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27 de agosto de 2010

Diantres!!!


Personaje fetiche del blog abandona el gobierno.
Bueno, es obligada a abandonarlo.

Vía EOC


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3 de marzo de 2009

Marionetas


Ayer en Desde el Llano, JMS le preguntó a Alberto Fernández si Kirchner lo escuchaba.
Alberto Fernández (ex jefe de gabinete) contestó que conversaba seguido con Kirchner (ex presidente) y que en algunas cosas le hacía caso y en otras no.

Un periodista serio, hubiera repreguntado inmediatamente:

- ¿Me está diciendo que un ex jefe de gabinete y un ex presidente gobiernan el país?

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21 de febrero de 2009

Poker de censurados


Cuatro periodistas progres desenmascaran la realidad de la prensa bajo la dinastía K.

Dossier/libertad de prensa y publicidad oficial
La censura en el banquillo

  • Ahora, comparando del ’83 a la fecha, es el momento de menor libertad de prensa.
  • O sea que no solamente está en disputa la libertad de prensa sino que está severamente cuestionada y presionada por un gobierno que tiene una antipatía visceral hacia la prensa.
  • Creo que, como mucha gente, la pareja reinante desconfía del diálogo.
  • Es decir, no hay un concepto democrático de la prensa por parte de los Kirchner.
  • Hay un modus operandi que es muy novedoso, que es que van empresarios amigos del Gobierno y le dicen al ex presidente: “Néstor, te queremos ayudar”. O si no, Néstor le dice: “Denme una mano, ayúdenme, miren cómo me atacan”. “Bueno, ¿cómo te podemos ayudar?”, le preguntan. “Y... compren una radio”, es la respuesta.
  • Yo creo que hay en ellos algo que no tiene precedentes, que quedan remotamente lejos en esa pretensión, y es lo que se llama la obsesión por dominar el relato, por construir la información y, para decirlo en términos nuestros, evitar la realidad como un Photoshop permanente en función de los intereses y de los amigos y de los enemigos.
  • Simplemente, a mí me sigue sorprendiendo la torpeza con la que se manejan el matrimonio reinante y la gente que lo rodea.
  • Todo esto tiene un costado de perversidad muy fuerte.
  • Las palabras de Kirchner fueron: “A ése echalo porque le pago yo”.
  • Es muy difícil vivir en democracia para ciertas mentalidades.
  • Yo tengo una posición muy clara. Para mí, la publicidad oficial no debería existir salvo anuncios de concursos universitarios, de obras, de servicios públicos.
  • La mal llamada pauta publicitaria. Siempre discuto esto y no es por un prurito semiológico: es pauta de propaganda.
  • La pauta disciplinar. Este gobierno, y me consta porque lo he escuchado con mis propios oídos en 2003, decía: “Mirá que hay pauta”. Es una frase de una obscenidad…
  • Por suerte, tenemos Internet, la tecnología que va democratizando y horizontalizando la comunicación.


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24 de enero de 2009

Cloaca Rosada

Descubrimos la entrada secreta a la guarida de los Kirchner!

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7 de diciembre de 2008

Mentiras

La crisis y el valor de la verdad

Editorial de La Nación

El oficialismo kirchnerista ha demostrado a lo largo de los años un enorme desdén por la verdad, una pasión desordenada por las tergiversaciones, por el doble discurso y las omisiones.

La recesión económica que se avecina podría resultar en nuestro país mucho más tenue o pasajera de lo que, casi con seguridad, resultará. Sólo bastaría que la sociedad y, sobre todo, el Gobierno se decidieran a observar el fenómeno, analizar sus razones y prever sus efectos con realismo. Sin embargo, al mismo tiempo que apareció la crisis con sus primeras señales de crudeza, apareció el esfuerzo por negar el problema en sus consecuencias y en su existencia misma. Ejecutivos de importantes compañías industriales ocultan a sus empleados, aun a sus gerentes, los males que podrían sobrevenir.

