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12.11.20

CUCO PÉREZ & LUIS DELGADO:
"Circus (La música en el circo)"

Antiguamente, tan solo el anuncio de la llegada de un circo a una ciudad o un pueblo era un auténtico fenómeno en la vida de sus gentes y un derroche de ilusión y fantasía para todos, niños y no tan niños. Eran otros tiempos, evidentemente, pero en la actualidad la publicación de proyectos como esta suerte de compilación de músicas circenses titulada "Circus", también logra despertar una extraordinaria ilusión en el seguidor de las propuestas musicales diferentes y atractivas. No en vano la temática escogida por Cuco Pérez y Luis Delgado es mágica, alentadora, y en este caso esos nombres implicados son un derroche de calidad y excelencia en muchos ámbitos musicales en nuestro país, dos auténticos todoterreno de lo folclórico, colaboradores de decenas de nombres conocidos, y miembros pasados de bandas de excepción como Nuestro Pequeño Mundo, Radio Tarifa (Cuco), Imán, Babia, Finis Africae (Luis), o La Musgaña, donde ambos coincidieron. Cuco grabó además su único trabajo en solitario, un delirio de acordeón titulado "Cambiando el paso", en el mítico sello de Luis Delgado 'El cometa de Madrid' en 1990. Juntos, han actuado en directo en dos proyectos fundamentales, 'Música de cine' (junto a Diego Galaz, un paseo por melodías emocionantes del cine del siglo XX como 'El padrino', 'Amarcord', 'La pantera rosa', 'El golpe' y muchas más, incluso algunas otras presentes en el disco que nos ocupa), y 'Circus', que dio origen a este CD titulado "Circus (La música en el circo)", grabado y mezclado en el estudio del Museo de la Música de Urueña en octubre de 2013, y publicado ese mismo año por el propio Museo de la Música de Urueña (MU), localidad vallisoletana en la que Luis Delgado expone su colección de instrumentos.

Destaca Rafael Torres en la introducción al completo libreto del CD que "no existe la música de circo, pero sí la música del circo, que puede ser cualquiera siempre que alcance no ya a subrayar, sino a suscitar, la emoción". Este folleto es un completo estudio de Luis Delgado (en él se basa principalmente esta crítica) sobre esas músicas que, más allá de redobles y efectos, han apoyado desde hace siglos a las diversas manifestaciones del arte circense, muchas de las cuales quedan reflejadas en el propio CD. No están aquí las características marchas de John Philip Sousa (conocido como el Rey de las marchas), transportadoras -nos recuerda Luis- a las antiguas cabalgatas de los artistas publicitando la llegada de un circo a la ciudad, pero sí comienza el mismo con la atemporal melodía de "Entry of the gladiators" que el checo Julius Fucik compuso fascinado por la antigua Roma, y que se ha convertido en un auténtico icono del espectáculo circense, que todos -lo sepamos o no- conocemos y podemos silbar. No se sabe con exactitud qué música acompañaba a los espectáculos ecuestres del jinete militar Philip Astley, considerados origen del circo a finales del siglo XVIII, pero en el XX se popularizó en esa disciplina la "Danza húngara nº5" de Johannes Brahms, que Cuco y Luis adaptan, haciéndonos llegar su ritmo trepidante. Lo exótico acompaña al circo desde la llegada de magos orientales, acróbatas chinos, jinetes mongoles o faquires Indios en el siglo XIX, muchos de los cuales acabarían siendo, con el tiempo, occidentales disfrazados. Luis Delgado dedica a todos ellos, auténticos o no (pero siempre artistas) su composición "La garza blanca", de tintes orientales, donde de su impresionante colección de instrumentos utiliza el bawu (flauta de caña china) y el guzheng (especie de cítara china). La segunda pieza de Luis en el disco es la teatral y estimulante "Pasaje Berthaud", donde la zanfona dialoga con el acordeón, y que está dedicada a la memoria del desaparecido Teatro de Autómatas de Gonzalo Cañas. Los trapecistas (rusos, concretamente) están representados en el disco por "Noches de Moscú", canción del soviético Vasily Solovyov-Sedoy, para la que el acordeón encuentra un soñador acomodo sustituyendo a la letra. Aunque en los últimos tiempos la polémica rodea a los espectáculos con animales domesticados, estos fueron hasta hace bien poco una de sus grandes atracciones, con osos, focas, leones, tigres y domadores famosos, y por supuesto los elefantes, que estos músicos recuerdan con la eterna tonada de Henry Mancini "Baby elephant walk". También a los domadores de felinos dedican un poco más adelante la conocidísima "Danza del sable", del armenio Aram Khachaturian, uno de esos momentos de enorme peligro en la pista y dinamismo en la música, que se presenta igual de animada en la suite dedicada a los especialistas ecuestres que engloba tres enormes piezas de películas, "El bueno, el feo y el malo" (de Ennio Morricone), "Bonanza" (de Livingstone & Evans) y "Los siete magníficos" (de Elmer Bernstein), donde entre otros muchos instrumentos Luis interpreta la característica guimbarda (o arpa de boca) y Cuco los silbidos. Al respecto, Luis Delgado cuenta en el folleto la muy interesante historia del circo de Buffalo Bill, y su paso por Europa y por España, donde la viruela y la gripe se cebaron con la compañía en Barcelona. El disco se sigue nutriendo de enormes clásicos de la música clásica y popular, relacionados de algún modo con el circo. Así, "O, mio babbino caro" (de Giacomo Puccini) está dedicada, en general, a los músicos del circo, y la "Gymnopédie nº1" (de Erik Satie) a los hipnotizadores, concretamente al misterioso José Mir Rocafort, que actuaba con el nombre artístico de Profesor Fassman. En estas dos piezas se utilizan dos instrumentos poco usuales, cuyo interés y cierta sorpresa son mucho mayores al contemplar este espectáculo en directo: en el segundo, Luis utiliza el theremin, instrumento electrónico de sonido fantasmal que no se toca con las manos sino que recoge las vibraciones del aire y las convierte en sonido; en el tema de Puccini, Cuco interpreta otro curiosísimo instrumento ligado estrechamente al circo, el serrucho musical, un auténtico serrucho que el intérprete coloca entre sus piernas y toca con un arco, jugando con la posición y el doblez de la herramienta. Instantes como éste poseen, en los directos, una magia de recuerdo imborrable. Dos composiciones restan por mencionar, una de ellas dedicada a los circos de pulgas (con y sin ellas, especifican), la pieza de Maurice Jaubert "À Paris dans chaque faubourg", en la que podemos escuchar una caja de música manejada por papeles perforados. Por último, y en este auténtico museo de la nostalgia, no podía faltar un último recuerdo a los verdaderos animadores del circo y creadores de sonrisas, los payasos, así como a los más veteranos oyentes de este álbum, con el inmortal "Había una vez un Circo", de Emilio Aragón Bermúdez (el gran Miliki), que tantas sonrisas y alegrías hizo aflorar en más de una generación. En la mejor tradición de los álbumes temáticos de sellos como el imprescindible Windham Hill, "Circus" va más allá de la simple reunión de piezas, por su extraordinario nivel de documentación y explicación. Cuco Pérez aporta especialmente su acordeón, así como piano órgano hammond, serrucho musical y silbido. Luis Delgado interpreta zanfona, glockenspiel, balalaika, mandolina, guitarra, guimbarda, bawu, guzheng, bajo ashbury, caja de música, theremin, percusiones e instrumentos virtuales.

