Ruta 66: La madre de todas las rutas
Autor: Dorothy Garlock
Editorial: Horizonte
Serie: 1º Ruta 66
Género: R. Contemporánea
Nº de páginas: 443
Fecha de publicación: Febrero de 2009
ISBN: 9788493695248SINOPSIS
Durante los años de la Gran Depresión, miles de americanos se ven obligados a abandonar sus tierras malogradas y a unirse a la diáspora de granjeros que emigraron en busca del sueño dorado de la gran California. En su camino, muchos de ellos pasan por la gasolinera de la Ruta 66, donde vive Leona con su cuñado y sus sobrinas. Leona es soltera y tiene que soportar las maledicencias de la gente, incluso las de su propio hermano, un fanático religioso que la acusa de vivir en pecado.
OPINIÓN
Este es mi segundo libro de Dorothy Garlock, ambos recomendados por una buena amiga, y que si no fuera por ella, posiblemente no entrarían en mis estanterías. Son libros con historias diferentes a lo habitual (al menos en mi caso). No es la clásica historia de amor sencilla y simple, pero tampoco de las que se mezclan con grandes intrigas que amenazan a los personajes. Yo diría que son historias con mucho sentimiento y una historia de amor más real que en otros casos (una historial creíble).
La historia está ambientada en un periodo poco empleado en la romántica, durante la Gran Depresión, en el estado de Oklahoma. Para mí es un periodo intermedio entre la romántica histórica y contemporánea, ya que en algunos sitios, como en el pequeño pueblo de Sayre, siguen viviendo de una manera más parecida a lo que podríamos encontrar en una novela histórica (en una casa de campo) que en lo que podríamos encontrar en las grandes ciudades de esa época.
Leona es una chica sencilla, que nunca ha salido de su pueblo, con un alto sentido familiar, dispuesta a lo que sea por cuidar de sus sobrinas y de su cuñado (viudo de su hermana mayor). Lleva una vida medianamente tranquila, cuidando de su familia y viendo como docenas y docenas de familias pasan por el garaje de Andy (su cuñado) camino a California en busca de una vida mejor. No aspira a encontrar al hombre de su vida, es feliz con lo que tiene. Su única preocupación es proteger a sus pequeñas sobrinas de su tío Virgil, su hermano mayor y fanático religioso (lo de este tipo es para darle de comer aparte).
Me gusta muchísimo más esta portada que la española |
Por todo esto, cuando su vida cambia drásticamente al ser Andy mordido por una mofeta con rabia y tener que ir a al hospital de Oklahoma a recibir tratamiento, Leona se ve arrastrada por los cambios tan repentinos que hay en su vida. Un desconocido llamado Yates dice que es amigo de Andy y que va a cuidar de ellas, que se encargará del garaje y de la gasolina mientras Andy se cura en el hospital, no cuenta nada de su vida, se instala en el garaje y simplemente pide a cambio un poco de comida (¡que no falten los panecillos al horno!). A Leona no le hace gracia ese desconocido, y a la vez se siente atraída por el misterio que lo rodea, porque en el fondo (a pesar de ser un pelín arrogante en un principio) parece un buen hombre, y además ha ayudado a Andy y dice que no se irá hasta que pueda saldar una deuda que tiene con él.
Nadie hoy en día en su sano juicio permitiría que un extraño entrase en sus vidas de esa manera tan arrolladora, nadie esperaría que se hiciese cargo de una pequeña familia que no es la suya; pero eso es lo que me gusta de esta novela. Nos muestra una época en la que la gente normal y corriente vivía malos tiempos, tenían que ayudarse unos a otros y la desconfianza hacia el ser humano no era tan grande como ahora. Esto se refleja muy bien cuando algunas familias que viajan a California, en un coche minúsculo, con un montón de niños dentro y todas las pertenencias de valor y que pudieran llevar, paraban a descansar junto al garaje. Esa familiaridad y apoyo se ha perdido.
Como secundario importante (pero nada agradable) tenemos a Virgil, hermano mayor de Leona, fanático religioso, maltratador empedernido (tanto a sus hermanas, como a su mujer e hijos) y obsesionado con la idea de llevarse de esa casa a las hijas de Andy. (Tengo la teoría de que este tipo además escucha voces…). Es un desgraciado que difama por todo el pueblo el nombre de su hermana y al que sus propios hijos tienen terror. Me alegro del final que le ha tocado.
En resumen: la historia me ha encantado porque Leona y Yates no viven una de esas historias en las que hay amor a primera vista y todo es desesperación y ansias por estar pegado como una lapa el uno al otro; tienen una historia de amor tranquila, se enamoran poco a poco, a la vez que se van conociendo mejor, superan docenas de dificultades juntos en muy poco tiempo. Y con todo esto, cada uno consigue aprender algo; Yates descubre que tener una familia y un hogar no es tan espantoso y que le gusta; Leona aprende a apoyarse en alguien cuando lo necesita y no a afrontarlo todo sola.
Hacia el final del libro hay una historia que corre pareja con la de los protagonistas, y es la historia de Hazel y sus hijos (la pobre mujer de Virgil). Y en las páginas que se le dedican a esta familia, descubrimos el terror que un solo hombre puede infundir a su esposa y a sus propios hijos, dejándoles marcas más profundas que las que su látigo les provoca en sus espaldas. Pero Hazel consigue revelarse (demasiado tarde) y empezar una vida nueva sin el lastre de Virgil.
No me alargo más, aunque me quedan miles de cosas por comentar de esta bonita historia. NOTA: 8,75.
No sé cómo me las apaño para terminar haciendo siempre unas críticas tan largas, pero no lo puedo evitar. Con deciros que me quedan muchas cosas por repasar de esta novela… Espero que os animéis a leer alguna de las (muy) pocas novelas publicadas en nuestro idioma por esta autora.