En el sindicalismo este ocultamiento es más llamativo. El secretario general de la CGT, Hugo Moyano, niega la existencia de la crisis, mientras su consejero laboral, el diputado Héctor Recalde, aboga por establecer una doble o triple indemnización por despido, con la ilusión de que así evitará el desempleo. El consenso en la falacia es llamativo para una dirigencia a la que le cuesta tanto ponerse de acuerdo.

La presidenta de la Nación lideró esta corriente de ocultamiento en los últimos días. Primero, la crisis no existía. Y cuando fue imposible ocultarla, se la presentó como una contingencia internacional. Esta lectura pretendió ocultar las deformaciones que ya afectaban a la economía nacional antes de la tormenta del mundo: una inflación del 30 por ciento, la parálisis en la creación de empleo, urgencias fiscales crecientes, descenso en los niveles de actividad. La interpretación por la cual lo que suceda de malo es sólo una contingencia externa pretende que aquellas desviaciones endógenas sigan sin revisarse.

No debería sorprender esta disociación entre lo que sucede y lo que se reconoce. Las dos administraciones Kirchner han sido pródigas en tergiversaciones. Ya en 2005 el esposo de la Presidenta manifestaba que "el índice de inflación es perfecto".

También el superávit fiscal es muy inferior al que se pregona, lo que obliga a esfuerzos cada vez más dolorosos y recesivos para evitar el default. Para que esas dificultades no sean percibidas, se recurre a argumentos imaginarios. Así, las retenciones móviles, por ejemplo, no fueron un arrebato impositivo, sino, primero, una medida para evitar la expansión del área sojera; después, un mecanismo para garantizar la redistribución del ingreso; más tarde, una contribución extraordinaria para construir escuelas y hospitales, y, posteriormente, una política para abaratar los precios de la mesa de los argentinos, hasta que el ex presidente Kirchner admitió que el país requería recursos para honrar sus compromisos.

El penúltimo zarpazo del fisco, la estatización de los ahorros previsionales de los trabajadores, fue presentado como un salvataje para evitar la quiebra de las AFJP y para "proteger los ahorros de los futuros jubilados". Es cierto que esas compañías estaban al borde de la bancarrota, sobre todo por haber adquirido títulos públicos que la pésima política financiera del Gobierno degradó hasta sus actuales precios de default.

Sin embargo, las falacias quedaron otra vez al descubierto, cuando el jueves último la Presidenta anunció que, para impulsar su plan de promoción del consumo y la producción, se recurrirá a los fondos que las AFJP habían depositado en plazos fijos, los cuales serían colocados a un año a una tasa testigo del 11 por ciento. Si se quisiera proteger efectivamente los ahorros del sistema previsional, esos mismos fondos podrían ser colocados a la actual tasa de mercado, superior al 20 por ciento anual.

Otra tergiversación reciente consistió en presentar un nuevo paquete fiscal, que apunta al blanqueo y la repatriación de capitales no declarados, como un programa de reactivación. Todas las medidas tributarias y laborales que lanzó la presidenta de la Nación están orientadas a que el Estado pueda superar el desequilibrio de sus cuentas. Esa voracidad hará, casi con seguridad, que la retracción económica sea más aguda de lo que sería si el Tesoro, con las cuentas en orden, estuviera en condiciones de dinamizar la economía bajando impuestos o subsidiando el consumo. Así, se quiere hacer creer que una batería de disposiciones recesivas es un shock de reactivación.

La coartada para justificar las falsificaciones es que el Gobierno debe administrar las expectativas de los ciudadanos con dosis adecuadas de engaño. Además de paternalista, la estrategia es errónea: una vez que la palabra oficial cae bajo sospecha, el público suele tomar recaudos exagerados porque la gravedad de los males se vuelve difícil de medir.