Jaime de Armiñán, en "Biografía del circo" (Pepitas de calabaza ed., 2014, aunque editado por vez primera en 1958), planteaba el conflicto: "¿Quién sirve a quién?, ¿la música al circo o el circo a la música?". Añade aquí Luis Delgado que "el más bello de los espectáculos visuales -como afirmaba Teophile Gautier en el siglo XIX- lo sería mucho menos si no estuviera apoyado en todo momento por la música". Y es que no se comprende un circo sin música, como no se escapa nunca, especialmente si el encontronazo se ha dado en la niñez, el recuerdo de esas mágicas imágenes asociadas a tan fabulosos sones. Luis Delgado y Cuco Pérez contribuyen notablemente a avivar esas vivencias por medio de esta suerte de recopilación de episodios circenses, en su mayoría de acertada remembranza e interpretación. Y es que el proyecto tenía doble cara, no es excesivamente difícil, tras una cierta revisión temática, recopilar una serie de temas adecuados al mundo del circo, pero era necesario acertar con el tratamiento y no caer en clichés ni infantilismos. En su concepción, Delgado y Pérez (tras años de correrías, se agradece especialmente la compenetración de estos dos grandes músicos) nos transportan por igual a aquellas históricas carpas como nos dan una lección de historia de los instrumentos musicales asociados a este glorioso mundo circense, que aunque haya perdido su carácter de entretenimiento único, siempre continuará alegrando las caras de grandes y pequeños tanto en carpas reducidas de los circos de siempre que aún sobreviven no sin dificultades (y que es necesario seguir apoyando), como en los macroespectáculos con grandes medios y una grandiosidad que ha trascendido el concepto de espectáculo, por ejemplo las enormes (y también recomendables) propuestas del Circo del Sol.

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18.7.19

LA MUSGAÑA:
"En concierto"

Cada una de las comunidades autónomas españolas, cada provincia de hecho, posee su propia idiosincrasia musical, dentro de un conjunto tremendamente variado que ha llegado a nuestros días por medio, principalmente, de la tradición oral. Jotas, fandangos, seguidillas, muñeiras, sardanas, y por supuesto el flamenco, son algunas de las expresiones más importantes de esta variada panoplia. Quique Almendros y José Climent eran dos amigos del barrio madrileño de Canillas, que en los 80 comenzaron a hacer música juntos. Quique, tras escuchar un programa de radio de José Ramón Cid sobre música de Salamanca, convenció a José y a un tercer miembro, Rafael Martín, para dedicarse a glosar activamente la música de Castilla. Enseguida se unieron a la formación Jaime Muñoz y Carlos Beceiro, para completar un quinteto mágico conocido como La Musgaña, desde entonces un nombre imprescindible en la música tradicional española. 

