso e inmerecido, a favor del libro que copio aquí:
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IDIOTECA de Raúl Quinto (El Gaviero, 2010) es uno de los libros más originales e innovadores que he leído últimamente. En él por fin cuajan todos los registros culturales posibles, no es un collage, es una fusión total. Es genial una obra en la que lo pop (no "lo canónico pop") se unta y confunde con lo que algunos consideran la tradición canónica. Sonic Youth y Miguel Ángel por fin juntos de paseo por el libro... y de la manita (cortada)... Y además, el Correcaminos, la tele, Goya, y muchos otros. Como decía Superrratón, "no se vayan todavía... aún hay más":
http://idioteconomia.blogspot.com/
http://www.koult.es/2010/05/raul-quinto-idioteca/"
jueves, 3 de junio de 2010
Idioteca según Javier Moreno + Firma invitada en DVD con collage idiota e incluso un poema inédito
lunes, 17 de mayo de 2010
Idioteca según Juan Pardo Vidal (Koult) y presentación en Almería
Si alguno todavía no sabe de qué va este libro puede hacerse una idea leyendo la reseña que el escritor Juan Pardo Vidal ha realizado para la revista Koult (una de las más frescas y buenas noticias que nos ha dado la red en los últimos tiempos). Nos vemos el jueves.
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En un mercado donde la obra en prosa se vende al peso y las novelas no te hacen más grande al leerlas sino al subirte sobre ellas, me encuentro de bruces con Idioteca de Raúl Quinto y me estremezco. Me da por pensar en el manido debate sobre el modelo galdosiano caracterizado por el realismo frente al modelo cervantino de tramas imposibles, heterogéneas, discursos que requieren esa complicidad del lector. Pero pronto lo abandono, porque la arquitectura que Raúl Quinto propone, aunque se apoya sobre esa tradición tan hispana, está más allá: un libro híbrido en el sentido ético y estético, un libro que se debate entre el ensayo, el libro de cuentos y la poesía.
La diferencia entre una novela y un cuento radica en que en el primero el autor intenta perfilar la psicología de los personajes hasta el punto de que el lector los haga suyos, los conozca personalmente y se identifique con ellos, y por lo tanto, con su destino. En cambio, en el cuento lo trascendente no es a quién le ocurra la vida, sino qué es lo que sucede, cuáles son los acontecimientos que han de precipitarse, lo neto, lo apuntado, lo sintético, lo justo, en palabras de Juan Ramón Jiménez.
En Idioteca no importa ni una cosa ni otra, no importa provocar la certeza sino la duda, importa la poesía como imaginario y la posibilidad de que algo ocurra, imaginaos por un momento que… Convendréis conmigo en que no estoy loco, en que todo esto que yo, Raúl Quinto digo, es la pura verdad imposible. Lo sabréis con certeza si os lo imagináis así. Fantasmas dice Alberto Santamaría en el prólogo, y yo digo que sí. Que certero.
Pero Idioteca es también una arenga que se dirige directamente al lector, a su línea de flotación, la realidad sí, la referencia cultural de un imaginario biográfico sí, pero y si… piensa, imagina, enciérrate en el salón de tu casa y haz esto, o tira un dado, ya verás. La cuestión es “y si…”. Supón que tuviéramos rayos X, supón que el horror que nos causa repulsa es sólo miedo a nuestra voluntad… ¿cuál es el lugar en el que la experiencia vital y el arte se encuentran? ¿en qué punto confluyen la Ciencia y un chico haciendo parkour o viendo un partido de fútbol por televisión? La Ciencia ha matado a Dios, pero sigue sin poder controlar la ubicuidad del arte. Gracias a dios que la Ciencia sigue teniendo al Arte como enemigo. La pintura se volatiliza y se mete en nuestras estructuras moleculares, los dibujos animados son hijos de Dada. ¿Y si nada es lo que parece? ¿y si nada es como nos lo han contado? ¿y si, tal y como sospechamos, todos somos el Coyote?
Si Einstein tenía razón y todas las fuerzas interactúan, si hay un budismo esquizofrénico y delicioso en Idioteca, que venga Dios y lo lea, porque merece la pena. Raúl consigue infectarnos con el virus de un universo que, a medida que avanza el libro, parece más real, entramos al trapo como el lector de El Quijote entraba y entra en el universo disparatado y real de la locura. Este soy yo dice Raúl, y seguramente, quizás vosotros también seáis yo. Y si he podido ver más allá que otros es sólo porque me he apoyado en los hombros de gigantes, dijo Newton modestamente, gigantes cervantinos y homéricos. Desde Idioteca se ve otro mundo.
Juan Pardo Vidal"
sábado, 8 de mayo de 2010
Idioteca según Antonio J. Alías (Afterpost)
Reseña aparecida en la revista Afterpost. Muy recomendable, la revista.
