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14.1.25

PETER KATER & R. CARLOS NAKAI:
"Natives"

Pianista nacido en Alemania y criado en los Estados Unidos, Peter Kater es una de las figuras más relevantes de la música new age con elementos folclóricos y de jazz. Fue en Nueva Jersey donde comenzó a tomar clases de piano a los siete años, y una década después se llevó su conocimiento y su mochila de viaje por todo el país, tocando en cafeterías y restaurantes a cambio de propinas y comida. Instalado en Boulder, Colorado, y con inspiraciones tan vitales como las de Paul Winter, Keith Jarrett o Ralph Towner, Peter Kater lanzó en 1983 "Spirit", un primer disco de piano solo algo bisoño, entre influencias clásicas, jazz, románticas o de un folk cercano al de George Winston, como en el caso del tema que lo titula, "Spirit". A pesar del auge de la new age y del apoyo de nombres tan importantes como el actor Robert Redford, Peter quiso encontrar su camino entre desarrollos centrados en el mundo del jazz, así llegaron sus siguientes obras, "Coming Home" o "Two Hearts", discos con los que el artista iba ganando experiencia mientras saltaba de compañías de discos. Algo más interesante, por su elaboración de bellos paisajes y atmósferas, es su retorno al piano solo en "Anthem", siempre en clave de jazz pero con una mayor seguridad. Con su fichaje por Silver Wave Records llega una etapa interesante, la inspiración alcanza unos cauces más naturales y su smooth jazz abandona el alto componente rítmico para adaptarse a la música instrumental para adultos que imperaba a finales de los 80. "The Fool and the Hummingbird" es su interesante debut en esa compañía que le vio crecer definitivamente, y en la que, tras un disco de villancicos a piano solo -luego llegarán más, también con otra instrumentación- y un "Gatheway" demasiado urbano (bastante más interesante en su faceta de conjunto de jazz es su posterior "Moments, Dreams and Visions", banda sonora del documental 'Greenpeace: Greatest Hits'), comenzó su idilio con los indios nativos americanos en el disco "Homage", prácticamente en el cambio de década.

De ascendencia ute y navajo, Raymond Carlos Nakai es un consumado intérprete de flauta nativo americana que lleva desde comienzos de los años 80 publicando su música en el sello Canyon Records, comercializada generalmente como new age aunque se trate de una muestra viva del folclore autóctono de su país. Cómo llegaron a fundirse ese folclore y el jazz lo contaba así Peter Kater: "Allá por el año 1987, estaba de compras en una tienda del suroeste. Nunca había oído hablar de Carlos, pero compré uno de sus casetes para regalárselo a un amigo como regalo de cumpleaños. Le gustó tanto el casete que me envió una copia. Empecé a tocarlo al piano y luego llamé a R. Carlos y le dije: 'Oye, creo que esto suena muy bien. ¿Quieres probar algo?'. Estaba dispuesto a hacerlo y eso me llevó al trabajo que he hecho con él". En "Homage", un buen trabajo de 1989, hay una primera colaboración en la canción "Shaman's Call", pero fue en 1990 cuando ambos músicos pusieron en práctica su fusión de conceptos en el álbum "Natives", publicado por Silver Wave Records, sobre el que Kater comentó: "Nací en una familia alemana en Múnich, a unas 5.000 millas del lugar de nacimiento de Carlos, en el suroeste de Estados Unidos. Pero cuando él y yo entramos al estudio y comenzamos a tocar, todos los kilómetros que nos separaban, todas nuestras divisiones tradicionales y culturales, desaparecieron. Parecía que a través de nuestra música empezábamos a recordar nuestro origen común, nuestro terreno común. Que todos somos 'nativos' de la Tierra". No se trata este de un trabajo poblado exclusivamente por cantos rituales, ni por danzas del fuego, este disco no es sino una colaboración improvisada, de tú a tú, entre dos ciudadanos del mundo y dos grandes músicos, el pianista proveniente del jazz y de la new age, y el indio nativo que encandila con su flauta al estilo tradicional. El piano marca el camino de cada pieza, y el espíritu de la flauta aporta la sensibilidad nativa, de tal manera que la combinación de los esfuerzos de ambos músicos otorga un resultado verdaderamente reconfortante. Una hermosa portada, aunque de difícil definición, nos recibe, y este texto en el interior nos aclara las intenciones de los artistas: 'Este álbum es una exploración y expresión improvisada de las siete direcciones. Fue grabado digitalmente, en vivo, directamente en cinta, sin sobregrabaciones ni remezclas'. La flauta comienza en "Centering" como una llamada a la naturaleza, a la que enseguida se une el piano, hermanados ambos en una causa común. El diálogo es verdaderamente hermoso, como si estos dos músicos hubieran estado llamados a encontrarse, su pureza se disfruta a cada minuto. En la bellísima "East" el piano comienza somnoliento, sus notas despiertan a una flauta que suena como un cachorro de coyote. La voz se une, con una adusta pero ardiente gravedad, para desarrollar una clara conciencia ecológica. "South" es otra pieza hermosa, plena de coloristas florituras, para una pareja que parecen haber estado tocando juntos toda la vida. Más o menos largas, el tiempo no parece pasar por este río de notas puras, más ambiental en unos temas ("Day Sky - Night Sky"), algo más melódico en otros como "West", una de las más primorosas improvisaciones de este trabajo, o como en la despedida del mismo, "Within (Recentering)". Entre medio, en "North", el piano parece animarse recobrando antiguas andanzas de Peter en el mundo del jazz, si bien la flauta emerge de sus entrañas para regresar a la calma desértica. Además, "Earth" es una emotiva plegaria para la Madre Tierra, como las dos oraciones que acompañan el disco, la Oración del Este (hacia el sol, que es luz, calor y vida) y la Oración del Oeste ('Llevo dentro de mí el poder de la creación, pero aquellas cosas sobre las que no tengo control me permitirán ver más allá de mi lamentable yo y volverme verdaderamente uno con toda la vida aquí en mi hogar. Volveré a ser Uno con mi poder y veré todo lo que soy'). Silver Wave lo anunciaba así en su publicidad: "Tras su lanzamiento, Natives permaneció en la lista New Age de Billboard durante casi un año, allanando el camino para el renacimiento actual de la flauta nativa. Una vez más, la música es totalmente improvisada, con las melodías románticas de Kater y los grupos de acordes gruesos de la mano izquierda en el piano de cola, lo que proporciona un entorno fértil para los vuelos de improvisación de Nakai. Y aunque Kater es un impresionante estilista del piano, este es claramente el espectáculo de Nakai; los tonos frágiles de su silbato de hueso de águila y su canto medido con el acompañamiento de un sonajero de tortuga algonquina siempre llevan la música a un plano superior". Efectivamente, además de su inconfundible flauta nativo americana, Nakai incorporaba en el disco las voces, el silbato de hueso de águila, la flauta hawaiana de nariz y algunas percusiones.