"El diablo cojuelo" fue su primera grabación, con un repertorio muy rural y antiguo, utilizando una gran variedad de instrumentos tradicionales rescatados, entre los que destacaban las flautas de pico, dulcimer, gaita charra, tamboril (Quique Almendros), zanfoña, laúd, bandurria (Rafael Martín), gaita de fole, violín (José Climent), flauta travesera y de pico (Jaime Muñoz) y bajo, contrabajo y guitarra (Carlos Beceiro). A pesar de sus buenas intenciones adolece de una pobre producción, a lo que se unió en su segundo trabajo, "El paso de la estantigua", una pésima distribución, a pesar de que el grupo ganó la Muestra Nacional de Folk en 1988. Las portadas, auténticas, eran obra de Quique Almendros. Graban "Lubicán" (nombre del lince en partes de Castilla) de manera independiente, con las aportaciones de Manuel Luna, Javier Bergia y Luis Delgado, obteniendo un cierto éxito (fue editado en EEUU por Xenophile, sello subsidiario del prestigioso Green Linnet). A pesar de ello, Climent y Rafa Martín dejan el grupo, entrando en el mismo puntualmente el propio Luis Delgado, cuya experiencia consolida un sonido de apariencia nueva (ciertas sonoridades orientales -especialmente percusiones árabes y el santur o dulcimer persa- se acercan a la tradición recuperada de Zamora, Salamanca y otros puntos de Castilla) y equilibrada en "Las seis tentaciones", donde aparece como invitado Kepa Junkera con su trikitixa. En este momento La Musgaña pasaba a ser un trío (Quique Almendros, Carlos Beceiro, Jaime Muñoz) pero no iban a estar solos en su siguiente proyecto ya que es entonces, al cumplirse el décimo aniversario del grupo, cuando Resistencia les propone la grabación de un disco en directo con numerosas colaboraciones importantes, anticipándose en un año a otro gran concierto publicado por la compañía, "Bilbao 00:00h" del mencionado Kepa Junkera. Muchos músicos llegaron para colaborar en el proyecto, pero con la incertidumbre del resultado, dada la imposibilidad de realizar ensayos con garantías. De hecho, sólo pudo ser en el ensayo general anterior al concierto cuando pudo efectuarse la reunión total. Allí estuvieron anteriores miembros del grupo como Rafael Martín o Luis Delgado, el sensacional acordeonista Cuco Pérez, Manuel Luna (colaborador de la banda desde "Lubicán"), Faín Dueñas, Sebastián Rubio y Wafir Shaik de Radio Tarifa, y el toque elegante y de sobras conocido del enorme violinista escocés Johhny Cunningham, miembro de bandas tan míticas como Silly Wizard, Relativity o Nightnoise, cuya implicacón va más allá, hasta ocupar el papel de productor del trabajo. A Johnny le encantaba La Musgaña y Madrid, especialmente su vida nocturna ("Madrid tiene un problema -decía-, no me puedo quedar en el hotel por la noche porque seguro que me estoy perdiendo algo"). Si añadimos a Kepa Junkera, Amancio Prada y Javier Paxariño (que no necesitan presentación), el resultado sólo pudo ser apoteósico. El trabajo, titulado simplemente "En concierto", fue publicado por Resistencia (que incluyó un completo libreto con la información) en 1997, a partir de las grabaciones de los conciertos del 23, 24 y 25 de abril en el Centro Cultural de la Villa de Madrid y el Teatro Barakaldo de la ciudad vizcaína. "En concierto" presenta un repertorio tradicional con arreglos de La Musgaña, "Picao" es una gran entradilla instrumental, una apertura festiva proveniente de Salamanca, un animado baile serrano donde la gran protagonista es la flauta, con el permiso de acordeón y percusión. De Zamora son los pasacalles rememorados en "Siete por ocho", introducidos por el penetrante sonido de la gaita, marcando el paso de este hipnotizante compás (7x8) donde también aparece el violín de Jonnhy. Como sucede con tantas bandas que se nutren de la tradición, sus sones y bailes se disfrutan especialmente en directo, aún más con los amigos de lujo que aquí se reunieron. En "Bailes a los pesao", por ejemplo, llega la voz inconfundible de Manuel Luna, carismática, penetrante, y lo hace en una jota pegadiza y animosa (en Cantabria la jota se llama baile 'a lo pesao', mientras que el ritmo 'a lo ligero' es el de las pandereteras). De comienzo más tranquilo (Javier Paxariño y su clarinete), en "Pica de Saelices" casi podemos ver aparecer a un grupo de danzantes cuando se anima este bello baile de bodas salmantino. El conjunto regresa a Madrid, en concreto a "Estremera", para que Manuel Luna cante de nuevo una canción de ronda, otra fabulosa muestra vocal, prácticamente pieza de museo, que la percusión de Luis Delgado mantiene con vida durante sus seis minutos, y la demás instrumentación ejecuta la suave melodía con aires arábigos. Luna repite su hechizo vocal en "Verdeguea y grana" (canción de boda extremeña que el grupo acompaña de una jota zamorana para la gaita de fole de Quique Almendros), pero es sustituido en ese cometido en una de las canciones, "Pasito a paso", y no es baladí la voz sustituta, pues se trata del cantautor leonés Amancio Prada, coautor de los arreglos vocales de esta canción de origen asturiano secundada por un pasacalles salmantino. "Danzas de Burgos" es un alegre baile de ritmo trepidante, de las que abundan en nuestra península -en esta ocasión de Burgos y León-, con arreglos e interpretación de lujo, de hecho dos grandes acordeones diatónicos (Kepa Junkera y Jaime Muñoz) luchan por el protagonismo, tomando magistralmente el rumbo. Las jotas vuelven a destacar en este repertorio folclórico hispano, y en "Jotas" se reúnen tres de ellas, de Segovia, Sanabria (Zamora) y Salamanca, haciendo aparición en el concierto los miembros de Radio Tarifa (excepcional el solo percusivo de cajón y darbuka de Rubio y Shaik), que repiten en el pasacalles salmantino "Arribes" (animado por la gracia de sonidos y aromas árabes, y el saxo soprano de Javier Paxariño) y en el tema final, "Entradilla", ritmo de 8/8 procedente de Salmoral (Segovia), que La Musgaña -Muñoz y Beceiro en ese momento- grabarán en 2013 para su trabajo "Entre dos", y que deja con evidentes ganas de más. 

Tras cada canción resuenan los aplausos de un público entregado, lo que reitera la sana envidia hacia los que pudieron presenciar estos grandes conciertos, esas reuniones de estupendos músicos y amigos enarbolando un sonido típicamente hispano pero de proyección mundial, así como buena producción e ideas, y enormes colaboraciones, las que realizan entre ellos los grandes nombres del vasto mundillo del folclore español, en los que se adivina una extraordinaria complicidad. Ya lo apuntaba Quique Almendros en el folleto promocional del álbum, que distribuyó Resistencia: "Llevar a cabo formaciones instrumentales que hasta entonces sólo podíamos imaginar supuso un reto que, dada la calidad musical y humana de todos los implicados, se convirtió en una de las más gratas experiencias que podemos recordar". Con las idas y venidas de componentes, pero siempre buscando la raíz de la música tradicional de Castilla -picoteando un poco de aquí y de allá, como dicen ellos-, La Musgaña sigue siendo un icono de lo auténtico, de lo tradicional, un arquetipo de la zona centro, y su trayectoria se vio coronada en este fenomenal trabajo en directo, una joya de la música española.