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Lo que usted quiso saber sobre arte y nadie le explicó: “Idioteca”, Raúl Quinto
El fantasma es un fenómeno de superficie, y además un fenómeno que se forma en un cierto momento del desarrollo de las superficies.
Gilles Deleuze, Lógica del sentido
Raúl Quinto se confirma como un escritor iconoclasta con la publicación de Idioteca. En primer lugar porque escapa del verso como forma de expresión poética para instalarse en una aparente narrativa y, segundo, porque lo hace corrompiendo al arte entendido como lugar de representación, pero arrastrando también toda esa literatura crítica que le acompaña (mitos, anécdotas). De esta manera se articulan las veintidós piezas en el libro: una serie de relatos ficcionales que parten de imágenes artísticas conocidas con el fin de llegar a otro sitio. Por esa misma razón, y con el objetivo de ofrecernos algo distinto, la escritura de Idioteca no se establece ni en el ensayo ni en la ficción, puesto que es el suyo un discurso propio. Esta disconformidad se entiende bien no sólo por la existencia de fronteras entre discursos, sino porque también dentro de sus límites es donde se conforman los lugares comunes. Y estas convenciones son las que, de una manera u otra, afectan directamente a la creación, limitándola.
Sin hacer explícitamente un ejercicio contrahegemónico, Raúl Quinto se centra entonces en algunos lugares reconocidos y conservados por el arte institucional, en provecho de su propia obra. Esto es, iconografías reconocibles por cualquier ojo que han pasado a ser hitos artísticos y modelos que seguir, pero que él desmonta en su intento de explicar que el arte también se reescribe página tras página. Una trans-cripción de imágenes, en todo caso, a la única imagen que aparece en el libro: la escritura. Y aquí una de las claves de Quinto: hablar de imágenes desde otra imagen. Estas, en la obra, se cuentan pero no están; al menos no ilustradas en el libro. Por eso esta idioteca no se puede confundir con un museo al uso, ni siquiera comparar con un catálogo. Acaso sería –como sugiere Alberto Santamaría en el prólogo- una escritura que se constituye, exactamente en eso, en la presencia de una ausencia (phantasma-phantasía) y en la fabula que de allí surge.
Así, el arte es tan solo un medio, una excusa recreativa. Y este obra no es más que la pátina engañosa que cubre el acontecimiento verdaderamente poético de Quinto: “No se trata de mímesis sino de crear algo más perfecto que el modelo”. Si no entendemos esto, es que somos tontos, aunque esto es ya un problema de recepción.
1. Lo que usted quiso saber (es Historia del Arte). Como pasa en todas las disciplinas académicas desde que la Ilustración decidió poner orden –y conservar- el conocimiento, la Historia del Arte ha ido emancipándose de la Historia general para crear su propio discurso sistematizado. Basado igualmente en hechos (demasiadas fechas) el arte institucionalizado es lo que contemplamos en los museos y lo que aprendemos superficialmente a nuestro paso por el sistema educativo: una sucesión de diapositivas a destiempo, una mitología asociada a cada una de ellas y, detrás de todo, las ocurrencias del artista atormentado. Y esto es lo que se ha convenido. Sin embrago, cada una de las páginas de Idioteca nos da una lección en arte mientras desarma la inútil metodología científico-positivista que prevalece en los dominios de lo propiamente fenomenológico:
“Todo esto lo sabemos por la Historia y su prospección de documentos y fuentes primarias y secundarias, lo sabemos por los rayos x y su electromagnetismo indiscreto, y también lo sabemos porque el pintor tuvo hijos pintores que pintaron sus pinturas. Y ese hecho no debe invalidar la posibilidad de que la verdadera Historia de la pintura pueda estar oculta bajo las capas de colores y formas que hoy estudiamos y aplaudimos.”
Raúl Quinto juega, pues, con un lenguaje crítico establecido (a veces ordena las ideas y sus partes en diversos puntos) para destrozar con su parodia irónica el sentido pedagógico sobre aquello que, en ocasiones, es indemostrable: la póiesis artística. Frente a lo que la Historia determina, lo crítico se manifiesta como elemento desestabilizador. Por eso, todas las imágenes que se nos describen en los textos del libro, inician el recorrido desde su plano fijo (lo que es reconocido por el Arte, en mayúsculas) hacia un plano menos referencial y, por tanto, menos evidente, incluso desconocido. Se podría afirmar que éste es un ejercicio de desconocimiento, que lo que trata es, justamente, de buscar maneras de ser más de lo que se es, crear una violencia contra lo establecido o aprender desaprendiendo: “Queremos volver a la realidad. Dilapidar herencias”. Al final, este desplazamiento de la imagen representada hasta el encuentro con su acontecimiento es la propia escritura (lenguaje) fabulosa del poeta murciano, o lo que es igual, un nuevo lugar que se escinde de la Historia del Arte.