Parte de los beneficios de "Natives" iban destinados al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, responsable de coordinar las respuestas a los problemas ambientales. De hecho Kater, que se iba a embarcar ese año 1990 en una gran gira organizada por dicho Programa, fue galardonado con el Premio al Liderazgo Ambiental de las Naciones Unidas. Él afirma en su página web que "al grabar con Nakai, sentí que me estaba embarcando en una pequeña indulgencia 'personal', desviándome temporalmente de mi próspera carrera en el jazz contemporáneo convencional". Para su sorpresa, las grabaciones con R. Carlos Nakai se volvieron incluso más populares que las suyas de jazz en solitario, alcanzando unas ventas generosas y una necesidad de crecimiento en lo que Peter denomina música curativa, de sanación y transformación personal. "Natives" fue el primer trabajo íntegro de colaboración entre Peter Kater y R. Carlos Nakai, pero sus caminos se han vuelto a encontrar en muchas otras ocasiones, álbumes como "Migration", "Honorable Sky" (ambos con la ayuda de más instrumentación) o la banda sonora del documental "How the West Was Lost", donde los pueblos nativos americanos narraban la pérdida paulatina de su territorio durante la segunda mitad del siglo XIX. 








3.9.21

NICHOLAS GUNN:
"The sacred fire"

La evocación del sonido de la flauta ha sido siempre bien aprovechada por una serie de artistas de música instrumental que, asociados a la new age, al rock sinfónico, a la música para televisión o documentales, o incluso a la vanguardia, han llegado a alcanzar una gama de sonidos en varias direcciones (tanto de una manera avanzada como hacia la tradición más pura) que han engrandecido el uso de este glorioso instrumento en sus trabajos. Sencillamente, la flauta y los vientos de sonido dulce son un adorno excepcional, no cansan fácilmente si se utilizan con mesura, y su uso e influencia en el mundillo de las nuevas músicas de los 90 parecía no tener fin, aunque casi siempre por detrás de los grandes, piano y guitarra. Por supuesto, no faltaron los que los utilizaron como instrumento principal en su carrera: Nicholas Gunn es uno de esos intérpretes que supo aprovechar su uso en un fenomenal comienzo de sus pasos en solitario cuando, habiendo alcanzado un estado de forma notable de interpretación, fichó por Real Music para publicar "Afternoon in Sedona". El ritmo, la melodía y el ambiente desértico se conjugaban en un estupendo trabajo, que tuvo su continuación en "The sacred fire", la obra que marcó el despegue definitivo del nombre de Nicholas Gunn a nivel mundial.

