regreso con mis andanzas blogueras, al abrazo de cariñosas amistades. Con la alegría de sumarme de nuevo y con ganas a mi camino, que este y no otro es mi oficio. Todo llega, con paciencia, pero he llegado a exasperar por tanto tiempo inoperante.
Ya he vuelto.
Y lo hago con la cámara llena de imágenes y con un surtido de aromas de tomillos y romeros y ecos de olas. Vuelvo con pedazos de tierra en mis retinas, con imágenes de mar y montañas para ver y contar, con paseos por pueblos donde la estampa arcaica sigue alojada en sus calles y rincones para admiración de todos.
He seguido fiel a ese tirón del aire libre que me enganchó desde muy joven, pero también en estos días he buscado la riqueza de las tradiciones de mi tierra, su patrimonio cultural y el tesoro de sus paisajes.
Vivo en una tierra maravillosa, donde las cosas minúsculas tienen su grandeza. Y vuelvo para mostrar aquellos parajes y lugares donde normalmente no se accede.
Gracias a todas y a todos por compartir este mi peregrinaje. Y por las palabras que me habéis dedicado durante mi ausencia. ¡Sois fabulosos!
En este tiempo he recibido dos preciosos regalos:
Por parte de Pablo, que administra un blog viajero de gran calidad "Nuestra rosa de los vientos", con textos que cultiva con artesanía literaria, y fotos que son un derroche de belleza por los lugares que visitan.
Y por parte de Mª Angeles y Jose (Fotografías J. Casielles), que recibo con enorme complacencia e ilusión, pues son dos maestros del arte fotográfico, además de dos buenos amigos. Sus fotos alcanzan niveles excepcionales, campeando la perfección técnica y una estética admirables.
Siento no poder confeccionar la lista tal como dictan las normas. Tengo que ponerme al día con mis cosas. Sí que los ofrezco a todos mis numerosos seguidores y visitantes por su bondad y el parabién de la amistad, que tanto me enorgullece.
¡Gracias, Pablo!
¡Gracias, Mª Angeles y Jose!
por avivar con estos estupendos regalos mi entusiasmo por conocer caminos y rutas viajeras bajo el gran foco dorado del sol.