07 mayo 2009
Arturo Pérez-Reverte
14 abril 2009
Juan José Millás
14 septiembre 2008
Elena Casero
22 julio 2008
Eduardo Mendicutti
16 julio 2008
Eduardo Mendoza
Contraportada: Sin noticias de Gurb relata la historia de un extraterrestre que ha desaparecido, tras adoptar la apariencia de la vocalista Marta Sánchez, en la jungla urbana barcelonesa. Pero el protagonista de la narración no es Gurb, sino otro alinígena que sale en pos de él y cuyo diario constituye el esqueleto de la narración. La verdadera naturaleza del relato es de carácter paródico y satírico: cono en "El misterio de la cripta embrujada", la invención de E. Mendoza convierte a esta Barcelona, a un tiempo cotidiana y absurda en el escenario de una carnavalada que revela, tras las máscaras pintarrajeadas y grotescas, acaso el verdadero rostro del hombre urbano actual y, tras el chisporroteo del estilo, la acerada conciencia artística del escritor.
18 junio 2008
Gustavo Martín Garzo
Querido Vincent:
Tu hermano Théo me ha dado la dirección del doctor Gachet, y es a él a quien dirijo esta carta para que te la entregue. También me ha dicho que el doctor te atiende como un padre y que desde que estás a su lado en Auvers-sur Oise, te encuentras mejor.
Te escribo para decirte que he leído el artículo que se ha publicado en “Le Mercure de France” sobre tu pintura. Siempre he sabido que antes o después tenía que suceder algo así, y que todos terminarían reconociendo tu trabajo. ¿No te acuerdas de que te reías de mí porque a todas las horas te estaba diciendo que terminarías por hacerte famoso? Ya lo ves, tu ignorante prima Kate, ha resultado ser más lista que todos los críticos de arte.
Théo me ha estado enseñando los cuadros que pintaste en el asilo y los dos terminamos llorando. ¿A ver si sabes lo que le he dicho? Que no te interesaba reproducir lo que tenías delante de los ojos, sino que te servías arbitrariamente del color para expresar con más fuerza lo que pasaba por tu alma.
¡Pobre Vincent! ¡Qué mal me porté contigo! Me asustaba tu violencia, tu forma extraña de mirar el mundo, como si fuera un lugar hermoso pero también aquel donde uno puede arruinarse, volverse loco, cometer crímenes.
Recuerdo cuando volviste a Teten, a la casa de tu padre, y todos los problemas que ocasionaste por aquella locura que te dio de perseguirme. Recuerdo mi huida a La Haya y aquella tarde terrible en que amenazaste con quemarte la mano si no te permitía verme. También la última vez que te vi. Te habías enamorado de aquella pobre prostituta Sien y llevabas meses viviendo con ella y sus hijos convencido de haber encontrado la felicidad. Conmovido por su miseria, pues siempre tuviste ese don terrible de la compasión, de hacer tuyo el dolor de los demás.
Luego supe de tus sucesivos cambios de residencia a través de Théo, al que visitaba a menudo. De tu período en Arlés y de tu ingreso, sobre todo, en el asilo de Saint-Remy, donde pintaste sin parar, como nunca lo habías hecho. Me bastó ver la luminosidad y alegría de aquellos cuadros, para parecerme que habías conseguido ese descanso, esa tranquilidad, que tan desesperadamente buscabas. Todos ven en tu pintura lo extraño, pero yo veo un bello mundo de esperanzas y de luz, aunque se escape inexorablemente de tus manos. Recuerdo nuestros paseos en Hete, cuanto amabas la naturaleza y tu capacidad para ver la belleza en las cosas sencillas. También aquello que solías decirme de que preferías pintar los árboles que veías desde tu ventana antes que visiones imaginarias.
Pero si hoy te escribo es para hablarte de uno de tus cuadros. Es un cuadro en el que se ve un jarrón con un ramo de lirios. Una de las ramas aparece caída. Es una rama alejada del agua que morirá pronto.
Tu prima Kate.
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09 mayo 2008
José Antonio Marina
16 marzo 2008
Alfred Bosch
29 agosto 2007
Francisco Umbral
29 julio 2007
Francisco de Quevedo
26 junio 2007
Miguel Delibes
11 mayo 2007
Ángeles de Irisarri
29 abril 2007
Alvaro Pombo
31 marzo 2007
Paloma Díaz-Mas
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Parábola del sembrador (frag)
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Es asombroso que algunos de mis colegas, profesores de universidad, sean incapaces de entender cómo funciona la transmisión oral de la literatura, cuando nosotros mismos hemos conocido tantos textos literarios no por haberlos leído, sino por haberlos oído.
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Con las parábolas evangélicas, la narración oral cerraba un círculo: las parábolas fueron, en su origen, cuentecillos o apólogos que sirvieron para ilustrar con ejemplos una predicación exclusivamente oral.