La sociedad argentina y, lo que es más inquietante, casi toda su dirigencia parecen resignarse a vivir encapsuladas en un universo en el cual todos los significados han cambiado. La inflación no es la que parece cuando se realizan las compras; el empleo no cae en las estadísticas como lo hace en la realidad; el crecimiento no es el que se mide; los que se van volviendo pobres no quedan registrados en ninguna cifra, y las muertes y los asaltos provocados por la violencia urbana son meras sensaciones de quienes los padecen. Ni el presidente es el que es.

Un gobierno tan interesado en blanquear capitales debería, tal vez, preocuparse por que la Argentina no termine de convertirse en un país en negro. Una geometría aislada, en la que las palabras no se corresponden con las cosas. Un texto imposible de ser traducido. Una nación aislada.



  • 16RodocoVer perfil del usuario

    07.12.0814:35

  • Las 2 caracteristicas fundamentales del pensamiento totalitario son 1:la negación lisa y llana de los hechos y 2) La teoria de la conspiración. Cualquiera que exponga los hechos de una manera crítica es un golpista que amenaza a la patria, ya que para el totalitario la patria y "él" son la misma cosa.-


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29 de julio de 2008

Violencia


Que levante la mano el que se sienta aludido!

23 de julio de 2008

Cita del día

"Habrá que ver, pues, como manejan el país con las mismas taras pero con el poder recortado."
Vicente Massot sobre el matrimonio presidencial

17 de julio de 2008

Néstor hoy


¿Este?

¿O este?


11 de julio de 2008

Paranoico

nik

6 de junio de 2008

Kirchner se atrinchera en el pasado

Poco queda del proyecto que tuvo en mente Néstor Kirchner cinco años atrás.

Murió hace tiempo el sueño de crear un nuevo partido progre que reemplazaría el viejo peronismo cuyas deficiencias le parecían patentes.

Consciente de su propia incapacidad y de la de su mujer para seducir a la clase media urbana, Kirchner sabe que depende del Pejota, que tanto despreciaba cuando se imaginó destinado a liderar una versión propia de aquel "tercer movimiento nacional" fantasioso, que tentó sucesivamente a militares como el entonces almirante Emilio Massera, ciertos seguidores de Raúl Alfonsín y, a su manera, Carlos Menem.

Todos aquellos entendían que el peronismo se había dispersado hasta tal punto que sólo representaba "un sentimiento" difuso, uno que, por motivos misteriosos, todavía cautivaba a millones de pobres que, pensándolo bien, constituían las víctimas más patéticas del movimiento que apoyaban con sus votos.

Fue por eso que luego del desastre inverosímil que protagonizaron los compañeros en la década de los setenta, una serie de hombres ambiciosos aspiró a formar un movimiento con la misma mística pero con ideas menos vagas y principios menos flexibles.

Todos fracasaron, acaso porque los peronistas saben que identificarse con un programa político determinado les sería suicida.

Desde su punto de vista, la ambigüedad es una ventaja porque les permite sumar mientras que las definiciones restarían.

Resulta maravillosamente fácil ser peronista.

No es necesario creer en las bondades de ninguna ideología específica o conjunto de doctrinas.

Basta con estar dispuesto a corear "¡Mi general, qué grande sos!" cuando la ocasión lo exige porque lo demás carece de importancia.

Uno puede ser derechista o izquierdista, autoritario o libertario, ortodoxo o heterodoxo en economía, un reaccionario rabioso o un biempensante progresista sin salir del redil o, como decía Juan Domingo Perón, sacar los pies del plato.

Como una asociación de ayuda mutua que, la ley de lemas tácita mediante, logra aferrarse al poder, el PJ sigue funcionando con eficacia notable, pero como un vehículo político no es nada confiable.

Por cierto, dista de ser un partido "normal".

El PJ será leal a Kirchner mientras le convenga.

Si los gobernadores, intendentes y legisladores sienten que la mayoría está harta de su beligerancia indiscriminada, lo abandonarán a su suerte sin derramar una sola lágrima, tal y como se lo hicieron a Menem y Eduardo Duhalde.

