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15.11.24

BIELLA NUEI:
"Las aves y las flores"

Como el de cualquier comunidad autónoma española, el folclore aragonés va más allá de la imagen arcaica de lo popular que se arrastró en la península tras décadas de dictadura. En el caso de Aragón, es difícil no asociar a Zaragoza, Huesca o Teruel a las típicas jotas y su característicos cante, baile y traje regional, así como a ciertos cantautores como José Antonio Labordeta (también político y defensor a ultranza de su tierra) o Joaquín Carbonell como nombres cabeceros, sin olvidar la aparición de María José Hernández más adelante, sin las antiguas reivindicaciones sociales. Hay sin embargo, sin olvidar esos nombres y por supuesto la enorme musicalidad de las jotas, otros muchos tipos de bailes, baladas y ritmos tradicionales que hacen las delicias de los folcloristas, de bandas, orquestas y por supuesto de seguidores de las músicas de raíz y del publico en general. Así, unos cuantos grupos llevados por la pasión hacia la tradición, tomaron la responsabilidad de recuperar un repertorio casi perdido, un idioma propio (la fabla aragonesa, cuya salud se estaba recuperando tras mucho tiempo en proceso de extinción) y, en ocasiones, instrumentos emblemáticos tan olvidados o desprestigiados como la dulzaina, la gaita de boto o el salterio. 

Chicotén (otro nombre del salterio, precisamente), Hato de Foces o Somerondón fueron de los primeros grupos que volvieron a grabar ese repertorio antiguo y disperso, pero una nueva generación vino a tomar impulso en la década de los noventa, bandas como Cornamusa, Ixo Rai!, La orquestina del Fabirol, La ronda de Boltaña, Fagüeño, O'Carolan, Joaquín Pardinilla y, por supuesto, Biella Nuei. La primera formación de este conjunto data de 1984 a partir de un colectivo musical universitario, con numerosas actuaciones durante los siguientes años, que les proporcionaron algún que otro premio (para su LP "Monegros") y una cierta fama en la comunidad. Como explican en el libreto del álbum, el grupo se encontró durante sus primeros diez años de existencia con una realidad desoladora: "la práctica inexistencia tanto de estudios sobre la tradición musical aragonesa como de copias de instrumentos autóctonos". La labor de estudio, documentación y recopilación tanto de datos como de melodías, fueron tan necesarios como los propios ensayos: "Siempre ayudados por muchos amigos con nuestro mismo interés, comenzamos a desarrollar una intensa labor de grabación y archivo de la tradición oral, que nos ha llevado a rescatar dances y melodías antiguas, a entrevistarnos con viejos gaiteros, a viajar de un lugar a otro para recoger un romance, una canción de cuna, una rogativa...". Aparte de desarrollar un taller de construcción de instrumentos musicales, Biella Nuei grabó en Madrid su primer CD, con trece de sus muchos temas rescatados durante sus inicios, "Las aves y las flores", publicado por SAGA en 1994. El comienzo es fabuloso, "Dama hermosa - Las aves y las flores" son dos grandes melodías para gaita de boto aragonesa unidas para la ocasión; su origen se ubica en las cercanas localidades de La Almolda (Zaragoza) y Valfarta (Huesca), y su recuperación para este trabajo es de un gozoso disfrute por la afabilidad de su letra y lo contundente de la melodía. La variante aragonesa de la gaita de boto consta de un boto de cabrito (cubierto con una tela de flores), el clarín (piezas de madera de boj forradas de piel de culebra, que hacen sonar la melodía con el empleo de una lengüeta doble de caña denominada pita), el bordón (que emite un sonido continuo), la bordoneta (un bordón pequeño) y el soplador (para insuflar el aire). También se puede escuchar en ese primer tema, como a lo largo del disco, el pinfano (flauta de pico construida en caña, habitual entre pastores) y la dulzaina (también llamada gaita, chuflaina o chifla), un instrumento de viento de doble lengüeta de la familia de la chirimía o el oboe. Unas "Habaneras", canciones lentas procedentes de Cuba, se adornan con letras de amor tradicionales de varios pueblos aragoneses en el apacible segundo corte de un álbum que también acoge ritmos europeos que llegaron muchos años atrás al cancionero tradicional, como esas movidas y pegadizas "Polcas Biella Nuei", del pueblo oscense de Urdués la primera, y original de Blas Coscollar la segunda. El clarín, la parte de la gaita de boto que se encarga de la melodía, es el mayor responsable de su atrayente sonido. A continuación llega un agradable "Fandango" inspirado en una albada de Terriente (Teruel), si bien con una letra más popular de otros pueblos de la zona, de nuevo con temática amorosa. Durante este primer tramo, el trabajo se ofrece como una estupenda sorpresa en todos sus aspectos, que ven su continuación hasta completar sus trece cortes. Del dance de Tauste (Zaragoza) procede "Mudanzas de Arcos", mientras que a mitad del disco llega una de sus tonadas más conocidas, una sorpresa que nos lleva a citar datos históricos: conocida es sin duda la melodía de "Ball de Benás", similar a ese canto patriótico conocido como 'Himno de Riego', que cantaba la columna comandada por el teniente coronel Rafael del Riego durante el alzamiento militar denominado como 'Pronunciamiento de Riego', detonante de la Revolución de 1820 durante el reinado de Fernando VII. Aunque la música se atribuya en ocasiones a José Melchor Gomis, su gran semejanza con la 'Dance de Guayente' y el 'Ball de Benás' (o Dance de los mayordomos) hace pensar que Riego la pudo escuchar durante una época en la que estuvo preso en Jaca durante la guerra de la Independencia, para después utilizarla como música de su 'Himno'. En Benasque (o Benás) se utiliza todos los años esta melodía para su dance del día de San Marcial. Acordeón, violín, gaita de boto y pinfano se citan en esta tonada tan popular como acertada. Con el "Romance de Catalina", cantado en fabla aragonesa, Biella Nuei ganaron un premio en Galicia, donde valoraron, afirman, "la intensidad emocional y que en él se considere a Aragón como tierra de libertad". El bolero aragonés tiene cabida en el disco en los "Boleros de Caspe", mientras que otro dance tradicional, el del pueblo de La Muela, es el origen de "Por una niña". Viajamos a continuación al Pirineo oscense con "La pasabilla - Palotiau de Broto", pasacalles de San Chuan de Plan (y de Sariñena) el primero, melodía originaria de Broto la segunda, ejemplos ambos del uso de dos instrumentos inseparables como son el chiflo (flauta de tres agujeros, forrada con piel de culebra) y el salterio o chicotén (tambor de cuerdas que marca el ritmo y un bordón continuo a la melodía del chiflo). Una de las canciones más divertidas y fáciles de escuchar del álbum es ese homenaje a los cabezudos zaragozanos titulado sencillamente "Los cabezudos", que tras una música inicial inspirada en una melodía de Pradilla de Ebro (Zaragoza) incluye diversas coplillas que, como en cualquier otro punto del país, les cantan los chavales a esos singulares personajes (no sin advertir que, tras escuchar la copla referida al popular Moro o Morico, ningún grupo étnico debe sentirse atacado) que hacen las delicias de los jóvenes, a la vez que infunden un cierto miedo a los más pequeños. Además de otras letras y música de Luis Miguel Bajén, también podemos escuchar un pequeño fragmento, el más conocido, de la zarzuela "Gigantes y cabezudos" del compositor del siglo XIX Manuel Fernández Caballero. El "Pasodoble de Villarluengo" es una tonada de Camilo Ronzano utilizada en ese pueblo turolense, estupenda muestra de la alegría de los bailes tradicionales. El disco no puede finalizar sino con otra de sus canciones destacadas, un tradicional de Espierba y Bielsa (dos pueblos del valle pirenaico de Bielsa) que ha conocido diversas versiones por parte de otros grupos aragoneses: "El villano", que en aragonés cita lugares y personajes del valle, es otro ejemplo de la utilización de chiflo y salterio, junto a la gaita de boto, pinfano y percusiones típicas como cucharas de boj, hierros o aceros. Todos los temas son tradicionales salvo los aportes ya mencionados. Los arreglos son de Luis Miguel Bajén y Biella Nuei, que en esa época eran: Alberto Aznar (clarinete dulzaina, gaita de boto aragonesa), Luis Miguel Bajén (voz, guitarra, dulzaina, chiflo, salterio, pinfano, flauta travesera, cucharas y otras percusiones), Manuel Colás (bandurria, laúd, guitarrico, voz), Fernando Gabarrús (cucharas, castañuelas, pandereta, cañera, caja, bombo, cántaro, hierros y otras percusiones), Jacobo García-Rodeja (violín, percusiones), Belén Gonzalvo (violonchelo) y Rafael Sánchez (acordeón). Además, colaboraban Jesús Acero (gaita aragonesa en "Dama hermosa - Las aves y las flores" y clarín en "Polcas Biella Nuei") y Mario Gros (gaita aragonesa en "Ball de Benás").  

Combinando canciones con instrumentales, el de Biella Nuei es, como el de tantos grupos en tantas otras comunidades autónomas, otro fascinante logro para la música folclórica hispana. Con buena acogida popular y de crítica, "Las aves y las flores" fue la excelente demostración de las cualidades del grupo en campos unificados, la documentación y la interpretación: "La música tradicional, la originaria y verdaderamente popular, tiene algo que ofrecer en este triste fin de siglo en que la cultura, convertida en mero objeto de consumo, parece atrapada en un callejón sin salida (...) Sólo el respeto a la diversidad cultural, a esas diferencias que nos enriquecen, permitirá que exista una verdadera libertad de elección", afirmaban. Sin el hastío que pueden provocar algunas tradiciones puras en un público de finales del siglo XX gracias a unos arreglos bien pensados y convenientemente cuidados, la propuesta de este conjunto aragonés sorprendió a propios y extraños y aprovechó el gran momento de expansión, e incluso unión, de todas las músicas de raíz españolas, para salir de sus fronteras y gozar de un cierto nombre en todo el país, y es que su estilo tradicional, rural por cercanía, mostraba además una buena permeabilidad hacia otros ritmos (tanto llegados de fuera como más urbanos y actuales), y la reivindicación lingüística conllevaba también aciertos musicales, disfrutables totalmente en cada rincón de la península, incluso fuera de ella. Biella Nuei han evolucionado con los años, han fusionado su música con las de otras culturas (de Occitania, el Bearne o Marruecos) y han hecho buenos amigos por el camino, pero su esencia, la tradición aragonesa con la que comenzaron su singladura, se vive especialmente en trabajos como "Las aves y las flores" o el siguiente, "Solombra", que junto a "Sol d'ibierno" forman una especie de trilogía inicial en la trayectoria de esta inquieta banda.