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De las parábolas, la que más me gustaba era la del sembrador: "Salió el sembrador a sembrar. Y sucedió que, según iba sembrando, una parte de la simiente cayó junto al camino, y llegaron los pájaros y se la comieron; y otra parte cayó en el pedregal, donde no tenía mucha tierra, y brotó enseguida, pero cuando salió el sol se quemó y se secó por no tener raíz; y otra cayó en los espinos, pero crecieron los espinos y la ahogaron, y no dio fruto; y otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto que se multiplicaba, y producía un grano treinta, otro sesenta y otro ciento".
Me gustaba no sólo porque eran tan accesible, tan fácil de entender, sino porque vagamente yo comprendía que aquello no sólo explicaba cómo era ese hipotético y abstracto Reino de los Cielos, sino cómo era la vida misma: uno puede hacer lo que sea, pero en definitiva es el azar el que determina cuál será el resultado. Y así la Palabra evangélica iba inculcándonos, sin que lo sintiéramos, un poquito de escepticismo y otro poco de fatalismo.
Uno nunca sabe qué semilla está cayendo en tierra buena. Y si eso es verdad en el mundo en general, es más verdad todavía en la enseñanza. Un niño o un adolescente son un universo imprevisible; y así el profesor puede estar desviviéndose por enseñar y transmitir unas cosas, pero a lo mejor es una frase dicha al desgaire, un detalle que a él le parecía insignificante, una cosa secundaria y trivial, lo que deja en su alumno una huella que dura toda la vida. Si tuviera que echar cuentas de la cantidad de frases triviales y de detalles irrelevantes que han determinado mi vida, no acabaría nunca de contar: son las semillas echadas a voleo que cayeron en tiera fértil; pero otras, que el sembrador se afanó en sembrar con cuidado, aquellas para las que escogió el lugar y el momento y en las que puso su ilusión y su esfuerzo, ésas no germinaron jamás. Por eso es mejor enseñar con fe y con fatalismo: allá va lo mejor que puedo daros; y, de este esfuerzo algo saldrá, aunque sea lo más imprevisible.
Es un libro autobiográfico que acaba con dos acontecimientos de esos que marcan la vida de una persona. P. Díaz-Mas tiene 19 años y su primer libro ya está en prensa cuando su padre fallece repentinamente. Así, una alegría inmensa se convierte en un duelo, inmenso también, que le hace acabar este libro con unas palabras aleccionadoras.
"No conviene poner un exceso de ilusiones en un vaso tan frágil como es la vida. La emoción y la pasión, si acaso, están en el momento de escribir"
09 marzo 2007
José Antonio Marina
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(fragmento de la página 27 y 28)
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En este contraluz pretende afincarse para siempre la inteligencia.
Teoría de la Inteligencia Creadora, Ética para Naúfragos, La Selva del Lenguaje y El Misterio de la Voluntad Perdida. Tengo otros tres suyos, el último del año 2006, pero "mi" Marina, ya no está en ellos. Ley de evolución o ley de beneficios, no lo sé. Lo espero de vuelta, eso sí.
10 febrero 2007
Luis Landero
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(fragmento de la página 154 y siguientes. Edit. Tusquets. Col. Fábula)
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-Y ahora, vamos a ver, ¿cuánto hace al año 400 pesetas por día?
Manuel cerró los ojos y se puso a bisbisear.
-Yo te lo diré también: 150.000 pesetas. ¿Y cuántas veces 150.000 pesetas son 200 millones de pesetas?
Manuel hizo un gesto de indefensión.
-Pues también te lo diré. A casi siete años el millón, unos mil cuatrocientos años. ¿Es o no es?
Sí, pero...
-Pues ése es el tiempo que tardaré yo en ser millonario.
-Vaya por Dios - dijo Leonor, y siguió revolviendo en el canasto.
La luz del carburo desquiciaba en las paredes el vuelo de las moscas.
-Esos números están mal hechos - dijo al final Manuel.
-¿Mal hechos? ¿Y eso cómo puede ser? - gritó Esteban.
-Porque hay cosas que los números no pueden medir. Lo dicen los sabios y es una gran verdad.
Alcanzó de una repisa el libro de las frases célebres, se puso los lentes de oro, se mojó un dedo y empezó a pasar las hojas.
-Vosotros buscad, que acabaréis encontrando la desgracia - dijo Leonor mientras desenredaba un ovillo.
-Aquí sólo hay palabras - contestó distraído Manuel - y las desgracias vienen de la vida, no de los libros.
-Las desgracias vienen de donde uno las busque.
Manuel se ajustó los lentes:
-Aquí está: "Salen errados nuestros cálculos cuando entran en ellos el temor y la esperanza. Molière"
Se hizo un gran silencio de ranas y grillos.
-Y eso ¿qué tiene que ver con los millones y los años? - preguntó Esteban.
-Este sabio quiere decir con esta frase célebre que en las cuentas intervienen dos números invisibles, que son el temor y la esperanza. Es muy difícil de explicar pero es así.
-Y según ese libro - dijo Esteban - ¿qué cosa hay que hacer para ser rico?
-Este libro enseña a ser sabio, no rico. Pero hay otra frase, no me acuerdo ahora de quién, que dice que el hombre más rico no es el que más tiene sino el que menos desea. Me parece que lo dijo un sabio que vivía dentro de un tonel.