Al fin y al cabo, todos saben muy bien que no los respeta, que preferiría ser el jefe de una organización partidaria muy distinta del PJ, pero toleran su cinismo porque, a pesar de que sus acciones hayan bajado últimamente, todavía cuenta con la aprobación de una proporción significante de los consultados por los sondeadores de opinión.

Con todo, algunos dirigentes influyentes, entre ellos Carlos Reutemann y Juan Schiaretti, ya se han alejado de Kirchner y muchos otros seguirían sus pasos si su imagen se deslustrara tanto como la de la presidenta Cristina.

En un esfuerzo por reanimar a la tropa peronista, Kirchner trata de convencerla de que lo que estamos viendo es un remake de un drama de hace sesenta años cuando el peronismo aún embrionario se enfrentaba con la Unión Democrática, una alianza variopinta de radicales, conservadores, socialistas y comunistas.

La coalición coyuntural así supuesta estaba conformada por aliadófilos que disfrutaban del apoyo decidido, y sumamente torpe, de la embajada estadounidense.

Para los peronistas, la Unión Democrática encarnó el mal y de haber ganado hubiera empujado a la Argentina al medioevo pero, a juzgar por lo que sobrevino después, la realidad es que la victoria electoral de Perón en 1946 condenó al país a más de medio siglo de convulsiones insensatas con consecuencias nefastas para la gente que los peronistas querían privilegiar.

Puesto que hoy en día las presuntas verdades peronistas están compartidas por casi todos, a los líderes del campo no les gusta que Kirchner, la presidenta Cristina y otros voceros oficiales los comparen con personajes casi olvidados, y debidamente desprestigiados, como José Tamborini y Enrique Mosca, la dupla de la Unión Democrática que fue derrotada por el general.

Como tantos otros, se resisten a entender que la prolongada hegemonía peronista que se hizo sentir, incluso cuando gobernaban regímenes militares antiperonistas, está en la raíz del empobrecimiento de un país de perspectivas al parecer brillantes.

En 1946 era razonable prever que la Argentina seguiría liderando al resto de América Latina por un margen muy amplio, gozando de un ingreso per cápita varias veces superior a los del Brasil y Chile.

Sin embargo, merced en buena medida a la insistencia peronista en aferrarse a fórmulas anticuadas, en poco tiempo se las arregló para protagonizar lo que para muchos sería el fracaso colectivo menos explicable de la segunda mitad del siglo XX.

Para empezar, el triunfo de Perón le aseguró a la Argentina la hostilidad de Estados Unidos, que nunca perdonó al general su proximidad al eje nazifascista.

Aunque andando el tiempo Perón se daría cuenta de que el populismo despilfarrador y aislacionista, o sea, el "modelo" que piloteaba, estaba arruinando el país, sus intentos tardíos de reconciliarse con el orden encabezado por Washington fueron demasiado débiles como para frenar la decadencia nacional que, entre muchas otras cosas, acarreaba la depauperación progresiva de la clase obrera y de la franja más vulnerable de la clase media.

En 1946, el nivel de vida del grueso de los trabajadores argentinos se asemejaba al norteamericano.

Hoy en día, los ingresos de muchos son equiparables con los de sus homólogos en el norte de África.

Desgraciadamente para la Argentina, el caudillo más carismático de su historia llegó al poder como un opositor férreo de las tendencias que, en América del Norte, Europa occidental y el Japón posibilitaron las décadas de crecimiento económico y progreso social que los franceses llamaron "los treinta años gloriosos".

De haber optado por acompañar a los países occidentales, algunos de los cuales eran mucho más pobres que ella en 1946, en la actualidad la Argentina tendría más en común con Australia y Canadá que con Bolivia, aun cuando un hipotético gobierno surgido de la Unión Democrática hubiera resultado tan ineficaz como otros dominados por la UCR.

JAMES NEILSON

5 de junio de 2008

Here we go again in this manic-depressive country?