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18.9.22

AFRO CELT SOUND SYSTEM:
"Volume 2: Release"

'The Imagined Village' es un libro de Georgina Boyes de principios de los años 90, que investiga exhaustivamente en el folclore inglés, concretamente -según reza su subtítulo- en su cultura, ideología y el revival que experimentó en la segunda mitad del siglo XX. El músico y productor inglés Simon Emmerson nombró así en 2004 a un interesante proyecto musical que intentaba revitalizar el rico folclore del Reino Unido, pero Emmerson no era nuevo en la materia, él había producido discos de artistas africanos como Manu Dibango o Baaba Maal (por cuyo trabajo "Firin' in Fouta" estuvo nominado al grammy), y avanzando en las posibilidades de la fusión de sus dos músicas de referencia, la de sus raíces y la que encontró en su trayectoria artística, se había convertido en parte fundamental de otro tipo de música folclórica, más atractiva, avanzada y universal, cuando fundó en 1995 una banda multicultural en la que convivían sonidos de Irlanda y del África occidental bajo un nombre tal vez de entrada algo pretencioso, que pronto se iba a hacer muy popular en medio mundo por lo acertado y excitante de su sonido: Afro Celt Sound System.

Esta agrupación multicultural de músicos publicó "Volume 1: Sound Magic" en 1996, disco que sorprendió al panorama musical por su eficaz fusión de estilos que aunaba sonidos étnicos con pop y ritmos avanzados. El 1 del título auguraba nuevos pasos, de hecho ellos consideraban a su primer disco como un experimento, que inició un largo camino. El segundo fue, dijeron, "el nacimiento de la banda". Destacable fue la ambición que originó en el grupo la superación para esa increíble segunda entrega, "Volume 2: Release", publicada por Real World records en 1999. Este volumen 2 del proyecto era más global y avanzado -un paso mas allá de lo celta, aunque todavía sin ser muy afro, igual que en el primer volumen-, rebosante de calidad y con ciertos cortes de fácil radiación que les hicieron destacar del panorama celta más común. En el corte inicial, por ejemplo, cuentan con la voz de una Sinead O'Connor de gran actualidad durante toda la década: "Release" es una obertura espectacular, una de esas canciones bien construidas, bien interpretadas, de fusion sibarita que llama al movimiento sin olvidarse de un desarrollo cálido y ameno. En otro de los grandes cortes del trabajo, "Éireann", la voz africana convive con la celta en un collage con gaitas y flautas que configuran una hermosa base musical para un resultado sorprendente, ciertamente fabuloso, uno de esos temas que reúnen todo lo necesario para sonar sin cesar bajo cualquier pretexto. Antes de este "Éireann", "Lovers of Light" es un movido reel electrificado, un recurso bien elaborado y adaptado a los nuevos tiempos, sin acabar de perder su esencia. Nunca faltarán las bandas que elaboren esta música en su forma mas tradicional, así que hay que agradecer este otro tipo de intentos que quedan ahí, sin dañar a nada ni nadie, para un público más avanzado o simplemente inquieto (es preciso recordar que un año antes, el asturiano Hevia había publicado su famoso "Tierra de nadie"). También instrumental aunque más calmado es "Urban Aire", y en la excitante "Big Cat" -otro de los cortes destacados del álbum- hay muestras de una dinámica percusión africana junto al bodhran y juguetones whistles. "Even in my dreams" e "Hypnotica" se imbuyen de cálidos ritmos triphoperos, esta última con un espléndido tratamiento instrumental con sones de arpa y flauta en un entorno cibernético, logrando un conjunto verdaderamente hermoso. Como sucedía en "Éireann", no faltan maravillosos pasajes de instrumentación celta en la semivocal "I Think Of...", tras la percusiva "Riding the Waves", un trance disfrtable especialmente en directo. Para terminar, la versión sin versos del corte inicial, el glorioso "Release", no tan impactante como su momento vocal pero de buena resolución. El álbum alcanzó el número 38 en las listas de ventas del Reino Unido y el 6 en el Billboard estadounidense. Simon Emmerson (guitarra, programación, teclados), James McNally (teclados, flautas irlandesas, bodhran, acordeón), Iarla Ó Lionáird (voz, letras y traducciones), Martin Russell (teclado, programación), N'Faly Kouyate (voz, kora, balafón, letras en francés y africano), Myrdhin (arpa celta) y Moussa Sissokho (tambor parlante, djembe) eran la base del grupo, con los cuatro primeros como compositores principales del grueso de las canciones. Además, las estupendas contribuciones de Ron Aslan (programaciones), Ronan Browne (gaita irlandesa), Michael McGoldrick (gaita irlandesa), Sinéad O'Connor (voz), Ashley Maher (voz), Johnny Kalsi (dholak, tablas), Nigel Eaton (zanfona) y Youth (bajo). El diseño gráfico del trabajo vuelve a ser tan colorido y atrevido como la propia música.

Partiendo de la excepcional base desplegada en el volumen 1, y marcados por la muerte del teclista Jo Bruce, la banda enfocó su duelo hacia un enorme y profundo homenaje que no porta tristeza sino unas enormes ganas de vivir, logramdo la superación total en un "Volume 2: Release" que propone un hechizante enfoque urbano a la tradicional música celta, ahondando en la estética trip hop con altas dosis de etno tecno, es decir, trip hop celtoide con una electrónica suave, agradable, nada machacona. En su nombre se conjugan lo afro y lo celta, y en su música también se suele acoplar lo oriental, una combinación tan peligrosa en general como rica y efectiva en esta ocasión, plena de canciones tremendamente glamourosas. El impacto global del conjunto iba creciendo y acaparando reconocimientos, como la nominación de este "Volume 2: Release" a los premios grammy en la categoría de Best Global Music Album en el año 2000, donde alcanzó el premio Caetano Veloso por "Livro". Aun así, el camino de la banda no había hecho más que comenzar, y su siguiente paso, "Volume 3: Further in Time" sería incluso más popular (especialmente en norteamérica, con un número 1 en el Bllboard), gracias a la colaboración de Peter Gabriel..

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3.5.22

SKYEDANCE:
"Labyrinth"

"Skyedance" fue el título, en 1986, de un espléndido álbum grabado a dúo entre dos músicos por entonces bastante desconocidos, Alasdair Fraser y Paul Machlis. En esta reunión, ambos interpretaban temas tradicionales escoceses rescatados de cancioneros. Fraser y Machlis se habían conocido en California cuando el primero de ellos, el violinista escocés, se había desplazado hasta allí por un trabajo totalmente alejado de la música. Gracias a Machlis, estadounidense, y a la aceptación de su arte conjunto, Fraser volvió a su país de origen y a su vocación, ofreciendo al mundo espléndidos álbumes como "Skyedance", "The Road North" (ambos junto a Paul Machlis) o, ya en solitario, "Dawn Dance". Con ellos su popularidad llegó a límites insospechados años atrás, pero para sus largas giras necesitaba un grupo de amigos, un conjunto que tuvo el acierto de tomar el nombre de aquel disco primario que comenzó todo, Skyedance. 

El objetivo era crear una banda a través de la creatividad de cada uno de los miembros, que provenían de campos distintos. Madurar esa combinación lleva tiempo, pero la calidad de los nombres implicados era muy grande, y la unión hizo que cada músico tuviera una voz distintiva y muy fuerte: Alasdair Fraser (violín, viola), Eric Rigler (gaitas escocesa e irlandesa), Chris Norman (flauta de madera, flautín), Paul Machlis (piano, órgano, teclados), Mick Linden (bajo) y Peter Maund (percusión) fue la formación que grabó el afortunado primer paso del grupo, "Way Out to Hope Street", un auténtico viaje a Escocia, a una tradición antigua y hermosa, muy bien tratada y fácil de escuchar, pero salpicada de gozosas influencias de otros estilos (no en vano Chris y Peter habían tocado música antigua, Mick había colaborado con algunos grupos africanos, y el jazz era también una constante en varios de los miembros). Ese primer disco de Skydance era una especie de prolongación de los trabajos de Fraser y Machlis (incluso "The Skyedance Reels" fueron rescatados del álbum "Skyedance"), incorporando nuevos elementos e ideas, ganando por lo tanto en profundidad aunque se pueda diluir así de algún modo esa chispa artesana y absolutamente bucólica que presentaban sus trabajos seminales. Con los mismos protagonistas, dos años después, llegó una segunda opción para admirar la conjunción de elementos de este fenomenal grupo en el álbum "Labyrinth", publicado por Culburnie Records en 1999, con la conveniente edición española a cargo de Resistencia donde estos seis músicos superaron el alto nivel del disco de debut. "Labyrinth" es vibrante y atractivo, a la par que algo más sosegado, y puede presumir de una mayor investigación, de ser incluso más abierto a otros sonidos, como se cuenta en el libreto: "Los laberintos son símbolos profundos de la peripecia vital en muchas culturas, desde el gran mito griego de Ariadna y Dédalo, hasta los hermosos laberintos labrados y penetrables de los pueblos celtas, amerindios y nórdicos. Los músicos de Skyedance emprenden su propia peripecia laberíntica entrelazando raíces escocesas con influencias de todo el mundo y enhebrando su recorrido descubridor en todo un juego de ritmos, armonías y melodías". La conjunción es fantástica, y aunque la voz principal es la del violín, todos los músicos tienen momentos para brillar. De Fraser es el reel de inicio, el fenomenal "The Spark" (dedicado a la memoria del poeta Donnie Campbell), y aunque suyas son también dos demostraciones de violín como "Into the Labyrinth" o "Ariadne's Thread", es en una de las joyas del disco donde demuestra su nivel como compositor: "The Other Side of Sorrow" es un monumental lamento inspirado en 'The Cuillin', un poema de Sorley MacLean referido, cómo no, a la isla de Skye, ese lugar que Alasdair considera uno de los más bellos del mundo y que ha acompañado sus inspiraciones durante los años. Rigler aporta al disco "La Gallega", donde sus compañeros van adoptando su bella melodía. No es de extrañar el apabullante bajo sin trastes del comienzo de "Till October" al comprobar que es una composición de Mick Linden de sorprendente atmósfera, un Linden que se muestra más desenfadado en la andante y entretenida "Cat in a Bag", y en "When she drives". "Fite Fuaite" es una pieza de Paul Machlis que proviene de una expresión gaélica irlandesa que significa 'mutuamente entrelazados'. Tal vez se refiera a su relación musical con Fraser en aquella época. "Inside the Shadows" es otra de sus aportaciones al álbum, en la que se nota la conducción de su piano, pero su gran acierto es el tema de cierre, "Evensong", una de esas tonadas monumentales, dignas de cerrar los ojos durante cuatro minutos y sencillamente disfrutar. Chris Norman, por último (Peter Maund no compone en este trabajo, pero su percusión es vital en el mismo), incorpora al disco "The Pentz Road", y especialmente "The Iron Rig / The Boxwood Reel": su primera parte, excepcional (que recuerda profundamente a la versión que del clásico de Van Morrison, "Moondance", realizó el recordado grupo Puck Fair) y dedicada a su padre, Arthur, "alude -se nos cuenta en el libreto del álbum- a los anillos que los ingenieros canadienses llevan como símbolo de orgullo profesional y responsabilidad cívica. Estos anillos se hicieron en un principio con el acero de un puente que se derrumbó en las proximidades de Quebec".