19.11.15

BABIA:
"Oriente-Occidente"

Antes de que la etiqueta Nuevas Músicas unificara en el mercado español una larga gama de estilos para su fácil comercialización, una serie de inquietos músicos habían desarrollado una llamativa fusión de sus trayectorias en el mundo del folk, la música antigua y el pop-rock. Cuatro músicos madrileños cercanos y amigables, Luis Paniagua, Luis Delgado, Eduardo Paniagua (hermano de Luis) y Jesús Greus (que se acabó especializando en música andalusí, afición compartida con los dos anteriores), se adelantaron a su tiempo al crear a comienzos de los 80 el grupo Babia, cuya existencia sólo contempló un disco, un excepcional vinilo titulado "Oriente-Occidente", publicado en 1982 por Guimbarda. Manuel Domínguez fue el periodista que creó este gran sello que publicó y distribuyó música folk de España (Emilio Cao, Labanda, Vainica doble, etc) y del resto del mundo (Alan Stivell, Boys Of The Lough, Silly Wizard, Pentangle y sus miembros -John Renbourn, Bert Jansch-, Don Cherry, Alan Giroux, Barbara Dane, Jose Afonso y un largo etcétera de más de 20 países, incluyendo el trabajo "Children of the sun", de un jovencísimo Mike Oldfield con su hermana Sally). Como su título indica, el álbum viajaba continuamente de Oriente a Occidente, paseándose por varios continentes en una rica y agradecida 'fusión étnica', tal fue el término que se utilizó para denominar a esta fenomenal aventura que Luis Paniagua reeditó en CD en 2003 en su sello Silentium.

Es precisamente en esta reedición donde encontramos un adecuado texto aclaratorio: "Hay que remontarse a enero de 1981 para encontrar el origen de lo que es hoy Babia. Fue en esta fecha cuando se comenzó a pensar en la posibilidad de crear una formación de músicos cuya labor no estuviera limitada por ningún molde previo. Se abrieron puertas y ventanas a muchas culturas, a nuevos y viejos sonidos y a un gran número de instrumentos". Extensa es, precisamente, la gama de utensilios: Sitar, pipa, esraj, psalterio, tanpura, contrabajo, bajo eléctrico, teclado, tabla, xilófono, caxixi, gong, timbales, címbalos, campanas, rueda de campanas, cencerro, botes de arroz, bolsa de moldes de repostería, voz (Luis Paniagua); sintetizador, órgano, guitarras sintetizadas, bajo eléctrico y sintetizado, archilaúd español, guitarra portuguesa, programador de ritmos, kalimba, rhana tun, cabasa, timbal, címbalos, campanas, voz (Luis Delgado); flautas sopranino, soprano, alto y bajo, flauta búlgara, flauta noruega, flauta sintetizada, psalterio, darbuga, xilófono, palo de lluvia, kalimba, crótalos, gongs, plato, cascabeles, campanas, campana de tubo, cencerro, sonajas, pajarito, voz (Eduardo); tabla, tabila, bombo, caja, charles, platos, campanas, caxixi, caña de semillas, voz (Jesús). Además, las colaboraciones puntuales de Pepe Ébano (tumbadoras), Andreas Prittwitz (saxo alto y clarinete), Paco Espinosa (bajo eléctrico) y Juan Alberto Arteche (voz). "Oriente Occidente" es un atrayente cuaderno de viajes que comienza con fuerza y folclorismo andino, pues la introducción ("Introducción-Nazca") nos conduce hasta Nazca, esa inmensa región peruana en la que se ubican unas misteriosas líneas excavadas en la arena como señales para dioses voladores. En esta mirada aérea -sólo se pueden distinguir desde el aire, de ahí que Luis añada 'elevándose a cientos de metros'-, la música consagrada a estos dioses es vibrante en cuanto a sus cuerdas y percusiones, si bien no hurga en lo misterioso y sí en lo folclórico por las flautas empleadas. El conjunto viaja hasta la India en el segundo corte, "Nuevos razonamientos", gran demostración de estos monstruos de la música patria que tiene todos los condicionantes para encandilar, melodía, ritmo, exotismo y una interpretación de lujo: el sitar era el instrumento característico de Luis en aquella época, y su exótico sonido llena este corte dividido en un primer segmento tranquilo y un segundo activo y pegadizo, tanto como para nombrarlo como uno de los momentos destacados, a pesar de no ser elegido como single. Desde luego, era un sonido distinto en aquella época, y no exento de comercialidad si se hubiera difundido con mayor acierto, y es que hay que hacer constar que estos cuatro amigos efectuaron una grabación adelantada a su tiempo. Cada canción es distinta a la anterior, así como su instrumento principal: en "Luciérnaga" es el saxo el que imprime un tono jazzero al tema, con un atractivo desarrollo bastante bohemio. Algo similar sucede en "Música terrena", con vientos desatados en un plan algo más étnico. Es Luis Paniagua el compositor principal del trabajo y en este sentido alma máter del mismo, puesto que solamente dos de los cortes no son de su creación: "Kejaritomene" (un pequeño interludio de su hermano Eduardo, que realmente se asemeja a alguna de las hermosas miniaturas que Luis Delgado creó poco tiempo después para el documental "Alquibla"), y "Mohebius" (que sí es obra de Luis Delgado, un folclórico 'nuevo amanecer, de un sol de color azul' -explica-, un cuento de andanzas exóticas con rica instrumentación comandada por la flauta, muy bien desarrollado y con un sonido muy actual). "Oriente-Occidente" tuvo un lanzamiento en forma de single, un intento de radiodifusión que contenía "Toi toy" en la cara A y "Torero" en la B: "Toi toy" es el tema elegido como portavoz de esta diferente propuesta musical, aunque tal vez no parezca tan atrayente o afortunada como "Torero" o "Nuevos razonamientos", pero si que posee garra y buenas intenciones, así como un enorme bajo (de Luis Delgado) que puede recordar a ciertas canciones de Pink Floyd o de Alan Parsons, lo que pudo motivar su elección como corte destacado. En las voces, en la más pura tradición india, colaboraba un invitado de excepción, el guitarrista de Nuestro Pequeño Mundo, Juan Alberto Arteche, que justo ese año 1982 fundó Finis Africae. Si cabe más interesante que el anterior, "Torero" es un sencillo distinto y atrevido para su época, un inicio calmado deriva en una llamativa y maravillosa pieza, pegadiza incluso en su tuna principal, en la que se puede paladear además la completa gama de instrumentos que la engrandece e intenta plasmar su definición en el cuadernillo: 'valor, locura, soledad, fé, oración, color'. Concluyendo, "Misterio del entendimiento" es de nuevo algo andina (presenta un primer tramo relajante a la flauta y un segundo rítmico con un ameno xilófono, consiguiendo un corte, si bien no especialmente destacado, muy completo) y "Bengala" retorna a la India, al adaptar un tema popular en el que destacan sitar y percusión, pleno de gracia y movimiento, un atractivo final en un disco completísimo que, recuerda Luis Delgado, se hizo mientras trabajaba en la RCA durante el día, y por la noche daba conciertos y producía grupos de folk. Luis Paniagua concluía así su comentario sobre el trabajo: "Un sonido nuevo en el cual se encuentran Oriente y Occidente, presente y pasado hacia el futuro. (...) Su música está llena de color, visiones, sensibilidad, ensamblando perfectamente los sonidos, las ideas y los timbres".