James Neilson

Argentina is a famously manic-depressive country much given to wild swings between euphoria and gloom.

Eight years ago, the national mood was positively suicidal.

Large numbers of people thought that the only solution to their collective woes was to have the country go into receivership and let a gaggle of foreign bankers try to sort out the economic disaster.

But then everything changed.

Thanks largely to steep increases in commodity prices and a fall in the value of the US dollar, something like prosperity returned.

For the umpteenth time, pundits toyed with the idea that the future looked bright.

The main beneficiary of this was Néstor Kirchner.

As the notion that Argentina’s Lazarus-like comeback was due to his stewardship was widely shared, almost half the electorate proved happy enough to let him appoint his wife president.

Few objected to such a blatant show of nepotism or to the lack of anything resembling a party primary.

Why should they if everything was going splendidly?

It was all too good to last.

Not for the first time, pessimism has replaced optimism with quite remarkable speed.

Though the government has more than enough cash to prevent the kind of financial meltdown we have grown accustomed to, worried savers are pulling their money out of banks, changing pesos into dollars, and then stowing them under the mattress.

They do this because they don’t want to be caught napping as they were in late 2001 and early 2002 when their nest eggs were sequestered and then in effect appropriated, throwing millions into poverty.

Until quite recently, the feeling that Argentina may be heading for another crack-up was confined to places like Wall Street.

The dire assessments that emerged from foreign money-men, most of them “neoliberals” in thrall to what all true Argentines knew was a hare-brained theory, were pooh-poohed here even by economists who took it for granted that the “model” Kirchner was in charge of would one day come a cropper.

But since the farm strike got under way scepticism has spread among the general public.

Inflation, sporadic shortages, falling sales and the fear that there is much worse to come have undermined confidence to such an extent that Argentina could well think itself into an economic crisis similar to the one that erupted when another Peronist lady, Isabelita Perón, was queening it in the Pink House back in the 1970s.

According to Roberto Cachanosky in La Nación, the government has created such a mess that sooner or later someone will have to play the role of Celestino Rodrigo, one of Isabelita’s economy ministers, whose efforts to restore a semblance of sanity backfired and put an end to the Argentine middle-class dream.

When the economy seems to be doing nicely, running the country is a relatively simple matter.

People are loath to criticize the President because, they suspect, they might break the magical spell.

It is during these pleasant periods that governments make their worst blunders.

Convinced that the gods are on their side, they refuse even to consider the possibility that circumstances might change and that it would therefore be in their interest to take fewer risks.

Instead, they cling to whatever appeared to work well when times were good.

Like certain generals who in their minds keep refighting old wars, they are indignant when told that the next crisis will in all probability be completely different from the previous one.

Last year Néstor Kirchner presumably assumed that the economy would continue to grow at a decent rate for a long time to come, so all Cristina would have to do was stick to the route he had already mapped out for her.

If that was what he thought he was sorely mistaken.

Unluckily for his wife, she took over just when Argentina was about to experience a sea change.

Confidence in the government gave way to distrust.

And to make matters worse, her hectoring, know-all manner prevented her from dealing adequately with the many problems that, to her evident bewilderment, soon began to beset her.

Nor surprisingly her popularity ratings plummeted: barely half a year into her four-year term, they are now in the low twenties and people close to government are wondering aloud if she will manage to stay in office until 2011.

It need hardly be said that the suspicion that another big political crisis could be fast approaching has done nothing to encourage faith in the country’s economic prospects.

Argentine history is a tale of booms and busts.

As the cycle seems to require about ten years to go full circle, many feel that unless the government alters course very soon the economy will crash.

Though the long farm strike, plus the evidence that the farmers enjoy more public support than do Mr and Mrs Kirchner, has helped change the mood, much the same would have happened even if they had tamely allowed themselves to be clobbered by the taxman.