El violín es uno de los instrumentos característicos de la música celta, aunque tal vez carezca de la potencia simbólica de la gaita o del celestial lirisno del arpa, por mencionar sólo otros dos instrumentos típicos de esa cultura. Además, el violín posee una mayor identificación con la música culta, lo que no le impidió desde siempre gozar de un gran poderío en la tradición de las tierras celtas. Alasdair Fraser y su violín se hacen uno en la música de este maestro escocés que se convirtió en un nombre a tener en cuenta en las corrientes musicales instrumentales de los locos años 90. Junto a su banda Skyedance, continuó engrandeciendo su figura, y cualquiera de sus dos trabajos originales ("Way Out to Hope Street" y "Labyrinth"), así como su espectacular disco en vivo en España ("Skyedance en directo"), son razones más que sobrantes para dejar que el tiempo fluya al ritmo de los sonidos mundiales de una banda conjuntada y original, pero más cercanos, visto el nombre de su líder, a la venerada tradición escocesa.

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19.1.22

MILLADOIRO:
"A Galicia de Maeloc"

La tradición nos cuenta que un milladoiro es un montón de piedras acumuladas en los caminos, especialmente en el Camino de Santiago, aunque desde la época romana se ha perdido el significado de ese culto, que posiblemente provenga de la palabra 'humilladoiro' (humilladero) y sean como ofrendas de peregrinación, bien hacia el apóstol o bien, en la época romana, a determinados dioses de los caminos. Otros expertos afirman que se trataba de enterramientos, piedras amontonadas para cubrir el cuerpo de cadáveres que quedaban en el tránsito. Tal vez fuera la superstición la que hacía que los peregrinos del Camino de Santiago continuaran arrojando guijarros a los milladoiros que se encontraban, pero la tradición se mantuvo y el nombre se revitalizó también desde el campo de la música: en el momento en que Antón Seoane y Rodrigo Romaní necesitaban un nombre para el grupo de música tradicional gallega que acababan de formar a finales de los años 70, pensaron en que esos montones de piedras podrían reflejar perfectamente tanto la antigüedad de la música como el poder de la transmisión de esa información popular. Así, llamaron a su grupo Milladoiro en honor a esos "testigos silenciosos de una época en la que nos llegaron influencias y vibraciones de toda la Europa medieval".

Para fortuna del legado musical gallego, Romaní y Seoane publicaron "Milladoiro" (junto a Xosé V. Ferreirós) en 1978, primera piedra de la banda que iba a tomar ese nombre desde el año siguiente, ya con ellos tres además de Fernando Casal, Laura Quintillán y Moncho García en su formación primigenia. A todos ellos les unía la música tradicional gallega y el conocimiento ligero de los trabajos primarios de otros transmisores legendarios de tradiciones celtas como Alan Stivell, The Chieftains o Malicorne, sin olvidar otras figuras de la música gallega como Emilio Cao, pero tenían que fortalecer su unión, encontrar el tratamiento adecuado y un repertorio idóneo hurgando en cancioneros y poblados: "Cuando Milladoiro empezó su trabajo tuvo varias fuentes de documentación, una era la tradición oral, los viejos músicos que estaban todavía en activo y que mantenían una relación con parte de nosotros. De ahí recogimos los primeros temas acompañados de una literatura que estaba muy dejada de la mano de Dios". Sin estar seguros de la respuesta pública, empezaron a ensayar y forjaron "A Galicia de Maeloc", que fue publicado por el sello gallego Ruada en 1980. La portada es espectacular, una ilustración de Xosé María Piñeiro recreadora de leyendas con temática celta. Desde el principio este trabajo fue una apertura con sabor gallego a ese excitante mundo celta, con la polémica que ello conllevaba en una España en remodelación y con fiebres autonómicas. Solventando la sencillez de las melodías rescatadas, el folclore se teñía de actualidad con nuevos bríos y arreglos alegres y melódicos en forma de muñeiras, alalás o pasodobles tradicionales, y adaptaciones de dos piezas irlandesas, dos acercamientos a los celtas del norte, que no desposeían a la gran parte del disco de sus raíces gallegas, un disco que comienza con la "Danza De San Roque De Hio", una animada danza popular con poderío gaitero. También tradicionales gallegas son "Tecendo liño" (otra especie de danza, donde mandan en la melodía flautas y violines), "Danza de cariño" (con deliciosos aires medievales y un arpa que invita a pensar en Alan Stivell) y "Muñeira do areal", mientras que "Si bheag si mhor - John Ryan's Polka" es un tema que conjuga dos piezas irlandesas, una de O'Carolan y otra tradicional, de sonoridad mágica y profunda -donde no faltan las uilleann pipes y el tin whistle-, un gran acierto en el disco. En esta primera cara del plástico deja su sello en la composición Antón Seoane en los temas "A bruxa" (acordeón, zanfoña y la completa instrumentación se conjugan en una bella pieza cargada de sueños e ilusiones) y "Rosalía" (donde el clave marca la buscada antigüedad, y vientos y cuerdas aportan la esencia cantábrica más actual). El título "Alalá - Muiñeira - Jiga" no deja lugar a la duda sobre lo que contiene el arranque de la segunda cara, esos recuerdos de la tradición que continúan en "Danza de astureses" (una nueva danza de celebración en cuatro tiempos), "Pasodoble do berbes" (entretenida tonada donde las gaitas vuelven a resonar) o la delicada "Axeitame a polainiña", con un tema introductorio de Romaní. Es el mismo Rodrigo el compositor de "Ila vai o mar" (poética tonada donde el arpa y la zanfona se alzan por encima del romper de las olas), y coautor junto a Antón Seoane y Laura Quintillán del tema de cierre "Polcas (Da Arousa e do Tapal)". El grupo destaca en su web: "La primera vez que en la música gallega se emplean conjuntamente gaita gallega, ocarina, zanfona, arpa, clavecín, flautas, uillean pipe, etc. Fue el primer disco gallego que se editó en el mercado francés".

Para acceder más al componente puramente gallego que al celta, Milladoiro fue el nombre elegido para la banda tras desestimar, entre otros, el de Maeloc, que formaría parte de este su primer álbum. Maeloc era el nombre del obispo que comandaba la expedición celta que arribó a Galicia a mediados del siglo V huyendo de los combates en el sur de Inglaterra. Galicia era tan verde como su propia tierra, por lo que se adaptaron con facilidad y trajeron, entre otras costumbres, su propia música. Durante los 80 la importancia de Milladoiro fue creciendo y su nombre fue sinónimo de calidad, que exportaban desde Galicia a toda España y al mundo entero, hasta Estados Unidos o Japón. El tratamiento de la tradición gallega se realizó desde siempre con mucho amor y eso dignificó la figura del músico folclórico, que encontró un terreno abonado. Así, la situación de la música tradicional gallega -y la española en general- fue cambiando durante esa década hasta una aceptación total, que en los 90 tornó por momentos en devoción. Gran parte de la culpa fue suya, algo tuvieron sus discos, algo hicieron por pasear el nombre de lo gallego por el mundo, y aunque otros, con mucho mérito también, recogían el testigo y los frutos de ese trabajo, Milladoiro ha sido siempre un icono de la música gallega.

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9.10.21

LIAM O'FLYNN:
"The given note"

Después de su marcha del grupo Planxty (del cual fue miembro fundador junto a Donal Lunny, Andy Irvine y Christy Moore), O'Flynn tardó unos años en publicar sus discos en solitario, aunque siguió colaborando con numerosos artistas, entre los que destacó especialmente esa conexión natural que mantuvo con el compositor Shaun Davey, irlandés como Liam. "Liam O'Flynn" fue su primera muestra en 1988, con la ayuda de sus amigos de Planxty (Christy Moore, Donal Lunny, Nollaig Casey) y otros como Sean Keane o Mícheal Ó Súilleabháin. Su segunda propuesta fue "The fine art of piping" en 1991, pero la creciente expectación ante su obra explotó definitivamente cuando en 1993 publicó en Tara Records el magnífico "Out to an other side", cuando O'Flynn estaba cercano ya a cumplir 50 años. Mucha música le quedaba dentro aún a este intérprete de uilleann pipe, esa complicada gaita irlandesa que esconde sonidos tan evocadores en su intrincado interior, de la cual fue considerado en vida el mayor de los maestros, sucesor natural del mítico Séamus Ennis.