Dinámica y vital, la de Babia es una música que poco tiene que ver con la espiritualidad que Luis Paniagua promulgará en su carrera futura, aunque posea ciertos tintes relajantes, basados en la profunda sonoridad del sitar y de sus cadencias indias. Mas allá del folk, de las músicas del mundo y del jazz, esta conjunción de elementos tiene verdadero duende, exponiendo al oyente su fantasioso mundo interior, un cúmulo de viajes exóticos y experiencias interiores. "Oriente-Occidente", que en su título parece buscar un equilibrio entre la pobreza material de países como la India y la pobreza espiritual de nuestro modo de vida, sigue sonando fresco más de tres décadas después de su publicación, y permite disfrutar de un clima de lejanía y aventura sin salir de casa, un trabajo muy completo, de variada y poco convencional instrumentación, cambiante estilísticamente hablando, y con un vistoso componente melódico, una excepcional rara avis en el panorama de los grupos españoles de comienzos de los 80.

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11.12.12

LUIS DELGADO:
"El sueño de Al-Zaqqâq"

Hay veces que la música puede ayudarnos a comprender mejor parte de nuestra historia, o al menos a interesarnos por ella. Esto sucede al escuchar algunas de las obras del madrileño Luis Delgado, que nos trasladan muy atrás en el tiempo. Durante varios siglos de la Edad Media, parte de la Península Ibérica se encontraba bajo el poder musulmán, desde la conquista por parte del Califato Omeya hasta la toma de Granada de los Reyes Católicos. Conocido como Al-Ándalus, este territorio acabó por comprimirse con el paso de los años al sur de la península, aunque el protagonista del disco que nos ocupa era un poeta valenciano de nombre Ibn Al-Zaqqâq, que vivió hacia el año 1100, durante el reinado de los almorávides. Eduardo Paniagua cuenta su historia en el libreto de este álbum y nos habla de una obra poética muy difundida y celebrada, de ricas metáforas, que Luis Delgado ha sabido musicar convenientemente a pesar de las dificultades, y es que él mismo aclara que la música y la poesía árabe son casi inseparables: "El poeta árabe es casi siempre músico, y sus textos no conocen mayor gloria que la de ser cantados".

Guitarrista desde los 13 años, y alumno en la orquesta de laúdes de Manuel Grandío, tras pertenecer a Imán Califato Independiente este músico todoterreno madrileño comenzó a trabajar para Rafael Carratalá haciendo música para publicidad. Su siguiente trabajo en RCA le permitió aprender a desenvolverse en un estudio de grabación, pero su posterior paso por Crysalis y EMI -en puestos importantes- le apartó de la música tradicional que realmente le embargaba y que no había dejado de tocar en grupos como Babia, por lo que decidió apostar por su propio sello discográfico, que llamó El Cometa de Madrid. Con él intentó promocionar a músicos españoles sin estilo definido y lanzó más de una decena de interesantísimos discos artesanos (entre ellos "13 cuerdas" de Jesús Auñón o "Neptuno" de Luis Paniagua, pero también obras de Cuco Pérez, Luis Lozano, Enrique Mateu, Miguel Herrero, Macías, Patricia Escudero o el propio Luis Delgado, bien en solitario -"Vathek"-, bien en grupo -Mecánica popular o Ishinohana-). Siendo sin embargo su legado musical más popular el que se internaba en la cultura árabe (las bandas sonoras de "Alquibla" y "Al-Andalus"), Luis Delgado decidió hacer de ese nexo con nuestras raíces una forma de vida, pues "en el folclore español hay una riqueza impresionante, que en Europa no la hay". Con el grupo Calamus comenzó su idilio con la música andalusí (o arábigo-andaluza), y su mayor expresión en solitario llegó en 1997 con "El sueño de Al-Zaqqâq", primera parte de una trilogía publicada por Nubenegra, que continuaría en 2000 con "El hechizo de Babilonia" -musicando a las poetisas de Al-Andalus- y en 2004 con "Tanger" -homenaje a la 'ciudad blanca', grabado allí mismo en directo-. Homenajeando la figura del poeta Ibn Al-Zaqqâq, Luis Delgado construyó una obra completísima y fascinante, no sólo histórica sino también estéticamente, regresando a ese crisol de culturas que provocó la locura de este madrileño variopinto, que lo mismo se deja llevar por las raíces sureñas de la península como por el folclore más reciente o por la modernidad de la música para el Planetario de Madrid. Si bien todas esas vertientes son plenamente disfrutables, su unión espiritual con la música andalusí es tan grandiosa como para ser tenido mucho más en cuenta en el mundillo cultural español de lo que realmente es. "Balansiya" es más que un recibimiento, es una llamada para entrar en un mundo antiguo pero nuevo, pleno de belleza, emoción y fantasía. El autor aclara que pretendía "recrear el alba imaginaria de un día en la Valencia Andalusí". El primer gran momento del trabajo es "El saludo", magistral composición cuya cadencia y sobre todo el tratamiento vocal poseen en su conjunto una magia subyugante, una canción esplendorosa y magnética en la que podemos apreciar las cualidades de Aurora Moreno y las extraordinarias aptitudes de Luis con instrumentos como el laúd árabe, el tar y la d'rbuka: 'Más delgado que el céfiro es su aroma; su talle es pasmo de la erguida palma'. El encanto orientalizante perdurará durante todo el álbum, en piezas animadas con voz masculina (Mohamed El arabí Serghini) como "La aurora nocturna" o de ejemplar pureza instrumental como la excepcional "Bebiendo al alba", "La ruta del marfil negro" o "La luz de la Axarquía", pasaje luminoso que nos transporta a épocas remotas y lugares exóticos. Más atmosféricas, como si formaran parte de esos documentales que ha músicado Luis en varias ocasiones, son "La luna nueva", "Rosas en el estanque" o "La mirada", con esencia de sintonía, pues incluso estos interludios tienen su granito de grandilocuencia en una obra tan completa como ésta. "Epitafio" es una despedida sencilla con sones fúnebres, despojada de gran aparejo instrumental, de nuevo con la voz de El Arabí: 'De vuestro lado me robó la muerte, inexorable ley de los humanos. En ella os precedí; pero a la postre, no tardaremos en hallarnos juntos'. Es sin embargo en Aurora Moreno donde reside gran parte del embrujo del álbum, y la granadina repite ese encantamiento vocal en "El cinturón y el brazalete", hermosa balada de sones trovadores, en una maravillosa muestra de completo lirismo. Aurora llevaba años colaborando con Luis, y a Omar Metioui y Serguini El arabí les conoció en la banda Ibn-Baya, y fueron esenciales en la cuestión idiomática del álbum, un trabajo en el que la electrónica también está presente, junto a los laúdes, kumbuç, santur, saz, nei, cántara, baglamá y otra serie de instrumentos casi impronunciables a cargo de Luis, acompañado por Omar Metioui (laúd, viola y tar), Eduardo Paniagua (flauta y qanun), Javier Bergia (d'rbuka), Jaime Muñoz (kaval, flauta y clarinete) y Carlos Beceiro (mandolina). Una buena anecdóta para el disco, que confirma su calidad y proyección internacional, fue la selección por parte del importante director Ridley Scott de "Balansiya" y "Epitafio" para formar parte de la película "El reino de los cielos", aunque no se incluyeron en el CD de la banda sonora, a cargo de Harry Gregson-Williams.