A rapidly dwindling trade surplus, the lack of investment, the increasing difficulties the government faces in finding the means to finance the enormously expensive subsidies it hands out in order to keep energy prices low for most consumers should by themselves have been enough to tell the government it would be well advised to make a U-turn, but being the people they are, Cristina and her husband have chosen to turn a blind eye to the flashing lights warning them that the end of the road lies ahead and that beyond it there is not much more than a treacherous swamp.

30 de mayo de 2008

28 de marzo de 2008

Al Jolson Kit

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29 de enero de 2008

Queso

Veo que apareció en la blogosfera el vídeo de Quién Movió Mi Queso, de Spencer Johnson.

(La libertad no se negocia - Variedades pachorro).

Eso me hizo acordar a esta adaptación del libro original que escribí hace unos años:


¿Kien se ha llevado mi keso?

(Versión libre de ¿Quién se ha llevado mi queso? de Spencer Johnson)

Tener keso hace feliz.

Había una vez una pequeña aldea de ratoncitos. Estaban gobernados por el ratoncito Blaky, quien se encargaba de distribuir el keso, fuente de todas las alegrías de la aldea.
Los Worky eran los ratoncitos que producían todo el keso, y le entregaban una buena parte a Blaky para que lo repartiera entre los Piky, ratoncitos pobres y marginados, aunque también había una buena parte del keso recaudado para él y sus amigotes.

Los Piky se habían organizado para demandar que se les entregara cada vez más keso, muchas veces mediante métodos extorsivos, lo que indignaba a los Worky, que debían trabajar por ellos y por los Piky, aunque éstos entendían que los Piky pasaban necesidades.

Huele el keso a menudo para saber cuándo empieza a enmohecerse.

La verdad es que los más favorecidos por el sistema imperante en la aldea de ratoncitos eran Blaky y sus secuaces, pero todo llega a su fin y el descontento popular hizo inminente su salida. Entonces Blaky urdió una estrategia para digitar a su sucesor. Así designó a Kaky, a quien ayudó a llegar al poder para evitar que lo hiciera su archirrival Aniyaky.

Cuanto más importante es el keso para uno, más se desea conservarlo.

De esta manera, Blaky pensó que seguiría a cargo del manejo del keso.

Imaginarse disfrutando del keso nuevo antes incluso de encontrarlo conduce hacia él.

Kaky tenía alguna experiencia en un pequeñísimo sector de la pequeña aldea de ratoncitos, donde manejaba el keso congelado. Siempre había ambicionado convertirse en el gran kesero, pero sólo la bendición de Blaky lo hizo posible.

Al llegar al poder, Kaky se dió cuenta que no necesitaba de Blaky, y empezó a urdir un plan para deshacerse de él. Blaky y sus secuaces comenzaron a ponerse nerviosos. No querían terminar como los Piky, que sólo recibían 150 gramos de keso.

Cuanto antes se olvida el keso viejo, antes se encuentra el keso nuevo.

Kaky empezó a tomar medidas que nada tenían que ver con el keso, pero que le dieron un altísimo nivel de popularidad. Mientras tanto, y por razones ajenas a Kaky y a Blaky, había cada vez más keso. Los diarios y la televisión se la pasaban hablando maravillas de Kaky y su gobierno. Todos los ratoncitos amaban a Kaky.

Las viejas creencias no conducen al nuevo keso.

Kaky empezó a mostrarse como un ratoncito con nuevas ideas. Bueno, no tan nuevas pero bastante distintas a las de Blaky.
Blaky y sus secuaces se empezaron a molestar, hasta que en una reunión del partido Kesista se enfrentaron verbalmente Blakina y Kakina, las esposas de los dos líderes.
Si bien es cierto que la facción de Blaky ganó la pulseada y se quedó con el aparato kesista, no lo es menos el hecho que Kaky seguiría controlando el keso. Sin keso no hay aparato que valga. Los secuaces de Blaky comenzaron a preocuparse.

Cuando ves que puedes encontrar nuevo keso y disfrutar de él, cambias de trayectoria.