Nicholas Gunn publicó cinco trabajos en Real Music, el sello de ese gran personaje de la más pura música new age que es el inglés Terence Yallop, golfista en su juventud, pionero de la alimentación natural y de la espiritualidad, promotor de conciertos y creador de la compañía que ayudó a despegar a Nicholas, aunque tuvo que ser el sorpresivo éxito de la primera edición, autoproducida, de "Afternoon in Sedona", lo que condujera definitivamente al flautista al sello de Sausalito (California). Su segundo disco, publicado en 1994, fue "The sacred fire", su mejor aportación a Real Music, un trabajo bellísimo que da el salto del buen gusto a la excelencia y que, con el marchamo de lo auténtico y de lo ligado a las raíces de la Madre Tierra, no dejará indiferente al buscador de la melodía epatante y del ambiente natural. Nacido en el Reino Unido, donde estudió en la prestigiosa Royal Academy of Music, Gunn encontró el éxito en los Estados Unidos en lo que él define como una progresión natural que le llevó a interesarse por una música instrumental melódica de carácter relajante que posteriormente evolucionó, pero no encontró los caminos del jazz o del clasicismo, sino del pop o incluso de la música dance. Fue sin embargo con un estilo new age muy asociado a la world music con el que se ganó un nombre entre los aficionados, gracias especialmente a su dominio de la flauta, aunque Nicholas es un multiartista que produce sus trabajos y también interpreta en ellos piano, sintetizadores y muchas de las sugerentes percusiones que en estos primeros discos eran de un marcado carácter tribal, asociadas al desértico oeste estadounidense. El tramo inicial de "The sacred fire" es notable, fabuloso, comenzando con la sutileza y maestría folclórica de la deslumbrante "Earth story", la pieza más célebre del plástico y posiblemente la más conocida en la historia de este músico. El guitarrista acústico Zavier le acompaña en ese pequeño hit y en otras de las composiciones, como la maravillosa "Painted desert", rebosante de alegría melancólica, o acompañando a las impresiones naturales de "Tale of two lovers", de gran belleza y melodiosidad. "Equinox" parece un homenaje a los recuerdos escondidos de la infancia, a la felicidad de esas vivencias despreocupadas, cuando no se piensa que algún día las responsabilidades propias de la edad van a romper esa magia que Nicholas sabe transmitir en sus notas, en esta ocasión, como en "I still remember" (romántica, azucarada pero sin llegar a empalagar) o "Ruby forest" (nueva pieza melódica y sugerente) con su propia instrumentación en solitario. "Odessa" es otro asomo al folclore, rítmico y con la voz de Cassandra Sheard, pero Gunn acierta más con ese estilo en la propia "The sacred fire", pieza interior inaugurada por vientos indígenas y con el cántico del propio Nicholas, otra muestra de delicadeza en la que el violonchelo de la intérprete clásica Sachi McHenry aporta un enorme sentimiento. Otra pieza fabulosa en un trabajo que desborda emoción. La inspiración parece no terminar en el tramo medio del álbum, pues acto seguido llega "A place in my heart", dominada por una fuerte percusión y acompañada también por la guitarra del poco conocido Zavier, que repite en la titulada "Baile para la luna" (en español), nueva fiesta folclórica que parece acercar su vertiente norteamericana a un sonido más latino, incluso mediterráneo, efectivo aunque no especialmente original. También se desliza un guiño al castellano en el recitado de Michelle Wilkie en el siguiente corte, "She walks in beauty", cuyo fuerte ritmo no le resta un cierto carácter relajante. Viola, chelo y oboe ilustran otra pieza romántica, "Midnight hour", accediendo a un tramo final en el que tal vez el disco empieza a hacerse un poco largo, con los nuevos asomos indígenas de "Waking hour" y "From heaven to earth" -con el violín de Karen Briggs, conocida por acompañar a Yanni en sus discos y conciertos-, y un ritual para acabar (textualmente, "Ritual"), ritmo elevado -percusión de Auzzie L. Sheard III- con ambiente y voz femenina de fondo -Claudia McCance-. Las cualidades folclóricas de la flauta no son en absoluto descuidadas, como en su álbum debut, aunque Nicholas se asoma en "The sacred fire" a otras vertientes, en gran medida gracias al aporte de las cuerdas, que desvelan un espíritu inquieto. El conjunto es, por lo tanto, variado y entretenido, y es un símbolo, según su autor, de "fuerza, romance, poder y sensualidad, un fiel reflejo de la vida".

Natural Wonders y Nature Company fueron exitosas cadenas estadounidenses de tiendas de regalos y productos relacionados con la naturaleza, que merced a su constante hilo musical, obtenían también importantes ventas de música new age. Nicholas Gunn fue uno de los artistas que se beneficiaron de esta circunstancia, consiguiendo alcanzar con "The sacred fire" el top 10 en las listas de new age del prestigioso Billboard. A partir de aquí, y apartando en cierto modo esos prometedores inicios, Nicholas Gunn empezó a sonar demasiado igual, un tanto complaciente con su publico y con un estilo de música que necesitaba evolucionar, por lo que, antes de diluirse definitivamente, este flautista que aun sigue publicando discos de su música pacífica y relajante, encontró su evolución en la música electrónica (con el apodo de Limelght) y en la creación de canciones con vocalista, fuera de la instrumentalidad que le caracterizaba como superventas de la cotizada música new age a principios de los 90.

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8.5.16

PETER BUFFETT:
"Spirit"

En su libro "El secreto eres tú", un ensayo superventas publicado en 2010 sobre valores para vivir al máximo nuestras vidas, Peter Buffett asumía el privilegio de haber nacido en una familia acomodada, pero también afirmaba haber luchado por aprovechar esa situación al máximo. Su padre, Warren Buffett, uno de los hombres más ricos del planeta, confiaba en que cada uno de sus tres hijos encontrara su pasión para perseguirla y dejar en ella su impronta. Peter estuvo interesado por la fotografía, pero como él dijo 'la vocación es misteriosa', así que empezó a estudiar piano hasta cuatro veces, acabando por decidir finalmente que ese era su camino. Desde luego, escuchando su música nadie diría que su apellido le ha beneficiado a la hora de crearla, sus obras transmiten mucho más que la frialdad de una cuenta corriente, y su filantropía le ha llevado a empatizar con situaciones injustas, especialmente la de los indios americanos: "Alguien me habló sobre la gran cantidad de creatividad y alma que hay en el pueblo nativo americano, entonces comencé a leer sobre su historia (...) y me fue capturando más y más fuerte". Peter encontró así un propósito sobre el que centrar sus esfuerzos musicales: "me avergonzó el trato infligido a los indios por el Gobierno y los colonos blancos. En nombre del 'progreso', pueblos originarios de nuestra tierra fueron engañados, traicionados y masacrados... Se fue perdiendo algo más que una simple superficie de tierra, las culturas originarias, resultado de miles de años de observación, conocimiento y vida sostenible en armonía con la naturaleza, fueron pisoteadas y proscritas". Documentado hasta el limite, comenzó su labor de composición, primero como pequeños homenajes en sus primeros trabajos, luego introduciendo un tema en el soundtrack de "Bailando con lobos", musicando las series "500 nations" (de la CBS, por mediación de Kevin Costner) y "Ojibwe – Waasa Inaabidaa" (documental de la PBS), y como gran colofón, por medio de un espectáculo propio, lo que acabarían siendo dos originales shows de música y danza basados en su cultura e historia, una idea que comenzó en 1997 con un trabajo publicado por Hollywood Records, "Spirit dance". El primero de esos espectáculos, basados en dicho álbum primigenio, contó también con una edición en vivo publicada en CD (Hollywood Records, 1999), de título general "Spirit" y con el subtítulo 'A journey in dance, drums and song', grabada en agosto de 1998 en Green Bay, Wisconsin, con miembros de las naciones oneida y menominee, originarios de esa zona de los EEUU.