2. Lo que nadie le explicó (es poética). En el relato “Arena y distorsión” Raúl Quinto usa dos representaciones artísticas materialmente diferentes y distantes en el tiempo: una pintura, Perro ahogándose en la arena, de Goya y la canción de Sonic Youth Shadow of a doubt. Y las hace coincidir en una sola imagen: “mientras Goya pinta a su perro en la arena lo que escucha en su cabeza es Shadow of a doubt”. Ese momento en el que ambas confluyen, en el que se hacen intercambiables e, incluso, un mismo instante creativo (más allá de espacio y tiempo) es el acontecimiento de su escritura en Idioteca. Y éste es tan solo un ejemplo de los muchos con los que cada relato abre grietas y busca nuevos espacios para la ficción. Reescribiendo las referencias de nuestro imaginario cultural, Raúl Quinto enseña una silenciosa poética: dañando sin incomodar, sacando poesía de donde sólo hay dato. Que esto sea un relato de ficción, es una realidad. Es una imagen (poética) hecha en el lenguaje de imágenes que no vemos. Es un acontecimiento que deviene fábula y que se escribe contra los hechos históricamente acaecidos, contra lo que oficialmente conforma nuestro acervo cultural (de hechos).
La complejidad de Idioteca como libro reside, precisamente, en la negación de una idea muy extendida: el libro no es una imagen representativa del mundo; el libro se hace mundo, dice su autor, “hilado en sutiles correspondencias” con este otro mundo que habitamos y desde el cual (lo) leemos. Aquí o allá, lo que acontece pone en conexión cualquier parte con ningún sitio a la vez. Como sucede en cada verso de estas pequeñas narraciones que se escriben a modo de ensayo. Todo eso puede estar ocurriendo. La presencia de las imágenes ausentes también, pero eso dependerá ya de la imaginación del lector, de su memoria [externa].
ANTONIO J. ALÍAS
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martes, 4 de mayo de 2010
Idioteca según Antonio J. Rodríguez (Ibrahim Berlín)
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Raul Quinto y la teoría de los seis grados de separación
Regresamos sobre Pynchon y su descripción de la paranoia como «the onset, the leading edge, of the discovery that everything is connected, everything in the Creation» (Gravity’s Rainbow); una idea que conecta, a su vez, con la esencia del ensayo en el siglo XX: la reaparición del pensamiento por analogías y la indagación en las posiciones relativas que los elementos ocupan dentro de un sistema.
(O con el hecho de que todo esté conectado con Pynchon.)
O, parafraseando la teoría de Frigyes Karinthy, digamos, la percepción de que toda metáfora dista a un máximo de seis eslabones de separación de otra metáfora.
Raúl Quinto lo sabe bien.
«El análisis etimológico de la raíz griega de la palabra idioteca nos dice que idios significa uno mismo. Entonces una idioteca es una cárcel-museo de uno mismo. Es un espejo roto en mil pedazos recompuesto en la bóveda del cerebro.»
Prologado por un lúcido Alberto Santamaría, Idioteca (El Gaviero, 2010) interviene en esa dimensión del pensamiento basada en el trazado de pasadizos: el establecimiento de un orden dentro del caos que define a cualquier bulímico cultural. Ello, avalado por una prosa cuidada, manipulada como si de material radioactivo se tratase, y, cómo no, el tema de la autobiografía a partir de la clasificación de conocimientos y el gusto por el fragmento defendido por Barthes.
Idioteca está llamado a ser uno de los ¿ensayos? más suculentos del año.
Presten atención al pasaje que sigue:
«¿qué sucede si dos traceurs se encuentran frente a frente en su camino? Puede ocurrir, a mayor número de practicantes mayor riesgo de colisión. Ocurre, se encuentran, y saben que no pueden retroceder, jamás. Deben saltar o esquivarse, una decisión en apenas un instante. En ese punto consideremos que ambos resuelven igual el enigma, que no se esquivan sino que precipitan aún más su encuentro. Entonces un cuerpo atraviesa al otro, y penetra su sangre. Mezclarse una milésima de segundo como dos olas en un mar de carne líquida. Y después proseguir su fuga, pero sin ser ellos, ni ser otros, sino un doble cuerpo del mismo aliento, separándose como las ondas sísmicas se alejan simétricas del epicentro de un terremoto, en línea recta, adentrándose en los circuitos de la ciudad.»
Really Good Sh*t, ya saben.
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Antonio J. Rodríguez.
lunes, 26 de abril de 2010
semana
El viernes supongo que me echaré una siesta...
lunes, 5 de abril de 2010
Idioteca: cuenta atrás
pincha sin miedo