Ante la alternativa de quedarse sin keso, los secuaces de Blaky comenzaron a ceder ante Kaky y decidieron que lo más importante para seguir disfrutando del keso que tanto amaban era hacer todo lo que Kaky les pedía para dejarlo feliz y contento.

Kaky se convirtió definitivamente en el rey del keso.

¡Moverse con el keso y disfrutarlo!

Los ratoncitos Worky están aprovechando estos buenos tiempos de la era Kaky, y han logrado un record de producción de keso. Sólo los ratoncitos amarillos de la gran aldea asiática crecieron más que nuestra aldea.

Notar enseguida los pequeños cambios ayuda a adaptarse a los cambios más grandes que están por llegar.

Los Worky, entretenidos produciendo keso, se dieron cuenta que hay un cambio en el aire, pero por más que lo intenten no pueden darse cuenta de cuál será el gran cambio que se viene.
Hasta que no esté claro, no podremos escribir el final de este cuentito.

31/3/2004
sine metu


21 de enero de 2008

5 de enero de 2008

Leña


James Neilson le sigue pegando al

Pingüino de la triste figura

4 de enero de 2008

El salvaje y sorprendente mundo de los animales


SEGUN LO VEO: Perdidos en la selva

Si los mandatarios o ex mandatarios del resto de América Latina quisieran ser solidarios con las víctimas de las FARC, colaborarían con Uribe enviándole ayuda económica y militar para que pudiera derrotarlas cuanto antes. Pero dicha alternativa no los atrae.

En el mundo hay decenas de miles de personas que, sin haber cometido crimen alguno, viven en cautiverio en condiciones denigrantes, pero a pocas, muy pocas, les tocará adquirir una importancia simbólica tan grande que media docena de gobiernos se sentirán obligados a movilizarse en un intento de liberarlas. Merced en buena medida a que tiene un pasaporte francés además del colombiano, Ingrid Betancourt forma parte de esta elite trágica. La difusión de fotos, como estampas medievales, en que la ex candidata presidencial se parece a una sobreviviente de un campo de concentración nazi, ha hecho de su secuestro una causa célebre en Francia. También conmovió a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

La reacción mundial ante la situación en la que se encuentra la cautiva más famosa de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia ayudó a hacer de la liberación de otro presunto rehén, el niño Emmanuel, el objetivo de una operación internacional de carácter cinematográfico en que participaron los presidentes no sólo de Venezuela, Colombia y, si bien indirectamente, Francia sino también el ex presidente de la Argentina, Néstor Kirchner, el canciller Jorge Taiana, funcionarios de Brasil, Cuba, Francia y Suiza y otros notables.

Tanta preocupación por el destino de tres personas, Emmanuel, su madre Clara Rojas y otra mujer, Consuelo González, que se suponía serían liberados gracias a los esfuerzos de Chávez y Kirchner, ha motivado muchos elogios. Es comprensible: ¿quiénes pueden estar en contra de que hombres tan destacados como ellos y sus acompañantes pasen días en la selva colombiana en un intento de rescatar a un niño de las garras de una banda de narcotraficantes notorios por su salvajismo que se afirman marxistas? Tal actitud se justificaría si se creyera que a raíz del operativo las FARC podrían decidir liberar a todos sus cautivos, pero sucede que siempre fue más probable que, como resultado, optaran por capturar a muchos más. Por cierto, el espectáculo organizado por Chávez no sirvió para convencerlas de que no les convenía mantener cautivas a personas inocentes. Por el contrario, desde su punto de vista, el revuelo internacional que se produjo mostró que era una forma muy eficaz de incidir en la política de toda América Latina.