"Son of the morning star", de Evan S. Connell, una historia sobre los indios norteamericanos de finales del XIX, fue uno de los libros que despertó el interés de Buffett por el pasado de la tierra en la que nació. También la poesía de Walt Whitman le hizo toparse con el término iroqués "Yonnondio", que expresa un lamento por la gente nativa de América, y que utilizó como título de su último trabajo con Narada (como en "Lost frontier", que anticipaba la esperanza de encontrar la frontera perdida con la cultura india, en "Yonnondio" intentaba transmitir un sentido de reconciliación y renovación en lugar de desesperación). Pero tal vez la literatura más inspiradora a la hora de iniciar su proyecto fuera la de Joseph Campbell ("El poder del mito" y "El héroe de las mil caras"): "Leer a Campbell me brindó el marco mítico que buscaba, la trayectoria del héroe. El tema del espectáculo 'Spirit' era la recuperación del contacto, no sólo para los pueblos indígenas que habían sorteado una larga y amarga campaña contra su identidad cultural, sino también para los que nos sentíamos alienados de nuestro verdadero yo". Wayne Cilento, conocido especialmente por su papel en "A chorus line" y otros espectáculos de Broadway, fue el coreógrafo escogido para crear una obra visualmente atractiva, combinando la tradición nativa con la danza moderna. La edición en CD de este directo no recogía todas las canciones del mismo, por ejemplo su verdadero inicio se titulaba "Urban overture" (una pieza que sí se escuchará en el futuro CD "Spirit. The seventh fire", que recogía el segundo de estos shows), y presentaba a una serie de yuppies moviéndose de manera maquinal y acosados por móviles y tecnología, hasta que el héroe se despojaba de sus ropas y ataduras, iniciando la interacción con los indios. El CD del espectáculo comienza en este punto con "Firedance", un recibimiento muy acogedor y estimulante (aparte de su especial relevancia por tratarse de una ampliación del corte incluído en la película "Bailando con lobos", su capacidad de enganche le hace ser un inicio casi perfecto) con una marcada percusión nativa que lo hace verdaderamente especial. Tras un interludio con una ligera flauta ("Coashelleaqua") recitado con gran ceremoniosidad por el controvertido Chief Hawk Pope (coautor de un puñado de las canciones del álbum y amigo de Peter desde su colaboración en "500 nations"), suena una especie de caballo de batalla en la lucha de Peter Buffett, "Hidden heritage", todo un himno de ritmo adictivo donde el rapsoda va recitando las diversas tribus indías sobre una acertada base ambiental con la voz femenina de Ginny Frazier, coatura además de la pieza: "Es un tema muy importante en el espectáculo, realmente establece las bases para el viaje de Brandon. En esa canción Hawk Pope está pasando lista a muchos de las cientos de tribus nativas que han existido o que todavía existen en los Estados Unidos. Una sonora guitarra (que puede recordar a ciertos momentos de la carrera de Alan Parsons o al estilo Enigma) confirma que la música está muy viva, que la frontera no está tan perdida, y un canto indio continúa desplegándose para acabar de configurar el clímax étnico. Entre composiciones de memorable calidad, tal vez una rivaliza especialmente con "Hidden heritage" para erigirse en corte principal del álbum: "Spirit dance" es pura emoción, una joya que engancha sin remedio en su preciosista mezcla de extremos, otra especie de himno por el pueblo indio con un clímax continuo. Un coro infantil ameniza ciertos momentos del espectáculo, voces blancas cuya primera aparición se da en "An eagle above" (que suena a canto de esperanza, canción suave que torna más aguerrida con el complemento de percusiones, furibundas guitarras y vientos, en un entorno muy apropiado para la danza), y posteriormente destacan en la celestial "The place where the crying begins" (conduciendo esta bella pieza de base tierna y emotiva que combina pasajes folclóricos -por medio de la flauta nativa de Robert Mirabal- y rockeros -su final de guitarra eléctrica-, y atrapa en una atmósfera verdaderamente mágica) y "Thunderbird" (un tanto fuera de lugar al sonar el didgeridoo, propio de aborígenes australianos). Entre nuevos temas tribales como "Nothing like song" o la completa y pegadiza "Aubenaubee" (por la que a buen seguro hubieran suspirado los artífices de "Sacred spirit"), y algún interludio ritual ("Passage", "Flag song"), aún restan composiciones sorprendentes, por ejemplo "The dream" presenta un ritmo mas moderno, algo funky, conducido por bajo y guitarra eléctrica, que parece adentrarse por momentos en un etno-tecno de calidad -a la altura de Deep Forest o Enigma-, compás atrevido sobre la aportación indígena de las voces nativas y el recitado. Por su lado, "New west" es una bonita pieza melódica, un tema rescatado del primer trabajo de Buffett en Narada, "The waiting", adaptado para la ocasión. Como colofón, un teclado típico de Buffett introduce una hermosa y sugerente canción, titulada "Auglaize River, 1830" (conmemorando el año en el que el gobierno de los EEUU obligó a abandonar sus tierras a los Shawnee de Ohio) y cantada por Susan Zielke, con la que finalizaba este espectáculo que pretendía ser además "una fuerte declaración política, social y religiosa". Estrenado en la PBS, el espectáculo "Spirit" salió de gira por EEUU con una gigantesca carpa de 740 plazas por recinto, una pantalla gigante, una docena de bailarines y una completa banda de música, un show complicado y no precisamente satisfactorio económicamente, que se podía disfrutar desde 1999 en el VHS y DVD "Spirit - A journey in dance, drums and song", introducido por Kevin Costner, y definido como 'una performance que combina las luces de Broadway y el poder de la música contemporánea con dinámicos cantos y bailes de la cultura americana nativa'. El siguiente paso fue actualizar el espectáculo, con nuevos coreógrafos (Jody Ripplinger y Frank Anderson) y el título "Spirit. The seventh fire", en referencia a la profecía del séptimo fuego. Esta nueva versión, que mantenía la base de la aquí comentada, también fue publicada en 2005 en CD y DVD.