Aclamado por todos, Liam era el hijo de un violinista y de una pianista, que se sumergió en la antigua tradición de la uilleann pipe con el éxito del esfuerzo y la dedicación. De esta manera, logró una técnica envidiable gracias a la cual pudo preservar el sabor de lo antiguo en sus melodías (tradicionales en su mayoría) y en su forma de tocar, y tras su fallecimiento en 2018, la mayor demostración de su arte se encierra en sus trabajos. La continuación de aquel "Out to an other side" fue otra gran obra titulada "The given note", publicada por Tara Records en 1995 y producida de nuevo por Shaun Davey. Al propio Liam (uilleann pipe, whistle) se unían además nombres tan especiales como los de Arty McGlynn (guitarra), Steve Cooney (guitarra, bajo, didgeridoo), Rod McVey (sintetizadores, órgano Hammond, armonio), Noel Eccles (percusión), Sean Keane (violín), Ciaran Mordaunt (tambores), los ex-Planxty Andy Irvine (voz, mandolina) y Paul Brady (voz, mandolina, piano), y los miembros del grupo gallego Milladoiro Rodrigo Romaní (arpa), Xose V. Ferreirós (gaita gallega , pandereta, oboe) y Nando Casal (gaita gallega, clarinete), ya que O'Flynn viaja también en este disco fuera de Irlanda, tan cerca como a Escocia en dos de los temas y algo más lejos, a Galicia, en otros dos. La esencia campestre se respira en el comienzo del álbum, donde la gaita ejerce de compañía paseante con la gracia -entre otra instrumentación- del didgeridoo, en "O'Farrell's welcome to Limerick" (cuyo título irlandés es 'An phis fhliuch'). La maestría es nota predominante en el album, y en la folclórica "O'Rourke's, the Merry sisters, Colonel Fraser" comienza a notarse por qué Liam era un nombre legendario y un colaborador de lujo en discos de músicos tan grandes como Enya, Mike Oldfield, Kate Bush o Mark Knopfler. El intérprete recuerda con cariño a su antiguo maestro Leo Rowsome al hablar sobre estos reels. También hay en el trabajo canciones en el típico estilo irlandés, como esa bucólica pieza cantada por Andy Irvine, "Come with me over the mountain, a smile in the dark". No son títulos sencillos, realmente. La voz repetirá su aportación en "The rocks of Bawn" (un clásico que Liam vio tocar en numerosas ocasiones al gran instrumentista Willie Clancy), aunque en esta ocasión el cantante es Paul Brady. La guitarra da entonces la perfecta salida a una de las composiciones más recordadas del disco, el espléndido "Farewell to Govan", un lamento perfecto donde flauta y gaita se compenetran con solidez, que no es aunque lo pueda parecer una pieza tradicional, sino una composición del enorme acordeonista escocés Phil Cunningham. Impactante es así mismo una de las tonadas en las que más brilla la especial tonalidad de la uilleann pipe, una "Joyce's tune" melódica y radiante, un aire cuyo título original es "An speic seoigheach". Que hayan pasado los mejores temas del álbum no quita que queden grandes momentos en el mismo, acompañamientos bailables (recuerdos de familia como "The green island, Spellan the fiddler" o "The rambler, the aherlow jig"), llenos de emoción -pues Liam opinaba que la música celta posee una profunda resonancia emocional- ("Ag taisteal na blárnan (travelling through Blarney)", "Romeo's exile" -pieza de Shaun Davey para su adaptación de 'Romeo y Julieta'-), con aspecto de animada marcha (un strathspey o danza escocesa titulada "The Smith's a gallant fireman") o bellos tradicionales muy recordados, como ese aire lento sobre el amor imposible que lleva por título "Cailín na gruaige doinne (The girl of the brown hair)". Pero resta por mencionar la incorporación española en el disco, un acompañamiento gallego tan fabuloso como el del grupo Milladoiro, que no sólo aporta brios nuevos a la gaita de O"Flynn sino que se muestra como imprescindible al proporcionar dos de sus mejores momentos: en primer lugar la "Foliada de Elviña", animado ritmo de baile tradicional gallego que proviene del histórico rincón coruñés, antiguo poblado celta. Y como magistral conclusión, un tema que es combinación de dos piezas tradicionales del repertorio del grupo gallego: "Teño un amor na montana / Alborada - Umha noite no Santo Cristo", de sus álbumes "Solfafria" y "O berro seco", maravillosos momentos de raiz hispana que combinan la nobleza de la uilleann pipe y los instrumentos gallegos, y es que lo decía así el gaitero de Kill: "Para los músicos tradicionales es un gran reto preservar las raíces. Nosotros mostramos un gran respeto por la tradición, pero a la vez estamos musicalmente abiertos a recibir influencias de fuera". Carlos Núñez llegaría para el siguiente trabajo de Liam, otra espléndida obra titulada "The piper's call" publicada en 1998, donde el sonido de la uilleann pipe continúa tocando el alma. 

Seamus Heaney, poeta irlandés ganador del Premio Nobel de Literatura este mismo año 1995, fue el creador del poema que dio título al álbum (como ya lo había hecho en "Out to an other side") y fue la voz de la amistad en el folleto del CD del que, en una especie de metáfora apropiada para la inspiración artística, se extraen estas sabias palabras: "Siempre ha habido una cualidad clásica en la forma de tocar de Liam O'Flynn, una fuerza nivelada y segura: sientes que es parte inquebrantable de una tradición. Pero hay algo más allá en su estilo, un puro deleite en su propio impulso personal (...) En las ocasiones en las que he compartido un programa con Liam, siempre me he sentido fortalecido por estar dentro del campo de fuerza de su gaita, en contacto con una naturaleza profundamente intuitiva y sugestiva. De hecho, lo que siento hacia él está bien resumido en un par de líneas del poema que da título a este disco: Me parece uno de esos espíritus satisfechos que 'han ido solos a la isla / y han traído todo de vuelta'. En 'The given note' escuchamos a un maestro a gusto con su arte, que se complace en el mero acto de hacer música, solo y con sus compañeros. Este es un trabajo que levanta el corazón". Para muy interesados, el disco de 2003 "The poet and the piper" reúne a ambos protagonistas. Liam era un intérprete manejado por hilos divinos, y aunque existen desde entonces otros nombres de rabiosa pasión en el manejo de la uilleann pipe, difícilmente podrá diluirse su figura en las próximas décadas, así como sus discos no serán olvidados, entre ellos este "The given note".

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21.8.21

XOSÉ MANUEL BUDIÑO:
"Paralaia"

Gaitero nacido en Moaña (Pontevedra), Xosé Manuel Budiño es uno de esos músicos asociados al folclore gallego que a finales del siglo XX llegó de golpe a los circuitos de músicas del mundo y demás corrientes asociadas a la conocida como nueva era. Su trayectoria había sido discreta (una banda de gaitas llamada Semente Nova y el grupo efímero Fol de Niu), pero fue avanzando en sus propósitos hasta irrumpir en el panorama nacional en solitario con cierta cautela, como si pensara que su propuesta musical no fuera a ser tomada en serio entre otros gaiteros tan populares y tremendamente exitosos como Carlos Núñez o Hevia, amén de bandas folclóricas en alza de la misma zona geográfica como Luar na Lubre o Berrogüetto, o grupos de siempre como Milladoiro. Su nombre caló hondo, sin embargo, en una audiencia que continuaba aceptando auténticas muestras de tradición, productos sinceros y bien realizados como el que Xosé Manuel Budiño ofrecía en ese su primer trabajo, de título "Paralaia".