Aunque es bueno saber que Kirchner y otros dirigentes políticos son tan humanitarios como el que más, el episodio que acaba de protagonizar el ex presidente plantea algunas preguntas engorrosas. Puesto que en la Argentina los secuestros son frecuentes, ¿por qué no interviene Kirchner para que los secuestradores puedan liberar a sus víctimas en una "zona humanitariamente segura" con las mismas garantías de las que hubieran disfrutado las FARC en Colombia? ¿Es que para él la vida de algunas personas, entre ellas el niño Emmanuel, valen más que la de quienes caen en manos de delincuentes en su propio país? ¿O es que lo que realmente importa en estas ocasiones es la publicidad, la oportunidad para desempeñar un papel humanitario estelar bajo la mirada atenta de la prensa internacional y frente a las cámaras de un cineasta renombrado como el norteamericano Oliver Stone? Que los amigos y familiares de un secuestrado hicieran virtualmente cualquier cosa a fin de liberarlo sería lógico, pero para Chávez, Kirchner y los demás los tres rehenes colombianos son tan desconocidos como les son casi todas las víctimas de las pandillas de secuestradores que pululan en el conurbano bonaerense.

También puede cuestionarse la influencia del acto más reciente del prolongado drama colombiano en las imágenes respectivas de las FARC y del presidente Álvaro Uribe. El que muchos hayan criticado la extrema crueldad de sus métodos no habrá molestado demasiado al capo de las FARC Tirofijo y sus compañeros. Como todos los revolucionarios, están habituados a atribuir su propia brutalidad a la supuesta inhumanidad del "sistema" contra el cual están luchando. Es un planteo que incluso quienes desaprueban sus métodos propenden a tomar en serio, razón por la que no sorprende que muchos, acaso conscientes de lo inútil que sería lamentar el desprecio por los derechos humanos que es típico de todos los terroristas, hayan dado a entender que en su opinión el obstáculo principal a una solución permanente del conflicto colombiano consiste en la terquedad del presidente Uribe, que confía más en las soluciones militares que en las negociaciones.

Como tantos otros políticos y comentaristas en el mundo actual, quienes piensan así dan por descontado que en última instancia todos somos seres razonables y por lo tanto la violencia política desaparecería si los dirigentes democráticos tuvieran el coraje de hacer algunas concesiones a los jefes de las FARC, Hamas, Hizbollah, los talibanes y otras bandas similares. De más está decir que se trata de una ilusión que debilita a los comprometidos con los valores democráticos y fortalece a sus enemigos.

A todos los políticos, pero en especial a los populistas, les es irresistible intentar aprovechar en beneficio propio los casos puntuales. Saben que no podrán eliminar la pobreza, pero si por algún motivo recóndito las penurias de una familia particular conmocionan a sus compatriotas, intervendrán con el propósito de llamar la atención a sus propios sentimientos solidarios, de este modo brindando la impresión de estar luchando con tenacidad ejemplar contra una lacra social que otros prefieren pasar por alto. Si la maniobra arroja los resultados esperados, les será más fácil ahorrarse el trabajo de hacer un esfuerzo genuino por atenuar un problema que afecta a millones.

Luchar contra el flagelo del narcoterrorismo colombiano ha resultado ser tan difícil como luchar contra la pobreza. Si los mandatarios o ex mandatarios del resto de América Latina quisieran ser solidarios con las víctimas de las FARC, colaborarían con Uribe enviándole ayuda económica y militar para que pudiera derrotarlas cuanto antes. Pero dicha alternativa no los atrae. Como Kirchner, muchos prefieren adoptar una postura neutral -dirán que lo hacen porque de otro modo les sería imposible oficiar de garantes- como si a su juicio no hubiera mucha diferencia entre una banda de delincuentes feroces por un lado y, por el otro, un gobierno democrático que goza del apoyo de la mayoría abrumadora de los colombianos, mientras que algunos, entre ellos el "revolucionario" Chávez, simpatizan mucho más con los terroristas que con quienes están tratando de poner fin a sus actividades sanguinarias para que todos los habitantes de su país puedan vivir en paz y libertad.

JAMES NEILSON

3 de enero de 2008

La foto que no fue

Kirchner rescatando al pequeño Emanuel

20 de diciembre de 2007

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