Peter Buffett ha tenido suerte en muchos aspectos de esta su historia (nacer en una familia acomodada, comenzar las emisiones de la MTV con sus jingles -lo que le sirvió de trampolín en el negocio de la música para publicidad-, que Kevin Costner escuchara y valorara su trabajo) pero todo acabó ocurriendo debido a su esfuerzo y perseverancia. Tras su periodo musical mas popular, el que pasó en Narada Productions, hay un cierto desconocimiento en cuanto a la trayectoria y logros de este comprometido artista. Se da por eso la posibilidad de que un gran sector del publico consumidor de este tipo de música, por ignorancia o desinterés, no haya llegado a escuchar sus acercamientos a la cultura india, una música a reivindicar, tres trabajos de enorme intensidad, elegancia y compromiso: "Espero que mi música pueda inspirar a la gente a mirar en el interior de sus almas y que piensen lo que deben de hacer en futuras generaciones", decía el hijo de Warren Buffett, que alcanzó aquí unas cotas de calidad sobresalientes, posiblemente por encima (aunque desde luego haya habido una evolución, casi una revolución de hecho, en su estilo) de sus primeros discos en Narada, obras primerizas de necesario aprendizaje hasta encontrar en la interacción de electrónica y acústica el sobresaliente nivel de "Lost frontier", posiblemente su mejor obra, con el permiso de esta saga "Spirit", cuya conclusión dió paso a una nueva etapa en la obra del músico de Omaha, centrado en la composición de canciones de pop-rock editadas en su mayoría en formato single.

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6.9.15

NICHOLAS GUNN:
"Afternoon in Sedona"

Al contemplar, en vivo o en fotografía, la riqueza paisajística de desiertos como el de Sedona, en el estado norteamericano de Arizona, se presume lo fácil que debería resultar para un músico sentirse inspirado por su belleza e inmensidad. Artistas tan distintos como Steve Roach, Ken Davis o Chris Spheeris se han sentido atrapados por esas formaciones rocosas de arena rojiza que rodean la ciudad de Sedona, en las cercanías del parque nacional del Gran Cañón. El flautista inglés -afincado desde su juventud en los Estados Unidos- Nicholas Gunn, es otro de los músicos que plasmó en CD sus impresiones al respecto de este desierto rojo y de la espiritualidad que emana del lugar, así como su homenaje hacia las tribus nativas americanas, Sinaguas, Yavapis y Apaches, que habitaron tan prístinos paisajes hasta que acabaron siendo recluídas en la reserva india de San Carlos, al sudeste de Arizona. Su recuerdo llevó por titulo "Afternoon in Sedona" y lo publicó el sello de Sausalito (en la bahía de San Francisco) Real Music en 1993.

Para sacar a la luz sus primeras composiciones tras las negativas de las discográficas a las que había enviado sus maquetas, Gunn tuvo que recurrir a la autoedición de "Afternoon in Sedona" en 1992, e incluso obtuvo un buen reconocimiento gracias a algunas emisoras independientes y a varias cadenas de tiendas de artículos naturales que también vendían músicas de relajación y New Age, como Natural Wonders o The Nature Company. El carácter minorista de esta primera grabación de "Afternoon in Sedona" no evitó que Real Music mostrara interés en su reedición, aunque en un primer momento había sido uno de los sellos que había obviado las propuestas de Nicholas. El CD, reeditado con merecimiento en 1993, logró un cierto éxito, si bien fue su segundo trabajo, "The sacred fire", el que alcanzó el top 10 en las listas de ventas de New Age de la revista Billboard, una categoría con la que el músico no estaba de acuerdo, prefiendo el término World Music o Instrumental Music. "Afternoon in Sedona" posee una encantadora inocencia, transmite paz, incluso amor o pasión, sentimientos que inspiran a este músico tanto como los grandes paisajes. De inicio sorprende con el corte homónimo, una divertida tonada de ritmo animado donde la flauta ya toma el lógico protagonismo. Algo mas elaborada y con una delicada dosis de fantasía se presenta "The traveler", donde el flautista propone que aprendamos de lo que 'el viajero' puede contarnos, y para completar una estupenda terna inicial, "Sedona rising" es una composición mas aventurera, si bien con la sutileza propia de este hábil intérprete que festeja aquí los cambios estacionales. Aunque la flauta sea en todo momento el elemento principal, es destacable el carácter multiinstrumentista de Nicholas Gunn, que interpreta en el disco flauta, violín, percusión, piano y sintetizador. Alex Acuña y Auzzie L. Sheard III colaboran en la percusión, y Bill Cobb con las guitarras. Ya en el comienzo del álbum destacan especialmente las percusiones, y es que no hay que olvidar que un Nicholas adolescente, ya afincado en Los Angeles, aparcó la flauta un tiempo para dedicarse a la percusión. También hay que prestar atención a los teclados, que adquieren especial relevancia en "Medicine wheel" -de un eficaz sinfonismo que representa 'las emociones cotidianas sentidas por los indios cuando adoraban al poder curativo dentro del equilibrio creado en sus vidas en Sedona'-, "Moondance" -una danza a la luz de las estrellas dotada de burbujeante magia- y "Voyage of the butterfly". Al contrario que la mayoría de las canciones más recordadas, que adquieren notaciones tribales, esta última está poseída por una gran dosis de romanticismo, si bien la composición más destacable en ese sentido es la que Nicholas dedicó a su esposa, "Michelle's theme", que le recordaba en todo momento lo delicado que podía ser el amor. Toques épicos se advierten en "Dance of the eagle", y sonidos naturales ayudan a crear atmósferas nativas en "Fading from existence" (sobre la sabiduría de la naturaleza) o "Qomolangma" (el nombre tibetano del monte Everest). En general se trata de un trabajo sencillo y encantador, que suple su limitada profundidad con una buena dosis de espiritualidad y bellas melodías denominadas por la crítica como neo-primitivas, y que evidencia el dominio de los instrumentos de viento de este multiinstrumentista nacido en Rochester. En un afán creativo que le lleva a controlar cada faceta de su música, Nicholas es, además de compositor e interprete, el productor de sus propios trabajos, como de este álbum de debut en un mundo, el de la música instrumental, al que quiso acceder tras admirar la obra de sintesistas como Jean Michel Jarre o vangelis, y descubrir sus enormes posibilidades.