Escribe en el libreto del álbum el escritor y político orensano X.L. Méndez Ferrín que con su virtuosismo y grandes amigos invitados, Budiño nos hace pisar territorios nunca antes visitados, y que esta música se asienta en el interior del pueblo gallego con profunda emoción, como la memoria de ese monte llamado Paralaia, que recoge leyendas de personajes mitológicos (mouras) y tesoros escondidos. Todo un tesoro fue este disco que llegó en 1998 de la mano de Resistencia, y que se había acabado de fraguar en el norte de Europa. Jackie Molard y Söig Sibéril eran dos músicos bretones muy activos, que solían acudir a los festivales que cada verano se celebraban en Galicia. Así se labró Xosé Manuel el conocimiento y el valor para enseñarle a Jackie sus maquetas, y lo hizo en una visita a ambos músicos en Bretaña. Juntos, esa misma noche en casa de Söig, colocaron la semilla de "Paralaia", que acabó grabándose en Madrid con la producción de Budiño y Molard. Pocos sonidos pueden conducirnos a Galicia como lo hace el comienzo de este disco, la espléndida sonoridad de la gaita de Xosé Manuel arremete con fuerza en la melodía de "Paralaia", secundada enseguida por Jacky Molard (violín), Soïg Sibéril (guitarra), y el grupo de Budiño, compuesto por Leandro Deltell (percusión), Xan Hernandez (bajo), Pedro Pascual (bouzouki) y Xavier Díaz (acordeón). El monte Paralaia pertenece a la localidad natal del gaitero, Moaña, a él está dedicado el disco y de él recoge mucha de su fuerza y de sus historias, las de esa montaña que "respira el viento del Atlántico, y siempre es la primera vista que da la bienvenida a los emprendedores navegantes, y la última fuerza que les dice adiós cuando regresan al mar". "Cantar de Santa Sabiña" es un interludio vocal que deja clara la importancia de la tradición y de las voces de estilo antiguo en el trabajo, como la de Mercedes Peón, la gran cantante gallega que adapta en solitario este canto tradicional recogido en las aldeas. "Aire do cruceiro" parece en su comienzo una prolongación modernizada del canto anterior, de nuevo con Mercedes Peón y con la instrumentación completa. Repetirá Mercedes (a la que Budiño había conocido en un festival en Santiago cuando acudió con Fol de niu) muy al final del disco, en "O pateado", dejando el sitio a la música sin palabras en la mayoría de su minutaje. "Rapa bestas" es un nuevo acierto de un disco entretenido y muy estudiado, una pieza divertida, de apariencia festiva, como lo es esa tradición gallega (la más conocida es la de la de Sabucedo, también en Pontevedra) que consiste cada verano en curar a los caballos del monte y cortarles las crines: "Siguiendo los vientos que vienen de la noche -se cuenta en el libreto-, se puede ver el camino hacia las montañas donde los lobos y los caballos salvajes, verdaderos dueños de estas tierras, corren y hablan al ritmo de las panderetas en la oscuridad". Budiño sustituye aquí la gaita por una flauta irlandesa, el low whistle. Acto seguido, de nuevo las gaitas dominan "Lóstregos" con su sonido fuerte y desenfrenado, unión norteña de gaita gallega y trikitixa (con la enorme colaboración de Kepa Junkera), "que te transporta a nuevos paisajes". A Coruña es la siguiente parada del viaje, concretamente Cedeira y sus imponentes acantilados, conocidos como los acantilados de Herbeira, los de mayor cota sobre el nivel de mar de la Europa continental (613 metros de altura sobre el nivel del mar). Así, "Marcha de Breixo" es un aire lento que derrocha ternura, un arreglo de Budiño, Molard y Sibéril de una pieza tradicional dedicada al viento y el mar "de allí donde la gente recoge estos sonidos del fin del mundo, donde expresa sus ansiedades a través de una guitarra, un violín y una pipa". La gaita que utiliza aquí Xosé Manuel es una gaita irlandesa, como en la visita a la localidad pontevedresa de "A fonte da pedra", con su manantial milenario. Budiño vuelve a animar el disco en una composición propia (él firma en solitario la mitad de las doce piezas del disco), "Ardora", que habla de sus recuerdos de muñeiras y de gaiteros como Ricardo Portela. "Ardora" fue destacada por la SGAE como la mejor composición gallega en 1999. De nuevo aparece la triki de Kepa Junkera en un pequeño alalá (melodía montañesa gallega) titulado "Alalá da Vila Ortegán", un aire lento definido en el libreto como uno de esos alegres recuerdos que siempre nos hacen compañía. A Kepa le había conocido también en un festival en Lugo, y no dudó en ayudar al que enseguida se convirtió en su colega, y al que él mismo había ayudado en su inmenso trabajo "Bilbao 00:00h". A ritmo de animada jota se muestra la siguiente tonada, "Jotón Club", de Nacho Muñoz, explicada así: "Un viaje a Bretaña transformó esta jota entre platos de comida y botellas de buen vino, con un sabor único que reflejaba la compañía de la guitarra de Soïg y del violín de Jacky". "Santa Compaña" es el final donde la gaita se va, en la solitario, con esa presencia fantasmal: "Aparece mágicamente y susurra una historia misteriosa. Uno parece ver en el tiempo una canción lejana de letras extrañas, una canción vengativa que se expande en el tiempo".

Tras el éxito del gaitero asturiano José Ángel Hevia con "Tierra de nadie" a finales de los 90, se lamentaba ese humilde asturiano de que, además de Carlos Núñez, Kepa Junkera, Luar na Lubre o él mismo hubieran conseguido el objetivo del reconocimiento, otros currantes de las músicas folk y tradicionales españolas no lo hubieran logrado aún, y entre ellos destacaba el nombre de Xosé Manuel Budiño. No tardó en asomar su figura por radios y revistas, y "Paralaia" encontró el agradecimiento de la crítica y de la audiencia. Se trata de un trabajo muy completo, que no se centra exclusivamente en la gaita sino que se hunde en siglos de tradición para beneficio de su patria y del público de este gallego que afirma que la chispa de su expresión musical es inexplicable, "te sale sin más", y que ha continuado ofreciendo muestras de su calidad en trabajos como "Arredor", "Zume de terra", "Sotaque" o "Fulgor". Además, "Paralaia" fue reeditado en una edición especial remasterizada en formato libro-disco ilustrado por Ana Zon, con motivo de su vigésimo aniversario.












2.9.20

LUAR NA LUBRE:
"Plenilunio"

Peculiares son sin duda las circunstancias que envuelven la historia del auge definitivo de la banda gallega Luar na Lubre. Ante todo, el éxito es consecuencia de su trabajo y continua evolución en la apertura y predicamento de la música gallega, en España y más allá. Pero no deja de ser curioso que el título de su (poco conocido) primer disco, "O son do ar" fuera el mismo que, casi una década después de aquel tímido lanzamiento, les abriera las puertas de golpe. Esa canción viajó en el tiempo, fue recogida (transformada a su modo, ni mejor ni peor, distinto) por el músico británico Mike Oldfield, y el nombre de Luar na Lubre fue escuchado en medio mundo. Posiblemente esos potenciales interesados nunca sabrán que el nombre del grupo se traduce más o menos como 'luz de luna' (luar) en el 'bosque sagrado' (lubre), ni que su formación data de 1986 en A Coruña, pero escuchando cada uno de sus trabajos, sea donde sea, se desliza hacia allí un pedacito de Galicia. "El trabajo que realiza la banda se enfoca desde la perspectiva de entender que la música es uno de los factores culturales más importantes para la afirmación del derecho al enriquecimiento de la diferencia del pueblo gallego", decían. Oldfield escogió bien, se quedó prendado del poder atávico de esa melodía, y su misma discográfica fichó a Luar na Lubre, que sólo tuvo que dejarse llevar ("supimos aprovechar la oportunidad cuando se presentó, pero detrás hay 20 años de trabajo", decían).

Desde la Galicia de contrastes llegó un grupo con varias caras, la tradicional y la renovadora. Con una discografía pequeña pero conseguida a base de esfuerzo y buen tino, Luar na Lubre se dieron a conocer al público nacional con este cuarto trabajo publicado por WEA en 1997. En él tuvieron los medios que no habían logrado reunir desde que en 1988 publicaran "O son do ar" en la pequeña compañía de Santiago de Compostela Edigal, un trabajo con aspiraciones y composiciones tan acertadas como la que le daba título. A ese "O son do ar", que fue reeditado en CD en 1997 con otra portada (por otro sello local, Punteiro) y en 2000 con otra distinta (ya en la todopoderosa WEA), le siguió en 1990 "Beira - Atlántica" (publicado por Sons Galiza y reeditado también en 2000 por WEA, que aprovechaba así el tirón mediático de la banda), de similares intenciones y un repertorio más tradicional que el del debut (donde componía especialmente Bieito). "Ara - Solis" fue el tercer paso en 1993, llegando aquí un pequeño descanso de cuatro años que desembocaría en "Plenilunio". Su comienzo es una nueva versión de "O son do ar", como reivindicando su canción (que, señalaba Bieito, fue vapuleada inicialmente por la crítica) y su música, demostrando que aunque tal vez sea más sofisticada es, realmente, la misma de siempre. Cantada en castellano, "Tú gitana" es, sin embargo, la canción que elevó a Luar na Lubre en popularidad y situó este trabajo en el número 33 en las listas de ventas españolas, alcanzando además un disco de oro que les entregó el propio Mike Oldfield (ellos le habían entregado el disco de platino por "Tubular bells III"). Hay un agradecimiento especial en el libreto a Óscar Vinader, que grabó y mezcló el trabajo, mientras que las producción fue de Michel Canada, salvo en el tema "O son do ar", que era propia del grupo, cuyos miembros en ese momento álgido eran: Bieito Romero (gaitas, acordeón diatónico, zanfoña), Xulio Varela (buzuki, trompa, tarrañolas y pandereta), Patxi Bermúdez (bodhran, tambor, djimbek), Xan Cerqueiro (flautas), y las nuevas incorporaciones, Rosa Cedrón (violonchelo y voz), su hermano, Xavier Cedrón (violín) y Daniel Sisto (guitarra acústica). La nueva versión de "O son do ar" acapara el protagonismo del inicio del álbum, la pureza del original (que tal vez muchos prefieran) ha dado paso, casi una década después a un producto elegante y fresco, una puerta abierta a la Galicia de los 80 con un sonido de los 90. La melodía de Bieito Romero sigue teniendo una fuerza enigmática ("es un pequeño homenaje a los pequeños bosques autóctonos que nos quedan en nuestro país", contaba), no es de extrañar que Oldfield viera posibilidades en ella y se aprovechara de la circunstancia. Sencillo decisivo para empujar el disco al éxito, "Tú gitana" es una canción con un aire del folk más populoso de décadas atrás (con cuerdas y voz tomando el rumbo al comienzo), revestido de leyenda folclórica merced a los estupendos arreglos y a aportaciones decisivas como la gaita. Con la letra del recordado cantautor portugués José Afonso, "Tú gitana" es una pieza deliciosa y cercana, con la que se adivina que la incorporación de Rosa Cedrón al grupo ha sido un acierto definitivo. "Ao-Tea-Roa" es un instrumental tradicional bailable, ni rápido ni lento, mientras que "Roi Xordo" (segunda composición de Bieito en la obra) invita a la danza, y recuerda a ciertos grupos bretones de fama mundial. La voz vuelve a aparecer en "Os teus ollos", canción tradicional sin el poder del single principal pero con un acabado muy agradable que le hizo ser un nuevo sencillo de la obra. "Ronsel" es otra divertida tonada tradicional, al igual que "Pola ponte de San Xoán", pero los temas del álbum escogidos para sonar en radios iban a ser, salvo "O son do ar", vocales, como la siguiente canción, "Pandeirada das fiandeiras (Muiñeira de ramelle)", otra muestra del buen acabado del trabajo. Escrita por Daniel Sisto, "Sol de outono" es una pieza más soñadora, una fábula a la luz del plenilunio. "Cantiga de Falvan" es otro corte con voz, como una canción tradicional de festejo, mientras que "Romance de Bernaldino e Sabeliña" cuenta una historia sobre la búsqueda de un amor que lleva hasta la misma muerte. Para acabar el disco, "Galaecia" es una tonada potente (la tercera de Bieito Romero) y definitoria de las intenciones del grupo, también en el título, expandir la música gallega por España y por el mundo, esa música de raíz a la que, dicen, prestan especial atención ("el estudio de los cancioneros gallegos y el trabajo de campo les proporciona un conocimiento profundo de la realidad musical gallega que también es determinante en sus propias composiciones", afirmaba la crítica). "Plenilunio" tuvo un acabado tan notable y llegó a escucharse de tal manera en la emisoras de radio, que su participación como teloneros en la gira de Mike Oldfield fue un caramelo para los seguidores del de Reading, un complemento perfecto a su paso por España. Además, se trató de una importante publicidad para el grupo. Rosa Cedrón apareció de la nada en esta cuarta entrega, y se convirtió en una figura carismática, rivalizando en popularidad con Bieito Romero; de hecho, destaca en esa bonita portada del trabajo, que forma parte de una serie fotográfica en la que los componentes del conjunto paseaban en fila con sus instrumentos por la playa, inspirada posiblemente en unas imágenes del álbum de 1987 de la banda escocesa Boys of the Lough "Farewell and remember me", aunque en esta ocasión bajo la luz del plenilunio, y es que, ante todo, afirmaban: "queremos rendir culto a la Luna". Una edición especial del álbum en 2002 presentaba, en un bonito digipack, tres temas nuevos, tres interpretaciones en directo de "O son do ar", "Galaecia" y "Roi Xordo". 