"Vivo asediado por los encargos", aseguraba Luis en los 90, así que ha sido muy puntualmente cuando ha logrado reunir el tiempo necesario para preparar esos lanzamientos tan distintos como son los de música sefardí, colaboraciones con Javier Bergia o con La Musgaña o composiciones para el Planetario de Madrid. Tras trabajar con la música como soporte para imagen (televisión, ballet o teatro), en "El sueño de Al-Zaqqâq" las melodías son soporte para textos, su propósito es ser escuchadas, y las imágenes aparecen espontáneamente por la capacidad imaginativa de una música fruto de amplia investigación y alta inspiración. Hay en el cuadernillo del disco una especial dedicación hacia Beatriz, esposa de Luis, mientras que "El hechizo de Babilonia" estará dedicado a su madre, Isabel Delgado. En aquella suerte de segunda parte repetirán colaboración Javier Bergia, Jaime Muñoz y Mohamed El Arabí, y los dos últimos en "Tanger". Es necesario acabar esta reseña con una encendida recomendación, y es que aunque aquí se glose la enorme calidad de "El sueño de Al-Zaqqâq", es preciso que su escucha sea complementada con esas otras dos entregas que también puso a nuestra disposición Nubenegra, el sello de Manuel Domínguez, el que fuera creador de Guimbarda.

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5.12.10

VARIOS ARTISTAS:
"Música sin fronteras"

En la facilidad de los discos recopilatorios está la facultad, en muchas ocasiones, de poder abrirnos los ojos. Algunos de ellos son como un bautismo en ciertos tipos de música, un vehículo que resulta más fiable cuanto mejores son los medios, las intenciones y, por supuesto, la elección de las músicas en ellos recogidas. La new age, ese término tan en alza en los 80, necesitaba un afianzamiento de sus intenciones en nuestro país, y este llegó en 1991 por medio de GASA (Grabaciones Accidentales, S.A.), sello discográfico español que comenzó como independiente a comienzos de los 80 para publicar los trabajos del grupo Esclarecidos y afines, y continuó por caminos comerciales cuando grabaron en él grupos como La Dama se Esconde, Seguridad Social y Duncan Dhu. Hasta ese momento la música conocida como 'new age' se había empezado a colar en ciertas compañías, distribuidoras, programas de radio y en los estantes de las tiendas, pero el auge que va a cobrar en los 90 iba a traer a España un mayor número de referencias, documentación y por supuesto eventos en directo, logrando incluso los artistas de mayor calidad y algún que otro locutor de radio de gran talento y mejor ojo una enorme popularidad.