Nicholas Gunn propuso en "Afternoon in Sedona" una colección de juegos de viento, teclado y percusión de meliflua sencillez, tal vez inocencia, pero de gran acierto en el sentimiento y en la manera de concentrar sus intenciones espirituales en el pueblo indígena americano, pues parte de la esencia india se encontraba en la mayoría de los cortes del trabajo, a los que imprimía una gran fuerza tribal. Basado en un tramo inicial fabuloso, deslumbrante por momentos, se trató de un primer disco prometedor, una potente irrupción en el mercado de la New Age de este artista que continúa activo sin descanso y con solvencia, si bien su popularidad, como la de la mayoría de las estrellas de este tipo de música, ha ido menguando con el paso del tiempo. En estos estupendos y exitosos inicios, quedó deslumbrado por la belleza sin igual de los paisajes de Arizona, que intentó convertir en una música profunda y hermosa: "No hay mapas de carreteras en esta tierra, las únicas direcciones son aquellas que parten del corazón".





21.9.13

MICHAEL BRANT DEMARIA:
"Siyotanka"

Aunque no siempre sean sinónimo de calidad, algunos músicos están abonados con casi cada uno de sus discos a estar nominados a diversos premios musicales. En esta disciplina poco infalible, a veces el mero nombre del artista en cuestión ya es razón para tenerlo en cuenta en las nominaciones, como es el caso de Enya, Kitaro, R. Carlos Nakai o Paul Winter en la categoría New Age de los Premios Grammy. En los últimos años, el carismático psicólogo, escritor y músico Michael Brant DeMaria ha sido objeto de varias nominaciones en dicha categoría por sus relajantes álbumes "Ocean", "Gaia" y "Bindu". Antes de ellos, el primer gran éxito de este artista, "Siyotanka", fue nominado también en los Grammy en la categoría Native American Music Album, y si bien no ganó ni esa ni las posteriores nominaciones, sus álbumes han alcanzado fácilmente la primera posición en las listas de ventas de música New Age. "Siyotanka", publicado en 2008 por Ontos Music (el sello del propio DeMaria), sí que obtuvo el prestigioso Premio Native American Music en la categoría Native Heart, así como el Premio ZMR (de la influyente web Zone Music Reporter) al mejor Native American Album. Y todo ello sin que por las venas de Michael DeMaria corra sangre india.

En 2003, Michael había entrado en contacto con la música para sanación por medio de un alabado álbum titulado "The river", en el que nos recibían ambientes terrenales muy placenteros, ideales para la relajación. El comienzo del interés de este inquieto personaje por la música curativa provenía de su propia experiencia, cuando a los 7 años utilizó la música como terapia para recuperarse de una operación, creando sonidos propios que le evadían de su convalecencia como en una forma de terapia. La adolescencia le llevó al mundo del jazz como batería y percusionista, para acabar admirando el piano de Keith Jarrett o la guitarra de Wil Ackerman, que le hicieron buscar caminos más profundos. Fue a una edad avanzada, 31 años, cuando escuchó por vez primera la flauta nativa americana, de la mano del disco "Earth spirit" del indio navajo Carlos R. Nakai, con el que acabaría colaborando años después: "Eso me llevó a un mundo completamente diferente, había algo en el sonido agridulce, inquietantemente familiar de la flauta, que me llevó a un lugar interior aún más profundo (...) Literalmente trajo lágrimas a mis ojos". En su faceta de autor, y absorbido por el encanto del instrumento, DeMaria escribió "Siyotanka: The legend of the flute" como una obra de teatro (junto al también psicólogo Stephen C.Lott) en 2008, encargándose además de su banda sonora, el trabajo aquí presentado. 'Siyotanka' es la palabra Lakota para 'flauta' (también puede traducirse como 'gran canción'), y la obra (estrenada con gran éxito en Pensacola, Florida, ganadora de seis premios Crystal) narra la leyenda india sobre la creación de la primera flauta nativa americana, a través del viaje de un niño, Takoda, y su encuentro con la naturaleza, "una metáfora de nuestro viaje por la vida a medida que crecemos, exploramos y hacemos frente a nuestros miedos (...) Un mensaje de amor y paz, con un significado profundamente espiritual, filosófico y sociológico". La importancia de la flauta es evidentemente fundamental en la obra y en el álbum, un instrumento que a pesar de su aprendizaje tardío, Michael afirma tocar con el corazón: "Cierro los ojos y es lo más parecido a volar, siento que mi espíritu se eleva cuando toco, y es una emoción y alegría sin igual para mí". DeMaria interpreta en este disco cuya portada corre a cargo del co-autor de la obra teatral, Stephen Lott, flauta, teclados y percusión, así como guitarra acústica en “Beyond The Known”. Un inmenso relax nos atrapa desde el primer minuto, merced a la adormilante combinación de percusión, viento y teclados que supone "The village". Así, mecidos por el arrullo de la flauta, se nos presentan melodías más calmadas ("Siyotanka", "Three trees"), alternadas con otras puramente ambientales ("Night watcher", el atmosférico comienzo de "Becoming Takoda") o ritmos atrayentes de reminiscencias indias ("Grandfather", "Branched horn"). En este entorno hermoso, idílico, mágico incluso, varios instantes especiales marcan sin embargo definitivamente el trabajo: en "The Quest" teclado y flauta se armonizan para, junto a percusiones autóctonas, retratar un sencillo panorama desértico. En "Nuka" sonidos naturales nos presentan un sereno amanecer en plena naturaleza, logrando un relajante vínculo espiritual entre el Padre Cielo y la Madre Tierra. Como corte posiblemente más destacado, "Beyond the known" es una pieza poderosa, un encantamiento que parece buscar una conexión mística con los elementos y con las deidades indígenas, la dualidad de su sencila melodía aflautada y un serio y acertado componente rítmico conforman un todo envolvente, en un emocionante llamamiento a la conciencia ecológica, así como un ejemplo de amor: "La fuerza motivadora principal en mi vida es el amor. El amor en el sentido de lo que los griegos llamaban ágape - que es el amor por la vida y la humanidad. Amo la vida, amo a la gente, y me encanta crear".