La historia es de sobras conocida, en una visita privada (buscando inspiración, al parecer) de Mike Oldfield a Galicia en noviembre de 1991 se le organizó una fiesta en el pub Playa Club de A Coruña. Tras la petición de una banda de folclore autóctono y la imposibilidad de que pudieran actuar los más conocidos Milladoiro (se encontraban de gira), se contactó con Luar na Lubre, y la sorpresa fue que Oldfield conocía varias de sus canciones. La 'culpable' fue su novia en esa época, una coruñesa llamada Rosa Suárez que se había llevado hasta las islas británicas el primer álbum de la banda de su ciudad, por lo que pudo llegar a oídos de un Mike abierto a estos tipos de música. El británico y los gallegos tocaron hasta bien entrada la madrugada, y semanas después, Mike le pidió a Bieito una gaita como la suya. Qué hubiera sido de la banda sin la mediación de Oldfield es difícil de saber, pero la calidad que portaban hubiera acabado, tarde o temprano, abriéndoles el camino adecuado en esa España de los 90 en la que las músicas de raíz eran muy bien recibidas. Celebraciones, leyendas, ritos de fertilidad, ritmos de vida y oleaje, el plenilunio es rico en mitos y creencias, y fue un título importante e inspirador para Bieito: "'Plenilunio' es un título significativo para nuestra cultura, una de las fases de la luna que tiene una relación especial con muchas culturas, un elemento, un fenómeno importante para definir cosas de nuestra vida cotidiana, un homenaje a este evento natural". Presentado en vivo el 15 de diciembre de 1997 en el Teatro Alfil de Madrid, "Plenilunio" logró una enorme popularidad y unas cifras de ventas disparadas con respecto a lo que la banda había vendido hasta entonces. La siempre esperada luna llena se merecía un trabajo tan rico y respetuoso como éste, una sorpresa que arribó desde las fértiles tierras celtas del noroeste español, alumbrando nuestras noches de fiesta.







11.4.20

CARLOS NÚÑEZ:
"Os amores libres"

Carlos Núñez conoció al gran Paco de Lucía en una entrega de premios en Madrid, cuando se reconocía su primer álbum en solitario, "A irmandade das estrelas". El gaitero estaba triunfando masivamente con ese trabajo, y se emocionó cuando el guitarrista elogió su labor y su música, naciendo de inmediato una amistad que iba, con el tiempo, a planear una colaboración entre ambas estrellas. La muerte del maestro dio al traste con esa esperada interacción de genios, pero el de Algeciras estuvo al tanto en todo momento, desde México, de los pasos que Carlos estaba dando en su segundo proyecto, un ambicioso puente entre la música gallega y el flamenco, un trabajo muy esperado por público y crítica titulado "Os amores libres", que acabó viendo la luz en 1999 (Carlos no se precipitó y dejó pasar tres años entre sus dos primeras obras) de manos de BMG Ariola, con una amplia distribución internacional tras el interés despertado por la ópera prima del músico de Vigo. Carlos Núñez se estaba convirtiendo en un personaje tan popular que se podía permitir que su rostro ilustrara la portada de su nuevo álbum; ya sucedió en el debut, pero allí se hacía acompañar de una gaita, lo cual va a seguir ocurriendo, con gaitas o sin ella, en la mayor parte de su discografía. 

En la gira que siguió a "A irmandade das estrelas" ya se atisbaban mestizajes de música tradicional gallega con el flamenco (y con otras músicas europeas) adivinando el público avispado por dónde iban a ir los tiros de sus nuevas creaciones, principalmente hacia un fabuloso encuentro musical entre el norte y el sur de la península. No en vano Carlos escuchó en cierta ocasión la frase "¡Tocas la gaita como un gitano!" en boca de una gitana de avanzada edad. Pero fueron The Chieftains los primeros que le hicieron ver cómo, fuera de nuestras fronteras, se adivinaban en su música ecos del flamenco, sin que ni siquiera él mismo hubiera alcanzado a darse cuenta. Hizo bien Carlos Núñez en virar la mirada hacia estas otras conexiones musicales tan cercanas, para ofrecer un nuevo producto al que en su frescura poco se puede reprochar. Al margen de eso, "Os amores libres" (que porta el handicap de tener un hermano mayor tan mítico e impoluto como "A irmandade das estrelas") merece más de una escucha atenta y un seguro disfrute, tanto por su composición como por sus -de nuevo- colaboradores de excepción, que entre otros -y cada uno de ellos en un puñado de canciones, o solamente en una de ellas- fueron: Juan Manuel Cañizares (guitarra flamenca), Dónal Lunny (bouzouki), Carles Benavent (bajo eléctrico), Tino Di Geraldo (percusión), Dan Ar Braz (guitarra eléctrica), Derek Bell (arpa, piano), Liam O'Flynn (gaita irlandesa), Máirtin O'Connor (acordeón), Frankie Gavin (violín), Phil Cunningham (piano, teclados, acordeón), Teresa Salgueiro (voz), Sharon Shannon (acordeón), Arty McGlynn (guitarras), Kevin Conneff (bodhran), Renaud Garcia-Fons (contrabajo), Nollaig Casey (vilín), Paddy Keenan (gaitas), Mike Scott (voz, guitarras), Jackson Browne (voz), Hector Zazou (teclados), Gil Dor (guitarras acústica), Noa (voz), Vicente Amigo (guitarra flamenca), Martin Russell (teclados), Simon Emmerson (programaciones) o Pancho Álvarez (guitarra, violín, mandolina), entre muchos otros. Carlos Núñez interpreta varios tipos de gaitas y de flautas, ocarina y arpa de boca. La interacción de elementos tradicionales se muestra en todo su esplendor al comienzo del disco en "Jigs & Bulls", una pieza de ritmo frenético compuesta por pequeños tradicionales gallegos que, producida por Dónal Lunny (fundador de bandas como Planxty, The Bothy Band o Moving Hearts), suena por igual gallega como irlandesa, y posee también el correspondiente componente flamenco por medio de la percusión de Tino di Geraldo y miembros de la banda de Paco de Lucía como Juan Manuel Cañizares, Carles Benavent o Manuel Soler, que al final ejecuta un zapateado con palmas y jaleos. "Jigs & Bulls" no es un comienzo tan épico como el del disco anterior, pero sí aclaratorio del espíritu del trabajo, una fiesta abierta al mundo. La segunda composición producida por Dónal será "O cabalo azul", donde destaca la luminosidad de las flautas de Carlos (whistle y flauta dulce). Granados es el compositor de la pieza que da título al disco, un título referido a la música que estaba prohibida o mal vista en Galicia por estar influida por el sur; "Os amores libres" es una balada instrumental sencilla y, por supuesto, enamoradiza, que le fue descubierta a Carlos por Derek Bell, el miembro de The Chieftains que toca en ella su arpa, y está cercana a aquel "Amanecer" que abría su carrera solista con 'espíritu Nightnoise'. "Muñeiras da sorte" proviene de un antiguo documento sonoro de Sabicas, en el que el legendario guitarrista flamenco tocaba varias muñeiras, una alborada y un alalá, antiguas grabaciones (Carlos deja que se note el glitch del vinilo) que se convierten en una música nueva y alegre, con la aportación del acordeón de Máirtin O'Connor, que repite en otra hermosa y manida composición de Granados, Albéniz y Jiménez, "Alma barca", donde la guitarra flamenca -en un pasaje muy hispano del álbum- la aporta Rafael Riqueni. Es preciso hablar de las voces del trabajo, canciones que por momentos son muy acertadas: la primera es una gran pieza del repertorio del gallego y single promocional del trabajo, y es que "María soliña" es una de sus canciones más recordadas, la historia de María, la joven esposa de un pescador de Cangas (Pontevedra) que se queda viuda y sola, adquiriendo a la vez la reputación de bruja; la leyenda llega directamente al corazón y, bajo la importante colaboración de Phill Cunningham, la interpreta lacrimosamente Teresa Salgueiro, la eterna voz de Madredeus, que dado el avanzado estado de su embarazo tuvo que ser convencida expresamente por Carlos para cantar en el álbum (en 2005, Teresa la incluyó en su álbum "Obrigado"). Curiosamente, y totalmente distinta a la anterior, tal vez sea la rumba "A orillas del río Sil" otra de sus mejores canciones, una fenomenal fusión del norte y del sur que supone un gran descubrimiento y una especial sorpresa, principalmente para el oyente extranjero; qué diferente la voz de la cantaora Carmen Linares a la de Teresa, pero cómo encajan en esta mágica muestra de mestizaje (suenan además el acordeón de Sharon Shannon, la guitarra de Arty MacGlynn y el bodhran de Kevin Conneff) escrita por Manuel Malou, en la que se cuenta la historia de amor entre un gallego y una gitana. Más adelante, "The raggle taggle gipsy" es una animada canción tradicional británica cantada por el escocés Mike Scott, miembro de The Waterboys, que la propia banda había grabado en 1990 para su disco "Room to Roam", si bien las versiones de esta canción (que cuenta cómo una mujer rica se escapa con una banda de gitanos) se cuentan a puñados, desde Pete Seeger o Bob Dylan a Planxty, The King's Singers o Steeleye Span. La variedad de voces y procedencias de las canciones es abrumadora en este experimento folclórico, por ejemplo, el origen de "Danza da lúa en Santiago" es un poema de un Federico García Lorca que en sus viajes a Galicia descubrió que los alalás le recordaban al flamenco (y cuenta con músicos marroquís, a la vez que el cantautor Jackson Browne y una vieja grabación de 1920 del coro coruñés Cántigas da Terra) y la de "Viva la quinta brigada" una canción de otro ex-Planxty, Christy Moore, cantada por el vocalista de los Hothouse Flowers, Liam Ó Maonlaí, que trata sobre los voluntarios irlandeses que acudieron a luchar contra el fascismo en la Guerra Civil Española, que realmente eran conocidos como la XV Brigada (Moore se equivocó por la semejanza entre 'quince' y 'quinta') o la Columna Connolly. La segunda canción extraída como sencillo del álbum, "A lavandeira da noite", es otra emocionante balada tradicional gallega, que habla sobre la prueba del amor prohibido de una mujer, que tiene que ser lavada y olvidada; su intérprete, la israelí Noa (que conoció a Carlos en 1996, en el festival Womad celebrado en Canarias), con Gil Dor a la guitarra acústica y Vicente Amigo a una guitarra flamenca que brilla especialmente al final de este tema que contó con su propio videoclip. Para terminar el disco, una variada suite con pasajes evocadores y festivos en la que llega a brillar una gran variedad de instrumentación; su comienzo es apasionante, volviendo a hurgar en un hermanamiento peninsular, encontrando a partir de ahí nuevos caminos de exploración (danzas, cantos de pandereteiras, y una voz final antigua, emocionante), portando siempre la magia del descaro de su joven firmante, esa chispa que prende en todo el trabajo y que pocos consiguen impregnar en sus obras, aunque el propio autor afirme que, mientras su primer disco fluía muy bien, este era un poco más denso. Eso no le quitaba encanto y maestría.