Dieciséis canciones se dan cita en esta compilación doble de diseño sencillo y elegante, una obra de Antonio Bueno titulada 'El jardín' que llamaba poderosamente la atención, y que la compañía tuvo el acierto de adecuar en cada una de las continuaciones con pequeños cambios en el motivo floral. De premio. El título, rotundo y definitorio, pudo contribuir a su éxito, si bien hay que decir que la compañía Venture (filial de Virgin) ya denominó "Music Without Frontiers" a una serie de recopilaciones de sus músicas instrumentales unos años antes. Comenzar con el clásico de Wim Mertens "Maximizing the Audience" es toda una declaración de intenciones musicales. De muy buenas intenciones, por supuesto, las que conducen por nuevos caminos, en los que no cuentan cifras, duraciones o radiodifusiones masivas, sino destreza, innovación, sensibilidad, calidad en definitiva. En las cuatro partes de que consta "Música sin fronteras" se pueden distinguir otras tantas tendencias agrupadas en orden: en la primera nos encontramos con seis nuevos clásicos con querencia al minimalismo, denominación en la que destacan especialmente Wim Mertens, Michael Nyman (del que escuchamos el conocido "Chasing Sheep is Best Left to Shepherds") y Philip Glass ("The Photographer Act. I - A Gentleman's Honor"), con la inclusión del renombrado clarinetista Richard Stoltzman (con su impresionante "Begin Sweet World"), la teclista Suzanne Ciani ("The Velocity of Love" es el tema elegido) y el pianista irlandés Mícheál Ó Súilleabháin ("The Plains of Boyle", de su disco "The Dolphin's Way"). La segunda parte atildaba en un jazz ligero, con los nombres del grupo de jazz The Lounge Lizards, liderado por el saxofonista y actor John Lurie ("Bob the Bob"), del guitarrista y productor español Adolfo Rivero (que contribuye con un sorprendente tema de título "Follow Me", una de las sorpresas de la recopilación) y con el grandísimo clásico de la música en general "Ese amigo del alma", del argentino Lito Vitale. Un envolvente ambiental electrónico nos recibía en la tercera parte, desde el renombrado "Cafe del mar" de Frank Fischer hasta otra sorpresa con sones de dulcimer, "Galapagos" del grupo alemán Never Been There, pasando por ese renombrado experimento que supone "Poem Without Words II - Journey by Night" de la vocalista inglesa Anne Clark, y el siempre cumplidor Vangelis, del que aciertan incluyendo el corte "Metallic Rain" de su trabajo "Direct". La compilación acaba con tres temas con elementos de world music, del teclista alemán Mike Herting ("The Cutting of the Trees"), nuestro Luis Delgado ("Top Kapi Saraji" era uno de los cortes destacados del documental "Alquibla") y Le mystère des voix bulgares ("Mrs. Nedelja became famous"). Ese año del éxito de Juan Luis Guerra y del "Aidalai" de Mecano, que ocuparon los mejores puestos en las listas de ventas, "Música sin fronteras" obtuvo unas cifras discretas pero sorprendentes para este tipo de música, llegando al número 28 en dichas listas, en las que permaneció doce semanas. A tenor de ese éxito resultaba evidente que, con el retraso que culturalmente solíamos acumular en este país, se había abierto un nuevo mercado, muy apetitoso por sus expectativas de crecimiento. Sin duda el consumidor poco avispado no iba a poder distinguir con claridad sombras y luces en ese nuevo mundillo, por lo que este tipo de recopilatorios iba a ser un vehículo fundamental para la selección y el descubrimiento de nuevas maravillas musicales, un puñado de las cuales conformaban el primer volumen de "Música sin fronteras", que no hay que confundir con otro recopilatorio que DRO publicó en 2001 con el mismo título, pero que andaba por los caminos del chill out que estaba en boga en aquella época (de hecho el subtítulo era 'Una aproximación a la música ambient y Chill Out'), con gente como Nittin Sawhney, Morcheeba, Orbital o Groove Armada. Sin embargo, sí que hay que hablar de una serie de continuaciones que siguieron aumentando nuestra riqueza musical y minándonos el bolsillo: ese mismo año 1991 se publico "Música sin fronteras volumen II", con niveles de calidad cercanos a su antecesor, y en los próximos años se publicarían los volúmenes III, IV, V y "Música sin fronteras, lo mejor", que no era una 'recopilación de recopilaciones' sino la sexta y definitiva entrega de la saga.

Quince años después del lanzamiento de "Música sin fronteras", GASA publicó una segunda edición, "Música sin fronteras Revisited", con idéntica presentación aunque unas pequeñas variaciones en el listado de temas: extrañamente eliminados los de Mícheál Ó Súilleabháin y Lounge Lizards, fueron sustituidos por dos composiciones inéditas de Wim Mertens ("Positively Imperative" y "The Scene") y una de Seoan titulada "Myati". Los creadores de la idea original expresaron en esta revisión que con este compendio de temas pretendían "eliminar las barreras infranqueables (...) que separaban estos tipos de música de otras bellas artes que encasillan a cada músico en un estilo musical, que popularizan más a los principiantes de aspecto atractivo que a los profesionales dedicados, que limitan el desarrollo artístico de todas las personas". Lo que se puede asegurar es que en esta doble maravilla no sobraba absolutamente nada, y a pesar de contar con grandes estrellas, tampoco se puede decir que fuera a lo más fácil. De hecho, el esfuerzo compilador reunió a artistas de los sellos Les Disques du Crépuscule, Virgin Records, BMG Ariola, CBS, Verabra Records, Intuition Records, Ciclo 3, RNE, Innovative Communication y Jaro, consiguiendo que hubiera más calidad en un sólo minuto de esta recopilación que en una hora de cualquier radio comercial al uso.

ANTERIORES CRÍTICAS RELACIONADAS:
WIM MERTENS: "Maximizing the Audience"
RICHARD STOLTZMAN: "Begin Sweet World"
MICHAEL NYMAN: "The Draughtsman's Contract"
PHILIP GLASS: "The Photographer"
LITO VITALE CUARTETO: "Ese amigo del alma"
FRANK FISCHER: "Gone with the Wind"
LUIS DELGADO: "Alquibla"








20.9.08

LUIS DELGADO:
"Alquibla"