Nacido en 1962 en Norwalk, Connecticut, y criado en Wilton, Michael DeMaria -que completó sus estudios de psicología y filosofía en la Universidad de West Florida- se sitúa con su serie de meditativos álbumes que agrupa bajo la demoninación de 'Healing music' (música curativa), en la estela de otros músicos ilustres como Deuter o Stephan Micus, al menos en cuanto a la placidez y serenidad de unas melodías que también saben encontrar una cierta vertiente enérgica, desarrollos sostenidos de hipnóticas cadencias que nos conducen hacia paisajes de enormes llanuras yermas y cielos inmensos. Teclados, flautas y sonidos naturales dominan sus ambientes, no exentos de magia ancestral en su sencillez que delatan las inquietudes de su autor tanto por la música étnica (africana, japonesa, música gitana), el jazz (George Winston, Miles Davis) y la musicoterapia (es el fundador de Ontos, compañía de investigación en prácticas curativas), como por las posibilidades de los sintetizadores (Alan Parsons, Jean Michel Jarre, Tangerine Dream). Deliciosamente étnico y natural, como la figura jorobada del Kokopelli (ese conocido dios indio de la fertilidad que está tocando una flauta), el encanto de un álbum como "Siyotanka" va más allá de lo material, fundiéndose con una conciencia que conecta directamente con los predicamentos de la cultura de la Nueva Era.



1.10.12

SACRED SPIRIT:
"Cantos y danzas de los indios americanos"

Aunque en otras ediciones de este controvertido álbum sea una máscara ritual de la tribu Nuu-chah-nulth la que admiremos en su portada, la imagen más asociada con el mismo, que ocupa dicha cubierta en la mayoría de los países en que fue editado, es una iconográfica fotografía de un joven indio navajo realizada por Carl E. Moon en 1904 (curiosamente, este dato no aparece en el folleto del disco, aunque sí se acredita el origen de las demás fotografías, por ejemplo las de Edward S. Curtis de una mujer lummi y del jefe Slow Bull de los oglala sioux). Es un pueblo, el navajo, que mide su riqueza por la cantidad de canciones que poseen, cantos de propiedades curativas -con la entonación y cadencia correctas y en el entorno adecuado- que se han conservado en el tiempo y que guardan en su memoria una extraordinaria espiritualidad. Algunos folcloristas estadounidenses, alarmados por el peligro de desaparición de la música india, comenzaron a efectuar grabaciones de la misma en compañías como Canyon Records o Folkways Records, consiguiendo un efecto revitalizante que acabó combinando la tradición con el country, el gospel o incluso elementos electrónicos. En las últimas décadas del siglo XX la filosofía new age adoptó la conciencia ecológica de las tribus indias, y músicos como R. Carlos Nakai, Joanne Shenandoah, Glen Vélez, Mary Youngblood o Michael Brant Demaria, así como compañías como Silver Wave Records, ofrecen imaginativas propuestas no reñidas con la tradición. Bastante más polémico fue el disco que nos ocupa, "Cantos y danzas de los indios americanos", publicado por Virgin Records en 1994, originando una saga de álbumes bajo la denominación 'Sacred Spirit' que han llegado a vender más de 15 millones de copias en todo el mundo.
 