Los discos de Carlos suenan tradicionales y modernos, su sonido construye puentes entre generaciones, rompiendo totalmente el papel marginal, peyorativo, que hasta hace pocas décadas había cobrado la palabra gaitero. De hecho, con "A irmandade das estrelas" sentó las bases de un cambio de mentalidad por el que el público empezó a tomarse muy en serio la música gallega y sus conexiones con la de las tierras celtas. Con "Os amores libres", que alcanzó el número 3 en las listas de ventas españolas en abril de 1999, ejecuta una sólida inmersión en las presuntas diferencias -que en muchas ocasiones no son sino semejanzas- entre el norte y el sur de una España que, con multitud de bandas y solistas entre los que Kepa Junkera, La Musgaña, Luar Na Lubre o Hevia -que fue cinco semanas número 1 ese mismo año- arrasaban a nivel popular (y con grandísimas colaboraciones de mitos extranjeros, como las que Carlos había tomado prestadas en 1996), despertaba totalmente a la que era necesario tildar como world music española, pero la de una nueva generación, avanzada y sobradamente preparada, que entendía no sólo lo que le ofrecían sus raíces sino también lo que demandaba el público. Generoso en exceso en sus directos, Carlos Núñez es uno de los máximos exponentes del hermanamiento de culturas musicales tanto en España como con las demás naciones celtas y más allá de ellas, y el seguimiento de su obra es una amena manera de entrar, desde la profunda mirada gallega, en la investigación de una cultura, la celta, apasionante.

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5.11.19

L'HAM DE FOC:
"U"

De la misma forma que en España sabemos valorar y acoger con entusiasmo y pensamiento crítico los grandes álbumes del folclore mundial, es necesario también mirar hacia dentro de nuestras fronteras y comprender, en este ejercicio de introspección, que de norte a sur y de este a oeste de la piel de toro, habitan y han habitado músicos y bandas de excepción en el mundo de la música de raíz. Desde Valencia, concretamente, nos llegó en 1999 un trabajo abrumador, una joya de esas que se forjan muy de vez en cuando. Publicado por Sonifolk, "U" era el primer álbum de L'Ham de Foc, un conjunto formado por Efrén López y Mara Aranda, que había nacido en 1998 para explorar en la música mediterránea y adornarla con pinceladas indias y reminiscencias medievales y sefardíes, logrando un conglomerado musical único y verdaderamente hermoso, en el que tuvo mucho que ver su propia ubicación geográfica, las culturas que rodearon o se implantaron en la ciudad valenciana a lo largo del tiempo. El Instituto de la Juventud (INJUVE) seleccionó una de sus primeras maquetas para realizar una pequeña gira por España en 1998, espaldarazo definitivo para darse a conocer y lograr, al año siguiente, su primera grabación, el mencionado "U".

Sonifolk ya había editado en 1998 el álbum homónimo de la banda Cendraires, de parecidos caminos estéticos, en la que participaba Mara Aranda, y donde al final de su singladura coincidió con Efrén López, un músico proveniente del rock que comenzó paulatinamente a interesarse por la incorporación de instrumentos folclóricos, y de ahí a las músicas de raíz que los complementaban perfectamente. "L'Ham de Foc comenzó su trayectoria con el objetivo común de sus componentes de investigar en las tradiciones musicales del mundo, con el fin de integrar el resultado de éstas en sus composiciones", decían en su primer álbum: Efrén y Mara, Mara y Efrén, lograron en "U" un producto auténtico, nada encorsetado y ciertamente adictivo, un trabajo con el viento a favor, de difícil repetición, aunque sus siguientes movimientos, "Cançó de dona i home" y "Cor de porc", intentaron mantener la llama que prendió con él. En el sonido de "U" tuvo mucho que ver un músico irlandés afincado en Creta llamado Ross Daly, al que Efrén y Mara siempre habían admirado, acudiendo además de tiempo en tiempo a sus seminarios para aprender de su forma de tocar; en su música cretense se puede adivinar que L'Ham de Foc encontraron en él algunas de sus inspiraciones. Las composiciones son propias en su mayoría, una señal de distinción de músicos dotados de enorme clase. El comienzo, "El nord", es algo así como una danza del fuego (el fuego y el agua confluyen en su música como elementos antagónicos), un poderoso ritmo instrumental que puede sonar, aunque se salga de su radio de influencia, a los nórdicos Hedningarna (de hecho es una composición de Pep Ahuir inspirada en una melodía tradicional escandinava). Sólo hay otra pieza estrictamente instrumental en el disco y llegará al final con "Tocs occitans", tres danzas medievales, animadas y coloridas, música tradicional occitana de sones a lo Gwendal, incorporada al trabajo por el intérprete de vientos Eduard Navarro. A pesar de estas recreaciones y otras dos más que veremos enseguida, hay que hacer notar el interés de L'Ham de Foc por trabajar su propio repertorio, no depender de la música tradicional, y la apuesta fue ganadora. En "Lluna d'algeps" aparece ya la voz de Mara (que va a acompañar todo el disco) con sus maravillosos giros (de hecho, el verdadero poder de esta composición en la que Mara firma la letra y Efrén al música -algo que se va a repetir en varias de las canciones- reside en el tratamiento vocal de Mara) en esta sugerente y bien construida trovada de ritmo altivo con una gran gaita, enérgica melodía que sigue evocando provocativas danzas medievales, y sin duda una de las grandes canciones de un trabajo que continúa con "Al matí" -otra bellísima y luminosa canción de aspecto mediterráneo- y "Veritat", antes de acceder a otro de los cortes más radiados, una tierna nana con voz y acordeón, la tradicional valenciana "Cançó de bressol". El viaje pasa ahora por Oriente, concretamente hasta la India, por medio del sitar; sobre él, la sugerente voz, en "D'un joc de flors", que de regreso realiza una estupenda parada en Grecia con otra de las canciones más recordadas, "Nikita i estelis", de rítmica sensual y pegadiza, que podría pertenecer perfectamente al repertorio de Eleftheria Arvanitaki, si bien se trata de la versión de un tema de la banda griega Chaínides, compuesto por Dimitris Apostolakis. También destaca "La lluna no vol", otra festiva danza que baila entre las dos orillas del Mediterráneo, aunque se pinta con sones árabes, que llega tras la más calmada, de apariencia sefardí, "Els camins". El grupo marcha en este momento hacia los Balcanes, con "Rodamons", maravillosa pieza de fiesta gitana y mágico acordeón, al que acompañan un no menos epatante clarinete y las voces, siempre gloriosas. Canción destacada también, en esta animada parte central del disco. En "Si", lo que parece una danza medieval (tal vez vendría bien algún otro corte instrumental) deviene en nueva canción mediterránea, que acompaña hacia el final del álbum, donde suenan "Dels amors del dimoni", la mencionada "Tocs occitans" y "La fe", un final decididamente pagano que consiste en una sencilla polifonía vocal sobre didgeridoo, que ayuda a concretar la imagen que algunos tienen de L'Ham de Foc como los Dead Can Dance hispanos. La conjunción es asombrosa, un viaje en el tiempo tan grato como la sedosa voz de Mara en el espíritu. Esa es la clave, la perfecta ambientación medieval y mediterránea que logra la conjunción de la voz y el talento instrumental de los músicos, que interpretan utensilios tradicionales en su mayoría: Carlos Sanchís (acordeón), Pep Ahuir a las cuerdas (baglamá -o saz, una especie de laúd turco-, bouzouki, guitarras), Diego López con las percusiones (bendir -tambor marroquí-, darbuka tambor de copa árabe-, caja, tabla, crótalos, udu -jarrón de percusión africano-, didgeridoo), Eduard Navarro a los vientos (gralla, tarota, dulzaina), el violín de Xav Navarro y otras percusiones a cargo de Joansa Maravilla. Mara Aranda aporta las voces y algunas percusiones, y Efrén López toca guitarra, mandolina, baglamá, salterio, cümbüş -instrumento turco de cuerda-, sitar, oud -laúd árabe-, viola, bouzouki y se encarga de la mezcla y producción.