En el mundo islámico se denomina alquibla a la dirección hacia la Meca, a la que se deben dirigir los rezos; de esta manera, en cada mezquita hay un lugar, llamado mihrab, que indica la orientación de la alquibla. Para la mayoría de nosotros, sin embargo, "Alquibla" es el título de una serie documental guionizada por Juan Goytisolo, dirigida por Rafael Carratalá y musicada por el madrileño Luis Delgado, un programa televisivo emitido por TVE en 1989 que pretendía acercar al público español a un mundo tan desconocido como rico culturalmente, cuya cercanía a nosotros no evita que sea de difícil asimilación por muchos motivos, en especial sociales y religiosos. El éxito popular del documental originó que el sello de Radio Televisión Española, RTVE Música, publicara la banda sonora en 1988 con una elegante portada de sugerentes fotografías sobre fondo negro, un diseño tan cuidado como los que el propio Luis Delgado ofrecía en los trabajos de su mítico sello discográfico, 'El cometa de Madrid', un Windham Hill a la española por el que se movían grandes intérpretes patrios como Luis Paniagua, Miguel Herrero, Jesús Auñón, Enrique Mateu, Cuco Pérez o el mismo Delgado, que no pudo publicar "Alquibla" en El Cometa, aunque coincidieran en el tiempo. En su aprendizaje, Luis ha tomado contacto con la música antigua, el rock, el folclore, la electrónica y las músicas del mundo, y ha estado involucrado en numerosos proyectos musicales, como compositor, productor o intérprete, para lo cual cuenta con una colección de más de un millar de instrumentos originales, parte de los cuales se exponen en la bella localidad medieval de Urueña (Valladolid), en el 'Museo de la Música - Colección Luis Delgado'.

Luis es un músico polifacético, más conocido por sus delirios étnicos que por su faceta electrónica, como compositor permanente en el Planetario de Madrid y esporádico en otros, como el de Nueva York. Para este trabajo, Delgado utilizó material con el que llevaba tiempo experimentando sin una salida segura, con lo que el momento fue idóneo para él, un golpe de suerte del que se benefició no solo la serie documental sino el público seguidor de las músicas del mundo y de las bandas sonoras en general. Aún sin asociar a las imágenes del documental, "Alquibla" es una eficaz incursión musical en el mundo árabe, la reserva inicial de Luis Delgado a asumir esa tarea, más complicada de lo que parece por estar cargada de clichés y prejuicios, fue superada gratamente por su inusual capacidad para absorber elementos culturales ajenos y adecuarlos a unas imágenes y a un contexto occidentalizado. Delgado convierte música en historia, sus obras son paseos por zocos, baños y mezquitas, y sus ritmos se nutren de sensualidad, pero también de religiosidad. Colores vivos y aromas especiados son tan parte del conjunto como los instrumentos utilizados. La forzada ambientalidad, la búsqueda de la melodía, el uso ingente de percusiones y ritmos fácilmente distinguibles, sólo consiguen acercar más al espectador a los lugares visitados y adentrarle profunda, incluso místicamente, en mezquitas, zocos, dunas o palacios, otorgándonos no sólo un estupendo disco sino una pequeña obra de museo, madurada por los muchos años de trabajo a sus espaldas, tanto tocando en orquestas y grupos como Imán Califato Independiente o Babia, como de ayudante y directivo en compañías como RCA y EMI, hasta que diera el salto para crear el mencionado sello El Cometa de Madrid. Pero el detalle es apreciable de forma sublime al descubrir la cantidad de instrumentos autóctonos que, laboriosamente, Luis tañó de manera espectacular: psalterio, saz, ud o tar en cuanto a las cuerdas, d'rbouka, bendhir, krakeb o adufe de percusión, aunque también alguno indio (mridanga, khol), africano (guimbri), europeo (la antigua nickelharpa sueca) o sudamericano (teponatzli), siempre acompañados por otras guitarras, teclados, percusiones, flautas y la eficaz colaboración del ordenador. Mimetizándose con las imágenes se realzan las cualidades mágicas de esta música, temas cortos y profundos que, más que una banda sonora en el estilo árabe más estricto, intentan encontrar "el clima exacto a cada imagen", explica Luis, que también matiza: "cada uno de los trece capítulos que la componen ha merecido su propio tratamiento específico, tal es la variedad de temas tocados, en realidad trece bien distintos, aún cuando todos se desenvuelven en el ámbito musulmán. No es lo mismo hablar de la cofradía de los derviches giróvagos, su historia y circunstancias actuales; de la situación de las mujeres en los países islámicos, tan diferente en cada uno de ellos; del problema palestino, envenenado por razones de dominación política, etc. Así, cada tema ha requerido un planteamiento especial, diferente del resto".. En un sentido más elaborado se pueden recordar "El musem" (la estupenda sintonía), "Al jalifa", "Top Kapi Saraji" (una pieza maravillosa incluída además en el recopilatorio "Música sin fronteras"), "Reflexión" o "Meca", mientras que como ambientes eficaces cabría destacar "Mantis religiosa", "El Bosforo", "Beduinos", "Mujeres beduinas" o "Inquisición", si bien toda la obra es altamente recomendable y en ella se puede comprobar cómo Luis Delgado 'siente' realmente la interpretación de los instrumentos acústicos empleados para adornar este documental que ya forma parte de la historia audiovisual española, una serie que contó, pocos años después, con una segunda parte más madura y cercana, según Rafael Carratalá, al poema visual, más que al documental cultural. La música, también de Luis Delgado y tan recomendable como la primera, fue publicada por RTVE Música en 1991.

Juan Goytisolo, Rafael Carratalá y Luis Delgado cuentan su experiencia en el libreto de "Alquibla", Luis habla de noches rodeados de multitud de instrumentos de todo el mundo, de un trabajo laborioso del que disfrutó enormemente, y es que este álbum, como el propio documental, adentra al oyente en un mundo de sensaciones y nos ofrece una música estudiada y elaborada, que se confunde con las imágenes, con las vivencias o con la imaginación, consiguiendo experimentar un sorprendente viaje al mundo árabe. Escuchando esta música, sin necesidad de emplear un rigor étnico (en palabras de Luis: "simplemente hemos puesto todo nuestro interés en encontrar las esencias sonoras que latieran al mismo ritmo que las imágenes, sin limitaciones geográficas ni estéticas"), se adivina una cultura fascinante, pasado, presente y futuro se dan la mano en este documento tan cercano a nuestra propia historia como pueblo. Investigador incansable, Luis Delgado (que ya había trabajado con el director, Rafael Carratalá, haciendo cortos comerciales) encontró con "Alquibla" el reconocimiento y desde entonces es referencia obligada, entre muchas otras cosas, en cuanto al mundo musical árabe en España.