'La otra cara de América', rezaba la publicidad española de este trabajo, que se vendía como una suerte de continuación natural de los éxitos de Deep Forest, Enigma o la propia Enya: "Sacred Spirit es la herencia musical de un pueblo, recuperada gracias a las modernas tecnologías y adaptada al gusto de hoy, con el respeto debido". Otros apostaron por el término 'adulterada', en especial representantes de los pueblos indios mencionados (navajos, yuroks, tolowas y chetcos entre otros), en un lucrativo aprovechamiento de una tradición ajena, sin artistas indígenas involucrados, si bien la inteligente maniobra de la compañía de que parte de los beneficios se destinaran a organizaciones de apoyo a los pueblos indígenas como Native American Rights Fundation y Survival International, atenuó en gran parte las protestas. El material original utilizado en el álbum es acreditado en el mismo como 'New World Records, antología grabada de la música americana', y proviene de una fundación neoyorquina que recoge música de raiz para utilizarla en escuelas y colegios, unos registros cuyos derechos fueron comprados al parecer por unos 2000 dólares, una cifra irrisoria si contemplamos las ventas millonarias de "Cantos y danzas de los indios americanos". Evidentemente Sacred Spirit era un nombre ficticio, un apelativo bastante atractivo que en la contraportada del disco respondía a los arreglos y producción de 'The Fearsome Brave', nueva denominación tras la que, agazapados, se escudaban tres nombres, los de los alemanes Claus Zundel, Ralf Hamm y Markus Staab, productores que ya habían conocido el éxito con otra fusión, de flamenco y música disco, que presentaron desde Ibiza con el nombre de B-Tribe (Barcelona Tribe of Soulsters). Una vez conseguidas las grabaciones autóctonas, Zundel -verdadero cerebro de la idea- y los suyos sólo tuvieron que adaptarlas a un entorno moderno, añadiendo percusiones e instrumentos de viento y cuerda (sin acreditaciones, si bien el chelista Eric Plummetaz, presente en la mayoría de sus proyectos, seguramente aportó su buen hacer también en éste), pero también teclados y programaciones que para nada se corresponden con la tradición indígena, esas adulteraciones que con toda lógica fueron mal acogidas por el sector implicado en las mismas. Es preciso admirar, sin embargo, lo acertado de algunas de las melodías presentes en el disco, como "Tor-Cheney-Nahana" ('Ceremonia de invierno'), "Ly-O-Lay-Ale Loya" ('La danza circular', con la colaboración de Peter Kater) o su primer sencillo (número 1 en varios países europeos), "Yeha-Noha" ('Deseos de felicidad y prosperidad'), tonadas que suben muchos enteros la calidad, controversias aparte, de un trabajo que en ocasiones puede ser tan bello como los desérticos y montañosos paisajes que adornan el folleto desplegable del CD. El efecto de violín y chelo, que parecen acompañar e incluso adecuarse al ambiente solitario, es atractivo en algunas de las composiciones ("Dawa"), mientras que otras parecen irse totalmente del asunto a tratar, para derivar en una música de aspecto poco o nada tradicional, falseado en demasía por ritmos programados ("Ya-Na-Hana", "Gitchi-Manidoo"). Otras, a medio camino, presentan momentos ocasionalmente agradables, por lo general de naturaleza ambiental, ensalzados con los cantos nativos, flautas y sonidos naturales, si bien las programaciones pueden acabar resultando hirientes para los más puristas ("Heya-Hee"), los mismos que, dicho sea de paso, no debieron comprar el álbum, un trabajo que entró en las listas de venta españolas en 1995, donde estuvo 32 semanas, llegando a alcanzar el número 2. Para efectuar una rápida comparación, la excepcional banda sonora de "Bailando con lobos", de John Barry, sólo pudo ascender en 1991 al número 24 en las mismas listas. Numerosos singles y maxis en CD y en vinilo acompañaron la promoción del álbum, con distintas portadas y horribles remixes, pero la circunstancia más curiosa se da al comprobar que existen a la venta hasta diez volúmenes distintos que se aprovechan de la etiqueta Sacred Spirit para encontrar su mercado, ya que en la mayoría de las ocasiones se trata de discos de B-Tribe publicados por Higher Octave Music en los que utilizan cantos de monjes tibetanos, derviches, compositores clásicos, tango o jazz. Aún así, hay que destacar entre ellas a las dos auténticas continuaciones del álbum aquí glosado: Virgin Records publicó "Sacred spirit II" en 1997 con el subtítulo "Culture Clash", y en España "Viaje por el blues a través del tiempo" (con portada y diseño propios), y se trataba del mismo tipo de música del anterior volumen pero centrado en el blues americano (en Estados Unidos lo publicó Higher Octave con el cambio del nombre del grupo por Indigo Spirit). Más parecido al primero, apareció en el año 2000 "More chants and dances of the native americans" (firmado por 'Indians' Sacred Spirit' en Europa -Virgin Records-, y esta vez sí, por 'Sacred Spirit II', en Estados Unidos -Higher Octave Music-), que incluso fue nominado al premio grammy en categoría new age.
 
“Más que en la música, hemos querido poner el énfasis en la voz. Hemos tratado de hacer un trabajo respetuoso, que refleje la historia de un pueblo. Por eso, desearíamos desviar todo el interés de los medios hacia los verdaderos protagonistas del disco, que son los indios”. Esas eran las palabras de Claus Zundel, y para el gran público, el que disfrutó con "Yeha-Noha" o "Tor-Cheney-Nahana", así quedó la historia, la de un producto de sonido ambiental que combinaba la modernidad de los teclados y las programaciones con la antigüedad de las voces étnicas, en un nuevo ejemplo de lo que se ha dado en llamar etno-tecno. La situación sin embargo fue la de siempre, que los que se lucraron enormemente con los cantos y danzas de los indios americanos fueron los 'hombres blancos', es decir, Claus Zundel y Virgin Records, mientras que los auténticos y orgullosos nativos americanos enarbolaban una feroz crítica hacia estos individuos que se aprovecharon de la globalización para adulterar sin reparos elementos ajenos, y es por eso por lo que este disco tiene dos caras. Para una mayor polémica, la canción arreglada por Peter Kater, "Ly-O-Lay-Ale Loya", ni siquiera es representativa de tribu alguna americana, puesto que se trata de un canto joik (o yoik), una canción tradicional del pueblo sami, de Laponia, cuyo parecido con los idiomas indios ha sido siempre motivo destacable. Ante esta sucesión de ataques a la identidad indígena en lo que, paradójicamente, resulta ser un trabajo recomendable, sólo resta recordar algunas de las frases escritas por el jefe indio Seattle de la tribu Suwamish al presidente de los Estados Unidos Franklin Pierce, en lo que se conoce popularmente como 'la carta del indio': "Sabemos una cosa, que quizás el hombre blanco descubra algún día: Nuestro dios es el mismo Dios. (...) También los blancos se extinguirán, quizás antes que las demás tribus. El hombre no ha tejido la red de la vida, sólo es uno de esos hilos y esta tentando la desgracia si osa romper esa red. Todo está ligado entre sí, como la sangre de una misma familia. (...) ¿Dónde está el bosque espeso? Desapareció. ¿Dónde está el águila ? Desapareció. Así se acaba la vida y sólo nos queda el recurso de intentar SOBREVIVIR".