El trabajo posee un gusto estético exquisito, tanto en su cuidado tratamiento musical como en un buscado y simbólico diseño gráfico. La forma de la 'U' (la U de Uno, como símbolo de su primer trabajo) sirve para contener algo, para guardar, en este caso "unas músicas con aromas de mediterranía que se alquimizan con los vientos venidos de otras tierras", como se puede leer en el libreto de un disco que, en cada página, presenta un dibujo distinto de esa U, conteniendo un ojo (en la oscura portada), un pájaro, hecha con flores, con símbolos, o con la forma de una cara humana. Canciones como "El nord", "Lluna d'algeps", "Nikita i stelis" o "Cançó de bressol" aparecieron en diversos recopilatorios de la época, como "La diversidad musical de la península ibérica", "Tradicionarius", "Nuevo sonido folk" o "Global journey", y es que "U" es una fiesta mediterránea  (no es de extrañar que años después Efrén declarara de manera divertida: "cuando estaba en L'Ham de Foc, mi grupo preferido era L'Ham de Foc"), uno de los mejores discos del folclore español de todos los tiempos.







18.7.19

LA MUSGAÑA:
"En concierto"

Cada una de las comunidades autónomas españolas, cada provincia de hecho, posee su propia idiosincrasia musical, dentro de un conjunto tremendamente variado que ha llegado a nuestros días por medio, principalmente, de la tradición oral. Jotas, fandangos, seguidillas, muñeiras, sardanas, y por supuesto el flamenco, son algunas de las expresiones más importantes de esta variada panoplia. Quique Almendros y José Climent eran dos amigos del barrio madrileño de Canillas, que en los 80 comenzaron a hacer música juntos. Quique, tras escuchar un programa de radio de José Ramón Cid sobre música de Salamanca, convenció a José y a un tercer miembro, Rafael Martín, para dedicarse a glosar activamente la música de Castilla. Enseguida se unieron a la formación Jaime Muñoz y Carlos Beceiro, para completar un quinteto mágico conocido como La Musgaña, desde entonces un nombre imprescindible en la música tradicional española. 

"El diablo cojuelo" fue su primera grabación, con un repertorio muy rural y antiguo, utilizando una gran variedad de instrumentos tradicionales rescatados, entre los que destacaban las flautas de pico, dulcimer, gaita charra, tamboril (Quique Almendros), zanfoña, laúd, bandurria (Rafael Martín), gaita de fole, violín (José Climent), flauta travesera y de pico (Jaime Muñoz) y bajo, contrabajo y guitarra (Carlos Beceiro). A pesar de sus buenas intenciones adolece de una pobre producción, a lo que se unió en su segundo trabajo, "El paso de la estantigua", una pésima distribución, a pesar de que el grupo ganó la Muestra Nacional de Folk en 1988. Las portadas, auténticas, eran obra de Quique Almendros. Graban "Lubicán" (nombre del lince en partes de Castilla) de manera independiente, con las aportaciones de Manuel Luna, Javier Bergia y Luis Delgado, obteniendo un cierto éxito (fue editado en EEUU por Xenophile, sello subsidiario del prestigioso Green Linnet). A pesar de ello, Climent y Rafa Martín dejan el grupo, entrando en el mismo puntualmente el propio Luis Delgado, cuya experiencia consolida un sonido de apariencia nueva (ciertas sonoridades orientales -especialmente percusiones árabes y el santur o dulcimer persa- se acercan a la tradición recuperada de Zamora, Salamanca y otros puntos de Castilla) y equilibrada en "Las seis tentaciones", donde aparece como invitado Kepa Junkera con su trikitixa. En este momento La Musgaña pasaba a ser un trío (Quique Almendros, Carlos Beceiro, Jaime Muñoz) pero no iban a estar solos en su siguiente proyecto ya que es entonces, al cumplirse el décimo aniversario del grupo, cuando Resistencia les propone la grabación de un disco en directo con numerosas colaboraciones importantes, anticipándose en un año a otro gran concierto publicado por la compañía, "Bilbao 00:00h" del mencionado Kepa Junkera. Muchos músicos llegaron para colaborar en el proyecto, pero con la incertidumbre del resultado, dada la imposibilidad de realizar ensayos con garantías. De hecho, sólo pudo ser en el ensayo general anterior al concierto cuando pudo efectuarse la reunión total. Allí estuvieron anteriores miembros del grupo como Rafael Martín o Luis Delgado, el sensacional acordeonista Cuco Pérez, Manuel Luna (colaborador de la banda desde "Lubicán"), Faín Dueñas, Sebastián Rubio y Wafir Shaik de Radio Tarifa, y el toque elegante y de sobras conocido del enorme violinista escocés Johhny Cunningham, miembro de bandas tan míticas como Silly Wizard, Relativity o Nightnoise, cuya implicacón va más allá, hasta ocupar el papel de productor del trabajo. A Johnny le encantaba La Musgaña y Madrid, especialmente su vida nocturna ("Madrid tiene un problema -decía-, no me puedo quedar en el hotel por la noche porque seguro que me estoy perdiendo algo"). Si añadimos a Kepa Junkera, Amancio Prada y Javier Paxariño (que no necesitan presentación), el resultado sólo pudo ser apoteósico. El trabajo, titulado simplemente "En concierto", fue publicado por Resistencia (que incluyó un completo libreto con la información) en 1997, a partir de las grabaciones de los conciertos del 23, 24 y 25 de abril en el Centro Cultural de la Villa de Madrid y el Teatro Barakaldo de la ciudad vizcaína. "En concierto" presenta un repertorio tradicional con arreglos de La Musgaña, "Picao" es una gran entradilla instrumental, una apertura festiva proveniente de Salamanca, un animado baile serrano donde la gran protagonista es la flauta, con el permiso de acordeón y percusión. De Zamora son los pasacalles rememorados en "Siete por ocho", introducidos por el penetrante sonido de la gaita, marcando el paso de este hipnotizante compás (7x8) donde también aparece el violín de Jonnhy. Como sucede con tantas bandas que se nutren de la tradición, sus sones y bailes se disfrutan especialmente en directo, aún más con los amigos de lujo que aquí se reunieron. En "Bailes a los pesao", por ejemplo, llega la voz inconfundible de Manuel Luna, carismática, penetrante, y lo hace en una jota pegadiza y animosa (en Cantabria la jota se llama baile 'a lo pesao', mientras que el ritmo 'a lo ligero' es el de las pandereteras). De comienzo más tranquilo (Javier Paxariño y su clarinete), en "Pica de Saelices" casi podemos ver aparecer a un grupo de danzantes cuando se anima este bello baile de bodas salmantino. El conjunto regresa a Madrid, en concreto a "Estremera", para que Manuel Luna cante de nuevo una canción de ronda, otra fabulosa muestra vocal, prácticamente pieza de museo, que la percusión de Luis Delgado mantiene con vida durante sus seis minutos, y la demás instrumentación ejecuta la suave melodía con aires arábigos. Luna repite su hechizo vocal en "Verdeguea y grana" (canción de boda extremeña que el grupo acompaña de una jota zamorana para la gaita de fole de Quique Almendros), pero es sustituido en ese cometido en una de las canciones, "Pasito a paso", y no es baladí la voz sustituta, pues se trata del cantautor leonés Amancio Prada, coautor de los arreglos vocales de esta canción de origen asturiano secundada por un pasacalles salmantino. "Danzas de Burgos" es un alegre baile de ritmo trepidante, de las que abundan en nuestra península -en esta ocasión de Burgos y León-, con arreglos e interpretación de lujo, de hecho dos grandes acordeones diatónicos (Kepa Junkera y Jaime Muñoz) luchan por el protagonismo, tomando magistralmente el rumbo. Las jotas vuelven a destacar en este repertorio folclórico hispano, y en "Jotas" se reúnen tres de ellas, de Segovia, Sanabria (Zamora) y Salamanca, haciendo aparición en el concierto los miembros de Radio Tarifa (excepcional el solo percusivo de cajón y darbuka de Rubio y Shaik), que repiten en el pasacalles salmantino "Arribes" (animado por la gracia de sonidos y aromas árabes, y el saxo soprano de Javier Paxariño) y en el tema final, "Entradilla", ritmo de 8/8 procedente de Salmoral (Segovia), que La Musgaña -Muñoz y Beceiro en ese momento- grabarán en 2013 para su trabajo "Entre dos", y que deja con evidentes ganas de más. 

Tras cada canción resuenan los aplausos de un público entregado, lo que reitera la sana envidia hacia los que pudieron presenciar estos grandes conciertos, esas reuniones de estupendos músicos y amigos enarbolando un sonido típicamente hispano pero de proyección mundial, así como buena producción e ideas, y enormes colaboraciones, las que realizan entre ellos los grandes nombres del vasto mundillo del folclore español, en los que se adivina una extraordinaria complicidad. Ya lo apuntaba Quique Almendros en el folleto promocional del álbum, que distribuyó Resistencia: "Llevar a cabo formaciones instrumentales que hasta entonces sólo podíamos imaginar supuso un reto que, dada la calidad musical y humana de todos los implicados, se convirtió en una de las más gratas experiencias que podemos recordar". Con las idas y venidas de componentes, pero siempre buscando la raíz de la música tradicional de Castilla -picoteando un poco de aquí y de allá, como dicen ellos-, La Musgaña sigue siendo un icono de lo auténtico, de lo tradicional, un arquetipo de la zona centro, y su trayectoria se vio coronada en este fenomenal trabajo en directo, una joya de la música española.